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Simeone: Los mejores del 2013

Era muy complicado mejorar lo hecho en 2012, pero, obsesivo y cabezadura, Simeone lo consiguió este año con su querido Aleti: obtuvo la Copa del Rey, rompió una racha de 14 años sin vencer al Real Madrid, clasificó a su equipo a la Champions, luego pasó la primera ronda caminando, se metió como cuña en la pelea con los dos gigantes y se ganó el prestigio de la crème europea.

Por Diego Borinsky ·

23 de diciembre de 2013
   Nota publicada en la edición de diciembre de 2013 de El Gráfico

Imagen MANOS APRETADASal estilo bilardista, en la nota que nos dio a mediados de este 2013
MANOS APRETADASal estilo bilardista, en la nota que nos dio a mediados de este 2013
A los pocos Años de debutar en Primera ya se lo distinguía del paisaje con facilidad: era un obsesivo del fútbol. Batallador insaciable del mediocampo –ámbito donde se cocinan las decisiones tácticas de un equipo–, soldado obediente del entrenador de turno de la Selección fuera del signo que fuere (Bilardo, Basile, Passarella, Bielsa), a cualquier observador medianamente perspicaz no se le escapaba que Diego Simeone sería director técnico cuando acabara su carrera como futbolista. Varios de sus compañeros de ruta como Matías Almeyda han relatado que más de una vez, en charlas fuera de la concentración o en reuniones con las familias, por caso, le tenían que rogar que la cortara con sus disquisiciones futboleras.

El comienzo de su nueva carrera se anticipó a lo previsto: con Racing prendido fuego, los dirigentes le pidieron que dejara los cortos y se pusiera al frente del equipo. De una fecha a la otra, cambiaron los roles y, a diferencia de lo que piensan muchos entrenadores novatos que prefieren no tomar decisiones con hombres que hasta hace unos días eran compañeros, el Cholo agachó la cabeza y le dio para adelante. Su arranque como DT pareció desmentir los buenos augurios: perdió los tres partidos iniciales (0-2 con Independiente, 0-3 con Olimpo y 0-3 con Boca) y recién supo qué era ganar en la 7ª presentación. Cuatro victorias consecutivas en la recta final le permitieron a la Academia liberarse de las amenazas del promedio, pero quienes gerenciaban al club ya se habían comprometido con Mostaza Merlo y le dijeron al Cholo “gracias por los servicios prestados”. Enseguida, se mudó a La Plata para conducir a Estudiantes y allí el Cholo confirmó lo insinuado en Racing. En su primer torneo completo gritó campeón, con una goleada histórica a Gimnasia (7-0) de yapa. Empezaba a derribar registros numéricos: Estudiantes no salía campeón desde 1983, o sea, 23 años.

Un año y medio más tarde, sacaba campeón a River, un logro que entonces pareció de rutina, pero que cobró dimensión de proeza vistos los hechos posteriores: hoy es la única vuelta olímpica del Millo en 10 años. Otra marca estadística para su archivo. Pero el último puesto con River en el torneo siguiente activó las primeras críticas. Y abrió un paréntesis prolongado de cuestionamientos, que se extendió con un paso con altibajos por San Lorenzo y un ciclo efímero para salvar al Catania del descenso. ¿No estaba para más que el Catania un DT de la proyección de Simeone? En esos días se puso en duda su real capacidad como conductor. Su hiperactividad al borde del campo pasó de ser motivo de elogio a síntoma de nerviosismo transmitido a sus dirigidos. Le llegó una segunda oportunidad en Racing y aunque finalizó subcampeón (a 12 puntos de Boca) sus planteamientos algo cautelosos continuaron siendo objeto de discusión. Hasta que a fines de ese 2011 se cansó, renunció y unos días más tarde se confirmó su vínculo con el Atlético de Madrid. El Cholo tenía el firme convencimiento de que algún día le tocaría comandar al club donde había sido referente del último título de Liga conquistado (1996). Y al frente del Aleti, consumado ese reencuentro fuertemente deseado por años, el Cholo enterró cualquier atisbo de duda sobre sus atributos y se transformó en el entrenador argentino de mejor performance en Europa desde los tiempos de Héctor Cuper en el Valencia. Lo que no consiguieron próceres de la talla de Menotti, Bilardo, Basile, Griguol y Bianchi, por nombrar sólo algunos, Simeone lo concretó en muy poquito tiempo.

Si el 2012 resultó un año fantástico para esta sociedad inoxidable Cholo-Aleti, el 2013 le permitió seguir creciendo, incluso cuando todo parecía indicar que no había margen para mejoras, sobre todo con los dos monstruos (Real Madrid y Barcelona) disputándose entre ellos su campeonato particular.

Repasemos. En 2012 tomó al equipo apenas 4 puntos por encima de la línea de flotación (descenso) y lo terminó ubicando en el 5° lugar. En ese primer semestre le dio la Europa League con 9 triunfos consecutivos en los cruces eliminatorios (otro registro numérico para la colección) y dos meses más tarde, alzó la Supercopa europea bailando al poderoso Chelsea por 4-1. En este 2013 que se va, aunque siempre es muy difícil mantener la ambición de un plantel y más si no estaba acostumbrado a los éxitos y podía marearse con esos dos títulos, el Cholo extrajo lo mejor de sus hombres y sumó una nueva conquista a su CV: la Copa del Rey que el club no ganaba desde 1996, justamente con él como protagonista dentro del campo. Y lo consumó tras batir al Real Madrid de Mourinho en la final, en su propio estadio Bernabéu, luego de ir en desventaja. El Aleti sumaba 14 años (y 25 partidos) sin vencer a su clásico rival. Por eso arrancamos refiriendo la afición de Simeone por destrozar rachas. No conforme con ello, peleó con dignidad en la Liga para finalizar 3° (primero entre los mortales) con 76 puntos, cifra récord para un 3° en los últimos 15 años en España. Y clasificó para la Champions League, una meta económica imprescindible para la institución.

Aunque para la nueva temporada perdió a su as de espadas (Falcao) y no se reforzó de un modo equivalente, en los seis meses finales del año siguió creciendo: cedió en la Supercopa española sin perder con el Barcelona (1-1 y 0-0), clasificó a octavos de la Champions dos fechas antes del cierre de la fase de grupos (4 triunfos en 4 partidos) y en la Liga se metió como cuña entre los dos más grandes, luego de protagonizar un nuevo récord en la historia del club: 8 victorias consecutivas (entre ellas otra sobre el Real Madrid) en el arranque de la Liga (al cierre de esta edición acumulaba 11 victorias, 1 empate y 1 caída en 13 jornadas).

¿Quién lo detiene a este hombre, cuchillo bajo el saco? Su ambición no tiene límites.

Por Diego Borinsky/ Foto: Emiliano Lasalvia