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Murray: Duro, valiente y motivado

Conocé al rival de Maravilla, ilusionado con obtener una victoria que le otorgaría gloria, fama y mucho dinero. La adolescencia difícil. Los errores del pasado. Sus años en la cárcel. El boxeo como tabla de salvación.

Por Redacción EG ·

27 de abril de 2013
 Nota publicada en la edición de abril de 2013 de El Gráfico

Imagen GUARDIAN: "Primero, mi esposa y mis hijos" afirma. La leyenda en latín que se lee en su pecho lo corrobora: "La familia por siempre".
GUARDIAN: "Primero, mi esposa y mis hijos" afirma. La leyenda en latín que se lee en su pecho lo corrobora: "La familia por siempre".
no habla ni entiende el español. Su inglés un tanto cerrado es su herramienta para comunicarse. Respetuoso y predispuesto, posa a pedido de la producción fotográfica. Serio y cordial, no tardará en contar que Saint Helen’s –su pueblo– “significa mucho” en su escala de valores, que está “orgulloso de haber nacido allí”.

Martin Murray, además de ser el hombre que querrá arrebatarle a Sergio Martínez el cetro de los medianos del Consejo Mundial de Boxeo y la gloria, tiene 30 años y se define como “una persona bastante aburrida”, por abocarse sólo a su profesión, a su mujer y a sus hijos. “Se comentan muchas historias distintas sobre mí. Pero prefiero la que soy un hombre que trata de proveer a su familia, porque mi familia significa todo. Por eso, esta pelea es muy importante. Si la gano, podré mantener a mi familia durante el resto de su vida”, completa.

Sin embargo, su pasado tumultuoso no camina de la mano con su presente de angelito. “Estuve preso porque era muy tonto en mi juventud. Yo hacía boxeo, aunque me peleaba en la calle y me rodeaba de círculos equivocados de gente. Entonces, tomaba, me agarraba a trompadas y cometía actos indebidos”, explica.

-¿Cómo llegaste a eso?
-Cuando tenía 14 o 15 años, me entrenaba tanto que no hacía la misma vida que mis amigos. Yo no podía salir a divertirme ni tomar a esa edad. Comencé cuando tuve un poco más de libertad, a los 17 o 18 años. Y desde los 18 hasta los 22 estuve en prisión de manera intermitente, por distintos episodios que no vienen al caso. Ya a los 22, senté cabeza. Ahí me volví a encarrilar al representar a mi país en boxeo. Justo cuando mi carrera mejor se perfilaba y mi futuro se veía brillante, algo regresó desde mi pasado, me peleé de nuevo y caí otra vez tras las rejas. Fue ahí cuando supe que debía cambiar definitivamente. Entonces, ya afuera, volví a lo que mejor me sale: boxear.

-¿Cómo continuó la historia?
-Nunca tuve remordimientos ni arrepentimientos y me entrené al máximo. Pero viví una época en la que sentía que el boxeo no me gustaba como trabajo, porque estaba frustrado. Tenía 25 años, empezaba a ponerme viejo para este deporte, me encontraba cerca de ser profesional y los combates no se concretaban. Yo me salía de la vaina por pelear y estaba contenido por no hacerlo. Después, todo cambió por suerte. Y en los últimos meses, disfruté realmente de mi trabajo, que lo amo. Imaginate mi felicidad: ahora me enfrentaré contra el mejor peso mediano del mundo.

-¿Te entrenabas en la cárcel?
-Sí, por supuesto. Incluso, mi apodo nació cuando estaba en prisión. Un amigo me miraba entrenar y destacaba que era potente, que tenía un poder impresionante en mis manos. Por eso, me pusieron The Power.

-¿Sos un chico malo o un boxeador duro?
-¡Ufff! Te soy sincero: siempre fui un tipo de buen corazón, pero pasé por malos momentos mientras crecía, por lo que te contaba: haber ido preso, haber participado en peleas afuera del ring.

-¿Cómo y por qué empezaste en la actividad?
-No lo tengo muy claro. Supongo que siempre estuvo dentro de mí, porque me veo en fotos a los 4 o 5 años con los guantes puestos. Pero es extraño debido a que nadie boxeó en mi familia. Supongo que surgió de manera innata. Formalmente, comencé a los 7 en un gimnasio.

-¿Qué representa el boxeo en tu vida?
-Es mi trabajo y el futuro de mi familia.

-¿Eras de copiar a algún boxeador?
-No, nunca. Sólo veía a distintos boxeadores y probaba algunas cuestiones técnicas. Pero jamás fijé mi estilo según lo que hacía otro, siempre fui yo mismo.

-¿Pero no tenías a ningún referente?
-Sí, mi héroe de chico era Nigel Benn, un gran boxeador británico, ex campeón mundial mediano y supermediano. También me gustaba Julio César Chávez, el mejor mexicano de la historia.

Imagen ARCHIE: el inglés lleva el nombre de su hijo mayor en el pantalón. También lo tiene tatuado.
ARCHIE: el inglés lleva el nombre de su hijo mayor en el pantalón. También lo tiene tatuado.
CAMPEON INTERINO de la Asociación Mundial de Boxeo –cuyas siglas en inglés son WBA–, registra 25 victorias (la mitad que Maravilla), de las cuales logró 11 por la vía del sueño. No conoce la derrota y sólo acredita un empate –injusto para muchos– ante el alemán Felix Sturm, en suelo germano. En consecuencia, es más inexperto que su oponente y se midió con rivales de menor jerarquía.
En cuanto a lo físico, Murray es más joven (tiene ocho años menos) y cinco centímetros más alto que Sergio (1,83 contra 1,78 metros). El inglés resulta naturalmente un peso mediano, mientras que el argentino se torna más pequeño al ser un supermediano. Se estima que Murray posee mayor fortaleza física y que su mano pesada causaría más dolor que la de su rival.

“No sé si mis golpes son más fuertes. Sergio tiene una mano dura y la suelta de manera rápida. Salió a pegar en sus últimas peleas y demostró ser un gran boxeador. Igual, pienso que nuestros estilos son similares. Obviamente que cada uno será un poquito mejor que el otro en diferentes aspectos. Y un aspecto es la velocidad, donde él es un poquito más ágil que yo. Y quizá se produzca lo opuesto con la fuerza en los golpes, porque los míos pueden parecer apenas más fuertes, pero nada más. Esta paridad genera que la pelea sea tan interesante”, sentencia.

-¿Cómo lo definirías a Martínez como boxeador?
-Lo dije muchas veces: Sergio es un gran boxeador. No le falta nada. Puede pelear al avanzar y al retroceder, te tira el golpe cuando se debe, es un experimentado, y todas esas virtudes no las puedo reemplazar. Igual, cuidado porque no respeto a nadie arriba del ring. Ahí soy tu peor enemigo y hago cualquier cosa para quedarme con el triunfo.

-¿Cómo preparás tu mente con el fin de cumplir tu objetivo: ganar?
-Me entreno siempre muy duro sin saber contra quién pelearé. Pero lo que me motiva, en realidad, cuando estoy cara a cara frente a mi adversario, es que veo que esa otra persona se interpone en mi camino. El tiene lo que yo quiero para luego convertirme en el proveedor de mi familia para el resto de su vida. Y eso me da impulso. Sergio es un excelente caballero, un gran campeón, pero tiene lo que yo deseo. Sé que él lo puede reconocer en mí, porque le pasaba exactamente lo mismo hace años. No olvidemos que, cuando comenzó, era un joven boxeador que peleaba contra todo aquel que se le plantara y nunca era el favorito, siempre llevaba las de perder. Ahora él está allá arriba y uno lo debe respetar, porque se lo merece, se lo ganó. Aunque te repito: tiene lo que yo quiero y entonces lo voy a intentar bajar.

-Si te llevaras el título, ¿para quiénes sería una sorpresa?
-No para mí ni para mi equipo de trabajo, tal vez lo sea para los demás. Esta es mi oportunidad para demostrarle al mundo lo que soy capaz de lograr, más allá de que será una tarea enorme. Por eso, tendré que dar mi máximo.

-Si te quedaras con el cinturón, escribirías historia. ¿Tomaste la real dimensión o todavía no?
-Sí, lo sé. Esa se convierte en otra inspiración y motivación para mí. Tenía otras oportunidades, pero quería esta. Yo deseaba pelear contra Maravilla Martínez en la Argentina, en el jardín de su casa o donde sea. No tengo miedo y me enfrento ante quien sea y en el lugar que sea. Es más, cuando el combate se confirmó, estaba feliz, con muchas ganas, como si fuera un león hambriento.

-Martínez anticipó que terminará la pelea en el octavo asalto. ¿Qué podrías afirmar vos?
-Espero que cumpla con ese plan. De lo contrario, pregunto: ¿qué hará a partir del noveno round, cuando yo siga ahí, bien parado y fuerte, como al principio del combate? Sé que dice eso porque hace prensa, y está bien. Tengo claro que se prepara para pelear durante 12 asaltos completos, al igual que yo.

-El combate se realizará en el estadio de Vélez, que estará habilitado para 40 mil personas. El ambiente se relacionará más con uno de fútbol que de boxeo. ¿Esto te asustará?
-Será novedoso, porque nunca tuve la experiencia de pelear frente a tanta gente. Pero sé que cuando las cosas se ponen más difíciles, me motivo más. Imagino que el espectáculo será hermoso, que haremos una pelea interesante. El combate puede darse en un estadio de fútbol ante miles de personas, como en este caso, o en el jardín de su casa con sólo 10 testigos. A fin de cuentas, el enfrentamiento se reduce a lo mismo: a él y a mí.

Por Darío Gurevich. Fotos. Hernán Pepe