¡Habla memoria!

Roberto Porta, Pocillo

La descripción de Borocotó de uno de los primeros uruguayos tentados por el profesionalismo porteño. Un tipo que defendió a Independiente con toda su sangre. Uno de esos que no se achican aunque lo maten.

Por Redacción EG ·

13 de diciembre de 2018
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Uruguayo. El 26 de julio de 1931 debutó en la primera de Independiente. siendo uno de los primeros jugadores orientales tentados por el naciente profesionalismo porteño. Jugó en Avellaneda hasta el 15 de agosto de 1934. Pasó al Ambrosiana (hoy Inter) de Italia, fue titular de la Selección "azurra" y regreso a Nacional de Montevideo al desatarse la Segunda Guerra Mundial. Ganó el título uruguayo cinco veces seguidas y protagonizó el partido en que se produjo la mayor goleada en los 80 años de historia del clásico Peñarol-Nacional 8-0, en 1941.

Imagen Jugó en Independiente desde 1931 a 1934. Fue campeón con Uruguay en la Copa América de 1942.
Jugó en Independiente desde 1931 a 1934. Fue campeón con Uruguay en la Copa América de 1942.


Roberto Porta, Pocillo

Tacaño, escolaseador, amable y discreto manguero...

—¿Tenés diez guitas pal diario?

Y le pagan el diario.

—Pagá vos el ómnibus que yo no tengo cambio.

Y le pagan el ómnibus.

Me contó un muchacho "cuyo nombre ahora no recuerdo", que si en El Gráfico le pusiéramos con una manguera en la mano tendríamos un éxito extraordinario. En la otra mano había que ponerle un par de gemelos para que pudiera ver desde lejos las patitas de los caballos que le gustan.

Es cabrero. Fuerte, cuadrado de tan ancho de espaldas, tiene una sangre bárbara. Es de, los que no se achican aunque lo maten, y el tipo que ha defendido a Independiente con toda su sangre, como si desde su nacimiento hubiera sido hincha de los rojos. Recuérdese el gol con que abrió el score en aquel match en que River después le zampó media docena. Se largó como una bala, entre un mar de patas, con la cara casi contra el suelo y consiguió cabecear marcando uno de los goles más emocionantes que he visto en mi vida, para quedar desmayado contra el poste en el cual pegó de cabeza. 
Imagen Con Antonio Sastre, antes compañeros en el Rojo, en un encuentro Nacional frente a Independiente
Con Antonio Sastre, antes compañeros en el Rojo, en un encuentro Nacional frente a Independiente


Vino formando ala con Enrique Fernández, excelente jugador, pero de distintas características y con quien no consiguió armonizar mucho. Cuando le pusieron a Sastre de compañero, fue una revelación. A veces el ala se excede en juego improductivo, pero en lo que se refiere al entendimiento parece que hubieran jugado juntos desde la pasada encarnación. Y no es sólo en la cancha que esos dos reos se entienden. Fuera de la misma también, al punto que son los dos más revoltosos de las concentraciones. Interesante es anotar la espontaneidad de ese entendimiento del ala citada porque se produjo la primera vez que se encontraron uno al lado del otro. 

Porta tuvo un tío que fue un extraordinario centre half: Abdon Porte. Cuando el winger de Independiente vino a Montevideo, ese era su apellido, pero luego se comprobó un error y fue preciso aceptar los papeles en contra de la tradición. Aquel Abdon Porte fue el gran obstáculo que encontró Piendibene en su larga carrera futbolística. Pudo pasar a Lodos los centre halves menos al Indio. Contra ese tipo tesonero, alto, delgado pero recio, nada tuvo que hacer. Hace años, cuando ya se vislumbraba el advenimiento de Alfredo Zibechi, Abdon Porte se llegó al Parque Central, a la cancha de Nacional de Montevideo. En la oscuridad de la noche buscó su puesto y se suicidó allí, sobre aquel lugar en el que su figura había accionado con voluntad y coraje, en el mismo sitio en que Piendibene había quedado detenido siempre. 

 ¿Por qué se suicidó ese hombre en plena juventud? Nunca se supo bien. Existe la leyenda de que decidió dar ese paso por su gran amor al fútbol y por no resignarse a dejar de ser primer actor sobre aquel césped que recibió su cuerpo inerte y lo humedeció con lágrimas de rocío.

Roberto Porta a heredado esa sangre de su tío paterno Tiene dentro ese deseo de jugar, ese espíritu de sacrificio que lo llevó a no medir el peligro cuando el triunfo del team lo exige que se arriesgue el cuero. Ignoro si volverá a Independiente. Por Montevideo se dice que está decidido a irse a Italia. Puede ser que ese viaje no se realice. Aquí en Avellaneda quedó algo más que un club de fútbol. Está una novia que espera.

BOROCOTÓ (1934)