Las Crónicas de El Gráfico

1970. River aprendió la lección

Juvenal analiza el cuarto partido superclásico por Copa de 1970. En La Bombonera, River empata y se clasifica a la semifinal. A Boca la Libertadores se le seguía negando.

Por Redacción EG ·

09 de noviembre de 2018
River fue a buscar un resultado a la Bombonera y lo consiguió, con medios poco convincentes desde el punto de vista estrictamente futbolístico. Con ayuda de la fortuna -esa misma fortuna que otras veces usó frente a River la camiseta del contrario-, en varias salvadas providenciales de su valla. Dejando en el aire la duda sobre la pureza absoluta del gol de Ortega, protestado por mano, y del que se seguirá hablando por mucho tiempo. Corno hablan todavía los riverplatenses del penal de Gallo contra Vélez que todos vieron menos el árbitro... Porque en fútbol hay una ley de compensaciones no escrita pero de permanente vigencia, que hace del quejoso de hoy el beneficiario de mañana y del favorecido de hoy el perjudicado de mañana... Esta vez, le tocó a River…

 Pero volvió a tocarle a Boca ese extraño maleficio que lo viene persiguiendo desde hace ocho años (en 1963 perdió las dos finales contra el Santos, allá y aquí) en la Copa Libertadores, dejándolo, una vez más, fuera de la competencia. En total, River y Boca han jugado este año cuatro partidos por la Copa. Boca ganó dos, perdió uno y empató el otro. Por una de esas ironías tan ligadas al juego, esos dos triunfos de Boca, que parecieron disipar toda duda sobre la superioridad boquense en el clásico, fueron el banco de experimentación para que River estudiara la forma de eliminar a Boca del torneo…
Imagen Tiro libre para Boca en forma de comer corto. Tira Larrosa Y van a buscarla. Marzolini, Rojitas, Nicolau, Savoy y Rogel. Salió Perico Pérez y chocó con Marzolini, Ferreiro recibió un golpe y cae tomándose el estómago.
Tiro libre para Boca en forma de comer corto. Tira Larrosa Y van a buscarla. Marzolini, Rojitas, Nicolau, Savoy y Rogel. Salió Perico Pérez y chocó con Marzolini, Ferreiro recibió un golpe y cae tomándose el estómago.


Imagen Hay un rebote.. Un pique. La pelota se eleva y va al palo Izquierdo de Pérez. Supera el salto de López. Tampoco llegará Savoy al cabezazo. Toca en el poste y se va de la cancha...
Hay un rebote.. Un pique. La pelota se eleva y va al palo Izquierdo de Pérez. Supera el salto de López. Tampoco llegará Savoy al cabezazo. Toca en el poste y se va de la cancha...


 

A GOLPES SE APRENDE

En Núñez (último partido del Nacional 1969 y primero de la Copa 1970) y más tarde en la Bombonera, River aprendió una dura lección: la generosidad física y temperamental volcada en un masivo intento de ataque, no es suficiente si no se tiene idea de lo que significa fútbol asociado. Además, aprendió que frente a Boca, abrir espacios a espaldas de la última línea defensiva, ofreciéndoles campo a las llegadas por sorpresa de los volantes, es exponerse al suicidio. Y para los dos encuentros con Boca por los cuartos de final, lo que era irreflexivas muestra de vocación ofensiva sin tomar la más mínima precaución ante el posible contraataque rival, se trocó por una especulativa actitud de retroceso masivo cuando Boca tenia la pelota, y prudente espera en el fondo, sin dejar claros para el hombre queentra a buscar el pelotazo en profundidad. Esta vez, a River le bastaba el empate para clasificarse. Era cuestión, entonces, de trabajarle los nervios a Boca, con ayuda del reloj, y aguardar pacientemente la posibilidad de un contraataque exitoso. Las dos circunstancias se dieron. El equipo que iba a buscar el empate llegó a encontrarse con la posibilidad del triunfo. Y explotando la desesperación adversaria,  River pudo elevar su ventaja en tres contraataques que sus delanteros no supieron terminar con la certeza que Tito Onega demostró cuando tuvo su oportunidad y la convirtió en gol. Después de esos goles perdidos por River, vino el empate.

LA IMPOTENCIA DE BOCA

Hay un momento clave dentro de cada partido, que basta para definir un argumento futbolístico desarrollado durante 90 minutos y explicar un resultado. Así, por ejemplo, los dos minutos que siguieron al gol de Coch que ponía 2 a 1 en favor de Boca un partido que estaba manejando River (primer encuentro de esta Copa Libertadores), pusieron en evidencia que al cuadro de Labruna le faltaban fuerza anímicas y capacidad futbolística para dar vuelta esa derrota. Y esos 8 minutos finales que siguieron al empate de Ángel Rojas en la Bombonera, que eran para que Boca se jugara el todo por el todo, fueron el vivo retrato de la impotencia boquense para ganar el partido. Allí se vio que al equipo le faltaba la dosis de convicción ganadora y la cuota de potencia que se necesitaban para poner de espaldas a un rival que, por el contrario, mantenía intactos su temple y su dominio estratégico de la situación, aunque Boca fuera aparente dominador del campo y la pelota. Y tanto fue así, que salvo los taponazos disparados por Nicolau con desesperación desde cualquier distancia y los “ollazos" que seguían devolviendo cada vez más agrandados los marcadores centrales de River, no hubo más peligros reales para el arco visitante. La única posibilidad clara de variar las cifras que se registró desde el gol de Rojias hasta la pitada final, fue un contragolpe genialmente manejado por Daniel Onega y terminado por Minniti con un disparo alto desde neta posición de gol... 
Imagen Perico Pérez retiene un cabezazo de pique al suelo de Madurga a los 63 minutos. Un minuto después llegaba el gol de Onega.
Perico Pérez retiene un cabezazo de pique al suelo de Madurga a los 63 minutos. Un minuto después llegaba el gol de Onega.


Es claro que a Boca le faltaba un jugador fundamental para intentar ese "algo más" que necesitaba en esos 8 minutos de la verdad: Norberto Madurga, expulsado a los 74 minutos de juego junto con Carlos Rodríguez. Pero a River también le estaba faltando un elemento vital para mantener su resistencia sin necesidad de comprometer a su línea de fondo en salidas a la descubierta, porque el Chamaco había maniatado prácticamente a Savoy durante esos 74 minutos anteriores, anulando al cerebro creador del ataque boquense. Y como al mismo tiempo se produjo la salida de Ferreiro, lesionado por Larrosa, Y su reemplazo por Morcillo, la defensa de River sintió en su estructura esos cambios. Scotta bajó para correr a Savoy con el resto de energías que le quedaban y Nicolau se fue decididamente al ataque, a sumar allá arriba lo que a Boca le había faltado durante tres cuartas partes del encuentro: vigor físico y temperamental para forzar la llegada. 

SECCION "DESAPARECIDOS"

Esos 8 minutos finales explicaron por qué River se llevó el empate y por qué Boca no supo alcanzar el triunfo. En los 82 minutos restantes, Boca dispuso de la pelota, la cancha y la iniciativa durante por los menos 70. River planteó bien el partido que mejor le convenía: el Chamaco "a muerte" sobre Savoy en todo el campo, Recio tomando a Madurga cuando cruzaba la media cancha, y la línea final, firme en la espera. Daniel Onega y Trebucq obstruyendo a Medina cuando partía, obligándolo a llevar la pelota hasta taparse y tapar a los demás compañeros. Y aunque Madurga se tiró bien a la derecha, casi como 7 retrasado, para hacerse receptor y armador, tocando y yendo a buscar adelantado, esa sola contramedida no bastó para alterar un planteo que iba metiendo al ataque boquense en la horma que le había preparado River a las puertas de su área.

Imagen El gol de Daniel Onega. Ya le dio con el revés del pie derecho, cacheteándola al palo izquierdo de Roma, Medina no llega. Pese al empate de Rojas, este gol vale la clasificación.
El gol de Daniel Onega. Ya le dio con el revés del pie derecho, cacheteándola al palo izquierdo de Roma, Medina no llega. Pese al empate de Rojas, este gol vale la clasificación.


Contra Madurga y su inquietud creadora, conspiraron sus propios compañeros de avanzada, con excepción de Larrosa, quien intentó asociarse a sus arranques,aunque sus cruces a la derecha terminaron por achicarle la cancha al ataque local. Savoy y Rojitas se entregaron a la marca rival con mansedumbre, casi con resignación. Ponce logró algún éxito parcial frente a Dominichi (quien le otorgó toda clase de ventajas para recibir y arrancar), pero se lo notó fuera de ritmo y de estado emocional para esta clase de compromisos. Cuando Coch reemplazó a Ponce, siguió recibiendo las mismas ventajas por parte de Dominichi, pero se limitó a tirar centros para el rechazo cómodo de la defensa riverplatense.

Por el lado de River, Oscar Mas se encargó de engrosar la lista de "desaparecidos", que registró el clásico, acusando el clima psicológico de un partido donde se jugaban tantas cosas. Es cierto que Nicolau lo cruzó violentamente a los 38 minutos (foul-advertencia tipo Ubiñas), y desde ese momento hasta que lo reemplazó Minniti (49 minutos), acusó un dolor en la cadera. Pero antes, tampoco se lo vio en la cancha, y allí River perdió un argumento importante para pegar en contragolpe, sobre todo porque Suñé sigue empeñado en demostrar que se olvidó de todo lo que sabía... Minniti contra Marzolini pareció uno de esos partidos de potrero en que hay "robo". Pero, al menos, corrió y trató de hacerse útil al equipo trabando la salida franca de los defensores boquenses.

 Madurga empezó muy bien y se fue enredando en sus nervios y en la impotencia de una lucha contra muchos enemigos y con muy pocos aliados. Terminó perdiendo precisión y haciéndose expulsar en dos reacciones casi consecutivas contra Carlos Rodríguez.

 Mientras estuvieron en la cancha, los dos fueron presencias importantes para sus equipos. Madurga, intentando lo que nadie concretaba en Boca: armar, prosperar, penetrar, llegar al gol. Rodríguez, anulando a Savoy y dándole a River, sin necesidad de apelar a violencias, simplemente haciendo sentir el fervor para la lucha, lo que River necesitaba para esta final: temperamento, presencia, personalidad.' 
Imagen A los 70 minutos media vuelta de Rojitas al ángulo izquierdo y otra notable atajada de Perico.
A los 70 minutos media vuelta de Rojitas al ángulo izquierdo y otra notable atajada de Perico.


EL TOQUE ONEGA

Pero la gran figura de River, el hombre que demostró la necesidad del talento aun en partidos como éste, en que el equipo va a negociar un resultado, - fue otra vez- Daniel Onega. Del principio al fin. Desde poco más atrás de la mitad de la cancha hasta el arco adversario. Y pensamos que Boca volvió a equivocarse, a subestimarlo como cerebro creador del adversario, porque le dio libertad para armarse, arrancar, seguir y llegar. Es claro que Tito no es Savoy ni es Rojitas, quienes aceptan la marca y ahí se quedan. Sin ese chispazo eléctrico que llena los ojos de fútbol cuando el Muñeco Madurga zigzaguea y se va, Daniel es muy vivo para destaparse y tener ya dominado el panorama antes de recibir, de modo que la continuidad de la maniobra está siempre asegurada entre su recepción, su toque y su desplazamiento hacia otro claro. Además, en el gol, mostró la repentización de los que saben. Boca en pleno asegura que la acomodó con la mano. Desde nuestra ubicación, arriba, y viéndole el brazo derecho y el nueve de la espalda, sólo con rayos X podríamos decir sí la bajó con la mano zurda. Sólo podemos imaginarlo. Y otro tanto debe haberle pasado al árbitro, quien llegabade atrás, y que no puede cobrar lo que imagina sino lo que ve. 
Imagen Aquí murió la llegada de Boca, absorbida por una línea de cuatro en la que López y Larraignée fueron impasables. La actitud de Savoy y Rolitas es muestra elocuente de resignación e impotencia para llegar.
Aquí murió la llegada de Boca, absorbida por una línea de cuatro en la que López y Larraignée fueron impasables. La actitud de Savoy y Rolitas es muestra elocuente de resignación e impotencia para llegar.
 

 Cuando Tito se la llevó, tras la mano de Nicolau no cobrada, sorteó la mano de Rogel, que intentó tomarlo porque el pique de Onega lo sorprendió a contrapiema, la defendió del acoso de Orlando Medina, esperó la salida de Roma y definió con una cachetada admirable al palo opuesto. Como alguna vez se lo vimos hacer en ese mismo arco a Ángel Labruna, frente a la salida de Mussimessi... 

Todo el bloque defensivo de River, con excepción de Dominichi (por los motivos apuntados), tuvo un rendimiento impecable. Si fuera preciso destacar a uno, nos inclinamos por Larraignée, verdadero patrón de su zona, esperando, cortando y entregando sobre el mismo quite. Néstor Scotta, puede ser la imagen de lo que pretendió mostrar River en la Bombonera: la importancia del esfuerzo comunitario. No se quedó esperando arriba la pelota para el gol. Luchó, mordió, ayudó al compañero comprometido, derrochó piernas y pulmones, atrás y adelante. A tal extremo que en un claro contraataque propiciado por el sagaz Onega, cuando quedó sólo frente a Roma, le faltó resto físico para definir y clavar. un 2 a 0 de asombro en la red local...
Imagen 82 minutos. Centro de Coch que suben a buscar López y Savoy. La pelota sale hacia la derecha, dentro del área chica, donde Rojitas remata desde un ángulo muy cerrado haciendo dar la pelota en el palo opuesto antes de seguir hacia la red
82 minutos. Centro de Coch que suben a buscar López y Savoy. La pelota sale hacia la derecha, dentro del área chica, donde Rojitas remata desde un ángulo muy cerrado haciendo dar la pelota en el palo opuesto antes de seguir hacia la red
 
Imagen Savoy va a buscarla dentro del arco. Boca parece decidido a jugarse. Pero ya nada alterará el 1 a 1.
Savoy va a buscarla dentro del arco. Boca parece decidido a jugarse. Pero ya nada alterará el 1 a 1.


NICOLAU Y SU EJEMPLO

Por el lado boquense, descontados los "desaparecidos" (Savoy, Rojitas, Ponce, Coch, Suñé) y los equivocados (Medina, al final Madurga), surge la figura del hombre que demostró sentir con más intensidad que ninguno de sus compañeros lo que este partido representaba para su equipo: el cordobés Nicolau. Hubo momentos en que se excedió y su fervor llegó a la agresividad física. Pero, ¡cuánto luchó! ¡Con qué fuerza! ¡Qué firmeza la suya en el fondo! A veces, sólo entre dos rivales y ganando, por jugador y por hombre... ¡Con qué ganas fue a buscar arriba lo que nadie podía encontrar! Si ese cañonazo que sacó al recibir un tiro libre corto de Rojitas, iba adentro, se lo merecía con creces... Pero allí, la fortuna jugó para. Perico Pérez, el remate raspó el palo y se fue de la cancha... Iban 78 minutos y si Boca empataba a esa altura no sabemos qué podía haber ocurrido... 

Imagen El festejo final de los jugadores de River frente a su enfervorizada tribuna...
El festejo final de los jugadores de River frente a su enfervorizada tribuna...


EL HEROE HUMILDE

Perico Pérez fue importante en dos salvadas notables (cabezazo de Madurga y media vuelta de Rojitas a un ángulo) y por la seguridad que trasmitió desde el arco a todo su equipo. El joven arquero de River merecía esta reivindicación. Un mal rebote en el primer partido por la Copa, justamente contra Boca (gol de Villagra), y dos goles más en los que Coch le pegó endiabladamente a la pelota, bastaron para colgarle el caliento: "NO SIRVE. NO ES ARQUERO PARA RIVER". Lo relegaron. En su lugar actuó Hugo Carballo, otro modesto y valiente defensor de los tres palos, quien tuvo grandes actuaciones en Bolivia y Perú, cooperando en la conquista de varios puntos que han permitido esta clasificación de River. Contra Boca, en Núñez, se lesionó Carballo al salvar un gol. Y entró de nuevo Perico Pérez, para impedir el empate en tres intervenciones excepcionales. Le tocó ir a la cancha de Boca, allí donde admirados y geniales antecesores sufrieron la presión emocional de la tribuna o se comieron goles bastantes “quinieleros”…Fue, atajó, mostró una personalidad que pocos arqueros de River han mostrado en similares circunstancias y en el mismo escenario, se convirtió en responsable importante del resultado que consiguió River y obligó a rectificar juicios apresurados. Por nuestra parte, pensamos que le falta aprender bastante. Está lejos de Carrizo o de Gatti, Pero ES HOMBRE. Y en un arquero, esa condición vale tanto como el dominio de las bisectrices o la intuición para adivinar lo que hará el contrario…

JUVENAL (1970)

Fotos: ALFIERI, FORTE, PAGANETTI, ALESSANDRINI, ABACA, FERNÁNDEZ, González (H), ALVARADO Y DÍAZ.