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Mariano Aguerre: experto en ganar

Ocho veces campeón del Abierto Argentino, jugará la Triple Corona para Ellerstina, donde brilló durante la década del 90. A los 43 años, uno de los principales polistas del planeta afirma: “Siento una motivación que a esta altura de mi vida no pensaba sentir. Quiero demostrar que estoy vigente“.

Por Redacción EG ·

08 de octubre de 2012
   Nota publicada en la edición de octubre de 2012 de El Gráfico 

Imagen AGUERRE en su casa de General Rodríguez. Allí vive junto a su mujer Tatiana Pieres.
AGUERRE en su casa de General Rodríguez. Allí vive junto a su mujer Tatiana Pieres.
Presentar a Mariano Aguerre ante quienes están familiarizados con el polo es innecesario. En ese submundo saben que es uno de los mejores polistas de las últimas dos décadas. El resto de nuestros lectores (la mayoría) se preguntará qué hace este tipo de 43 años en las páginas de El Gráfico. La cuestión es que este tipo ganó ocho veces el título más importante del polo mundial (el Abierto Argentino) y lo hizo con tres equipos distintos: Ellerstina (1994, 1997 y 1998), Indios Chapaleufú I (2001) y La Dolfina (2005, 2006, 2007 y 2009). Entre los jugadores en actividad, solo lo supera Adolfito Cambiaso, que suma nueve.
Aguerre comenzó a jugar al polo en 1986, y en 1998 alcanzó los 10 goles de hándicap, máxima valorización posible. En 2009, luego de ganar el Abierto Argentino con un gol suyo en chukker suplementario, tomó la sorprendente decisión de abandonar el equipo. “Tenía miedo de que un año más en La Dolfina fuera demasiado –explica hoy–. Habíamos ganado varias veces con lo justo, incluso con un poquito de suerte, y yo pensaba: ¿qué hace falta, que perdamos un partido y nos peleemos? Lo mejor que nos podía pasar como equipo era un cambio y decidí dar un paso al costado. Lo hablé con ellos y quedó todo bien”.

En 2010 asumió riesgos y se sumó a Alegría, que no tenía acceso directo a los Abiertos de Hurlingham y Palermo. Fue una situación atípica: un polista consagrado, con 10 goles de hándicap, jugando el Clasificatorio. Durante dos años, Aguerre tomó el mando del equipo con personalidad y lo llevó a los dos últimos torneos de la Triple Corona. En la batalla con los mejores cuartetos del polo argentino, rescató tres triunfos ante Indios Chapaleufú II y sufrió el descenso de 10 a 9 goles en su valorización.
Al término de la temporada 2011, otra noticia fuerte: trece años después, Aguerre volvería a Ellerstina, uno de los dos superequipos (el otro es La Dolfina) que jugaron las últimas cinco finales del Abierto Argentino. Su relación con los Pieres no se limita a que este año compartirá equipo con Gonzalo, Facundo y Nicolás: Mariano está casado y tiene tres hijos con Tatiana Pieres, hija de Gonzalo padre.

-Volviste a sorprender con un cambio de equipo, Mariano. ¿Cómo se decidió tu retorno a Ellerstina?
-Se resolvió con una llamada. Básicamente, me invitaron y me pareció un desafío muy bueno, en una organización de primera categoría. Yo no sabía que quería jugar con ellos hasta que me llamaron. Ahí me di cuenta de que eso era lo que estaba buscando. Desde el momento en que me lo dijeron, no tuve ningún tipo de duda acerca de qué era lo que tenía que hacer.

-En 2010 habías declarado que nunca pensaste en volver a Ellerstina. ¿Después tampoco lo imaginaste?
-No, la verdad es que no. No era algo que dependiera de mí. Siempre pensé “Qué lindo hubiera sido...”, pero a ellos los veía como otra generación. Hasta que llegó el llamado de Facu (Facundo Pieres) y ahí dije: esto es lo que quiero, estar en un equipo de punta.

-¿Tenías miedo de no poder adaptarte al ritmo de esa nueva generación?
-Obviamente. Es más: todavía lo tengo. Pero bueno, pondré todo de mí, haré lo posible. Hace veinte años, yo era el pendejo del equipo; hoy, soy el veterano. Si querés competir contra gente mayor que vos, por ahí no necesitás entrenarte; pero si competís con gente que tiene veinte años menos, tenés que hacerlo. Yo me estoy entrenando ahora con Nico Pieres. Y no puedo estar comiendo facturas, tomando mate e ir a competir contra un Nico entrenado. Por eso tengo un entrenador desde hace cuatro años, Beto Imaz. Viajo con él y me ha hecho muy bien.

-¿Qué balance hiciste de los dos años que jugaste para Alegría?
-Es sencillo: si el proyecto de Alegría me llevó a estar donde estoy, es porque fue positivo.

-¿Por qué Ellerstina y La Dolfina son tan superiores al resto?
-Todos los factores suman. La caballada, el nivel de los jugadores... La Dolfina, hoy por hoy, es de los equipos más fuertes que he visto jugar en Palermo. Les sobra talento. En cuanto a Ellerstina, si pensás en Gonzalito, Facundo y Nico, han sido los mejores de su camada, y además tienen la mejor organización del mundo. Eso los ha llevado a ser equipos dominantes, al menos hasta la temporada pasada.

-¿Qué es exactamente tener la mejor organización del mundo?
-Organización es todo. Es estar tranquilo porque solo tenés que presentarte a jugar de la mejor manera, porque sabés que lo demás va a estar acomodado: vas a tener caballos, vas a tener recambio, vas a tener canchas para jugar los días de lluvia. Tu cabeza tiene que concentrarse en jugar bien; el resto está. Estar organizado es como está hoy Vélez Sarsfield: tiene un equipo de Primera espectacular, las Inferiores vienen haciendo fuerza y sabe que, si pierde a un jugador, va a tener recambio.

-¿Cómo harán con la caballada? ¿La cuidarán para que llegue bien a Palermo, o arriesgarán desde Tortugas?
-Creo que habrá una reserva de caballos más grande que el año pasado, pero es algo que hay que seguir conversando con el equipo. La realidad es que no sirve tener una gran temporada si la terminás mal. Eso fue un poco lo que le pasó a Ellerstina el año pasado. Llegó a la final de los tres Abiertos y ganó el primero, pero tuvo un mal final. Eso te deja un gusto muy amargo. No sirve de nada ganar antes si los caballos te llegan cansados.

-¿Tortugas y Hurlingham son vistos como parte de la preparación para Palermo, o también tienen mucho valor?
-Quitarles importancia a Tortugas y a Hurlingham se usó mucho como muletilla para zafar el paso cuando no te va bien. Son torneos importantes, estás jugando contra los mejores equipos del mundo. Y aunque uno le apunta a Palermo; Hurlingham, por ejemplo, es el torneo más antiguo del país.

-¿Ellerstina puede fijarse otro objetivo que no sea ganar Palermo?
-El objetivo es encontrarle una identidad al equipo. Si eso nos lleva a ganar Palermo, sería espectacular, pero necesitamos tener una forma de juego que no haya que planear, que decante sola. Que el equipo, cuando esté bajo presión, cuando las palabras sobran, reaccione en forma positiva.

Imagen JOYA del archivo: Aguerre en 1998, con la azul y blanca de la Ellerstina, ante Chapaleufú II.
JOYA del archivo: Aguerre en 1998, con la azul y blanca de la Ellerstina, ante Chapaleufú II.
En veinte años, Ellerstina se convirtió en uno de los equipos más importantes de la historia del polo. Con distintas formaciones (pasaron Gonzalo Pieres padre, Adolfito Cambiaso, Carlos Gracida, Lolo Castagnola, los Novillo Astrada...) ganó 21 torneos de la Triple Corona: nueve veces en Tortugas, siete en Hurlingham y cinco en el Argentino. Luego de arrasar en 2010, Pablo Mac Donough y Juan Martín Nero se fueron a La Dolfina y el equipo no volvió a ser el mismo. El año pasado se sumaron Nico Pieres y Nachi Heguy, de corta estadía. Esa prestigiosa camiseta negra es la que ahora lucirá Mariano Aguerre.

-¿Qué le vas a aportar al equipo y qué te van a aportar ellos a vos?
-¡No sé qué les puedo aportar yo a ellos! Ojalá sea mucho, pero no hay que hablar, hay que aportar haciendo. A mí, ellos me abrieron una puerta que yo no sabía que tenía abierta en mi carrera. Me dan eso: una motivación que a esta altura de mi vida no esperaba sentir, ganas de hacer las cosas bien, de demostrar que estoy vigente. Soy familia con ellos, hablamos el mismo idioma, sabemos lo mismo, mamamos todos la misma cultura de polo a través de Gonzalo, y está en nosotros el saber reflejarlo. A ellos les falta saber a qué jugar, pero lo van a encontrar, sea conmigo o con el que me reemplace. Porque, por una cuestión de edad, seré el primero que se vaya del equipo.

-En los tres torneos compartirán zona con La Natividad. ¿Se preparan especialmente o piensan solo en ustedes?
-Yo pienso en nosotros, en encontrar una identidad. A veces la encontrás muy fácil y a veces no la encontrás. Eso nos llevará a que el resto se preocupe por nosotros. Antes de cada partido se ajustan ciertos detalles respecto del rival, pero no lo pensamos ahora. Ahora pensamos en nosotros.

-A esta altura de tu carrera, ¿te modifica algo tener 10 o 9 goles de hándicap?
-No, es exactamente lo mismo. Fue un logro muy lindo haber llegado a 10 goles, pero hay algo que es cierto: cuando llegás a 10, lo único que podés hacer es ir para abajo. Entonces, en algún momento te van a bajar. Pero eso es algo en lo que pensás cuando estás sentado en tu casa, en el campo. Durante la temporada no te cambia nada. Estás jugando un Abierto y el hándicap no tiene ningún valor. Lo que se valora es el equipo.

-La Triple Corona tiene importancia internacional. ¿Cuál es la distancia entre el polo argentino y el del resto del planeta?
-Como mínimo, Argentina es la NBA del polo. Hoy, si hacés un Mundial de polo, entran tres equipos argentinos en los tres primeros puestos. Creo yo, eh, por lo que veo. Aunque hay países que están creciendo, como Brasil, Uruguay, Chile o Inglaterra, todavía no pueden competir con la Argentina. Están muy lejos.

-Ves esa diferencia porque llevás muchos años jugando en Estados Unidos para Peter Brant. Mantenés una relación con él que va más allá de lo deportivo, ¿no?
-Es cierto, creo que ningún jugador ha tenido una relación con su patrón tan longeva como la mía. Si bien nos manejamos a través de contratos, él es una persona a la que le gusta mucho el arte, que tiene influencia en el arte mundial; entonces, hablando con él, me fui interiorizando en el tema. Fue una faceta más que abrí en mi vida. Después, a la hora de jugar, él decide dónde. Siempre fue en Estados Unidos, pero si el año que viene me dice que tenemos que jugar en Inglaterra, jugaré allá.

-Tomás decisiones que no son habituales, como haber estado en el Clasificatorio con 10 de hándicap o jugar siempre para el mismo patrón. ¿Te sentís distinto por eso?
-¡Me lo están haciendo sentir ustedes! (risas) Uno tiene que jugar con las cartas que le tocan. A mí me tocaron esas, pero no sé si, en caso de que mi patrón fuera coleccionista de autos, yo compraría autos. El es coleccionista de arte y a mí me interesó. Lo mismo pasó con el Clasificatorio: si hace dos años me llamaba Ellerstina, no sé si hubiera ido. Les cuento esto: al año siguiente de mi retiro (sic), perdí los tres partidos en Palermo y me fui a ver la final entre Ellerstina y La Dolfina. Y tenía que taparme la cara, porque lloraba. Lloraba y pensaba: “¡Mirá vos de dónde me bajé! ¿Habrá sido una decisión correcta? ¿Llegaré alguna vez más a una final de Palermo?”. Tomás una decisión y creés que es correcta, pero siempre de acuerdo con las cartas que tenés.

-¿Ganar Palermo por novena vez sería distinto a las otras ocho?
-¿La verdad? Sería una sensación bárbara. Creo que superaría al resto. Porque tengo 43 años, no sé cuántos Abiertos me quedan, y menos cuántos puedo llegar a ganar. Y más después de haber estado dos años en un equipo en el que no tenía posibilidades. Entonces empezás a sospechar que pasaste a otra etapa de tu vida. Pero recibí un llamado telefónico que me dijo: No, Mariano, todavía no.

Por Martín Estévez y Darío Gurevich. Fotos: Emiliano Lasalvia y Archivo El Gráfico