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Telmo Zarra: el hombre récord y meta de Messi

Jugó en el Athletic Bilbao (1940-55) y ganó una Liga y 6 Pichichi. Protagonista en el Mundial 50, el cabezazo era su especialidad. Falleció en 2006 a los 85 años.

Por Redacción EG ·

23 de octubre de 2014
Imagen GOL A INGLATERRA para el Maracanazo español. Le bajaron la pelota de cabeza y definió de primera ante la salida del arquero.
GOL A INGLATERRA para el Maracanazo español. Le bajaron la pelota de cabeza y definió de primera ante la salida del arquero.

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. Wikipedia tiene lista su versión borrador para modificar a Telmo Zarraonandía Montoya, abreviado como Telmo Zarra. Más temprano que tarde dejará de ser el máximo goleador en la historia de la liga española, privilegio que ostenta desde hace casi 60 años. Di Stéfano y Kubala, con quienes tuvo una muy buena relación, no pudieron alcanzarlo mientras que Raúl y Hugo Sánchez, glorias merengues, quedaron cerca pero tampoco pudieron. El único hombre capaz de destronarlo es Lionel Messi, el jugador de todos los récords que recién lo superará –si no media ninguna fatalidad- a la edad de 27. Uno de los últimos objetivos personales que le quedaban al extraterrestre rosarino era superar al delantero vasco y 2014 es la fecha anunciada.

Telmito nació el 20 de enero de 1921 y fue el tercer hijo del jefe de la estación de tren de Munguía, localidad vasca. Así era reconocido en un inicio, mientras escondía su timidez con una pelota de fútbol. Después de algunos años convulsionados en España, a los 19 llegó al Athletic Bilbao, el club grande de Euskadi y uno de los más importantes del país en aquella época. Zarra cumplía con su origen vasco, la exigencia nativa del conjunto rojiblanco que aún hoy continúa.

Su debut no pasó desapercibido: fue empate dos a dos contra el Valencia y anotó ambos goles. En esa misma temporada (1940/41) sumó ocho partidos y cinco anotaciones. En la temporada siguiente reconfirmó su nivel y fue fundamental en el doblete de su equipo: 18 tantos en 21. Su continuidad con el equipo vasco se prolongó hasta 1955. No llegó a jugar más de treinta partidos en un año y su efectividad general fue de 0,91. Estadísticamente, ver un partido del Athletic en aquella época era sinónimo de ver un gol de Zarra. Algo similar sucede con el 10 del Barcelona.

Nueve de pura cepa, las áreas rivales eran su lugar en el mundo. “Un delantero centro no podía regatear en el área porque lo mataban”, explicó muchos años después. Su juego se basaba en la potencia tanto para el remate como para ganar la posición. Cuando fue a jugar una vez a Estocolmo en 1951 para la selección de España, lo recibieron con afiches de su imagen al mejor estilo Rolling Stones. “La cabeza más privilegiada de Europa después de Churchill”, decían las pancartas halagando su tremendo cabezazo.

A diferencia del general inglés, la personalidad de Telmito distaba de ser como la de un militar. “Yo sirvo para que me manden”, dijo en un reportaje a El País, en el que también recordó que de chiquito lo llamaban “el miedoso”. Además de su condición goleadora, rivales y compañeros siempre lo destacaron por sus actitudes adentro de la cancha. En dos partidos diferentes quedó frente al arco para marcar, pero tiró la pelota afuera porque había rivales lesionados en el piso.

Iriondo, Venancio Pérez, Panizo y Piru Gaínza fueron sus principales laderos. Lo ayudaron a destruir defensas y a ganar seis veces el premio Pichichi. El trabajo creativo y los centros para alimentar a la fiera de los 252 tantos eran responsabilidades de ellos cuatro. De todas maneras su festejo más recordado fue con la camiseta del seleccionado nacional. Más precisamente en el Maracaná por el Mundial de Brasil (cualquier analogía con Messi es en vano). El cero ante Inglaterra no se podía romper, hasta que en el complemento recibió una pelota en el área y la punteó ante la salida del arquero. El video en YouTube no permite mentir. Mientras, su padre, el ferroviario de Munguía, jugaba a las cartas en un bar. Cuando le contaron sobre la hazaña de su hijo, contestó desentendido “Ah, ¿sí?”, sin dejar de jugar a las naipes.

En 1954 no jugó la clasificación al Mundial de Suiza y España se quedó afuera de la competencia. El 53’ fue uno de los años más dolorosos para la afición bilbaína. Se la llamó el “ocaso de los dioses” porque el quinteto ofensivo comenzaba a retirarse del fútbol profesional. Zarra tenía treinta años y había padecido rotura de ligamentos, de clavícula y numerosos cortes en la cabeza. En sus últimas dos temporadas jugó once partidos, pero no cambió de raza: hizo 5 goles.

Imagen SAN MAMÉS fue su escenario principal. En la temporada 1950/51 anotó 38 goles en 30 partidos.
SAN MAMÉS fue su escenario principal. En la temporada 1950/51 anotó 38 goles en 30 partidos.
Su suplencia fue una “causa de dolor nacional”, según describe el periodista Alfredo Relaño en su libro “Memorias en Blanco y Negro”. En medio de su declive profesional, el General Moscardó organizó un partido en el Bernabéu para homenajearlo. Participaron Di Stéfano, Kubala y César, entre otros, pero la ovación mayor fue para el hombre que se despedía. “Cantemos con alegría / a esa figura bizarra / gritando ¡Viva Munguía! / ¡Zarra, Zarra, Zarra!” se escuchó en Madrid.

Su último contrato como profesional le significaba 850 mil pesetas y el beneficio de tener un partido despedida en el San Mamés. Se terminó concretando casi cuarenta años después, el 17 de agosto de 1997. El 23 de febrero de 2006, el hombre que le había hecho vibrar el corazón a más de uno, sufrió un infarto. Murió siendo máximo goleador de la liga española, reconocimiento que podrá perder dentro de poco, sin embargo, su capacidad goleadora y el ejemplo adentro de la cancha, ya son inmortales y propiedades del fútbol español.


Por Pedro Molina