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Jugar a la pelota

España se consagró en Sudáfrica y dejó un mensaje claro en la época del tacticismo y los temores.

Por Elías Perugino ·

11 de julio de 2010
JOHANNESBURGO, Sudáfrica (Enviado especial).- Que España sea el nuevo campeón del mundo no sólo es un acto de justicia, sino la dignificación de un estilo de entender y practicar el juego. Por encima de los matices que siempre envuelven a un partido y lo instalan en el umbral de la polémica -¿se puede dirigir una final peor que el inglés Webb?-, esta generación de futbolistas españoles merecía quedar en la cima de la historia. Ya había logrado buena parte de ella al consagrarse en la Euro, pero el Mundial es el diploma inoxidable, la condecoración infinita, el Olimpo de los intocables.
 
A la camada de Xavi, Iniesta, Fabregas, Villa y Cía cabe agradecerles la revalorización de la estética como herramienta letal. El respeto inmaculado por la pelota. La sumisión irrestricta al juego asociado como tránsito hacia la victoria. España construye fútbol para encontrar los goles. Les cachetea la mejilla a aquellos que todo lo justifican a partir de un resultado, aunque haya sido conseguido a través de las artes más oscuras y discutibles.  
 
En la era de las pulseadas tácticas, los contrasistemas, las precauciones amplificadas y el temor como legitimación del “como sea”, España juega a la pelota. También tiene orden defensivo, equilibrio donde hace falta y manejo de pelota parada. Pero lo que define su identidad, lo que constituye el sello indeleble y la marca que ha dejado en la historia, es que juega a la pelota. La quiere y la respeta. Tanto la quiere, que no la comparte. Tanto la respeta, que se empeña en hacerle caricias.
 
Sudáfrica 2010 será recordado por haber sido el primer Mundial en Sudáfrica y por el inconfundible aullido de las vuvuzelas. También se lo recordará como un Mundial ganado por un equipo que, sencillamente, se dedicó a jugar a la pelota. Que se arreglen ahora los fundamentalistas del laboratorio. Tienen cuatro años para ensayar tácticas y contratácticas. Mientras tanto, España dio un mensaje y reafirmó un camino. Un camino conocido y fundacional. ¡A disfrutarlo, campeón! Y gracias por el fútbol.