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RR bochados

El Rojo busca a Ramón. Y Ramón busca a su hijo Emiliano (otra vez sopa) para sumarlo al cuerpo técnico. No aprenden.

Por Diego Borinsky ·

08 de septiembre de 2011
Ramón y el Rojo. Los dos a marzo. No aprenden. No quieren aprender.
 
La dirigencia de Independiente anda buscando un golpe de efecto. No sólo un entrenador que le ordene las fichas, sino también uno que logre cambiarle la cabeza al plantel, ya que no se pueden comprar jugadores y el torneo recién empieza. Un pararrayos que absorba las presiones y contagie a la gente. Ramón Díaz cumple esos requisitos. Y por si a alguno le quedara dudas, el riojano sale a autopostularse en los medios. Y avisa que el tema económico no será una traba, dando a entender que no exigirá grandes cifras, que el dinero no es un factor que lo obsesione ni muchos menos, aunque haya sido justamente la plata el motivo que lo llevó a pelearse con unos cuantos amigos que parecían incondicionales. El caso más emblemático es el de Omar Labruna, su ayudante de las épocas más gloriosas. Es pillo Ramón: dice una cosa pero piensa otra. Se olvida rápido.
 
Los dirigentes del Rojo, perdidos en el desmadre de un mes incendiario, creen que Ramón los puede dar vuelta como una media. Deberían mirar un poquito hacia San Lorenzo, a lo que queda de San Lorenzo, después del despilfarro de su segundo ciclo: un club arrasado por las deudas, ahogado financieramente y tecleando en la tabla de los promedios. A una situación así no se llega de un día para el otro sino luego de un proceso. A San Lorenzo le costaron muy caros los caprichos de Ramón. ¿Los dirigentes de Independiente estaban viendo otro canal?
 
El otro que no aprende es Ramón Díaz. El germen de su salida del club en su primera etapa fue justamente la presencia de Emiliano, su hijo mayor, en el plantel. Ramón perdió el respeto de los jugadores por ubicar a un chico que no había hecho los méritos suficientes para ocupar el lugar que ocupaba. El primero en saltarle a la yugular fue Marcelo Tinelli, hasta ese momento factotum de la llegada del riojano, que no toleró el ingreso de Emiliano en un partido ante Argentinos Juniors que finalizó en derrota. Por los premios que debería recibir su hijo Emiliano, Ramón se trenzó en una feroz disputa con Agustín Orión que no terminó a las piñas porque los compañeros del uno lo impidieron. Son dos ejemplos. Lo cierto es que la inclusión de Emiliano Díaz pudrió la relación del entrenador con el club y determinó su salida.
 
El Tolo Gallego se ve que no tomó nota de la experiencia de Ramón y hace unos meses llevó a Colo Colo a su hijo Jeremías, con el antecedente de haber atajado algunos partidos en clubes ascenso, como preparador de arqueros. Un disparate con final anunciado. Ante los primeros traspiés, el plantel comenzó a mirarlo de reojo y la relación se desgastó rápidamente. “¿Y este que no fue nadie, que no atajó nunca, que está acá porque es el hijo del técnico me viene a dar indicaciones a mí, a decirme cómo tengo que descolgar un centro?”, seguramente pensó más de un portero del conjunto albo. ¿Cómo terminó la historia? Mal, ¿cómo podía terminar?. Con Gallego despedido. Una de las razones que enumeraban los medios chilenos como causante de su salida, además de los malos resultados, fue la inclusión de Jeremías en su cuerpo técnico.
 
Ahora, Ramón insiste y avisa que va a llevar a su hijo Emiliano como integrante del cuerpo técnico. Ayyyyyyy.
 
RR (Ramón y el Rojo) bochados. A marzo. No aprenden. No quieren aprender.