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El INDEC sudafricano

La curiosa escalada de precios dentro del hotel donde se hospedan los enviados de El Gráfico.

Por Martín Mazur ·

25 de junio de 2010
PRETORIA, Sudáfrica (Enviado especial).-"Che, no lo puedo creer, ¿sabés cuánto vale un sandwich de pollo en el lobby? 25 Rand. Es muy buen precio, con una gaseosa terminás gastando 45. El combo del McDonald's está 30. No es tanta diferencia", cuenta el fotógrafo uruguayo Silva, panza llena y corazón contento, al equipo de enviados de El Gráfico.

Desde que empezó el Mundial, la cena se transformó en una tarea que requiere coordinación y estrategia. Hasta entonces, bastaba con darse una vuelta por la placita de Hatfield para encontrar una sucursal del bar de Torneos o de la cafetería de Clarín. Las mesas del News Café tenían casi tantos enviados como el centro de prensa un día del partido. Pero desde el inicio de la Copa, conseguir mesa allí -o en los restaurantes cercanos- es prácticamente imposible. "Señores, les puedo ofrecer dos sillas en aquella mesa. Está ocupada, pero pueden compartir", nos dice el manager del lugar, señalando a una parejita que justo se estaba dando un beso por sobre los sorbetes de sus daiquiris. "Le agradecemos, pero preferiríamos no molestar", le explicamos. "No, no, mire que es muy común aquí", presiona el hombre, pero a esa altura ya enfilamos hacia la puerta.

"¿Te imaginás estar en un bar tomando un trago con tu novia y que aparezcan dos como nosotros a pedirse las costillitas de cerdo que se comen con la mano mientras ven el partido?", le pregunto a Perugino. "Im-po-si-ble", me contesta.

Por otro lado, cuando estamos en alguna cancha, comer también se hace bastante imposible. El menú de las salas de prensa deja bastante que desear en aspecto, sabor, variedad, horarios y sobre todo precio, depende el enviado al que se consulte (quien escribe tildaría "todas son correctas"). Allí, un pancho con papas fritas y una gaseosa vale 75 Rand (10 dólares). En la tribuna, el mismo menú se consigue más barato, pero comprar algo es prácticamente imposible, por el tumulto de hombres y vuvuzelas que se agolpan antes, durante y después del partido. Hasta se nos complica comprar galletitas y chocolates (buenos para sobrellevar el frío) ya que imprevistamente nos cerró el supermercado de enfrente al hotel. 

Así las cosas, la oferta de Silva entraba masivamente en la consideración. Pero pasó sólo un día y el panorama empezó a cambiar. "Les aviso que volví a pedir el sandwich de pollo y ya me miraron raro, me dijeron que no tenían, el menú con el precio de ayer misteriosamente había desaparecido. Me querían mandar al menú fijo del restorán, 155 Rand. Y al final me trajeron dos pancitos con un pollo procesado, pero que daban pena, nada que ver al de ayer. Y encima me lo cobraron 34 Rand", nos alertó el uruguayo la noche siguiente.

La escalada del chicken sandwich siguió. Y Silva, hombre de Montevideo que no está muy acostumbrado a padecer al INDEC, sigue sin salir de su asombro. Hace unos días lo cruzamos en el lobby y no tuvo ni tiempo de decirnos un "holaquétalll", con su voz de locutor impostada. "Cuarenta y dos. ¿Podés creerlo? Hoy vale cuarenta y dos", nos dice asombrado. Ni le preguntamos de qué habla. Esa noche juega Brasil y el pollo cotiza en alza. Y nos deja otro descubrimiento: "Al principio el café era libre durante todo el día. Después fue sólo gratis con la cena. Y ahora te lo cobran aparte. ¡No se puede creer!", se queja sobre el "reacomodamiento de precios" y la "sensación de inflación" que circunda el Garden Court.

Pero hay más: no ha terminado ni la primera ronda y el chicken sandwich sigue yéndose por los aires, como la Jabulani que cada vez que pica . "Hoy está 50", me confió Silva la otra noche, ya con sonrisa de resignación, cuando con Perugino salíamos a la plaza de Hatfield a comer un bife con salsa de glándulas de mono. Precisamente en ese restorán, nos recibe un cartel. "Nosotros no cambiamos los precios por el Mundial", anuncian. Y al sentarnos comprobamos, aliviados, que el tremendo bife de chorizo con la salsa de glándulas de mono, aros de cebolla, contorno de ensalada y papas fritas, sigue estando 89,95, igual que el 31 de mayo.

El televisor nos queda algo lejos, pero llegamos a ver el gol de Holanda sin que se nos cruzara nadie.