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Tolo mal

Gallego asumió en Colo Colo y llevó a su hijo como entrenador de arqueros. Una locura.

Por Diego Borinsky ·

23 de febrero de 2011







El Tolo Gallego es un gran entrenador. Lo avalan sus éxitos. Y también el testimonio de los futbolistas, que son –en última instancia-, un ingrediente fundamental para evaluar el conocimiento y la capacidad del conductor. Cuando Gallego aún era ayudante de Passarella en la Selección, Hernán Crespo –uno de esos jugadores que se la pasan viendo partidos por TV y que muestran una vocación permanente por aprender- se sorprendía y destacaba en off, lo bien que veía el fútbol el Tolo. Que más de una vez se sentaba a su lado en el transcurso de un partido y le anticipaba cuál era la clave de ese choque y por dónde se podía llegar a definir. Casi siempre acertaba.
 
Sin embargo, algo le está ocurriendo a Gallego en los últimos años. Necesitado de exteriorizar cuán fuerte está su vapuleada autoestima, en su reciente arribo al alicaído Colo Colo chileno, manifestó no sólo que con él “siempre se gana” sino que está a la altura de un club tan grande. “No nací perdedor, Dios me iluminó”, agregó. ¿No será demasiado? Sacar chapa con semejante grandielocuencia puede verse como un gesto de autosuficiencia. ¿O será de temor?
 
Gallego suele destacar que fue campeón en todos los equipos donde fue. Vale recordar que en River (dos períodos), Independiente, Newell’s y Toluca lo cumplió. Y que en sus dos últimas experiencias como entrenador no lo consiguió. En los Tigres de Monterrey duró un suspiro y fue despedido; en Independiente realizó dos buenas campañas en sendos torneos locales, pero terminó cayéndose al final. Y para un grande, eso no alcanza. Cuando parecía que le iban a renovar el contrato, Julio Comparada miró para otro lado y le abrió la puerta de salida. ¿Se habrá puesto tan insoportable de carácter el DT? Si no, no se entiende que quisieran prescindir de él a pesar de sus buenas campañas.
 
El recambio permanente de sus colaboradores también despierta sospechas. Como ayudante de campo pasó del Flaco Pitarch a Roque Alfaro, luego utilizó a Rubén Bernuncio, lo dejó, eligió a Juan Amador Sánchez y por último trabajó con Luis Islas. Ahora “despidió” al arquero y volvió a sumar a Bernuncio. También modificó unas cuantas veces a su PF, desde Alejandro Marcone, pasando por Gabriel Macaya a quienes lo sucedieron.
 
El dato más curioso, sin embargo, es quién será su entrenador de arqueros. Sentado frente a las cámaras de TV en su primera conferencia de prensa oficial, uno de los tres hombres que posaba con todos los sponsors detrás no era otro que Jeremías Gallego, hijo mayor del Tolo. Su currículum muestra que tuvo pasos fugaces como segundo o tercer arquero de Excursionistas, Central Córdoba de Rosario y Deportivo Armenio. Tal vez el Tolo piensa que le hace un favor dándole trabajo a su hijo, ubicándolo en un puesto para el que evidentemente no está preparado. Puede ser una muy buena persona, dedicada, trabajadora, pero el club que contrata al Tolo merece un profesional que exhiba méritos reales. Si no, que le pregunte a Ramón Díaz, que arruinó su primer ciclo en San Lorenzo por sumar a su hijo Emiliano al plantel y desatar así una relación tormentosa con el plantel de la que no pudo retornar jamás.
 
Arrancó muy mal el Tolo. El tiempo dirá si se trató de un indicio de lo que será su paso por Colo Colo o de un simple y pintoresco capricho infantil.