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Crónica del calvario funebrero
En poco tiempo Chacarita descendió dos veces hasta llegar a la B Metro. Sufrió todas las malas disponibles, pero todo acabó con el cambio de entrenador. Invicto en 12 partidos, potenció a los jóvenes, contó con los experimentados en momentos claves y ascendió.
LOS JUGADORES festejan como hinchas. El Chapa Zapata en la derecha de la imagen puede dar fe de ello.
El mismo club que hasta hacía poco era sinónimo de la máxima categoría, bajaba a tercera. El llanto del Tano, un histórico del ascenso, reflejó el desconsuelo general. El estadio remodelado fue parte de la descontextualización de la escena. Grandes dimensiones, tribunas completas, pero adentro de la cancha una decadencia futbolística irremediable.
Pasini no pudo completar la primera temporada en la B Metro. Lo reemplazó el Mono Navarro Montoya en las últimas seis fechas, pero ganó un solo partido y no logró el objetivo de entrar al reducido. Carlos Leeb tomó la posta y terminó décimo en la 13/14. En junio último, recibió una propuesta del Inti Gas de Perú y cambió el rumbo sin muchas explicaciones. En su lugar, asumió su ayudante de campo, Fabián Itabel. No era un plan interino, sino la apuesta fuerte para que el nuevo sistema de torneos del fútbol argentino le permita al Funebrero ascender en diciembre.
ESTADIO COLMADO para el partido decisivo, pese al horario y al día. En cuanto a convocatoria, nunca hubo descenso para Chaca.
Cumplidas las primeras siete fechas Fabián Itabel dejó su cargo. Había ganado solo tres partidos y estaba a cuatro puntos del último clasificado para el reducido. No había paciencia y el objetivo estaba lejos. Aníbal Biggeri, ex jugador tricolor, apareció como el salvador en uno de los peores momentos del club. Su última experiencia había sido Temperley en la misma categoría, pero sus conocimientos de la división son desde sus inicios cuando se desempeñó como ayudante de campo de Ricardo Caruso Lombardi en Tigre. Se volvieron a cruzar como rivales y el alumno superó al maestro con el triunfo 2-0 de Chaca sobre Tristán Suárez. Luego, pelearon codo a codo hasta el final.
El calendario que lo esperó a Biggeri no le dio mucho tiempo para adaptarse: diez rivales y la obligación de jugar dos veces contra cada uno, con el agregado de corregir el camino de su antecesor. Chacarita afrontó veinte partidos en menos de cuatro meses. Entre el 28 de septiembre y el 13 de octubre, jugó cuatro y ganó todos. Las víctimas fueron Deportivo Español, Atlanta, Tristán Suárez y Colegiales. En el clásico contra el Bohemio hubo un punto de inflexión. Sin jugar bien y después de sufrir, Víctor Zapata sobre la hora conectó un centro de Bordahacar y le dio a su equipo los tres puntos agónicos. Recién ahí el Chapa comenzó a ser valorado por los propios hinchas, quienes notaron el compromiso con la causa. “Fue el gol más importante de mi carrera”, dijo aquella tarde. Antes de debutar ya había dicho que era hincha desde chico.
La buena campaña continuó y con Biggeri sumó 30 de 36 puntos sin perder ningún partido. Los buenos rendimientos aparecieron en momentos decisivos y el equipo se fue aceitando. En las fechas 16, 17 y 18 anotó cuatro goles en cada una: ante Estudiantes de Caseros, Brown de Adrogué y Deportivo Merlo. La efectividad de los delanteros aumentó notablemente en la segunda parte del torneo: Bordahacar hizo 6 goles en los últimos 5 partidos y Facundo Melivillo marcó 6 en los últimos 8. Melivillo se había sumado al funebrero a préstamo por seis meses desde Platense, club en el que había debutado a los 17 años y donde llamó la atención de equipos de Primera.
ANÍBAL BIGGERI cumplió el objetivo. Mientras daba una nota al finalizar el partido con Villa Dálmine, los dirigientes se acercaban para agradecerle.
Noviembre de 2014. El sueño de un plantel joven encontró respaldo en los más grandes. Además de Zapata, el Piojo Manso, de 35 años se sumó como refuerzo estrella. Chacarita necesitaba ganar para ascender pero no podía entrarle a Villa Dálmine. Desde los pies del número 10, con presencia perfecta en los veinte partidos, no aparecía el gol. Todavía no había anotado con la nueva camiseta. Hasta que faltando menos de veinte minutos llegó un corner de la derecha y quien se anticipó en el primer palo para anotar de cabeza fue él, de apenas 1,68 de estatura. El estadio colmado comenzó a corear su nombre como nunca hubiera imaginado que le iba a suceder lejos del Coloso del Parque. Horas más tarde, tuiteó: ““Chaca me devolvió las ganas de jugar, gracias por confiar en mi y darme la chance, lo que viví hoy es INOLVIDABLE”.
Por Pedro Molina