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Diego Morales, Cachete escurridizo

Admirador del Burrito Ortega, sorprendió al fútbol argentino con su talento y desfachatez. Tuvo que pelearla para llegar a Primera División, pero a pesar del descenso de Chacarita, su futuro es muy promisorio.

Por Redacción EG ·

03 de mayo de 2010







Imagen DIEGO MORALES debutó en la Primera de Chacarita en noviembre de 2006. (Foto: Dominelli)
DIEGO MORALES debutó en la Primera de Chacarita en noviembre de 2006. (Foto: Dominelli)
Incrédulo ve reflejada su imagen en la pantalla, las emociones le brotan y se le regocija el alma por actuar en ese circo grande, aquel que anheló miles de noches. Instantáneamente, se apoderan de su mente los recuerdos de su recorrido áspero y escabroso, donde bailoteó en terrenos despoblados de césped y repletos de ilusiones no cristalizadas.
La historia de Diego Morales narra un pasado peculiar, se nutre de designios del destino y atraviesa un presente próspero para el protagonista. Resulta que el volante creativo de Chacarita no germinó su destreza en el tradicional proceso de las Divisiones Inferiores, sino que forjó su juego durante varios años en las categorías paralelas. Inesperadamente, un día sonó su teléfono y revolucionó su horizonte, ya que pasó del equipo de Liga a la Cuarta de Chaca. Como si fuera poca la prueba de que su idoneidad era reconocida, su camino volvió a dar un salto titánico, dado que sólo nueve partidos bastaron para que el Chulo Rivoira lo convocara al plantel de Primera. Un sábado 27 de noviembre del 2006 Cachete debutó en la B Nacional ante Atlético de Rafaela, en pocos meses voló sin escalas de las canchas ignotas a transitar las gramillas del profesionalismo.
EN AGOSTO del año pasado, Diego Morales captó la atención del universo futbolero desde su aterrizaje al máximo estamento, inmiscuido en una propuesta ofensiva ideada por Fernando Gamboa. Sus credenciales de gambeta osada y talento genuino le permitieron materializar su sueño de surcar los campos de la Primera División.
La travesía para anclar en este presente incluyó contratiempos y sacrificios para el oriundo de Florida. El enganche aceptó los retos que se le presentaron, como por ejemplo llevar sus botines a la B Metropolitana para jugar en Armenio (2007/08), aunque la bifurcación más llamativa de su sendero sucedió en su regreso al club de San Martín. En esa temporada 2008/09 gloriosa para el Funebrero, donde consiguió el ascenso a la máxima categoría, Cachete no encontró continuidad. Una pubialgia lo tuvo más tiempo en los brazos del kinesiólogo que adentro de la cancha, pero nuevamente el destino golpeó su puerta. “Ya estábamos ascendidos y el último partido con Almagro, Zielinski me puso, anduve bastante bien, pude meter un gol y eso creo que fue lo que hizo que el entrenador me dejará en el plantel de Primera. Sin dudas ese encuentro me dio la posibilidad de estar acá, porque se dio cuenta que tenía algo y decidió dejarme”, confiesa el futbolista.    
Este arquitecto de maniobras ofensivas edificó su mejor versión a partir de la confianza que le depositó en su caja de ahorro Fernando Gamboa. Cachete supo disfrutar las libertades para crear que predicaba el ex entrenador de Chacarita. Los resultados esquivos, los fantasmas del descenso y la vorágine del fútbol argentino precipitaron la salida de Gamboa. Justamente, Morales expresa su visión sobre esta situación y el trabajo del coach: “Como persona se portó muy bien conmigo y todo el plantel, siempre fue de frente y dijo las cosas como las creía. Sin dudas Gamboa hizo un gran trabajo, lamentablemente los resultados no ayudaron, también jugó un poco la falta de suerte que tuvimos. El último día que vino a despedirse fui y le agradecí  porque creí que tenía que hacerlo, fue el técnico que me dio continuidad y apostó por mi, entonces se merecía que se lo agradeciera”.
Imagen EL ENGANCHE se confiesa gran admirador del Burrito Ortega. (Foto: Dominelli)
EL ENGANCHE se confiesa gran admirador del Burrito Ortega. (Foto: Dominelli)
DURANTE LAS transmisiones televisivas, los periodistas de campo de juego suelen asegurar que Morales es oriundo de Castelli, provincia de Buenos Aires. Sin embargo el protagonista le pone un manto de claridad a la confusión y clarifica: “Me causa gracia, yo nací en Florida, partido de Vicente López. No sé de dónde surgió esa información”. Justamente en la zona norte creció en el seno de un hogar multitudinario, donde confluían vivazmente abuelos, tíos, primos y padres. De pequeño se encandiló con la de cuero, la adoptó como su mejor amiga y su juguete más cotizado. Arrancó a dar sus primeros pasos en el Baby Fútbol, donde jugó en Unión Florida y Platense. En su infancia contó con la influencia de su tío Claudio, quien le bajó línea sobre los atributos de un fantasista, un hipnotizador del esférico, Ariel Ortega. “El Burrito es mi ídolo, lo admiré desde chiquito, con mi tío siempre hablábamos de él y de River”, los ojos de Diego se llenan de brillo al referirse al jujeño.
En el marco de una charla sincerael enganche de Chaca se anima a confesar: “Por Ortega me hice de River. Me encanta el estilo de juego del Burrito, los quiebres de cintura, las gambetas  y  la calidad en la pegada. Es un crack, para mí lejos de los mejores jugadores. No tuve la suerte de cruzármelo, pero me gustaría saludarlo”. Es factible que esa devoción por el ex Parma y Valencia generó inconcientemente en Cachete un estilo de juego similar, donde fluyen las gambetas y otras cualidades. “Puede ser que haya incorporado cuestiones técnicas de Ortega. Por ejemplo una de mis características es que me gusta encarar y pasar, tener la pelota y que no me la saquen. También la velocidad para ir para adelante. Me falta pegarle más al arco, tengo que aportar mas goles, porque soy enganche y siempre voy a estar cerca del área”, cuenta el volante.
LA GALAXIAdel fútbol lo asocia inmediatamente con Cachete, ese apodo risueño que escapa al común denominador del ambiente. Mas allá de la obvia relación con su rasgo físico, el mediocampista cuenta la leyenda: “Me lo puso el uruguayo Daniel Perreira, apenas subí a Primera dijo ‘mira los cachetes que tiene este pibe’. Desde ahí todo el mundo empezó a llamarme así. No me molesta para nada, sí es raro porque en el barrio soy Diego y para el mundo deportivo Cachete”. Diego Morales cumplió la meta de alcanzar el máximo firmamento, aunque la coyuntura no le permite vivir en absoluta felicidad. “Para uno que quiere quedarse en Primera, la lucha por el descenso es algo pesado, que te da vueltas en la cabeza. Se trata de dejar de lado la presión para hacer las cosas bien, pero cuando terminan los partidos ya se está pendiente de los otros resultados. Es una situación angustiosa, ahí es donde se ven los hombres”, exterioriza el enganche.
Morales ha transitado por diferentes latitudes futbolísticas, maduró en situaciones absolutamente disímiles en la vivencia de recorrer las tres categorías B Metro, B Nacional y Primera. La exposición y las tentaciones han permutado en su cotidianeidad, pero Diego demuestra una claridad conceptual sobre estas circunstancias: “Dejarse llevar por las tentaciones de la noche es cometer un error, hacer algo que a la larga no te va a dejar nada. No hay necesidad. Tengo novia (Paula), es lo que te lleva a comportarte de una manera, te hace pensar en cuidarte, el fútbol son once años de carrera, que debes dedicarle a full. Ahora hay que enfocarse en el día a día y seguir creciendo cada vez más porque nunca sabes lo que puede pasar. Por ejemplo, yo nací con la pelota bajo al brazo y si me ponen a martillar u otra cosa no sabría qué hacer”.
EN LA TRANQUILIDAD de la noche acaricia las sábanas y libera en estado puro sus sueños, que revolotean en su cabeza. Diego Morales atravesó un camino dificultoso, acudió a su voraz tenacidad para abrazar sus objetivos. Sin embargo este atrevido y movedizo enganche mantiene vigentes las ilusiones para su futuro. “Ante todo deseo fervorosamente quedarnos en Primera, que sería una alegría inmensa. Después uno piensa y sueña muchas cosas, me encantaría jugar en la Selección o en Europa. Llegar al viejo continente, además de gratificante, me permitiría crecer económicamente, uno no se tiene que olvidar de la importancia de alcanzar una seguridad en ese aspecto. Otro de mis anhelos grandes es vestir la camiseta de River, significaría un logro muy importante para mí”, afirma. El vértigo matizó la vida de Cachete, nunca claudicó ante las adversidades y no escatimará energías para seguir soplando su frescura en el fútbol argentino.












Por Juan Martinich / Fotos: Jorge Dominelli