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Vélez y otra tarde gloria: le ganó 2-0 a Unión y es campeón del Torneo Inicial

Ferreyra marcó los dos goles del equipo de Gareca. Los secretos de un equipo que se mantiene lejos de los conflictos y cerca del éxito.

Por Redacción EG ·

02 de diciembre de 2012
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Los torneos podrán cambiar de nombre de un día para el otro, perder prestigio con los improvisados parches en el método de definición y orientarse peligrosamente a la propaganda política. El fútbol argentino podrá cambiar el paradigma de juego de un día para el otro, perder prestigio con temerosos parches tácticos y orientarse peligrosamente a la mediocridad general. Pero algunas cosas no cambian. Y Vélez, este Vélez que vuelve a celebrar un título en el Amalfitani, tiene valores inalterables, que se mantienen ajenos a la dictadura de la inmediatez. El valor de lo clásico y duradero, contra la idea de los 15 minutos de fama. El valor de la constancia y el trabajo, contra la idea de que la gloria puede alcanzarse levantando la voz y con un poquito de pirotecnia. El valor de orientarse a prevenir problemas para vivir en paz, en lugar de acostumbrarse a vivir entre conflictos. Ahí donde los otros clubes se ahogan, Vélez sale airoso en silencio. Y el silencio nunca es noticia. Por eso, muchas veces Vélez se mantiene al margen del circo.

Las tapas de los diarios casi nunca son para Vélez. Es que en Vélez no hay equilibristas ni triple mortal sin red. No hay tiros por elevación a los dirigentes, no hay ídolos negativos que aprovechen la primera derrota para tirar tierra, no hay conflictos entre jugadores ni presiones sobre el cuerpo técnico. Vélez tiene una concepción más cercana a un laboratorio científico. Premisas de trabajo, métodos establecidos, un área de lujo (la Villa Olímpica) para buscar los resultados deseados, bajo la supervisión de dos gerentes de primer nivel, como Gareca y Bassedas, y un gran equipo de trabajo que se rige bajo esos mandatos.

Pero Vélez tampoco es una isla en el fútbol argentino. Si lo fuera, aún tendría en su plantel a Augusto Fernández, a Canteros, a Ricky Alvarez, a Maxi Moralez, al Burrito Martínez… Poco más, poco menos, a Vélez le pasan las mismas cosas que al resto. Sólo que las resuelve mejor. Y en un campeonato que para otros habría sido de transición y pase de facturas, el equipo de Gareca terminó quedándose con el título. Perdió partidos clave pero ganó todos los demás, ahí donde el resto resbaló y dejó escapar puntos. Y a una jornada del final, se consagró campeón. Una vez más. En silencio y a toda orquesta. Así es Vélez.


Hizo falta el gol de Mora en el Monumental para oficializar el festejo. Hasta entonces, Vélez ganaba con un cabezazo de Ferreyra y ya se estaba consagrando campeón, pero todavía le costaba encontrar la tranquilidad en el Amalfitani, como para ponerse a pensar lo que estaba pasando con Lanús en la cancha de River. Luego de un arranque demoledor que le duró sólo 10 minutos, Unión había tomado el control del partido y terminó haciéndolo sufrir. Increíblemente, el duelo del primero contra el último fue uno de los partidos que más incómodo hizo sentir al equipo de Gareca. Hasta que llegó este formidable goleador que hace unos meses se había ido al descenso con Banfield. El que Vélez pagó en efectivo y sin vueltas. Cabezazo en el 1-0. Cambio de pierna y definición con zurda para el 2-0. Y el campeonato. Uno más para Vélez, especialista de los torneos cortos.

Martín Mazur