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River está de vuelta: en un Monumental repleto, gritó campeón y celebra su título 35

Vapuleó 5-0 a Quilmes, con dos goles de Cavenaghi, uno de Mercado, uno de Teo Gutiérrez y un golazo espectacular de Ledesma, el gran ovacionado de la noche. Ramón Díaz y su hijo Emiliano no pudieron contener las lágrimas antes del final del partido. Es el desahogo después de un lustro que quedó marcado por el descenso. Y marca el renacimiento de la mano de una nueva etapa dirigencial.

Por Redacción EG ·

18 de mayo de 2014
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River volvió a ser River. Seis años después de haber celebrado su título número 34, y doce años después del último campeonato de Ramón Díaz, llegó el ansiado festejo 35: goleada 5-0 a Quilmes, fiesta en un Monumental repleto (63 mil personas) y un aroma a normalidad de la que River careció en este último lustro, marcado por el descenso y el caos dirigencial.  

Con personalidad, el equipo de Ramón Díaz salió decidido a demostrar que la definición no iba a depender de ningún otro resultado: el campeonato le había quedado servido y no iban a desperdiciar la oportunidad. Punzante, con Ledesma como eje, River lastimó de entrada, con el gol de Cavenaghi tras un cabezazo espectacular de Carbonero que había tapado bien el arquero.

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Luego, amplió con otro cabezazo Mercado (en la mejor semana de su vida), y el Monumental ingresó en la zona del festejo. Porque este título no podía llegar con un desahogo sobre la hora, tal como se había vivido la definición por el descenso minutos antes. Tanto sufrimiento, tantas cargadas en estos años, merecían tener al menos 70 minutos de pura fiesta. River encarriló el partido de movida y con autoridad, y naturalidad, lo transformó de una final en un partido celebratorio, de ésos que se hacen unos días después de haber ganado el título.  

La cancha se hacía ancha con Ledesma y su coequiper, Rojas, más un Carbonero que, punzante, arrastraba marcas y abría huecos, y un Lanzini que gambeteaba e intentaba asociarse con Cavenaghi (volvió a ser Cavegol) y Teo. Apretaba Vangioni por la izquierda y cerraba bien Mercado por la derecha. No había partido, realmente, sino un paseo.

En el segundo tiempo, llegó el impresionante golazo de Ledesma, que la clavó en un ángulo desde 30 metros, para irse ovacionado y llorando unos minutos después. También lloraban, en el banco, Emiliano Díaz y su papá, Ramón, mientras la gente entonaba cantitos para el riojano.

La fiesta se cerró con el cuarto de He-Man Cavenaghi, un minuto después de que le anularan su segundo gol, y el quinto de Teo, cuando los jugadores en el banco ya estaban vestidos con la camiseta con el número 35.

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Cuando se hizo realidad el final también se vivió a pleno este renacer de River: el estadio a oscuras, ejemplar organización de la nueva dirigencia para mantener el campo de juego sin invasión, y un micro descapotable, con la leyenda "River vuelve a ser River", que dio la vuelta olímpica. Una hermosa postal de un estadio que estaba literalmente en llamas hace poco menos de 3 años, después de aquella fatídica tarde contra Belgrano del 26 de junio de 2011.

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No fue un campeonato más para la gente de River. Este título 35 será recordado como el del desahogo y la vuelta a la normalidad, con una importancia histórica similar a la que tuvo el título del 75. Y con un Ramón Díaz que confirma que es el técnico más carismático y también el más ganador del club que lo vio nacer, crecer y consagrarse en ícono.
 
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