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Monetti: "Volvimos para quedarnos"

Llegó al club a los 12 años, lo subieron a Primera a los 16, debutó a los 21. Hoy, a los 24 años, el Mono ya es un referente de Gimnasia. Figura en el ascenso y también en este Torneo Inicial, asegura que el objetivo principal es no sufrir con el promedio, y cuenta cómo influyó la abuela Lita en su carrera.

Por Martín Estévez ·

12 de octubre de 2013
   Nota publicada en la edición de octubre de 2013 de El Gráfico

Imagen EN ESTANCIA CHICA, donde entrena el Lobo, Monetti demuestra personalidad hasta con la mirada.
EN ESTANCIA CHICA, donde entrena el Lobo, Monetti demuestra personalidad hasta con la mirada.
Llevaba más de cuatro años entrenando con la Primera, integrando el plantel profesional, atajando en Reserva o sentándose en el banco de suplentes. Lo habían llevado a su primera pretemporada a los 16 años y ya tenía 21. Sabía que era joven, que tenía que ser paciente, pero la oportunidad parecía no llegar nunca. Hasta que el 21 de noviembre de 2010... “Fue un día de concentración, normal –recuerda Fernando Monetti–. Por dentro presentía algo, no sé por qué, pero igual estaba tranquilo. Jugábamos contra Vélez, que peleaba el campeonato, yo iba a ser suplente. En la entrada en calor, el Gato Sessa se quedó duro, no se podía mover, y se fue al vestuario. Ahí me di cuenta de que podía llegar a debutar. En la tribuna estaban todos, siempre iban: mis viejos, mi abuela, mis hermanos, mi novia, ¡pero no podía avisarles que iba a jugar! Un amigo me vio precalentando y salió corriendo a la platea para avisarles que jugaba. Me sorprendió a mí mismo la tranquilidad con la que entré. No sé si por tantos años en Primera, o por haber estado tanto tiempo en un vestuario, o por haberme hecho tanto la cabeza con que el día que me tocara yo tenía que responder, pero estaba tranquilo. La primera pelota fue un mano a mano con el Burrito Martínez, ¡imaginate! Haber tapado esa pelota me generó una confianza muy grande. Era la primera vez de todo, lo disfrutaba y a la vez tenía que hacerlo bien. La primera salida por la manga, ver a la gente, el saludo, la primera pelota que fue justo un mano a mano... Empatamos 0 a 0 y todos me felicitaron”.

Claro que la historia de Monetti, del Mono, del arquero de Gimnasia y Esgrima La Plata, empezó mucho antes. “De chiquito vivía con mis viejos y con mi hermano más grande, que probó con el fútbol, pero ahora es periodista. Siempre en La Plata. Yo había jugado al básquet en Fomento de Los Hornos, pero fuera de eso llegaba a mi casa y jugaba a la pelota todo el día, en el fondo con mi hermano o con mis amigos, en la calle. Fútbol, fútbol, fútbol hasta altas horas de la noche. Un día, mi abuela Lita me regaló un buzo de arquero. No es que yo siempre atajara, simplemente me lo regaló. Yo no me lo sacaba nunca, aunque hiciera calor. Un día la acompañé a una casa de comidas que había a la vuelta de mi casa y nos atendió el dueño, Marcelo Ramos, que también era director técnico de Alumni de Los Hornos. Me preguntó si me gustaba atajar y le dije que sí; y si le tenía miedo a los pelotazos, y le dije que no. Entonces me dijo que fuera a atajar en su club. Les contamos a mis viejos, dudaron un poco los dos, pero mi abuela ayudó para convencerlos. Al jueves siguiente fui a entrenar y ya nunca dejé de atajar”.

-¿Cómo se lo agradeciste a tu abuela?
-Le regalé mi camiseta, claro, pero yo creo que todos los días hay que agradecerle. No va alcanzar un regalo. A ella la llena mucho poder ver un partido por la tele. Mira fútbol, le interesa, sabe bastante. Ella y mi abuelo Ernesto me siguen. Verme en la tele para ellos es algo grande. Darles una alegría a mí me reconforta mucho.

Imagen EL MONO no es de los arqueros más altos (mide 1,84 m), pero sale seguido a buscar los centros.
EL MONO no es de los arqueros más altos (mide 1,84 m), pero sale seguido a buscar los centros.
-¿Y cuándo llegaste a Gimnasia?
-A los 12 años. Me probé en pre prenovena y quedé junto a otros amigos con los que después tuve la suerte de compartir plantel, como el Pata Castro, Leandro Sapetti y Emiliano Méndez. En esa época metía un viaje en micro bastante largo para ir a entrenar, íbamos con Federico Quiroga, que hoy juega en Cambaceres. Ahí empecé un largo camino, con más cosas buenas que malas. Las buenas fueron llegar con un grupo de amigos, adaptarme, estar cómodo en el club. En toda mi etapa en inferiores me tocó ir solamente una vez al banco, desde pre prenovena hasta la Sexta División, que fue cuando me subieron a Primera. Además, nuestra categoría (la 89) siempre peleó los puestos de arriba.

-Siempre titular en inferiores, pero en Primera tuviste que esperar bastante.
-¡Sí, cuatro o cinco añitos de espera! Cuando subí, a los 16 años, estaban Olave, Bangardino y Kletnicki. El técnico era Troglio, igual que ahora. Pedro dudaba por mi edad, pero al final el entrenador de arqueros (Gabriel Vega) lo convenció. Esa pretemporada fue una experiencia bárbara. La idea era que después volviera a mi división, y a mí no me gustaba mucho eso, así que entrené fuerte para que no pasara. El último día de la pretemporada, Vega me comunicó que iba a entrenar toda la semana en Primera y bajar el fin de semana para jugar en inferiores.

-Como hincha de Gimnasia, habrás sufrido mucho esos años difíciles que terminaron con el descenso de 2011.
-Sí, un montón. Pasé muchos años en el club, vi el proceso durante el que Gimnasia fue decayendo, y eso culminó con el descenso. Eran años que desgastaban cada vez más. Veníamos salvándonos con lo justo, ganamos una Promoción contra Rafaela, un desempate contra Huracán... pero todo terminó con el descenso, y lo pagó gente que no lo merecía, como muchos chicos que pusimos la cara en ese momento; el Indio Ortiz, que agarró como técnico; o Guillermo Barros Schelotto, que vino a retirarse y tuvo que sufrir el descenso por culpa de malas acciones de dirigencias anteriores, que de a poco fueron devastando al club. Eso obviamente nos dolió, me dolió, para todos los chicos que estábamos en el club fue un golpe duro.

-¿El descenso fue lo peor de tu carrera?
-Sí, fue el día más triste. Venía embalado porque Angel Cappa me había dado continuidad, era titular aunque en el plantel estaba el Gato Sessa, que le había dado mucho al club. Tenía en la cabeza la idea de devolverle esa confianza a Cappa. Sabíamos que estábamos en una situación difícil, pero de verdad estábamos convencidos de que podíamos salvar a Gimnasia. Haber descendido fue durísimo. Por suerte muchos de los que estábamos tuvimos revancha y pudimos ascender a Primera.

-¿Resultó más difícil de lo esperado el primer año en el Nacional B?
-Sí, se hizo complicado porque no conocíamos la categoría. Al ser un torneo largo, la ansiedad influye mucho. Vos jugás todo un semestre con presión y recién vas por la mitad del torneo, en pocos partidos podés tirar a la basura todo lo que hiciste. Nosotros empezamos con malos resultados, hasta quedamos cerca de las posiciones de descenso. La llegada de Troglio nos dio aire, fue un golpe anímico importante para el grupo, empezamos a sacar buenos resultados y nos ilusionamos con entrar en la Promoción, pero no nos alcanzó. A la temporada siguiente sí se encaró todo de manera más fuerte desde el principio; se sumó gente del club, como el Bochi Licht y Nico Cabrera, que entendían qué necesitaba Gimnasia.

-Nombrás a Licht y Cabrera como referentes, pero ahora vos también lo sos: estás al borde de los cien partidos.
-Lo importante es haber mantenido la continuidad. La verdad es que nunca imaginé que iba a jugar tantos partidos en el club. Por mi edad, y por cómo se fue dando todo, no es poca cosa. El otro día hablaba con el Bochi de que él había llegado a 180 partidos y pensé: “¡Qué bien llegar a 180!”. Para alcanzar esas metas hay que ir por buen camino, y llegar a los 100 me hace creer que estoy haciendo bien las cosas.

-¿Cómo vivías el momento en el que eras figura, pero el equipo no ganaba?
-Son situaciones encontradas, el equipo no funcionaba, pero yo aportaba lo mío. Me tocó tener mucho trabajo en una época, pero si perdíamos siempre, me iba con un sabor amargo.

Imagen EN EL CLASICO ante Estudiantes fue clave para sostener el 1-1 con un hombre menos.
EN EL CLASICO ante Estudiantes fue clave para sostener el 1-1 con un hombre menos.
-En internet existen varios videos con tus atajadas, ¿sos de sentarte a verlas?
-No. Las veo después de cada partido, cuando el cuerpo técnico nos muestra un resumen. Lucas, que es la persona que se encarga de los videos, me hace uno aparte y con Vega, el entrenador de arqueros, lo analizamos para ver cómo resolví cada situación. Ahí veo algunas atajadas mías y cómo le pegué a la pelota, cómo estaba parado en determinada situación. Eso sirve mucho para ir reconociendo los errores y para ver las cosas positivas. Todo sirve para achicar el margen de error.

-Se esperaba un poco menos de Gimnasia en el arranque del torneo, pero sacaron 14 puntos en 8 fechas. ¿Ustedes también calculaban sumar menos?
-Nosotros sabíamos que dependíamos de nosotros. Podíamos hacer un gran torneo, pero teníamos que seguir por el mismo camino por el que logramos el ascenso. Con esa mentalidad, con esa agresividad en el juego, que es a lo que siempre apunta el cuerpo técnico. Sabíamos que no se esperaba mucho de nosotros, pero si estábamos sólidos de la cabeza, podíamos arrancar bien. Y a medida que llegaron los triunfos, esa confianza fue creciendo.

-¿Qué tabla miran primero, la del campeonato o la de los promedios?
-La de los promedios, siempre. La idea es engrosar el promedio para no sufrir el año que viene. De eso no hay dudas. Después veremos en qué posición quedamos, pero sin perder de vista los promedios.

-Si te ofrecieran terminar el torneo con 27 puntos, ¿aceptás?
-¡Sí! Si se puede hacer más puntos, haremos más, pero el primer objetivo es llegar a 25 para estar tranquilos.

-En los últimos años, Estudiantes fue el equipo fuerte de la ciudad, y Gimnasia estuvo un escalón más abajo. ¿Eso está empezando a cambiar?
-Desde el momento en que volvimos a Primera, sí, porque no ascendimos como un equipo que volvió a ver qué pasaba. Volvimos para quedarnos. No venimos a cosechar puntos como sea, a empatar como podamos. Venimos con mentalidad ganadora, a conseguir los tres puntos. El técnico nos ayudó a que no respetemos tanto a los rivales.

-Sos un arquero con buenas chances de ser transferido, pero nunca presionaste al club para que te vendiera. ¿Por qué?
-Más que nada, por una cuestión de respeto. Obviamente, alguna vez con mi representante o con mi familia hablé de eso, ¡pero bastante poco también! Es respeto hacia el compañero que tengo al lado que está trabajando para el club, como lo estoy haciendo yo. Y que esté hablando o pensando en otra cosa sería una falta de respeto hacia mi compañero y hacia el club que me dio la oportunidad de mostrarme en Primera.

Admirador de Sebastián Saja, Oscar Ustari y del inglés Joe Hart (arquero del Manchester City), y más cercano al estilo Guardiola que al estilo Mourinho, Monetti es realista respecto de un rumor que va ganando fuerza: la posibilidad de ser convocado a la Selección. “No tuve contacto con nadie. No sé si estoy cerca, yo no lo creo. La palabra Selección es algo grande, no es fácil llegar con todos los arqueros que hay. Valoro que me nombren, significa que hice las cosas bien, pero es una meta muy alta. Sería un sueño, pero no es que estoy pensando en hacer todo lo posible por la Selección, pienso en hacer todo lo posible por Gimnasia”.

Por Martín Estévez. Fotos: Gonzalo Mainoldi