Anecdotario: broncas y entreveros
Algunas situaciones desopilantes que protagonizaron aquellos árbitros de ayer, que se bancaban las paradas más bravas. Había que ser guapo con tipos como Nai Foino, o el uruguayo Esteban Marino.
Por Redacción EG ·
20 de febrero de 2019Roberto Alfredo Perfumo buscaba explicaciones al auge del fútbol "fuerte y varonil" de los años Setenta.
—El jugador no tenía el concepto de profesional que adquirió más tarde. La mayoría llegábamos de los potreros donde cada uno tenía más peleas que Nicolino Locche. Nos peleábamos por cualquier cosa, éramos así porque ese tiempo era así. Después influyó la plata grande que uno ganaba si conseguía la Copa, el reglamento y los referís. Los referís eran unos fenómenos. Tipos como Duval Goicochea o el uruguayo Esteban Marino te expulsaban y, cuando le ibas a reclamar, decían:
—Ahora te echo y después, afuera, te cago a trompadas...
De esa estirpe de referís de la que hablaba Roberto Perfumo fue Carlos Nai Foino. Una vez, en un River-Vélez en el Monumental, entró un hincha de la barra brava de River identificado como "Sandrini". Cruzó toda la cancha para agredirlo. Cuando llegó a un metro de distancia, Nai Foino sacó un cross de derecha y lo noqueó. Y de inmediato ordenó la reanudación del partido. Ni siquiera pidió garantías. La mejor garantía la tenía en sus puños.
Nai Foino era el mismo referí que dio el famoso penal a favor de River y contra Boca que definió el Campeonato de 1962. Aquel que, adelantándose, Antonio Roma le atajó al brasileño Delem. En esa oportunidad, cuando los jugadores de River le reclamaron que lo hiciera patear de nuevo, Nai Foino se los sacó de encima con un movimiento de manos, mientras les decía: —iAire! iAire! Penal bien pateado es gol...
El "Turco" Esteban Marino era un referí infaltable en los partidos de Copa. Entre otros, dirigió la revancha entre Racing y el Celtic Glasgow, en Avellaneda, por la Intercontinental de 1967. Para él, todas las broncas eran cosas del oficio... Y esas cosas, con el tiempo, se convertían en anécdotas. Así contaba que una vez le tocó dirigir un partido dificilísimo entre Fénix y Uruguay-Montevideo. Cuando terminó se armó una trifulca fenomenal porque los hinchas de Uruguay-Montevideo no aceptaban la derrota. Marino estaba en el centro del campo y escuchó que, detrás de él decían:
—iAl juez! iAl juez!
Se dio vuelta y con la guardia bien armada los enfrentó:
—i¿Al juez qué?!
—Al juez hay que protegerlo... —respondieron los muchachos, que cambiaron de decisión sobre la marcha
