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"El Mágico" Matías Suárez

Es cordobés, tiene 23 años, jugó 2 temporadas en Belgrano y lleva tres deslumbrando en el Anderlecht de Bélgica. Goleador de los que saben con la pelota, está en la carpeta del Barcelona y de otros clubes importantes de Europa. Su mujer, prima del Potro Rodrigo, también la rompe en los escenarios.

Por Redacción EG ·

10 de mayo de 2012
  Nota publicada en la edición de abril 2012 de El Gráfico 

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El fútbol profesional entrega, cada tanto, perlitas de espíritu amateur que invitan al asombro. De entre el berenjenal de contratos millonarios, autos de lujo y glamour de estadios europeos, de repente uno mete la mano, revuelve y saca una historia que no puede menos que sorprender.

Matías Ezequiel Suárez es un cordobés de 23 años que debutó en la primera de Belgrano de Córdoba y hace más de 3 temporadas viene sacudiendo redes y destilando calidad en el Anderlecht de Bélgica, club del que se marchará casi con seguridad en julio, cuando algunos de los 10 clubes pesados del continente, según afirman los especialistas del mercado, termine pagando los más de 20 millones de euros para contar con sus servicios. El Barcelona, entre otros, lo tiene en carpeta.

El 9 de febrero de 2011, la Selección Argentina dirigida por el Checho Batista se enfrentaba a Portugal en Suiza. El triunfo por 2-1 se selló sobre la hora, gracias a un penal convertido por Messi. Aprovechando que su compañero de equipo en Bélgica, Lucas Biglia, estaba convocado para ese partido, Suárez viajó con su esposa y la familia de Biglia a Suiza para ver a su amigo en acción. Y de
paso, uno imagina, para aunque sea desde un costadito husmear el aroma a Selección.

Cuando finalizó el partido, Matías se encontró en el hotel con su amigo. A la 1 y media de la madrugada, los futbolistas estaban ya casi todos en sus habitaciones, con ganas de dormir. A Matías, sin embargo, le quedaba un detalle pendiente: la foto con Messi. La figurita del álbum. El berretín del pibe que juega como profesional y sueña como amateur. El relato desde Bélgica está impregnado de un entusiasmo juvenil que uno advierte con facilidad.

-Le pedí a Lucas que viera si lo podían llamar a la habitación. Y se portó diez puntos. Imaginate: 1.30 de la madrugada, después de jugar, ya en su habitación y te llaman para pedirte que vayas unos minutos. Lionel no tuvo problemas y bajó para charlar un rato y sacarse un par de fotos. Eso marca su humildad.

-¿Le dijiste quién eras?
-No, Lucas le había dicho que estaba con un amigo abajo y nada más. No le pude decir nada, de los nervios que tenía. Lo vi y se me puso la piel de gallina. Sólo posé y me sacaron la foto.

Lo curioso es que Matías cuenta con chances de ser próximamente compañero de Messi. El y Biglia están en la carpeta de los catalanes y fueron observados. El pequeño genio, al menos, ya debe saber de quién se trata.

Lo de la piel de gallina también es curioso, porque Matías es hincha de Boca y de Belgrano, un combo clásico en las ciudades del Interior del país (el de tener dos equipos preferidos). Su rostro y su estilo de juego son prácticamente desconocidos para el gran país futbolero. Como se inició en Unión San Vicente, de su provincia, luego pasó a Belgrano para completar su formación y apenas dos años más tarde de debutar en Primera cruzó el charco sin escalas previas en Buenos Aires; hay que ser un experto en fútbol internacional para decir “Este es Suárez” cuando le muestran una foto. Aunque cada día resulta más amigable escuchar al periodista de estudios centrales que avisa: “Otro gol de Matías Suárez en Bélgica”.

¿Quién sos, Matías?
“Nací en Córdoba capital en una familia humilde con 5 hermanos, yo el más chico de todos –se presenta-. He sufrido carencias y alguna que otra vez faltó la comida, días en los que sólo se comía de noche y se iba zafando. Roberto, mi viejo, fue pintor de autos, hacía chapa y pintura. Tenía asma, pobrecito. Una vez se cayó y perdió el riñón por el golpe. Otra, se dio una tabla en la cabeza y ahí empezaron los problemas en serio, porque se le fue formando un tumor ahí y finalmente murió de cáncer hace 11 años, justo el día que yo cumplía 14. Fue un cumpleaños muy triste, todos en el velatorio. Hay que aceptarlo, no queda otra”.

La marca le quedará por siempre a Matías. Sabe que no podrá alegrarse del todo en cada uno de sus cumpleaños porque el recuerdo del padre estará acompañándolo. “A mi vieja la tengo, gracias a Dios, y aunque vive en Córdoba viene seguido a vernos”, se emociona.

Imagen SE ACERCO a Suiza a ver un partido de la Selección y sacarse una foto con Messi.
SE ACERCO a Suiza a ver un partido de la Selección y sacarse una foto con Messi.
Matías recuerda que de pibe era su padrino el que lo llevaba a ver a Belgrano en colectivos que cargaban Piratas en ventanillas y techo. “Me daba miedo, te soy sincero”, reconoce.

-Definite como jugador, acá no te vimos.
-Nueve nueve no soy, me siento un segundo delantero, me gusta jugar suelto, de enganche, mediapunta. Mi ideal es tener delante un nueve de área como compañero, yo moverme libre y con dos rapiditos por los costados.

-¿A qué delantero admirás?
-Mi ídolo ídolo es Riquelme. Me encanta cómo juega. No hablé nunca con él, pero tengo su camiseta firmada en un cuadro en casa. Me llegó por mi representante.

-¿Cuál es tu punto fuerte?
-Tratar de estar libre para recibir, para encarar, lo que más me gusta es el uno contra uno. A mí me gusta driblear.

Conocida su manera de jugar, es hora de averiguar cómo es el campeonato belga, si hay tan poca presión como uno imagina.

“Se dio todo rápido. Mi idea era pasar por un equipo de Buenos Aires, pero el Anderlecht me acercó su propuesta y aunque no conocía nada del club ni del país, acepté porque era una buena oferta económica para ayudar a mi familia. Lo más lejos que había llegado era Buenos Aires, pero no me arrepiento de nada, porque estoy en un club muy profesional”, analiza, aún conservando la tonada de origen.

A la par de sus goles, fue juntando apodos: La Joya, Oreja, El Artista, El Mágico. “Sinceramente no le doy gran importancia a ese tema –asegura-. Víctor Brizuela me puso La Joya cuando jugaba en Belgrano, en la pensión ya me decían Oreja y cuando llegué acá, en mi primer partido, unos hinchas habían hecho una bandera en la que pusieron ‘El Mágico”. Fue algo que me sorprendió. Esa gente me bancó a pleno desde el primer día, sobre todo en los momentos iniciales en los que mucho no jugaba, por ahí entraba 10 minutos e igual me cantaban, y hoy la prensa me llama ‘El Artista’, incluso lo dicen en español”.

Aquellos primeros pasos mal dados, con una operación de meniscos incluida, le demandó un año y medio de adaptación final. Incluso llegó a pensar en pegar la vuelta, como hacen tantos argentinos que no encuentran su lugar y regresan sin pelearla. “Mandé a mi representante a hablar con el club para decirles que me quería ir. Ellos se negaron, aunque había jugado muy poco querían que me quedara, se ve que me tenían fe”, repasa, y esa fe se terminó plasmando en goles a granel y un botín de oro como el mejor futbolista del 2011 en Bélgica.

Aunque el holandés es un idioma que asoma como un jeroglífico para Matías, con el francés más o menos se rebusca. Tener siempre un argentino de compañero le activó la pereza y lo retrasó en el aprendizaje, pero hoy resalta que entiende casi todo aunque le cuesta soltarse a hablar: “Soy medio vergonzoso, tímido”.

El francés-cordobés todavía no fue homologado por ninguna Real Academia, y ni hablar de cómo podría sonar el cuarteto en un vestuario donde además de argentinos y belgas hay futbolistas de Hungría, Suecia, Senegal, Polonia y Congo. “No pude, lo intenté pero no pude, acá son muy fríos y no escuchan música o de última cada uno está con su i-pod. A mí me encanta la música, escuchar estos temas me alegran y me sacan los nervios, veremos si en algún momento podemos meter cuarteto”, se ilusiona.

Estima que el torneo belga es similar al holandés y que, con la llegada de sudamericanos y españoles, se elevó la vara técnica. ¿Si se puede jugar tranquilo? “Hay mucha presión, no es la de Argentina porque eso creo que no existe en ninguna parte del mundo, pero nos ha pasado de ganar partidos y tener que irnos silbados porque jugamos mal. O que nos tiraran piedras nuestros propios hinchas cuando perdimos un clásico”, argumenta con pruebas en la mano y completa: “Anderlecht es el más grande de Bélgica. Todos piensan que acá no te meten presión, y no es así, en todo el mundo la gente cada vez siente más pasión por el fútbol”.

Con las grandes ciudades europeas a mano, admite que si tiene un día libre, por ejemplo, se suben a la camioneta con la familia de Biglia y la de Pablo Chavarría y se va a París, que está a dos horas y media. Es el destino preferido de sus amigos y familiares. “Todos me piden ir a París, porque además de ser una ciudad hermosa está Eurodisney. Ya me lo conozco de memoria. Yo los acompaño pero me quedo abajo, no me subo a los juegos ni loco, porque soy bastante cagón”.

Los partidos de la promoción entre Belgrano y River, por supuesto que los vio pegados a la tele: “Nos juntamos en casa, nos comimos un asadito y no lo podíamos creer. Yo le tenía fe a Belgrano, pero era River, con toda su gente, así que me sorprendió el ascenso. Enseguida llamamos a Córdoba y empezamos a hablar con la familia. Con el Mudo Vazquez nos mandamos mensajes apenas terminó el partido, con Mansanelli también. Acá veo todo, tengo una parabólica con todos los canales de España, no me puedo quejar”.

-¿Sabés que estás en la mira del Barcelona?
-Algo me contaron y me pone muy contento, es un sueño que piensen en mí, o que me hayan venido a ver, aunque sea eso. Eso ya es demasiado. Hay un sueco que juega conmigo que tiene un conocido en España que es muy amigo del hermano de Guardiola. Y cuando se lesionó David Villa empezaron a analizar variantes. Me enteré de que vinieron a verme a algún partido y eso ya me puso contentísimo.

-¿Y eso te presiona o te motiva más?
-Me pongo muy contento, me da más motivación, más ganas de jugar... Si Dios quiere, supongo que este año pasaré a un grande de Europa. Es mi sueño.

-¿Y en la Selección te ves con alguna chance con todos los delanteros top que hay?
-Es difícil, porque los delanteros argentinos son los mejores del mundo. Muchos periodistas me preguntaron si jugaría en la selección belga, y he dicho “Muchas gracias”, pero mi sueño es jugar en la de mi país y sé que haciendo las cosas bien en una liga importante, tendré aunque sea una chance. Tengo 23 años, soy joven. Una chance voy a tener.

OTRO GOLAZO

Imagen MATIAS, su mujer Magalí y su hija Halona con el botín de oro.
MATIAS, su mujer Magalí y su hija Halona con el botín de oro.
El frío de tu adiós. El tema de la portorriqueña Olga Tañón sonó en el Casino de Ostende, Bélgica, el 12 de enero del 2012 en la gala de premiación al mejor futbolista del campeonato, y a Matías Suárez, el ganador del botín, le corrió por la espalda lo más parecido a un escalofrío. La que cantó no era otra que Magalí Olave, su mujer, quien impactó al auditorio por su voz, sensualidad y belleza. Matías fingió cara de sorprendido, aunque estaba al tanto del asunto. "Claro que me avisó antes, a mí no me gustan las sorpresas, y menos de este tipo. Estuvo practicando varios meses, además de haber estudiado canto muchos años, y su actuación generó una gran conmoción, le vinieron a hacer notas de Francia y ya la convocaron para grabar un disco", destaca el goleador. Magalí era prima del Potro Rodrigo (sus madres son hermanas) y ya en Córdoba hacía coros en la banda de Ulises Bueno, otro primo de Rodrigo. El padre de Magalí, además, era el baterista de la banda de Rodrigo. El amor entre el futbolista y la cantante nació cuando Matías jugaba en Belgrano a través de Darío, un compañero que tocaba en la banda. "Un poquito celoso me pone el tema, pero estoy muy contento, porque en su momento Magalí dejó todo para acompañarme y ahora puede seguir con lo que le gusta", concluye.


Por Diego Borinsky. Fotos de AFP