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Lamas: "En Boca me gradué de entrenador"

Su destacada trayectoria aquilata 15 Ligas Nacionales con 3 títulos de campeón, 4 temporadas dirigiendo en España y 2 años y medio al frente de la Selección Argentina. Condujo la explosión de la Generación Dorada en el Mundial Sub-22 de 1997. Tras un año sabático, vuelve para entrenar a Obras Sanitarias.

Por O.R.O. ·

21 de diciembre de 2010
Nota publicada en la edición noviembre 2010 de la revista El Gráfico

Imagen OBRAS. Con 46 años, reaparece en la dirección técnica del club porteño.
OBRAS. Con 46 años, reaparece en la dirección técnica del club porteño.
VIENE DE UNA DECISION no habitual que sorprendió entre sus pares: tomarse un año sabático sin dirigir durante la temporada 2009/10. “Porque –explica-  decidí atender lo personal y familiar, priorizando la crianza de mis tres hijos”.

Es habitante de la elite de los directores técnicos argentinos más cotizados e indiscutibles, integrando el selecto cuarteto más campeón en la historia de la Liga Nacional. Tiene tres títulos. Igual que Walter Alberto Garrone y uno menos que el récord en poder de Rubén Pablo Magnano y Sergio Santos Hernández.

Su nombre, es común y corriente que suene fuera de nuestras fronteras. En julio de 2003 fue convocado por San Antonio Spurs para integrar su staff técnico en la liga de verano de Utah, la Rocky Mountain Revue. Una temporada, en 2003/04, fue entrenador del estelar Real Madrid de España. En abril de este año fue invitado a Indianápolis, durante la “final tour” de la jerarquizada NCAA, a disertar en la convención de la NABC, la reputada institución norteamericana de la Asociación Nacional de Entrenadores de Básquetbol, fundada en 1927. La exposición, ante más de 300 presentes, fue en el Indiana Convention Center para explicar algo que llamaba la atención a sus colegas de Estados Unidos: el básquetbol sudamericano en general y el argentino en particular. “La satisfacción que sentí –aclara- no fue individual. Esta invitación recibida fue producto del alto lugar que la Argentina ocupa hoy en el mundo”.

TRES CLUBES, TRES TITULOS
Julio César Lamas (porteño desde el 9 de junio de 1964) se consagró campeón liguero por primera vez dirigiendo a Boca Juniors en 1997. Fue trece días antes de cumplir 33 años y tras haber empezado como entrenador principal en la máxima categoría con 24 en Sport Club de Cañada de Gómez, en 1989. Su conquista acentuaba la nueva ola que había permitido desarrollar masivamente la flamante competencia: la irrupción de entrenadores jóvenes.

Hoy, pleno en madurez, Lamas acumula 679 partidos dirigidos en 15 temporadas en la Liga Nacional “A”, de los cuales ganó 427, con un porcentaje de triunfos del  62,8%.

En la década del 60, antes de la Liga, los entrenadores precoces pioneros habían sido los amigos Armando León Grynberg y León David Najnudel. El primero fue campeón en 1962 con Villa Crespo cuando tenía 21 años y el segundo logró en 1963 el ascenso a Primera División de Atlanta con 22.
El Boca que llegó al título por primera vez tuvo el sostén del puertorriqueño Jerome Mincy, quien promedió prácticamente doble figura en puntos y rebotes, y el remate explosivo del norteamericano Byron Wilson en los playoffs con sus penetraciones “jordanescas”. Se robustecía, además, en la certera puntería del perfecto tiro en suspensión del rosarino Ariel Bernardini.

Tras su experiencia europea, Julio volvió al país y llevó a lo más alto del podio a Ben Hur de Rafaela, luciendo un aceitado trabajo de conjunto. Con los rafaelinos, Leo Gutiérrez comenzó a desequilibrar en la competencia. Aquí hay otro hito: es el equipo con la mayor eficacia ganadora de la historia (el 83,6% de triunfos, con 46 sobre 55 partidos).

Imagen GENERACION DORADA. Aquí, Julio Lamas. Más allá, Manu Ginóbili. Campeonato Mundial Sub-22 de 1997. La explosión del equipo. Cuarto del mundo.
GENERACION DORADA. Aquí, Julio Lamas. Más allá, Manu Ginóbili. Campeonato Mundial Sub-22 de 1997. La explosión del equipo. Cuarto del mundo.
Con Libertad de Sunchales, tras diez temporadas del club en la elite, alcanzó su ansiada primera Liga Nacional catapultado por una defensa de equipo excepcional. Robert Battle fue el emperador de la zona pintada y el Gringo Pelussi influyó con su presencia de líder dentro y fuera de la cancha.

-¿Qué te dejó cada título?
-Al ganar con Boca me gradué de entrenador. Con Ben Hur necesitaba ofrecer una buena imagen, después de regresar al país, y la pude conseguir. La consagración le dio a Libertad dimensión de club grande, ese fue el desafío.
Me adapto al lugar adonde llego tratando de buscar el mejor proyecto para el club y luego el mejor sistema de juego posible para el plantel con el que cuento.

-¿Cuál es tu consigna del juego?
-Para jugar bien hay que respetar el trabajo diario, y se debe jugar para el equipo y no para uno mismo. Yo me siento satisfecho cuando los jugadores dan todo lo que tienen y tiran todos para el mismo lado; y si consigo también que tengan un progreso personal y colectivo en la temporada. La satisfacción es esa, no lucirme yo.

DE LAS TABLAS A LA CANCHA
En la década del 60 Oscar Délfor Ibáñez, el “Loco” genial, levantó en el Deportivo San Andrés, de Villa Ballester, la patria chica de Lamas, un templo del básquetbol con sus divisiones formativas. Ya no estuvo en la década del 70, pero todavía quedaba una onda expansiva positiva en sus inferiores. En esta época intentó ser jugador como base-escolta. Desde la Escuelita de Básquetbol hizo todo el ciclo hasta Juveniles entre 1974 y 1983. En Infantiles tuvo como director técnico al gran Ricardo Alix. Incluso llegó a tantear la Primera con Heriberto Schönwies como entrenador. Se quedó en el intento: “En realidad, era limitado. No tenía lugar”, reconoce.

Uno de sus compañeros en aquella etapa primigenia fue el hoy periodista especializado Alejandro Pérez. Recuerda que, cuando fueron al Campeonato Infantil Evita en 1975, representando al partido de San Martín, Julio tuvo un rapto insólito en la semifinal ante Dolores. “Después del salto inicial –precisa-, se vio solo con la pelota y encaró vertiginosamente hacia un aro”. En el entusiasmo desbordante de sus 11 años no se dio cuenta de que era el cesto propio… Alejandro alcanzó a frenarlo, lo tiró al suelo y evitó el doble en contra. “Me hizo una barrida de fútbol”, recuerda todavía hoy Lamas.

Mientras se iba apagando el sueño del jugador, Julio activó su vocación de actor y tomó clases de teatro con Carlos Gandolfo, reconocido “maestro de actores”, entre 1982 y 1983. Algunos compañeros fueron Andrea Bonelli, Alejandro Borenstein (hijo de Tato Bores), Marcelo Dayub, Horacio Erman, Paola Papini (hija de María Aurelia Bisutti) y Carola Reyna.

Había empezado como monitor de minibásquetbol en el Deportivo San Andrés en 1980 y tuvo su crac dirigiendo a los Juveniles. “Cuando hice el curso de entrenador –anecdotiza-, también trabajaba en la oficina de un despachante de aduana. Después dejé el laburo por el básquetbol. Mi mamá, enojada por estar en desacuerdo con mi decisión, no me habló por tres meses. Me ponía la comida en la mesa sin decirme una palabra…”

Imagen CAMPEON. Con Boca Juniors, en 1997, levantó su primera copa en la Liga Nacional.
CAMPEON. Con Boca Juniors, en 1997, levantó su primera copa en la Liga Nacional.
-¿Cuándo sentiste que se despertaba tu vocación de entrenador?
-Al comprobar que los chicos, que eran amigos también, me escuchaban y hacían caso. Me gustaba enseñar. Ese disparador vocacional lo tuve en Juveniles. Considero que tenía dotes naturales de liderazgo que utilizaba intuitivamente, y también una personalidad para permitir que me acompañaran.
La figura de León Najnudel lo cautivaba.  Cuando León fue con Sport Club a jugar contra San Andrés por la Liga Nacional, el domingo 3 de abril de 1988, se produjo el primer encuentro. Preguntarle cómo podía hacer para perfeccionarse en una universidad norteamericana, dio pie para que se produjera el diálogo y, al poco tiempo, León le ofreciera ser su asistente en el club de Cañada de Gómez, en nuestra elite competitiva. Fiel a su manera de ser, antes de tomar una decisión, El Ruso averiguaba todo. Así pidió informes sobre el joven entrenador a alguien consustanciado con San Andrés: el Tola Cadillac. El OK dado le dejó abierto el camino. Ese 1988, Lamas empezó como asistente de Najnudel; y en 1989 apareció como entrenador principal de Sport Club.

A LA CONQUISTA DE ESPAÑA
Cuando TAU Cerámica lo llevó a España en 1999, el club vasco de Vitoria estaba obsesionado porque hasta entonces no había podido ser campeón de la Liga ACB (lo sería en 2002, 2008 y 2010). Terminó cuarto con los argentinos Juan Espil, Fabricio Oberto y Andrés Nocioni. Después, en el segundo nivel de la LEB, fue campeón y ascendió con el Lucentum Alicante. En la ACB registró una histórica campaña (18 triunfos y 16 derrotas) al ubicar en los playoffs a un equipo de una ciudad sin predicamento en el baloncesto. En ambas ocasiones alistaron en sus equipos los compatriotas Pablo Prigioni y Víctor Baldo.

Lamas estaba en la cresta de la ola en España, cuando el Real Madrid se desesperaba al terminar en el décimo puesto y bajar por primera vez del quinto lugar en su formidable historia. Lolo Sainz, director de la Sección, lo contrató sin dudar. “Yo sé que corro riesgos, pero el Real Madrid es una experiencia que merece ser vivida", asumió Julio. Allí dirigió al tucumano Lucas Victoriano.

-¿Qué enseñanzas recogiste en tu paso por España?
-La organización del trabajo, la preparación de los entrenamientos y los partidos, la dirección del vestuario y la gestión profesional que uno está obligado a realizar más allá de la cancha.

-El Real Madrid, ¿qué de distinto tiene como club?
-Es una institución con una dimensión única, donde todas sus áreas están manejadas y orientadas por profesionales de alto nivel. Hay una gran exigencia profesional, con reglas que no se quiebran.

JULIO Y SERGIO, SERGIO Y JULIO
Sergio Hernández, que acaba de finalizar su contrato como entrenador jefe de la Selección Argentina, accedió a la Liga Nacional como asistente técnico de Lamas en Sport Club. En el equipo nacional se invirtieron los papeles con actitudes elogiadas de renunciamientos y gestos de grandeza. Ocurrió en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, y se logró la medalla de bronce.

-Una reflexión sobre esa situación…
-Debemos respetar a la Selección Argentina.  Hay varios casos a nivel internacional y, entre nosotros, Rubén Magnano fue mi asistente. Soy un hombre de equipo y creo en los grupos de trabajo. Fui llamado para colaborar, no para compartir. Sumé en todo lo que pude.

Imagen ALMA DE ENTRENADOR. Con los mundialistas Luis Cequeira y Juan Gutiérrez, flamantes columnas del equipo. Su desafío será modelar un plantel joven.
ALMA DE ENTRENADOR. Con los mundialistas Luis Cequeira y Juan Gutiérrez, flamantes columnas del equipo. Su desafío será modelar un plantel joven.
-A menudo decís que la Generación Dorada no surgió de un “repollo”…
-Para que se entienda que nació en el básquetbol argentino; que tuvo el espejo de nuestros grandes jugadores como Marcelo Milanesio y Pichi Campana; que antes de perfeccionarse en Europa y en la NBA comenzó a formarse en nuestra Liga Nacional, que es una competencia interna muy fuerte.

-¿Qué de diferente tiene esta camada?
-Es un grupo de amigos a los que les gusta y sienten jugar con la camiseta argentina. Estos jugadores llegaron al nivel deportivo mundial más alto posible porque son muy exigentes con ellos mismos ,y entre ellos no existen las excusas. Solamente profesionalismo, espíritu y carácter.

-Entre 1998 y 1999 manejaste el recambio, ¿qué se debe hacer ahora?
-Hay que aclarar que son dos situaciones distintas. Aquello no fue planificado, caía de maduro que el grupo joven que surgía y empujaba iba a ser protagonista del recambio. Lo que no sabíamos era que iba a llegar a tanto y se transformaría en la Generación Dorada. Hoy, como no tenemos un grupo similar, debemos apuntalar lo que hay y no negativizar a nadie. Yo estiraría en todo lo posible a la base de la Generación Dorada para que sirva de plataforma de los jóvenes, así se foguean y aprenden con ellos. El proyecto debe ir in crescendo y en forma permanente. Es fundamental tener paciencia y no comparar.

Por O.R.O. / Fotos: Emiliano Lasalvia