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Diego Aventín: feroz como nunca

El Pumita salió a la caza del título del TC y con 3 triunfos y 4 podios en las últimas 6 fechas, su Ford marcó una diferencia inalcanzable. No se considera un piloto talentoso ni carismático, pero desde hace 14 años soñaba con el N° 1 y ahora es suyo.

Por Redacción EG ·

29 de enero de 2014
Nota publicada en la edición de enero 2014 de El Gráfico

Imagen ABRAZADO a la Copa de Oro, Diego cumplió su sueño de campeón.
ABRAZADO a la Copa de Oro, Diego cumplió su sueño de campeón.
Diego Aventin está en las dos veredas, porque desde hace 14 años corre en el TC y desde el 1° de octubre último ocupa el cargo de vicepresidente de la ACTC (Asociación Corredores Turismo Carretera). Debe haber muy pocos casos, y tal vez ninguno, que el deportista en plena actividad sea juez y parte. Ahora bien, para afrontar el último playoffs por la Copa de Oro, que determinaría el campeón 2013, el flamante vicepresidente pidió una indispensable licencia a su condición de N° 2, responsabilidad que sólo tiene por encima a la figura de Hugo Mazzacane, quien reemplazó como presidente después de 12 años de gestión a Oscar Puma Aventin, el papá de Diego.

Cada vez que Diego festejó, más que una desbordante alegría se observó en él un evidente desahogo. Por eso, no resultaron extrañas que sus primeras palabras como campeón hayan tenido un tinte de autodefensa: “Es uno de los días más felices de mi vida. He luchado mucho para llegar hasta aquí. Hace 14 años que corro en el Turismo Carretera y hace 14 años que me vienen persiguiendo las críticas. Por una cosa o por otra, a pesar de hacer las cosas bien no se nos daban los resultados. Y esta vez se nos dio. Deportivamente cumplí el sueño de mi vida. Cada uno que nace con la idea de correr en la Argentina quiere ser campeón de TC, por eso el sueño dentro del automovilismo de nuestro país está cumplido. Yo corro desde los 16 años y siempre tuve la posibilidad de tener buenos autos y buenos equipos, pero siempre con el tironeo de ser el hijo de... o el tironeo del preparador con el dirigente. Siempre tuve la posibilidad de hacer lo que quise, tomar las decisiones yo solo y equivocarme yo solo”.

El último 21 de septiembre el reciente campeón de TC cumplió 33 años y entre sus antecedentes como piloto aparecen, allá lejos, sus comienzos en plena adolescencia en el GTI con una victoria en su primera temporada y el título de campeón en esa misma categoría al año siguiente. En 1998 llegaron las oportunidades de probar suerte en el TC Pista y en el Top Race y a ambas le sacó el debido provecho, por eso en 1999 se produjo su debut, el 7 de febrero en Mar de Ajó, con su bautismo triunfal en la máxima categoría dos años después en Nueve de Julio. Así, fue construyendo una trayectoria que ya lleva 236 carreras, todas ellas al comando de un Ford, con 16 victorias en finales, 41 triunfos en series, 44 podios, 14 pole position y 5 récords de vuelta.

Ante la apreciación de que su camino al título pareció sencillo, respondió: “Sí, en cierta forma no obligó demasiado, pero eso se produjo porque demostramos que teníamos un gran auto y un muy buen equipo. La pole del viernes en la última carrera de Buenos Aires fue un golpe muy duro para los rivales que nos tenían que descontar puntos y, en cambio, a nosotros, en lo anímico, nos agrandó en todo sentido. Y durante todo el playoffs el equipo me transmitió una gran tranquilidad y yo me limité a disfrutar de un auto que tuvo un andar perfecto y me dio la posibilidad de encaminarme directamente al título”.

El auto perfecto con el que contó Aventín en la recta final de la temporada se traduce en tres victorias en las últimas seis carreras. “El conjunto marcó la diferencia, porque todo el equipo trabajó con profesionalismo y mucha tranquilidad. Eso me permitió marcar el desequilibrio y ser contundente en la Copa de Oro. El triunfo en Paraná, en la última competencia de la etapa clasificatoria, nos permitió alcanzar el éxito obligatorio para pelear por el título. Y después, al vencer en San Luis y La Pampa, más el segundo puesto en Buenos Aires, hizo que lográramos una diferencia fundamental”. Frente a esa mentada mención de ser el hijo de…, Diego consideró: “Durante 12 años mi papá Oscar fue presidente de la ACTC. Y todo hombre que genera cambios y hace cosas es criticado. Para mí siempre fue un orgullo y un privilegio tener un padre como el que tengo. Siempre me apoyó y conoce mucho cómo se maneja este ambiente, pero nunca influyó en mis decisiones, cuando me equivoqué o acerté lo hice por decisión propia. Ustedes lo conocen en el laburo, donde él tiene que tomar decisiones, pero yo lo conozco como padre. Obviamente que ser su hijo genera una presión, porque para algunos es muy fácil hablar y lastimar el trabajo de la gente. El equipo se desvive las 24 horas por lograr el mejor auto y resulta que están observados permanentemente y circulan versiones que ensucian ese trabajo. Muchos de los que hablan sólo lo hacen para lastimar. Vos podés tener una opinión distinta, pero siempre con respeto”.

No es común que un piloto se autodefina como no talentoso. “Porque lo mío es más aprovechar el auto, no cometer errores, y buscar los objetivos, primero ganar carreras y después conseguir un campeonato. Simplemente eso. No soy como Traverso, Rossi, Ortelli o el Gurí Martínez, que pueden definir todo con una maniobra. Yo soy más dependiente de la capacidad del auto”.

Imagen TREMENDO: un hincha se trepó al auto en movimiento en la vuelta de honor.
TREMENDO: un hincha se trepó al auto en movimiento en la vuelta de honor.
Y con respecto a la mochila cargada de presiones que suelen llevar los pilotos de elite, Diego respondió: “¿Mochila? No, mochila es la que lleva mi nena a la escuela. Esto es para disfrutar. Ser campeón de TC es algo desmedido, que repercute y nunca creés que te puede llegar a pasar. Es haber concretado el sueño que tenía como deportista. Todo piloto en la Argentina aspira a ser campeón de TC desde el mismo momento que empieza a correr. Y se disfruta muchísimo, porque llevo 14 años en esa búsqueda dentro de la categoría. Siempre pensás hasta la última vuelta, si no se ha dado hasta ahora por qué se va a dar ahora. Te van pasando por la cabeza pensamientos sobre que no se rompa nada y te deje terminar. Te preguntás si estás en el momento indicado y en el camino correcto. Pero esta vez se precipitó todo una vuelta antes por la invasión de la gente”.

Sin dudas, la invasión resultó un hecho bochornoso y sumamente peligroso que obligó al final anticipado. “Faltaba una vuelta y no quedó otra que dar por finalizada la carrera porque el público invadió la pista como si hubiese terminado. Es preocupante que haya habido menores y mujeres entre el público que entraba. Cada uno debería tomar conciencia del riesgo al que se expone”.

Y a esa invasión se le sumó inclusive lo del botellazo lanzado al Ford N° 14 de Diego y un hincha que sorprendentemente se trepó a la parte trasera de su auto en la vuelta de honor. “El botellazo lo vi venir, pero como ya lo tenía encima intenté que me afectara lo menos posible. Obviamente que eso puede traer graves consecuencias. Y con respecto al hincha que se colgó del auto recién me di cuenta cuando se bajó. Gracias a Dios que no se me dio por hacer un trompo. Si lo hubiese visto, paraba de inmediato. Una locura…”.

En el 2006 Aventín ya había acariciado la conquista del título de TC. “Aquella vez me dolió porque no esperábamos quedar afuera, aunque mi desclasificación le otorgó el premio mayor a Norberto Fontana que fue un justo ganador. Tal vez ese no era mi momento, así como esta vez sí lo fue”.

En el juego de los reconocimientos, Aventín siempre reconoció las virtudes de Guillermo Ortelli, justamente a quien más se cuestionó de ayudar al campeón en sus inexplicables cruces en San Luis y La Pampa con Matías Rossi, que venía hasta ese momento como máximo adversario al título. “Para mí Ortelli es el piloto más completo y referente indiscutido en la categoría que corra. Y sus seis títulos de TC hablan por sí solos”. Y ese tema, el de los títulos, cobró gran fuerza cuando una urticante declaración de Aventín resumía que un título de TC equivalía a 18 de TC2000. ¿Cómo? Y el campeón en lugar de suavizar su postura, redobló la apuesta con la siguiente explicación: “Es que como categorías son incomparables. No sé cómo está hoy el TC2000, pero hay grandes diferencias. El Turismo Carretera es, por lejos, la mejor categoría del país”.

Y en cuanto a su condición de autoridad de la ACTC, Aventín expresó: “Si bien todavía soy nuevo, me gusta mucho afrontar la responsabilidad de ser dirigente del TC, porque es un desafío de una categoría con tanta historia. La decisión que deberé tomar en el futuro no será sólo mía en cuanto a la continuidad de piloto-dirigente, sino en conjunto, con Mazzacane, el equipo y mi familia”. De todas maneras, la licencia se prolongará en este 2014, porque está garantizada la presencia del campeón con el N° 1 en su Ford a partir de la carrera inaugural durante febrero en el circuito de Centenario, Neuquén.

Si bien el TC está acostumbrado a despertar apreciaciones a favor y en contra, la última temporada seguramente será recordada por las suspicacias, controversias, el reglamento abierto, el puntaje especial de la última fecha (algo que a partir de este año también adoptará la Fórmula Uno) y los enfrentamientos tanto en pista como fuera de ella que tuvieron a Aventín-Rossi-Ortelli en el centro de la escena. En fin, en la historia quedará que Diego Aventín siguió los pasos de su tío Antonio, primer campeón con Dodge en la temporada 1980/1981, y de su papá Oscar bicampeón en 1991 y 1992 con Ford, cuando el automovilismo argentino lloraba la muerte del Toro Roberto Mouras.

El Puma y El Pumita más allá de su amor por el TC y sus logros al volante, también tienen en común el carácter fuerte y la menor preocupación por querer quedar bien o que se los incluya entre los menos carismáticos. Su personalidad los lleva a decir con firmeza lo que piensan, casi sin margen para corregir su apreciación aunque todos a su alrededor le señalen lo contrario. Así se muestran padre e hijo, y su apellido, guste o no, se coincida o no, representa uno de los tantos símbolos de esta añeja y particular categoría que se supo ganar la consideración de la más popular de la Argentina, aunque el 2013 dejó en evidencia que necesita ajustes para recuperar esa inquietante y atractiva pulseada Ford-Chevrolet y no se desvanezca ese magnetismo teceísta que recorre el país.

POR: Walter Napoli