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Aquí Pekerman
Rechazó 20 ofertas de trabajo. Se llamó a silencio por más de dos años pero ahora está de regreso, con el entusiasmo intacto para volver al ruedo. Dolido, evoca anécdotas inéditas de Messi, le agradece a Tabárez y pide apoyo para Sabella mientras ve tres partidos a la vez como si fuera Bielsa.
Nota publicada en la edición noviembre 2011 de la Revista El Gráfico
-Vos sos argentino, ¿me conocés a mí?
-¡Cómo no lo voy a conocer! Usted es Pekerman, el de la Selección
-Pero mirá que no dirijo más la Selección, me fui en el 2002.
-Sí, está en el Leganés, me lo dijo mi papá.
-No estoy más en la Selección, pero yo represento siempre al fútbol argentino, así que hoy voy a hablar con Hugo Tocalli, que está armando el equipo para el Sudamericano y te va a llamar en los próximos días, vos contale a tu papá.
Han transcurrido siete años de aquel contacto inicial con el pequeño genio en una canchita de las afueras de Madrid, el Km 0 de una traza llamada a hacer historia de oro, y José Pekerman no solo recuerda con fidelidad aquel diálogo sino que se ve atrapado por la emoción.
Está en un restaurante de Palermo, intentando dar cuenta de un sándwich de salmón cuando la requisitoria periodística y su pasión para responder le ofrecen alguna tregua, y entre tantas cuestiones difíciles de contestar -¿por qué no dirige? ¿por qué cree que desbarrancaron los juveniles? ¿por qué no aceptó seguir en la Selección?-, el imán Messi le enciende el relato, lo traslada a aquel encuentro íntimo y fundacional. Hay mucha sanata alrededor de Messi: muchos técnicos que juran haberlo descubierto, muchos periodistas que juran haberle hecho la primera nota, muchos espectadores que juran haberlo visto por primera vez en una cancha. Pekerman lucha contra su timidez y su modestia, pero el testimonio tiene sustento de sobra para ser creíble. El Balón de Oro que ganó Messi, el primero de todos, con dedicatoria especial para José, no lo deja mentir. Ese Balón de Oro es a la vez un testigo mudo, un tesoro más valioso quizás que los tres mundiales juveniles que obtuvo, un gesto para agradecerle toda la vida. Tenerlo a Messi con la Celeste y Blanca no tiene precio.
Hablar de Messi se está convirtiendo para los argentinos –otra coincidencia más con Maradona- en un deporte nacional, la droga futbolera nuestra de cada día. Sigamos, entonces.
-¿Por qué fue a verlo esa vez?
-En el ambiente ya se comentaba que había un rosarino que la rompía en el Barça. Yo vivía en España y trabajaba en el Leganés; Aimar dirigía la primera, yo era el manager y miraba pibes. Buscábamos llevar a los que no iban al Atlético ni al Real y por eso cuando había partidos en las afueras de Madrid iba a mirar. Esa vez jugó el Alcorcón contra el Barcelona. Se comentaba que Lionel iba para el sub 20 español. Lo vi y... bueno, dije: hay que moverse rápido.
-¿Qué recuerda del partido?
-La primera imagen pocas veces me falla... Y fue impresionante. Ese mismo día lo llamé a Hugo, faltaban días para dar la lista. “José, ¿vos estás tomando algo? Sabés cómo trabajamos, ¿creés que faltando tan poco puedo llamar a uno nuevo?”, me dijo. “Hugo –le contesté-, te pido por favor, sé que los tiempos no dan, pero lo único que te digo es que estoy sorprendido, es algo diferente, mirá que he visto jugadores, eh... Por favor, hablá con Julio (Grondona), al menos que arme un partido amistoso; después, si no lo podés llevar al Sudamericano, no importa, pero armen ese partido”.
-Y se armó ese partido contra Paraguay en cancha de Argentinos.
-Sí, iban 2-0, entró Lionel y terminó 8-0. Unos meses más tarde, Txiki Begiristain, el director deportivo del Barcelona, me preguntó: “¿Se puede saber qué le hicieron a Messi en la Selección?”. Enseguida me puse a la defensiva. “Porque aquí teníamos a este chico como un proyecto a largo plazo, pero vino del Sudamericano e hizo unos entrenamientos maravillosos y Rijkaard quiere habilitarlo para que juegue la Liga pero no puede porque todavía no tiene los papeles como comunitario”.
-La Selección le permitió dar ese salto.
-Fue el primer click, empezaba a madurar y de repente se vio con jugadores de Argentina que ya eran figuras, mientras en España se veía como un chico. Allá lleva mucho tiempo codearse con los de Primera, y en la Selección se vio muy cerca y eso en su interior lo movió. En el club estaban contentísimos. A los pocos días renunció Bielsa, me llamó Grondona para que asumiera en la Mayor y lo hice debutar en la mayor contra Hungría.
-Ahí sí le dijo: soy Pekerman, el de la Selección...
-Sí, sí (risas), fue increíble, las cosas pasaron de una manera vertiginosa. Pero nunca me voy a olvidar cómo le brillaban los ojitos aquella primera vez que hablé con él en Madrid, por eso sufro tanto cuando se dicen cosas feas.
-Como que no canta el himno y esas pavadas...
-Claro, porque hay que entender todo lo que le pasó a este chico. Para mí fue un gran orgullo que cuando ganó su primer Balón de Oro me dedicara el premio.
-¿Cómo se enteró?
-France Football lo había elegido como el mejor del mundo, tenía que pasar un video en la premiación y le pidieron a Messi que eligiera a quienes habían sido importantes en su carrera. En la parte deportiva, Lionel me eligió a mí.
-¡Qué linda escarapela!
-Y sí... porque entre la amargura del día que nos eliminó Alemania en el Mundial, y que todos se quedaron con el recuerdo de que Lionel no entró en ese partido, el reconocimiento que tiene hacia mí lo valoro muchísimo.
Aqui Pekerman. El recuerdo de uno de los primeros sketches de Videomatch, el de Pablo y Pachu con el handy, regresa con fuerza. Aquí Pekerman, el verdadero, sin actuar, hablando de fútbol y de sus días, una escena infrecuente desde hace 5 años, el tiempo que transcurrió desde que renunció a la Selección mayor tras la eliminación en Alemania 06 por penales. En ese lapso, José fue entrenador del Toluca y Tigres, ambos de México, y recibió más de 20 propuestas de trabajo, desde Selecciones como las de Estados Unidos, Australia, Japón y Chile, hasta equipos como Boca, y Sporting Lisboa y Burdeos, de Europa. Se sabe: José es especial, aspira a trabajar en un escenario que este medio esquizofrénico está cada día en peores condiciones para ofrecerle.
-¿Qué hace en el día a día?
-De todo un poco. Juego con mis nietos, los voy a buscar al jardín y veo mucho fútbol, siempre revisando cosas de los distintos equipos. Nos encontramos una vez por semana con Néstor Lorenzo, integrante de mi cuerpo técnico, y charlamos de lo que vemos para mantenernos actualizados. A veces veo tres partidos a la vez: uno por internet y dos por la tele.
-¿Es de ir al piso a jugar con los nietos?
-Sí, con ellos soy un chico más. Me dicen Nono. Son tres varones y se nota que les gusta el fútbol... tienen incentivo. Son los únicos que me pueden sacar del sllón cuando miro un partido.
-¿Qué le genera ver al Barcelona?
-Y… me da alegría, en este Barcelona hay mucho de lo que a mí me gusta y siempre admiré. Yo digo que si uno mantiene una filosofía, cree en una idea y tiene la fuerza para seguir sosteniendo lo que se hace, se puede lograr esto. Pero no se consigue en seis meses.
-¿El Pekerman entrenador está durmiendo la siesta?
-No, ninguna siesta. A mí me han venido a buscar de todos los lugares del mundo, ni hablar de las tentaciones económicas, pero siempre dije: ¿qué voy a ir a hacer a lugares donde uno no tiene un conocimiento pleno y no sabe si va a poder desarrollar un proyecto? Japón, China, Australia, Qatar... Siempre contesté: no le temo a la manera de vivir, simplemente si uno va a enseñar fútbol, al menos debe saber cómo piensan, qué quieren hacer. Por eso no me decidía. Para el Mundial de Sudáfrica me invitaron a trabajar como comentarista para la cadena Al Jazeera Sports con técnicos de renombre como Wenger, Sacchi, Aragonés, Laudrup y Bebeto, y luego estuve un mes en Qatar para la Copa de Asia y aprendí mucho.
-O sea que si ahora te llaman de Qatar...
-Por lo menos tengo un conocimiento. Pienso que el entrenador, cuando toma una responsabilidad, va a servir a la causa. Hoy por ahí dicen, “En Venezuela quedó marcado lo de Pastoriza”, o “En México quedó marcado lo de Menotti”, o Bielsa en Chile, Martino en Paraguay, Calderón en Arabia...
-Si va es para hacer algo importante, ¿eso quiere decir?
-Sí, porque está probado que el jugador y el entrenador argentino marcan alguna diferencia en los estilos y en la manera de trabajar. Ahora, cuando vos decís “algo importante”, creo que es bueno para reflexionar... Por ahí yo soy un poco aburrido a veces, por eso no soy de dar notas...
-Aburrido no, José, es conceptual. A veces se va un poquito de la pregunta, nada más...
-Bueno, vos dijiste “importante”, y acá tenemos una confusión tan grande con lo que es importante. Hoy son los resultados, entonces el que gana es el importante, está de moda y no se lo discute. Del que gana no se analiza nada y al que pierde nadie lo felicita. En el 2006 se hizo la apoteosis de Italia como el mejor porque ganó el Mundial. Y yo quiero discutir si fue el mejor. Ahora, no lo podés discutir, porque como perdiste te dicen que ponés excusas. Pero qué pasa, vas al Mundial siguiente y esa filosofía de Italia queda eliminada en la primera ronda porque no te replanteaste nada. Tres meses después de cada Mundial, la FIFA hace un congreso con todos los entrenadores que participaron de ese Mundial y se analizan las distintas áreas: marketing, estadios, media, técnica. Se hacen debates y se vota. Se piden propuestas también. ¿Vos sabés a qué Selección eligieron como la mejor del 2006?
-¿Argentina?
-Sí. Y el partido Argentina-México como el mejor de esa Copa, en términos de táctica y oposición.
-¿Por qué no siguió en la Selección, entonces, si todos querían que siguiera?
-Te voy a hacer una corrección: todos no. Sí es verdad que Grondona me insistió mucho para continuar. Siempre he querido lo mejor para la Selección, pero me parecía que no era bueno que siguiera, aunque siempre voy a agradecerle a Julio la oportunidad que me dio. Creo que a cambio también di muchas cosas. Yo tuve que asumir en una emergencia, por la salida de Marcelo, y el objetivo planteado era clasificar al equipo lo más rápido posible y luego hacer un buen Mundial. Y hacer un buen Mundial, para Argentina, era estar entre los cuatro mejores. Como ese objetivo no se alcanzó, decidí irme.
-Pasaron 5 años, ¿qué hizo bien y en qué se equivocó?
-Ya pasó, no doy vueltas sobre las cosas.
-¿Le molesta que le recalquen a cada rato no haber puesto a Messi contra Alemania?
-Ehhhhh, cada uno tiene derecho a pensar lo que quiera. Cuando fuimos al Mundial, Lionel todavía no estaba consolidado en el Barcelona, por supuesto que era noticia por cada jugada que hacía, pero no era un jugador base del equipo, entonces yo lo alentaba para que tuviera paciencia. En su club y en la Selección. Le dije: “Acá hay grandes figuras, este equipo está consolidado, trabajamos mucho para este Mundial, lo tuyo es algo sorpresivo y estamos contentísimos, vas a hacer tu aporte, pero mirá que hay jugadores que quedan en el banco que son impresionantes. Vos tenés que captar enseñanzas, entonces por ahí son pocos minutos y tienen que ser aprovechados; ganarse un lugar en plena competencia no es fácil”. Fue así y él vivió muy bien todo eso.
-Volvamos, José, ¿por qué no aceptó ninguna de las propuestas que recibió?
-En un primer momento, no podía aceptar dirigir una Selección de Sudamérica porque no estaba preparado para competir contra Argentina, estuve mucho tiempo haciendo el duelo. Tuve también un tiempo de transición para la familia. Ahora ya pasó, tengo ganas de dirigir.
-¿Con Boca se reunió antes de Borghi?
-Sí, los dirigentes estaban haciendo acercamientos, entrevistas.
-¿Qué tiene que pasar para que agarre?
-Estoy con ganas y me siento pleno, pero no me gusta postularme. Siempre llegué solo. En el 94 estaba afuera del fútbol y un día, en AFA dijeron que iban a nombrar a un técnico de juveniles. Armé un proyecto y lo presenté. Todos me decían “Tenés cero por ciento de chances”, pero siempre pensé que el que quiere ver a alguien, lo ve, si realmente está en el tema. Es el gran problema, que no se conoce.
-¿Por qué casi no da notas?
-Porque estoy un poco... resentido no sé si es la palabra, siento que en el ambiente siempre se habla de lo malo y se polemiza.
-¿Cómo ve a Sabella en la Selección?
-A Alejandro lo conocí cuando llegó con Passarella a la Selección, hablábamos mucho. Hoy digo: “Apoyemos a Sabella desde el lugar que estemos. Tenemos que confiar y darle crédito. Y si tenemos que opinar, opinemos pensando en que esto es un ciclo y dejemos que este ciclo prospere, no veamos fantasmas”. Acabamos de despedir a un entrenador que había expresado una idea y duró siete meses. Arrastramos frustraciones por los resultados y esto no tiene fin, es imposible que haya éxito si no se sostiene un proyecto. Sé que hay muchos heridos cuando se nombra un entrenador. Yo lo viví. A esos les pido por favor, si realmente quieren al fútbol argentino, que apoyen y dejen trabajar. Para darle la impronta a un equipo se necesita tiempo. Puedo decir con conocimiento que los juveniles alcanzaron un estilo. Y eso que cuando empecé también se reían ... Vos ves que estoy dolido, ¿no? (sonrisa resignada). Hubo periodistas que decían: “A este lo van a echar al primer torneo que pierda, es muy aburrido”. Yo no pensaba así, y si hubiera perdido habría sentido que por lo menos intenté un cambio para las selecciones juveniles.
-Apenas ganó la Copa América, el Maestro Tabárez afirmó sobre el crecimiento de su país: “No inventé nada, solo observé lo que hizo Pekerman en la Argentina”.
-Quiero agradecerle a Tabárez esa declaración, sinceramente la valoro muchísimo, me llena de orgullo porque él hoy está en la cúspide.
-Acá pasó inadvertida esa declaración.
-Es que acá estamos rápidos para decir “Italia ganó muy bien el Mundial” (nueva sonrisa resignada), porque nosotros pateamos mal los penales y quedamos eliminados y por ahí Pekerman hizo mal los cambios, pero lo bueno no sirve, porque el resultado no nos ayudó.
-¿No le duele que los juveniles hayan desbarrancado, con todo lo que le costó construir su proyecto?
-Ya está, ya pasó. Acá hubo un interés por producir un cambio, yo participé de ese cambio, pero para mí este tema es pasado.
-¿De verdad no le molesta que antes se menospreciaran sus logros en juveniles, y ahora que no se consiguen se critica lo mal que están manejados?
-No quiero hablar más de eso, para mí es una etapa superada.
Etapa superada. Es la hora de volver a sentarse en el banco, para José. Es la hora de seguir enseñando.
Por Diego Borinsky / Fotos: Hernán Pepe
LA MIRADA profunda, como los conceptos. José ya dejó atrás el duelo de la Selección, el año para disfrutar a los nietos y está listo para volver al ruedo.
-¡Cómo no lo voy a conocer! Usted es Pekerman, el de la Selección
-Pero mirá que no dirijo más la Selección, me fui en el 2002.
-Sí, está en el Leganés, me lo dijo mi papá.
-No estoy más en la Selección, pero yo represento siempre al fútbol argentino, así que hoy voy a hablar con Hugo Tocalli, que está armando el equipo para el Sudamericano y te va a llamar en los próximos días, vos contale a tu papá.
Han transcurrido siete años de aquel contacto inicial con el pequeño genio en una canchita de las afueras de Madrid, el Km 0 de una traza llamada a hacer historia de oro, y José Pekerman no solo recuerda con fidelidad aquel diálogo sino que se ve atrapado por la emoción.
Está en un restaurante de Palermo, intentando dar cuenta de un sándwich de salmón cuando la requisitoria periodística y su pasión para responder le ofrecen alguna tregua, y entre tantas cuestiones difíciles de contestar -¿por qué no dirige? ¿por qué cree que desbarrancaron los juveniles? ¿por qué no aceptó seguir en la Selección?-, el imán Messi le enciende el relato, lo traslada a aquel encuentro íntimo y fundacional. Hay mucha sanata alrededor de Messi: muchos técnicos que juran haberlo descubierto, muchos periodistas que juran haberle hecho la primera nota, muchos espectadores que juran haberlo visto por primera vez en una cancha. Pekerman lucha contra su timidez y su modestia, pero el testimonio tiene sustento de sobra para ser creíble. El Balón de Oro que ganó Messi, el primero de todos, con dedicatoria especial para José, no lo deja mentir. Ese Balón de Oro es a la vez un testigo mudo, un tesoro más valioso quizás que los tres mundiales juveniles que obtuvo, un gesto para agradecerle toda la vida. Tenerlo a Messi con la Celeste y Blanca no tiene precio.
Hablar de Messi se está convirtiendo para los argentinos –otra coincidencia más con Maradona- en un deporte nacional, la droga futbolera nuestra de cada día. Sigamos, entonces.
-¿Por qué fue a verlo esa vez?
-En el ambiente ya se comentaba que había un rosarino que la rompía en el Barça. Yo vivía en España y trabajaba en el Leganés; Aimar dirigía la primera, yo era el manager y miraba pibes. Buscábamos llevar a los que no iban al Atlético ni al Real y por eso cuando había partidos en las afueras de Madrid iba a mirar. Esa vez jugó el Alcorcón contra el Barcelona. Se comentaba que Lionel iba para el sub 20 español. Lo vi y... bueno, dije: hay que moverse rápido.
-¿Qué recuerda del partido?
-La primera imagen pocas veces me falla... Y fue impresionante. Ese mismo día lo llamé a Hugo, faltaban días para dar la lista. “José, ¿vos estás tomando algo? Sabés cómo trabajamos, ¿creés que faltando tan poco puedo llamar a uno nuevo?”, me dijo. “Hugo –le contesté-, te pido por favor, sé que los tiempos no dan, pero lo único que te digo es que estoy sorprendido, es algo diferente, mirá que he visto jugadores, eh... Por favor, hablá con Julio (Grondona), al menos que arme un partido amistoso; después, si no lo podés llevar al Sudamericano, no importa, pero armen ese partido”.
-Y se armó ese partido contra Paraguay en cancha de Argentinos.
-Sí, iban 2-0, entró Lionel y terminó 8-0. Unos meses más tarde, Txiki Begiristain, el director deportivo del Barcelona, me preguntó: “¿Se puede saber qué le hicieron a Messi en la Selección?”. Enseguida me puse a la defensiva. “Porque aquí teníamos a este chico como un proyecto a largo plazo, pero vino del Sudamericano e hizo unos entrenamientos maravillosos y Rijkaard quiere habilitarlo para que juegue la Liga pero no puede porque todavía no tiene los papeles como comunitario”.
-La Selección le permitió dar ese salto.
-Fue el primer click, empezaba a madurar y de repente se vio con jugadores de Argentina que ya eran figuras, mientras en España se veía como un chico. Allá lleva mucho tiempo codearse con los de Primera, y en la Selección se vio muy cerca y eso en su interior lo movió. En el club estaban contentísimos. A los pocos días renunció Bielsa, me llamó Grondona para que asumiera en la Mayor y lo hice debutar en la mayor contra Hungría.
-Ahí sí le dijo: soy Pekerman, el de la Selección...
-Sí, sí (risas), fue increíble, las cosas pasaron de una manera vertiginosa. Pero nunca me voy a olvidar cómo le brillaban los ojitos aquella primera vez que hablé con él en Madrid, por eso sufro tanto cuando se dicen cosas feas.
-Como que no canta el himno y esas pavadas...
-Claro, porque hay que entender todo lo que le pasó a este chico. Para mí fue un gran orgullo que cuando ganó su primer Balón de Oro me dedicara el premio.
-¿Cómo se enteró?
-France Football lo había elegido como el mejor del mundo, tenía que pasar un video en la premiación y le pidieron a Messi que eligiera a quienes habían sido importantes en su carrera. En la parte deportiva, Lionel me eligió a mí.
-¡Qué linda escarapela!
-Y sí... porque entre la amargura del día que nos eliminó Alemania en el Mundial, y que todos se quedaron con el recuerdo de que Lionel no entró en ese partido, el reconocimiento que tiene hacia mí lo valoro muchísimo.
Aqui Pekerman. El recuerdo de uno de los primeros sketches de Videomatch, el de Pablo y Pachu con el handy, regresa con fuerza. Aquí Pekerman, el verdadero, sin actuar, hablando de fútbol y de sus días, una escena infrecuente desde hace 5 años, el tiempo que transcurrió desde que renunció a la Selección mayor tras la eliminación en Alemania 06 por penales. En ese lapso, José fue entrenador del Toluca y Tigres, ambos de México, y recibió más de 20 propuestas de trabajo, desde Selecciones como las de Estados Unidos, Australia, Japón y Chile, hasta equipos como Boca, y Sporting Lisboa y Burdeos, de Europa. Se sabe: José es especial, aspira a trabajar en un escenario que este medio esquizofrénico está cada día en peores condiciones para ofrecerle.
-¿Qué hace en el día a día?
-De todo un poco. Juego con mis nietos, los voy a buscar al jardín y veo mucho fútbol, siempre revisando cosas de los distintos equipos. Nos encontramos una vez por semana con Néstor Lorenzo, integrante de mi cuerpo técnico, y charlamos de lo que vemos para mantenernos actualizados. A veces veo tres partidos a la vez: uno por internet y dos por la tele.
BELLA postal del Campo de Polo de Palermo. José, en la oficina de Pascual Lezcano, su representante.
-Sí, con ellos soy un chico más. Me dicen Nono. Son tres varones y se nota que les gusta el fútbol... tienen incentivo. Son los únicos que me pueden sacar del sllón cuando miro un partido.
-¿Qué le genera ver al Barcelona?
-Y… me da alegría, en este Barcelona hay mucho de lo que a mí me gusta y siempre admiré. Yo digo que si uno mantiene una filosofía, cree en una idea y tiene la fuerza para seguir sosteniendo lo que se hace, se puede lograr esto. Pero no se consigue en seis meses.
-¿El Pekerman entrenador está durmiendo la siesta?
-No, ninguna siesta. A mí me han venido a buscar de todos los lugares del mundo, ni hablar de las tentaciones económicas, pero siempre dije: ¿qué voy a ir a hacer a lugares donde uno no tiene un conocimiento pleno y no sabe si va a poder desarrollar un proyecto? Japón, China, Australia, Qatar... Siempre contesté: no le temo a la manera de vivir, simplemente si uno va a enseñar fútbol, al menos debe saber cómo piensan, qué quieren hacer. Por eso no me decidía. Para el Mundial de Sudáfrica me invitaron a trabajar como comentarista para la cadena Al Jazeera Sports con técnicos de renombre como Wenger, Sacchi, Aragonés, Laudrup y Bebeto, y luego estuve un mes en Qatar para la Copa de Asia y aprendí mucho.
-O sea que si ahora te llaman de Qatar...
-Por lo menos tengo un conocimiento. Pienso que el entrenador, cuando toma una responsabilidad, va a servir a la causa. Hoy por ahí dicen, “En Venezuela quedó marcado lo de Pastoriza”, o “En México quedó marcado lo de Menotti”, o Bielsa en Chile, Martino en Paraguay, Calderón en Arabia...
-Si va es para hacer algo importante, ¿eso quiere decir?
-Sí, porque está probado que el jugador y el entrenador argentino marcan alguna diferencia en los estilos y en la manera de trabajar. Ahora, cuando vos decís “algo importante”, creo que es bueno para reflexionar... Por ahí yo soy un poco aburrido a veces, por eso no soy de dar notas...
-Aburrido no, José, es conceptual. A veces se va un poquito de la pregunta, nada más...
-Bueno, vos dijiste “importante”, y acá tenemos una confusión tan grande con lo que es importante. Hoy son los resultados, entonces el que gana es el importante, está de moda y no se lo discute. Del que gana no se analiza nada y al que pierde nadie lo felicita. En el 2006 se hizo la apoteosis de Italia como el mejor porque ganó el Mundial. Y yo quiero discutir si fue el mejor. Ahora, no lo podés discutir, porque como perdiste te dicen que ponés excusas. Pero qué pasa, vas al Mundial siguiente y esa filosofía de Italia queda eliminada en la primera ronda porque no te replanteaste nada. Tres meses después de cada Mundial, la FIFA hace un congreso con todos los entrenadores que participaron de ese Mundial y se analizan las distintas áreas: marketing, estadios, media, técnica. Se hacen debates y se vota. Se piden propuestas también. ¿Vos sabés a qué Selección eligieron como la mejor del 2006?
-¿Argentina?
-Sí. Y el partido Argentina-México como el mejor de esa Copa, en términos de táctica y oposición.
-¿Por qué no siguió en la Selección, entonces, si todos querían que siguiera?
-Te voy a hacer una corrección: todos no. Sí es verdad que Grondona me insistió mucho para continuar. Siempre he querido lo mejor para la Selección, pero me parecía que no era bueno que siguiera, aunque siempre voy a agradecerle a Julio la oportunidad que me dio. Creo que a cambio también di muchas cosas. Yo tuve que asumir en una emergencia, por la salida de Marcelo, y el objetivo planteado era clasificar al equipo lo más rápido posible y luego hacer un buen Mundial. Y hacer un buen Mundial, para Argentina, era estar entre los cuatro mejores. Como ese objetivo no se alcanzó, decidí irme.
-Pasaron 5 años, ¿qué hizo bien y en qué se equivocó?
-Ya pasó, no doy vueltas sobre las cosas.
-¿Le molesta que le recalquen a cada rato no haber puesto a Messi contra Alemania?
-Ehhhhh, cada uno tiene derecho a pensar lo que quiera. Cuando fuimos al Mundial, Lionel todavía no estaba consolidado en el Barcelona, por supuesto que era noticia por cada jugada que hacía, pero no era un jugador base del equipo, entonces yo lo alentaba para que tuviera paciencia. En su club y en la Selección. Le dije: “Acá hay grandes figuras, este equipo está consolidado, trabajamos mucho para este Mundial, lo tuyo es algo sorpresivo y estamos contentísimos, vas a hacer tu aporte, pero mirá que hay jugadores que quedan en el banco que son impresionantes. Vos tenés que captar enseñanzas, entonces por ahí son pocos minutos y tienen que ser aprovechados; ganarse un lugar en plena competencia no es fácil”. Fue así y él vivió muy bien todo eso.
-Volvamos, José, ¿por qué no aceptó ninguna de las propuestas que recibió?
-En un primer momento, no podía aceptar dirigir una Selección de Sudamérica porque no estaba preparado para competir contra Argentina, estuve mucho tiempo haciendo el duelo. Tuve también un tiempo de transición para la familia. Ahora ya pasó, tengo ganas de dirigir.
ENERGICO, en Argentina - México, por los octavos de Alemania 06. Detrás, Ricardo La Volpe.
-Sí, los dirigentes estaban haciendo acercamientos, entrevistas.
-¿Qué tiene que pasar para que agarre?
-Estoy con ganas y me siento pleno, pero no me gusta postularme. Siempre llegué solo. En el 94 estaba afuera del fútbol y un día, en AFA dijeron que iban a nombrar a un técnico de juveniles. Armé un proyecto y lo presenté. Todos me decían “Tenés cero por ciento de chances”, pero siempre pensé que el que quiere ver a alguien, lo ve, si realmente está en el tema. Es el gran problema, que no se conoce.
-¿Por qué casi no da notas?
-Porque estoy un poco... resentido no sé si es la palabra, siento que en el ambiente siempre se habla de lo malo y se polemiza.
-¿Cómo ve a Sabella en la Selección?
-A Alejandro lo conocí cuando llegó con Passarella a la Selección, hablábamos mucho. Hoy digo: “Apoyemos a Sabella desde el lugar que estemos. Tenemos que confiar y darle crédito. Y si tenemos que opinar, opinemos pensando en que esto es un ciclo y dejemos que este ciclo prospere, no veamos fantasmas”. Acabamos de despedir a un entrenador que había expresado una idea y duró siete meses. Arrastramos frustraciones por los resultados y esto no tiene fin, es imposible que haya éxito si no se sostiene un proyecto. Sé que hay muchos heridos cuando se nombra un entrenador. Yo lo viví. A esos les pido por favor, si realmente quieren al fútbol argentino, que apoyen y dejen trabajar. Para darle la impronta a un equipo se necesita tiempo. Puedo decir con conocimiento que los juveniles alcanzaron un estilo. Y eso que cuando empecé también se reían ... Vos ves que estoy dolido, ¿no? (sonrisa resignada). Hubo periodistas que decían: “A este lo van a echar al primer torneo que pierda, es muy aburrido”. Yo no pensaba así, y si hubiera perdido habría sentido que por lo menos intenté un cambio para las selecciones juveniles.
-Apenas ganó la Copa América, el Maestro Tabárez afirmó sobre el crecimiento de su país: “No inventé nada, solo observé lo que hizo Pekerman en la Argentina”.
-Quiero agradecerle a Tabárez esa declaración, sinceramente la valoro muchísimo, me llena de orgullo porque él hoy está en la cúspide.
-Acá pasó inadvertida esa declaración.
-Es que acá estamos rápidos para decir “Italia ganó muy bien el Mundial” (nueva sonrisa resignada), porque nosotros pateamos mal los penales y quedamos eliminados y por ahí Pekerman hizo mal los cambios, pero lo bueno no sirve, porque el resultado no nos ayudó.
-¿No le duele que los juveniles hayan desbarrancado, con todo lo que le costó construir su proyecto?
-Ya está, ya pasó. Acá hubo un interés por producir un cambio, yo participé de ese cambio, pero para mí este tema es pasado.
-¿De verdad no le molesta que antes se menospreciaran sus logros en juveniles, y ahora que no se consiguen se critica lo mal que están manejados?
-No quiero hablar más de eso, para mí es una etapa superada.
Etapa superada. Es la hora de volver a sentarse en el banco, para José. Es la hora de seguir enseñando.
Por Diego Borinsky / Fotos: Hernán Pepe