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Tiger Woods: el fin de la pesadilla

En noviembre de 2009 su vida se desmoronó: se divorció por sus infidelidades, se alejó de sus hijos, se hizo pública su adicción al sexo, los sponsors lo abandonaron y no ganó torneos durante más de dos años. Sin embargo, en 2012, uno de los mejores golfistas de la historia muestra indicios de recuperación.

Por Redacción EG ·

20 de mayo de 2012
Nota publicada en la edición de mayo de 2012 de El Gráfico    

Imagen SALIENDO de la trampa durante el reciente Masters de Augusta, en el que estuvo lejos del título.
SALIENDO de la trampa durante el reciente Masters de Augusta, en el que estuvo lejos del título.
“Este es mi momento. Estoy jugando mucho mejor e hice mis deberes. Sigo el guión a rajatabla. Estoy muy contento”. De esa manera, Tiger Woods resumió a través de su cuenta de Twitter la consagración en el torneo de Bay Hill, en Orlando, su primer título luego de más de treinta meses de ostracismo y oscuridad.

El tweet también tranquilizó a sus fanáticos y patrocinadores, que lo esperaron pacientemente durante el momento más duro de su vida personal y profesional. Hablamos de un divorcio polémico, de cambios de caddie y de entrenador.

Hoy, Tiger Woods está de vuelta. Tras el escándalo por infidelidad, el divorcio (costoso y doloroso), la caída de su imagen, las lesiones y la rescisión de contratos de varios de sus sponsors (por su adicción al sexo y por su desprestigio en un país demasiado conservador), el mejor golfista del mundo está de regreso. Y todo indica que muy decidido a recuperar su corona.

Luego de dos años y varios meses sin triunfos, exactamente 924 días después de su último título oficial (el Masters australiano, 15 de noviembre de 2009), Tiger volvió a celebrar una victoria en el Arnold Palmer Invitational. “Sonrío y no paro de sonreír”, dijo con gran estado de ánimo tras el triunfo en Orlando, Florida, casualmente la ciudad en la que comenzó su declive en aquel noviembre de 2009, al salir de su casa durante un fin de semana de Acción de Gracias, huyendo de los golpes de su esposa, Elin Nordegren, que había descubierto sus infidelidades con varias mujeres.

La de 2012 fue su séptima copa allí y la número 72 en el PGA Tour. Un campo en el que se siente como en casa: ahí también ganó uno de sus tres US Junior Championships. “Estoy emocionado, sin duda”, dijo. “Espero con ansia aprovechar el impulso que he construido aquí. Si bien no es un Major, esta victoria es un gran alivio. Gracias a toda la gente que ha estado a mi lado durante estos años. He trabajado mucho para esto. Ahora estoy muy ilusionado con lo que queda de temporada“.

EN CAIDA LIBRE
El 2009 fue el peor año de su vida. Antes y después del divorcio, más de una docena de mujeres se adjudicaron haber sido amantes de Tiger. Esa situación, sumada a los constantes bombardeos contra su imagen en las redes sociales, provocaron que se quedara sin amigos, sin colegas, sin compañeros. Además, rompió relaciones con su caddie Steve Williams y abandonó a dos entrenadores (Butch Harmon y Hank Haney).

El hoyo de la debacle también repercutió en sus ingresos: según la revista Sport Illustrated, Tiger perdió apoyo de patrocinadores como Tag Heuer, Gillette y EA Sports. Traducido en números, disminuyó 22 millones de dólares sus ganancias anuales; pasó de 92 millones a poco menos de 70; aunque, a pesar de la baja, sigue siendo el deportista mejor remunerado del planeta.

Su regreso a la “vida”, al contacto con el mundo mediático y la opinión pública, no fue sencillo. Su exilio en un centro de rehabilitación durante meses debido a su adicción al sexo lo relegó, y su imagen se vio seriamente deteriorada. En menos de un año, Woods pasó de la gloria al drama y del cielo al infierno: sus problemas personales, el divorcio de su mujer, la distancia con sus hijos Sam Alexis (5) y Charlie Axel (3), y -ya en cuanto a lo profesional- las recurrentes lesiones en su rodilla izquierda y en el talón de Aquiles lo relegaron más allá del puesto 50 del ranking mundial.

Hank Haney, entrenador de Woods entre 2004 y 2010, acaba de lanzar el libro “The Big Miss” (La gran pérdida), un recuento pormenorizado sobre la vida del jugador dentro y fuera de la cancha, sus lesiones y su obsesión por alcanzar el entrenamiento que realizan las fuerzas especiales de la Marina. Un retrato duro y crítico hacia su expupilo, con quien evidentemente no finalizó en buenos términos.

El texto, lleno de perlitas y detalles, y con apenas unas semanas de vida pública, ya es best seller en los Estados Unidos. “La gente tendrá su opinión, pero cuando lean el libro entero quiero que sepan que he destacado la grandeza de un atleta superior a él mismo –decía Haney en la presentación de la obra, ante un mar de micrófonos y medios-. Si Tiger lo lee, pensando con el corazón, verá que es una visión adecuada y precisa de su persona y que es un libro honesto. Sin embargo, también creo que su publicación no provocará un acercamiento entre nosotros“. Claro que no: Haney describe a Tiger como “una persona complicada y una superestrella obsesiva, nunca satisfecho con lo que hace, ignorante de todo lo que acontece fuera del campo de golf y dueño de un gran ego para ser siempre el más grande”.

Según cita Haney, uno de los mejores amigos de Tiger en Isleworth (donde vivía con su exmujer) reveló que la lesión en el tendón de Aquiles la sufrió levantando pesas olímpicas tras la operación sufrida en una rodilla durante diciembre de 2008: “Estaba obsesionado con hacer crecer más de lo normal su musculatura. Hacía más de lo necesario y eso fue perjudicial para su golf“.

El libro también habla acerca de su matrimonio y cuenta anécdotas con otros jugadores. Otra parte interesante del relato: “El me escribía mensajes así: 'Cuando no juego bien y no gano es culpa tuya'. Me di cuenta de que nunca iba a estar relajado con él, de que siempre me iba a sorprender con sus estados de ánimo (...) Una vez, Woods terminó a 10 golpes del puntero en el torneo de Bay Hill y cuando volvió al driving range me ignoró totalmente“.

AFILANDO LAS GARRAS
Luego de finalizar su relación con Haney, Woods se refugió en otro buen técnico, Sean Foley, y de a poco está volviendo a su nivel. Quienes rodean al jugador afirman que no es una cuestión de talento (en ese ítem está intacto), sino un tema de ánimo, de buen ánimo: de un notable cambio en las ganas y en el entusiasmo que se traduce en su juego.

“You are back (has vuelto)“ le gritaron los aficionados en Orlando cuando levantaba y ofrecía el trofeo a quienes lo vivaban. Esa situación lo motivó mucho anímicamente: “Fue inolvidable el recibimiento de los fanáticos. Jugué en una gran atmósfera y el apoyo fue increíble. La buena noticia es que no tuve molestias de las lesiones y ahora solo pienso en jugar…”, le dijo a CNN.com. Así, Woods acumula 72 victorias y se encuentra a solamente una de la marca de Jack Nicklaus (el récord es de Sam Snead, con 82).

Sin embargo, más allá de lo deportivo, Woods sigue siendo un fenómeno social. Desde su aterrizaje en la elite de este deporte, en 1996, el número de golfistas afroamericanos se había triplicado y el interés había crecido en varios estratos sociales como nunca en la historia. Hasta que llegó el fatídico 2009: un estudio de la National Golf Association publicado en 2010 reveló una notoria baja de la cifra de jugadores durante el período en el que Tiger casi no participó del circuito. ¿Casualidad o causalidad? Los números, fríos y contundentes, anunciaron que la cantidad de jugadores de golf en Estados Unidos bajó de 30 millones en 2005 a 25,7 millones en 2011.

Por otra parte, la comunidad golfística y quienes mantienen intereses comerciales en este deporte celebran entusiastas la vuelta de Tiger al circuito. De hecho, en el día inicial del último Masters de Augusta, durante los primeros 36 hoyos, ESPN tuvo un récord de 4,1 millones de televidentes.
Tiger está de vuelta. Sin embargo, el retorno no fue fácil; el camino resultó duro y espinoso. Woods escala nuevamente hacia los top del golf y vuelve a convertirse en la parte más importante, en la elite de un deporte elitista, intimidante y cada vez más exigente, competitivo y mediático.

Con su regreso, el golf vuelve a vibrar. Y aunque recién recuperó el sexto lugar en la clasificación mundial, el mejor del mundo ya parece haber derribado los fantasmas del pasado... El Tigre está de vuelta.

Por Gustavo Cherquis. Fotos de AFP