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Diego Simeone, a fondo

Una charla bien futbolera con el técnico argentino con mayor prestigio en Europa. Su método, los nuevos objetivos, el fenómeno Messi, la Selección, la vida lejos de la familia.

Por Diego Borinsky ·

07 de julio de 2013
  Nota publicada en la edición de julio de 2013 de El Gráfico

Imagen PENSATIVO, avizora el futuro del equipo colchonero para la temporada que se avecina.
PENSATIVO, avizora el futuro del equipo colchonero para la temporada que se avecina.
-Flaco, te tengo que contar que me llamaron del Atlético de Madrid. Quieren que sea el entrenador.

-¿En serio? ¿Y te va a tocar dirigir contra Messi y contra Cristiano Ronaldo?

-Sí, claro, pero tengo que irme a vivir a España.

-Pero vamos a poder ir a ver algún partido, ¿no?

Se hace un largo silencio. De un lado papá Cholo, feliz y afligido a la vez. Del otro, el pequeño Giuliano, de 9 años, el menor de sus tres hijos. Hay pocas cosas más gratificantes que alcanzar objetivos profesionales largamente soñados. No hay nada más doloroso que perder el “día a día” con los seres queridos. Pocas llamadas como la del Aleti para acelerar el galope del corazón. Ninguna angustia comparable al dolor que le podemos generar a nuestro hijo. A un chico de 9 años, con su cabeza de 9 años, con sus fantasías e inquietudes de 9 años.

Se hace un silencio de varios segundos. Giuliano encaja las piezas en su cabeza.

-Pero entonces, si ganás, no vas a volver más.

El Cholo podría haberse puesto a llorar, pero prefirió el silencio perplejo. Fue lo que le salió. “Ahí me mató, no supe qué decirle”, admite que sintió. Porque en el fondo, él sabía, estaba convencido –intuitivo como se reconoce– de que iba a su querido refugio Colchonero a ganar. No le importaba que el equipo se arrastrara por el puesto 11 de la tabla apenas 4 puntos por encima de la línea de flotación (descenso), que viniera de ser eliminado de la Copa del Rey por el modesto Albacete de la Segunda B.

Tozudo y obsesivo, a gusto en la adversidad, la pregunta de su hijo menor le sacudió los cimientos emocionales. No podía decirle que iba a perder, a probar, a ver qué pasaba. A pesar de tener todo en contra, no dudaba de que iba a ganar, como en la temporada 1995/96, cuando desde su temperamento condujo al Atlético de Madrid a conquistar la única Liga en 36 años, con 37 presencias y 12 goles (fue el segundo artillero del equipo), y unos días después sumar la Copa del Rey para transformarse en el primer conjunto español en lograr el doblete.

Ahora, una cosa es tener piel con un club, percibir la comunión con el hincha, anticipar la energía que generará ese reencuentro cantado, y otra es levantar tres Copas en un año y medio. Y no cualquier Copa. Y no de cualquier manera. Una Europa League ¡con 9 victorias consecutivas en cruces eliminatorios!; una Supercopa Europea aplastando 4-1 al Chelsea de chequera fácil de Abramovich y una Copa del Rey superando en la final al Real Madrid de Mourinho en su propia cancha para cortar la peor racha en el derby de Madrid: 14 años y 25 triunfos sin triunfos del Aleti. Esto sin contar que le dio pelea a los dos gigantes en la Liga para terminar detrás de ellos con 76 puntos, cifra no alcanzada por ningún tercero en España en los últimos 15 años.

El Cholo podrá ser adepto enfermizo del verbo “ganar”, optimista por naturaleza, pero en esos segundos eternos en que no sabía si llorar o abrazar a su hijo menor, no pudo haber imaginado tanto, no pudo haber volado tan alto.

-¿Te sorprendiste por sacar tan buenos resultados en tan poco tiempo?
-Uno siempre va en búsqueda de lo mejor y se ilusiona con lo mejor. Pasó algo extraño: encontramos un plantel entregado, necesitado de un camino. Y con buenos jugadores.

-Está bien, pero ibas en el avión a España...
-(Interrumpe) Yo sabía que me iba a ir bien, tenía una energía positiva.

-Porque era el Atlético...
-Porque esto que me está pasando lo quise siempre. Lo busqué. En mi segunda etapa en el club me quedaban 6 meses de contrato, ya el entrenador no me ponía, Fernando Marín me insistía una y otra vez para venir a Racing, y uno siempre busca estirar la posibilidad de jugar porque se siente competitivo, entonces como nunca me gustó estorbar en el camino de los objetivos en común, pensé que si quería, el club me iba a teminar renovando para darme la posibilidad de retirarme ahí porque soy Simeone y nada más. Y luego quizás me darían un cargo para entrenar a los chicos y que me fuera haciendo. Todo eso no me gustaba.

-No querías dirigir por la chapa.
-Claro. Y pensé: yo voy a volver al Atlético por lo que sea como entrenador, no por lo que fui como jugador. Y, como no soy tonto, también sabía que la posibilidad me la iban a dar cuando el club estuviera en un momento difícil. Iban a traer al ex jugador convertido en entrenador para que se la jugara. Entonces, me quedaban seis meses de contrato y razoné: termino mi carrera en Racing, que es lo que deseé toda mi vida, juego un año y medio más, estudio como entrenador, que ya lo estaba haciendo en Madrid, y la posibilidad me va a aparecer.

-Fue así: te llamaron en emergencia.
-Absolutamente, a cuatro puntos del descenso. Yo digo que hay cosas que se sienten, ¿no? y si uno puede transmitir que quiere estar en un lugar es muy difícil que las cosas salgan mal.

-Pero tres títulos en un año y medio deben haber superado tus expectativas...
-Hay entrenadores que ganan mucho: Guardiola, 6 títulos en un año, el Bayern hizo triplete... Con toda la humildad, creo que trabajamos bien (risas). Igual, atento: el triunfo a veces te coloca más cerca de poder equivocarte. Del fracaso es mucho más fácil salir.

-¿Son parecidos el Atlético y Racing?
-Y sí, sí, porque hay un seguimiento incondicional de la gente, una necesidad de salir campeón, históricamente siempre nos costó, el hincha es parecido, el Atlético siente que puede ganar como el Barcelona. ¡El hincha, eh! En la final contra el Madrid nos decían “Cholo, hay que ganar sí o sí”, y ¡hacía 14 años que no le ganaban! O te dicen: “¡Hay que entrar en la Champions!”. Y en 110 años de historia, el Atlético entró 8 veces a la Champions.

-¿Cómo motivás después de ganar?
-Hay una sola motivación, que es la que mantiene vivo a cualquier plantel: superar la competencia interna. Si no hay competencia interna, muere el plantel. Es la única situación que fortalece al entrenador después de ganar. Que los dirigentes compren y potencien al grupo. Competencia interna. Es como en cualquier trabajo: si te traen uno que trabaja bien, el culo se te hace así de chiquito; si no te traen competencia, vos hacés lo que querés.

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Ya está. Es el Cholo de siempre. El de acá. Uno imaginó que por ahí se había mareado con las vueltas olímpicas, que se la había creído, que aún estaba allí arriba, a donde lo habían arrojado sus jugadores tras la última conquista, pero comenta que se te hace “así de chiquito”, acompañando el gesto con sus dos manos entrelazadas, y el prejuicio se va solito por donde entró. Ningún crème de la crème europea, el Cholo de barrio, el del cuchillo, vestido al ras del cuerpo como nos tiene acostumbrado, generoso en casi dos horas de entrevista para contar sus peripecias en Europa, en donde se ha ganado un lugar como el técnico argentino de mayor prestigio. Lo que no consiguieron ni Menotti ni Bilardo ni Basile ni Griguol ni Ramón Díaz ni Passarella ni Bianchi ni Pekerman y sólo parcialmente Marcelo Bielsa (aunque sin títulos): ser campeones y reconocidos como integrantes de la elite.

-¿Este Atlético de Madrid es el equipo que te representa más fielmente?
-Ehhh, nos vamos acercando a lo que queremos, pero no me olvido de Estudiantes, que sigue siendo el equipo que logró plasmar absolutamente lo que creo del fútbol, con el que más identificado me sentí: practicidad, compromiso, esfuerzo colectivo, talento, simpleza.

-Te lo decíamos por ganarle la final al Real Madrid con todas en contra.
-Fue una película, una película con el mejor final. Yo comparo ese partido con el que le ganamos a Boca con Estudiantes en 2006, y lo hablábamos en la previa: Estudiantes llevaba 10 años sin ganarle a Boca, encima arrancamos 1-0 abajo y lo pudimos dar vuelta con una actuación extraordinaria. Tuvimos la suerte que hay que tener, pero yo digo que los palos juegan, son parte del campo, si los palos no están, las redes no se pueden colgar (risas)…

-Una salvada la festejaste como un gol...
-¡Y cómo no lo voy a festejar! (se entusiasma). Es fútbol. Aparte, nos habíamos presentado en ese partido con un peso muy grande. El día anterior veía a los jugadores cargados, era difícil entrenar, no daban ni dos pases seguidos. Es muy difícil cuando perdés continuamente.

-El peso de la paternidad.
-Claro, con las diferencias técnicas que hay, vos hoy jugás 10 partidos contra el Real Madrid y es normal que pierdas 8. Obviamente que no te presentás a ningún partido para perderlo, pero somos de fútbol y tenemos que hablar con la realidad. Y la realidad es que ellos son mejores que nosotros, y por eso están más cerca de ganarte, ¡que no quiere decir que te van a ganar, ojo! Y ahí apareció lo que tiene este equipo. Veníamos de perder contra ellos un partido de Liga por asustarnos. Cuando terminó el partido, el profe Ortega me comentó: “Me quiero matar, a estos no les ganamos nunca más”. Y me acuerdo que le dije, textual: “Vas a decir que estoy loco, pero lo único que espero es encontrarlos en una final; no me preguntes por qué, pero una final se la ganamos”. Esto fue en diciembre del año pasado.

-Se te hizo agua la boca cuando supiste que te tocaba el Madrid en el Bernabéu...
-En eso tenés poca participación: el Bernabéu alberga 90 mil personas y el Calderón, 45 mil. Un tema económico. Yo le preguntaba a la gente del Atlético. “Está bien, vamos al Bernabéu, ahora, ¿en qué banco vamos a sentarnos?”. El Madrid va al local porque tiene más historia en la Copa. Vale. “¿Quiénes van a administrar las entradas?”. Los del Madrid. Vale. “¿Los alcanzapelotas también tienen que ser del Madrid? ¿Vamos a jugar en campo neutral o de visitantes?”. Querían poner los 12 ellos, al final pudimos poner 6 pibes nuestros. En España no evalúan eso, pero pará, si no éramos visitantes.

-Claro, vos venís de Bilardo...
-De Bilardo, no; vengo del fútbol. La final debe ser en campo neutral. Tampoco nos querían dejar practicar el día anterior, decían que se iba a arruinar, nos querían primerear en todo.

-¿Le transmitís esas cuestiones al plantel?
-Pienso que el comportamiento de los jugadores es una consecuencia de quien los conduce. Es fundamental que ellos vean que tengo seguridad en mí mismo. Si yo dudo, ellos no deben darse cuenta. Ehhh... esto es fútbol, los que juegan son los jugadores, pero el trabajo te da tranquilidad y yo estaba tranquilo y optimista porque entre el lunes y el martes había encontrado el equipo. Y eso les transmití. Tuvimos charlas individuales, hicimos un video importante en la previa, y lo determinante del partido iba a ser cómo responder al gol que podíamos hacer y al que podíamos recibir. Ahí estaba el quiebre: si nosotros metíamos el gol, nos asustábamos y nos metíamos atrás, moríamos; y si al gol de ellos te asustás, te matan igual.

-El Madrid venía golpeado...
-La única opción de ganar algo en la temporada era la Copa del Rey. Se concentraron un día antes, cosa que no hacen habitualmente.

-¿Qué les dijiste en la arenga del alargue?
-En los últimos 5 minutos de los 90 tuvimos tres corners seguidos y por primera vez desde que los enfrentaba percibí que ellos tenían miedo. Se dio justo debajo de nuestra gente y... cuando se viene el gol, para un lado o el otro, se siente. Y en ese momento se sintió. Por eso lo único que les dije fue que siguieran insistiendo, les repetí diez veces que estábamos mejor que ellos, que creyeran en mí, que íbamos a tener una oportunidad, que estábamos mejor que ellos, cada vez más, cada vez más, hasta que se generó una situación que te pone los pelos de punta y… nada, salieron, y lo mejor que hicimos fue el suplementario.

-¿Qué se siente ganarle una final al Real Madrid en su estadio?
-Sensación única, eh... terminó el partido y me quedé sentado mirando el espectáculo. Igual me venía pasando algo extraño en las anteriores consagraciones. No terminaba de disfrutarlo. En lugar de celebrar el éxito pienso más en lo complicado que será que vuelva a conseguirse y en el esfuerzo tan extraordinario que habrá que hacer de nuevo. Obviamente que será difícil de repetir. Hoy es más difícil competir con el Madrid y el Barcelona que cuando ganamos la Liga en el 96: hicimos 76 puntos y quedamos a 24 del campeón.

-¿Es imposible ganar la Liga?
-Hoy, sí. Yo podría hablar para contentar oídos “bueno, vamos a buscar”. O decir la verdad.

-Es más accesible la Champions que la Liga.
-En partidos de ida y vuelta todo puede pasar, aunque hablamos de los equipos más fuertes de Europa. Después de no ganar en los últimos dos años, el Barcelona fue a buscar a Neymar y nosotros el año pasado nos reforzamos con el Cata Díaz por un millón de euros… con todo el respeto por el Cata. Además, no tiene nada que ver la necesidad del hincha con la del club. El hincha quiere salir campeón; el club necesita objetivos. El nuestro es entrar en Champions, sino, no te podés potenciar.

-Porque no entra plata.
-Claro: por participar en Champions te entran 20 millones de euros de una.

-¿Y en la Europa League?
-Nosotros fuimos campeones ganando todos los partidos, que te da más plata que si pasás por penales, y en total el club recibió 8 palos.En la Champions son 20 millones de entrada y después, si pasás, te van dando más. Vos no les podés decir a los jugadores: “Queremos solamente entrar a la Champons”. Ahí tenés que encontrar el equilibrio entre lo que te va a hacer crecer como institución y los resultados deportivos. Porque si nosotros nos queremos acercar a competir con el Madrid y el Barcelona necesitamos más plata, no nos engañemos. Ojo: tampoco te voy a jugar la Copa del Rey para perderla.

-¡Qué problema!
-El año pasado nos invitó la UEFA a Suiza, donde se juntan los mejores entrenadores de Europa (ver foto) y se planteó el tema de que el ganador de la Europa League entre directo a la Champions. Fíjense que en nuestro primer año, nosotros íbamos avanzando en Europa League y al mismo tiempo subíamos en la Liga con chances de entrar a la Champions siguiente. Estábamos en semifinales y los jugadores, se pueden imaginar, querían ganarla, pero a la vez el club te presionaba todos los días, te decía que lo único que le interesaba era entrar en Champions. Por los 20 palos. De mi lado no era sencillo, porque luchabas contra el club, que te exigía una cosa, con tus deseos de ganar como entrenador y con convencer a los jugadores de que podían hacer las dos cosas. Por eso planteamos el tema en esa reunión: “El club está en semifinales de Europa Legue, ¿quiere ganarla o no?”. Y, la verdad que no (levanta la voz), porque tiene que pagarte los premios por salir campeón y encima, como te saca energía en la Liga, por ahí no entrás en Champions.

-¿Hasta qué hora tenés?
-No hay problemas, dale, pregunten.

Imagen ASI SE GRITA un gol decisivo. El Cholo ganó tres títulos en el Aleti en un año y medio.
ASI SE GRITA un gol decisivo. El Cholo ganó tres títulos en el Aleti en un año y medio.
No para un segundo, al Cholo se le amontonan las palabras al salir de la boca, hay que poner semáforos para evitar colisiones. No da la entrevista por compromiso, se nota. Lo único que tiene de diferente es el pelo más largo. Cuenta que se animó a este look al aceptar una sugerencia de su peluquera habitual. Y cuando le preguntamos cómo seguirá, frena unos segundos y responde mientras larga la carcajada: “Ahora me lo voy a dejar como el Conejo Tarantini”.

Natalia Simeone, hermana, abogada, representante y anfitriona de la oficina de Puerto Madero en la que se ha pautado la cita, se acerca con café, agua y unos trocitos de chocolate. Luce una melena rubia enrulada digna de Tarantini (“Todo natural, todo mío”, aclara), así que vaya uno a saber...

-¿En qué creciste en España?
-Las experiencias te hacen leer mejor las situaciones, o tomar decisiones más concretas y en estos siete años me guío mucho por lo que veo, por cómo se dice… por la percepción, soy muy intuitivo, y hoy no dejo pasar nada porque después se arma la bola. Antes de jugar la final de la Supercopa no me gustaba el comportamiento de dos jugadores. Fui y les dije lo que pensaba, sino después te lo reprochás. Ahora, cuando veo algo, lo digo. Antes dudaba más: ¿será el momento o no será? Creo que cuanto más espontáneo soy, mejor resulta todo.

-¿Estás más tranquilo o seguís igual?
-A mí me decían que estaba muy acelerado y mirá a Mourinho, a Guardiola, por momentos están tranquilos porque ganan todos los partidos, cuando el equipo gana a mí también me ves más tranquilo, pero miralo a Mourinho que te grita un gol arrodillado en la Champions contra el City en el segundo partido. Allá tampoco le dan bola a eso, pasa desapercibido.

-¿Te sentís más tranquilo internamente?
-Siento que he evolucionado, ahora por momentos lo vivo mejor, por momentos (risas). El de Catania para mí fue un paso de equilibrio, porque dentro de la voracidad y la juventud que uno tiene como entrenador siempre mira para adelante, quiere ganar, generar más ataque y después te vas equilibrando. Más allá de que apenas arranqué en Racing peleamos por no bajar, siempre tenía la aspiración de salir campeón y a Catana fui con otro objetivo, con un lazo al cuello y se viven otras sensaciones. Me sirvió para crecer desde el equilibrio, en la parte defensiva, no estaba acostumbrado a jugar con 5 en el medio y hoy me adapto bastante.

-También debe haber servido para equilibrarte vos: habías arrancado con todo y agarraste un bache, entre el último puesto con River y tu paso irregular por San Lorenzo.
-Los entrenadores tenemos momentos. A mí me pasó todo muy velozmente, debuté en el 2006, todavía no llegué a 10 años y nos tocó ganar en Estudiantes, en River, salvar al Catania, salvar a Racing, meter a San Lorenzo en la Sudamericana, y evidentemente te comés un golpe en algún momento, porque vas muy rápido. Creo que ese golpe de River nos fortaleció y nos hizo entender que en un momento uno tiene que bajar para volver a subir. Eso pasó.

-¿Te dolió el descenso de River?
-Obvio, ¡cómo no me va a doler! Más vale.

-¿Te sentís en parte responsable, por ese último puesto en el Apertura 08?
-Con la responsabilidad de haber dirigido 14 partidos dentro de los 116 que incluyeron el descenso.

-En River podrías haber seguido hasta el final del torneo y te fuiste en la fecha 14.
-En eso me equivoqué, seguramente, y la otra es que empatamos mucho.

-¿Disfrutaste el descenso de Independiente como hincha de Racing?
-No, no es bueno para nuestro fútbol que falten los equipos grandes. Te hablo desde el fútbol, yo soy fútbol, eh, más allá de ser hincha de Racing y viviendo afuera no es bueno que los equipos importantes no estén, nos alejamos de lo que siempre tuvimos: equipos importantes compitiendo en el mundo.

-¿Esperabas que aquel compañero con el que llegaste tarde a tu primera práctica con el juvenil le fuera tan bien como técnico?
-Absolutamente, nada es casualidad. El Turco (Mohamed) es un ganador, un tipo inquieto, le gusta mejorar. Nos saludamos por chat, nos felicitamos por los objetivos logrados y esta muestra de afecto incondicional por el club del cual es hincha lo describe como hombre.

-Vos estabas seguro de que ibas a llegar al Atlético, ¿qué otro equipo vas a dirigir?
-Considero que con el tiempo, una etapa por Italia me va a tocar vivir, porque aparte me gusta Italia, y ahí tengo que hablar de los equipos en los que jugué: Inter o Lazio.

-¿También tenés la certeza de que te va a tocar la Selección?
-Es una posibilidad, aunque con cuanta mayor experiencia llegues, mucho mejor. No me apuro. Considero que la Selección es un lugar diferente, único, no es para ensayar.

-Pero te va a tocar...
-Hoy está Alejandro (Sabella) haciendo las cosas muy bien. Yo tengo 43 años, y espero dirigir al menos hasta los 65. Si me llega a tocar a los 60, bienvenido sea.

-Como Del Bosque o Aragonés en España.
-¿Por qué no? Si estás preparado, si te aggiornás continuamente, es el mejor momento. Yo trato de vivir cada día como arranqué, con esa alegría y entusiasmo por transmitirles mis ideas a los jugadores.

-¡Hasta los 65 por lo menos!
-Y… sí, me gusta, el fútbol es mi vida. Les doy un título: “El fútbol es mi vida”.

-Es tu vida, ¿pero te desconectás a veces?
-La parte del entrenador es hermosa y dura a la vez, porque es difícil desconectarte. Yo voy el martes al cine, el jueves tengo partido de Europa y de repente la película se pone aburrida y me aparecen los jugadores en la pantalla. Pensás: cómo lo engancho a este, cómo lo redoblo por aquel lado. Es difícil.

-Y ahora, en vacaciones, ¿te fuiste a una playa, te desenchufaste?
-Las vacaciones las paso acá con mis hijos. Al no estar con ellos los 10 meses posteriores, intento disfrutarlos el tiempo que me dejan, porque también tienen su vida: van al colegio, a entrenarse. Estos meses, igual, son los peores para descansar, porque vas construyendo el plantel y se define todo. Sale un nombre, te volvés loco, preguntás a los directivos qué pasa, “¿hay algo, no hay nada?, vamos por acá, vamos por allá, estamos cerca, queremos a este, llamá al otro, ojo que se abrió una puerta allá, no esperes tanto porque después este se va a ir”, ufffff, terrible… (suspira).

-Tuviste a Falcao en River, ¿imaginabas que podía ser el monstruo que es hoy?
-El marcaba una tendencia que se estaba construyendo, un jugador diferente, eh. Vi un chico que con el tiempo evolucionó un montón, pero al mismo tiempo todo lo que le sucede, él lo busca, no es casualidad. Es el mejor espejo para mostrar a los chicos que quieren crecer.

-Todos buscan mejorar, ¿o no?
-Pero hay distintas maneras. Vos podés buscarlo sentado en tu casa mirando televisión. Si yo entreno como hay que entrenar pero no tengo los cuidados de la vida personal, de cómo se come, de si me tengo que contratar un fisioterapeuta... O sea: ves a los mejores, a Messi, Ronaldo, Falcao, y juegan todos los partidos. Y decís: ¿es normal que jueguen siempre? No. No es normal. Los tipos viven para ellos.

-¿Qué es lo más importante de Falcao?
-El querer ser mejor día a día. En cuanto al juego, es un rematador. Lo mejor que nos pasó es poder explotar como equipo a un rematador como él. Jugábamos para Falcao. No hay delanteros como él. Hoy gira cada vez mejor. Y eso se hace con entrenamientos, con insistencia, con buscar los movimientos, con explosión, con fuerza de piernas. No es: “me quedo girando tres veces en las prácticas y listo”. No.

-¿Te ves reflejado en él por esa búsqueda?
-Desde el querer mejorar sí. Yo intenté siempre pulir mis virtudes y esconder mis defectos, y creo que el jugador importante es el que logra eso, todos tienen defectos y virtudes.

-¿No le aconsejaste que fuera a un club top?
-No me pidió consejos. Aparte, yo digo que con la gente que conviviste y te dio todo, no hay reclamos, no hay preguntas.

-Reclamos no, sugerencias por su bien.
-Nada, yo me comporto así: si Pepe (señala a Pasqués, su jefe de prensa) mañana me dice que tiene que irse a trabajar a otro lado, bárbaro. No lo juzgo ni le digo “te equivocás”.

-¿Ves a Argentina para ganar este Mundial?
-Tenemos lo más importante, que es el gol, el desafío es compensar ese gol porque me imagino a Alejandro pensando cómo hacer para poner siempre a los cuatro juntos.

-¿Vos armarías el equipo a partir de Messi, Higuain, Agüero y Di María?
-Es muy fácil decir desde acá: poné a estos 4 siempre. Es como cuando juego contra el Real Madrid y me dicen: “Andá a apretarlo bien arriba”. Es injusto. Para mí no hay nada más importante que el equipo y por lo que conozco a Alejandro y lo que mostró en su camino, es una persona muy inteligente y estará evaluando las diferentes situaciones.

-Reconoció que tiene un dilema.
-Es imposible no tenerlo.

-Pero por otro lado, Messi dice que le gusta jugar con tres arriba.
-Está, en el barrio los chicos también te dicen que quieren jugar de determinada manera.

-¿No hay que escuchar a Messi?
-Hay que escuchar al equipo, no hay nadie más importante que el equipo. Esto es fútbol. No hay entrenador que no quiera ganar.

Imagen EN LA ELITE, invitado al congreso de entrenadores de UEFA con Mourinho, Wenger, Ancelotti y Allegri. Se sentó al lado de Platini, ¡qué va!!
EN LA ELITE, invitado al congreso de entrenadores de UEFA con Mourinho, Wenger, Ancelotti y Allegri. Se sentó al lado de Platini, ¡qué va!!
Fútbol. Esto es fútbol, repite una y otra vez el Cholo. Es su vida, su pasión. Se recontra nota. La cabeza hecha pelota. En el buen sentido. Toma agua un par de veces para darle reposo a la garganta.

-Si un jugador tuyo mete un gol y se señala la espalda como hiciste vos cuando estabas enojado con Eriksson, ¿qué hacés?
-Y… lo felicito, no me enojo, a mí me gustan los jugadores que se rebelan, tienen mucho más para dar que un jugador light. Entre un jugador rebelde y otro que le dé todo igual, a mí dame un rebelde, que tiene fuego. El técnico necesita gente que interprete el entrenamiento y no gente que pase por el entrenamiento. Aparte, no tengo compromiso con nadie. Sólo lo tengo con ganar. Por eso intento convencer a todo el grupo de que en algún momento de la temporada se pueden sentir importantes.

-¿Por qué Burgos en lugar de Vivas?
-Vivas eligió no acompañarnos afuera del país, es una decisión familiar. Lo charlamos con él de la mejor manera. Con Germán cenábamos en la misma mesa de la Selección, después nos encontramos en el Atlético y cuando Nelson dijo que no a una posibilidad de ir a Chile, lo llamé a Burgos y le dije que no sabía cuánto nos íbamos a quedar ni cuánto iba a ganar, pero quería que nos acompañara. Y me contestó, espontáneo como es él: “Ya me perdí dos títulos, no me pierdo más, voy donde me digas”. Algunos lo tienen a Germán como el guitarrista, y es una persona muy profesional, obsesivo, trabajador, un tipo fundamental en la compensación de los grupos.

-Hasta ahora tuviste ciclos cortos como DT y acabás de renovar hasta 2017, ¿qué pasó?
-Yo creo que los contratos están para romperse (este sí es un título: los contratos no están para cumplirse sino para romperse). Le doy un gran valor a la confianza que depositaron en nuestro trabajo, a que Miguel Angel (Gil Marín, el dueño del club) viniera a ofrecerme la renovación en octubre cuando podría haber esperado hasta febrero a ver cómo íbamos en la Liga. Después, si se cumplen o no… es fútbol. Tengo un contrato de 4 años, pero siempre pienso que me van a echar mañana, así me enfoco en ganar el domingo. Vivo de esa manera.

-¿Y está bueno vivir así?
-Para mí sí, es la verdad del entrenador.

-¿Qué te generó ser elegido el mejor técnico de la Liga en una encuesta de Marca?
-A lo de la gente le doy valor, me gustó, me gustó mucho, porque es una consecuencia natural de las estadísticas, aparte ahí no son sólo los hinchas del Atlético, están los de todos los clubes. Y es difícil que elijan a un sudamericano en un país que está en un nivel deportivo extraordinario. Vayan a la historia, es difícil instalarte como entrenador en una lugar como Europa. pero a estos detalles ustedes no les dan importancia (se ríe ofendido, peleador).

-Les damos, por eso te ponemos en la tapa de la revista y te preguntamos por la encuesta.
-Bueno.

-¿Se puede decir que te metiste en la elite con el cuchillo entre los dientes?
-Estamos empujando.

-Con el cuchillo…
-Sin cuchillo.

-¿La FIFA te debería incluir esta vez en la terna para mejor DT del año?
-Habría que preguntarle a la FIFA. El año pasado no me pusieron, aunque habíamos ganado dos de las tres competiciones europeas. Yo digo que si no te ponen, hay que ganar más (otra vez desafiante, peleador).

-“En Argentina no me valoran”, dijiste como jugador. ¿Ahora también te pasa como DT?
-Eso lo tienen que decir ustedes. Yo no entreno para que me valoren. Trato de mejorar y tengo claro que la gente que me sigue, me sigue mucho y la que no me quiere, no me quiere nada (risas, muchas risas)… es verdad.

-¿No te gustaría que te valoren más?
-Les voy a contar un detalle. En diciembre hicimos una nota con un diario argentino. Veníamos de ganar Europa League, Supercopa e íbamos segundos en la Liga. ¿Me siguen, no? Dos títulos y segundos en la Liga. Uno a veces necesita una caricia, estaba en Madrid con Pepe, me puse a tomar unos mates y dije: “Me voy a meter a leer los comentarios de la nota en la web”. No lo hago nunca. Era un momento para recibir un mimo. Taca, taca, taca. De 10 comentarios, había 8 que decían barbaridades, uno que no se entendía si estaba a favor o en contra y uno apoyando a morir. Entonces vos decís: ¿por qué somos tan injustos los argentinos? ¿Por qué siempre estamos desvalorizando al otro?

-¿“El esfuerzo no se negocia” sigue o se aggiornó?
-No, no, esa es intachable.

-Ahora sería: “Los comentarios de las notas no hay que leerlos”.
-Puede ser, vale (risas).

-¿Tus hijos te piden consejos?
-Me marcan cosas del equipo antes que pedirme consejos: ponelo a este, sacalo al otro.

-¿Cómo es vivir sin tus hijos?
-Duro, difícil, desde el lado profesional hay una parte que está llena, feliz, y de la parte humana, no, porque estás lejos de la gente que querés, pero tenemos una relación muy buena y vienen de vez en cuando, y yo me hago escapadas en Eliminatorias. Me vengo un jueves a la noche, armo para faltar al entrenamiento del viernes, y me vuelvo el domingo a la noche.

-Les explicás a los jugadores.
-Sí, con naturalidad. Es una cosa que me hace bien a mí y consecuentemente, a todos.

-¿Giovanni está para dar el salto este año?
-Eso es cuestión de la gente que lo forma. Tiene 17 años, ojalá…

-¿Está para una carrera como la tuya, con Selección y Europa?
-Imposible hablar de eso porque aún no dio el primer paso, que es debutar en Primera. Mi foco es apoyarlo para que desarrolle esta profesión con pasión y entrega. Lo veo bien, trabaja, se preocupa, quiere mejorar, y ojalá que después pueda mostrarlo en la cancha. Los hechos son los que marcan para qué estás.

-Gianluca también está en River.
-Sí, en Octava; y Giuliano, el más chico, la rompe. Lo llevamos de a poquito, porque anda muy bien con el estudio, tendría que cambiar de colegio y está un poco complicado (risas), lo estamos hablando con la madre a ver si se puede hacer un esfuerzo. Los otros dos son delanteros, Giuliano es volante derecho, mediocampista agresivo, intenso, cabecea bien.

-Un Simeone auténtico.
-Sí, sin dudas, es corredor, mete y se enoja, pierde y llora. ¿Saben la que me pasó con él en la radio? Fue buenísima. Salíamos en Cope, tremenda audiencia, a la medianoche, y me pusieron en vivo con los tres. Ibamos segundos en la Liga, tirando para adelante. Arranqué con Giovanni. “Hola, Flaco, ¡cómo te extraño!”, arranqué. “Si, pá, te estamos escuchando por internet, esperá que te paso con Gianluca”. Y seguí “Hola, Gianlu, ¿cómo estás? ¿cómo va River?”, le pregunté, porque es fana de River. Pedí que me pasaran con Giuliano. “¿Estás seguro, pá?”, me dice Gianluca. Claro, 10 años, es peligroso. Atiende. “Hola, , ¿cómo estás? ¿ya comiste, ya te bañaste? Acá, mientras hablamos nos está escuchando un montón de gente, para que estés atento con lo que decís, Flaco, ¿entendés?”, le anticipé por las dudas. “Sí, sí, pá, todo bien”, contesta y le pregunté como veía al equipo.

Imagen CHARLA de dos horas en las oficinas de su hermana y abogada, Natalia, en Puerto Madero.
CHARLA de dos horas en las oficinas de su hermana y abogada, Natalia, en Puerto Madero.
Silencio. Otra vez se hace silencio. Pocas cosas alimentan más el espíritu que realizarse profesionalmente. Ninguna emoción se compara al vernos reflejados en nuestros hijos. Es imposible querer más a uno que al otro, pero un día, en cualquier momento, por una palabra, con un gesto, en una actitud, nos descubrimos a nosotros mismos, comprendemos que les hemos traspasado algo. Esos locos bajitos, cantaría Serrat.

Giuliano se toma unos segundos para contestar, el Cholo espera ansioso, como sabiendo cuál será la respuesta. Se puede googlear, está el video. Se escucha la voz desde Buenos Aires, finita, la voz de un chico de diez años.

-Bastante bien, pá... pero hay que mejorar, hay que mejorar.


Por Diego Borinsky y Martín Mazur. Fotos: Emiliano Lasalvia. Ilustración: Gonza Rodríguez.