¡Habla memoria!

Velocipedia

En un libro editado en París en 1895, aparece esta valiosa historia del origen y evolución de uno de los inventos más geniales de la humanidad: la bicicleta.

Por Redacción EG ·

19 de octubre de 2018
Imagen
Según parece, se hallan ciertos jeroglíficos egipcios donde con un poco de buena voluntad puede verse la representación de una bicicleta. ¿Quiere decir que conocieron el caballo de acero, y que los súbditos de los Faraones sostuvieron records al pie de las Pirámides? Cruel enigma que no tenemos tiempo de resolver aquí. Tampoco nos detendremos en los primeros coches automóviles que se ensayaron en los siglos XVI y XVII. Llegaremos desde luego a los celeríferos, primeros antecesores de la bicicleta moderna. Los celeríferos : dos ruedas de madera situadas en el mismo plano y enlazadas por un listón que servía para sentarse: tal fue el principio descubierto en 1790 por M. de Sivrac.

El ciclista (?), a horcajadas en el listón, imprimía movimiento a la máquina apoyando los pies en el suelo. El listón se cambió por un caballo de madera, y así nació la velocipedia. Aún estaba muy lejos de ser un sport, y hasta la Restauración el celerífero, convertido en velocífero o velocípedo, siguió como un juego pesado y ridículo. En 1818 se adelantó un gran paso. Un barón bávaro, Drais de Sauerbon, tuvo la idea de articular el velocífero. En lugar de un Listón, puso dos, unidos por una simple clavija de madera, y colocó un "timón" en el juego delantero de la máquina, que tomó el nombre de Draisiana.
Imagen Draisiana.
Draisiana.


Drais de Sauerbon hizo también máquinas de dos asientos, uno detrás de otro, y máquinas de tres ruedas, antecesores venerables y rudimentarios del bitándem y del triciclo. Este precursor sufrió las burlas de París cuando experimentó su máquina, la cual, según los satíricos de su tiempo "tenía privilegio de invención como única para recorrer catorce leguas en 15 días”.

Más en tanto que en Francia la reputación nacional de pueblo ingenioso era causa de que nuestros padres tomaran a risa la draisiana, los ingleses reformaban los planos y fabricaban draisianas de hierro. Más ligeras y dirigibles que las primeras, tuvieron en Inglaterra un éxito completo. Fueron famosas. El hobby horse (así llamaron a las nuevas draisianas) tuvo sus profesores, sus campeones, sus cancioneros y caricaturistas. Las misses y las ladies montaron en el caballo de acero, y durante una temporada ésta fue la distracción de la sociedad inglesa. Al poco tiempo pasó de moda el hobby, deteniéndose por largos años el primer impulso del velocípedo por la vía del progreso. La resurrección debía ser magnifica. El velocípedo iba a tener su Mesías

.
Imagen Con muy buen humor, la revista que publicó este monociclo, decía: "Tiene control mágico; significa que si usted puede controlarlo, usted es un mago"…
Con muy buen humor, la revista que publicó este monociclo, decía: "Tiene control mágico; significa que si usted puede controlarlo, usted es un mago"…
En efecto, en 1855 comenzó una era nueva, gracias a un parisiense, un humilde cerrajero de coches, Michaux, el inventor del pedal. Michaux recibió un día encargo de arreglar una draisiana— todavía se hallaban algunas en París — y se admiró de la tosquedad de semejante máquina. Buscó la manera de producir el movimiento directamente sobre la rueda sin impulsar la máquina con los pies. Primero trató de fijar en uno de los radios de la rueda cierto modo de biela que se movía con la mano. Mejorando luego su invento adaptó a la rueda delantera un mecanismo semejante al de la rueda de afilar, aplicando al movimiento la pierna en vez de la mano.

Por último, hechas las manivelas, fijó en su extremo un gran clavo derecho, que fue el primer pedal.

El invento del cerrajero parisiense tuvo un éxito grandísimo (1). Diez años después, la casa Michaux y Compañía, fabricaba velocípedos para el mundo entero, ocupando más de 500 obreros en una gran fábrica. Pero el pobre Michaux había de concluir mal. Arruinado por empresas desgraciadas, el gran hombre concluyó en Bicétre, loco y empobrecida.
Imagen El hijo de Pierre Michaux ,  Ernest , en un velocipede en 1868.
El hijo de Pierre Michaux , Ernest , en un velocipede en 1868.


Michaux tendrá pronto su estatua levantada por suscripción, y pocos hombres poseerán mayores méritos para esta prueba de agradecimiento público: la invención de Michaux ha sido, en efecto, el punto de partida de todos los progresos de la velocipedia. Provisto de esos bienhechores pedales, y poco después de un freno, se convirtió el velocípedo en un sport muy conocido, desde 1865 a 1869, aunque todavía era objeto de discusiones.

Desde su primera aparición dio lugar a una campaña en contra suya. A la cabeza de estos enemigos se hallaba M. Sarcey, que en mayo de 1869 pedía desde las columnas de La France la supresión de esta "excentricidad ridícula y sin porvenir". Le Gaulois llamaba los velocipedistas "necios con ruedas". 

Los tribunales prohibían el uso de la nueva máquina en Virtud de las ordenanzas de policía que no toleran en la vía pública los ruegos de bolos, tejos, etc. En el Congreso se propuso un impuesto especial de 50 francos sobre cada velocípedo.

Imagen La prensa se burla del nuevo invento “Fondo ideal para ocho pasajeros de la familia. Ahorrará usted dinero, porque nunca conduce a ninguna parte. Admirará su propio paisaje y, si va lo suficientemente ligero, el paisaje es el mismo de cualquier modo"
La prensa se burla del nuevo invento “Fondo ideal para ocho pasajeros de la familia. Ahorrará usted dinero, porque nunca conduce a ninguna parte. Admirará su propio paisaje y, si va lo suficientemente ligero, el paisaje es el mismo de cualquier modo"
Estos ataques, cuyo recuerdo consuela de las pequeñas vejaciones que aún sufre el ciclista, tuvieron la consecuencia natural de las persecuciones: desarrollaron la velocipedia, que caminó rápidamente de perfección en perfección.

Primero desapareció por completo la madera en la construcción del velocípedo. Luego se rodeó la llanta de un círculo de caucho. Más tarde, un americano, Swuray, aplicó el cojinete de bolas (billes) de los volantes de máquinas industriales al cubo de la rueda directriz.

Por ese mismo tiempo, 1869, se abrió en Paris una exposición de velocípedos. Hubo carreras en el Pré Catalán, y luego una gran carrera por camino real: París-Ruan, por San Germán, Mantes y Vernon. Carrera célebre que tuvo lugar el 7 de noviembre de 1869. La ganó un inglés, J. Moore, que llegó al término en 10 horas y ¾, o sea con velocidad media de 12 kilómetros por hora.

En 1875 se realizó el gran raid París-Viena.

En 12 días y 10 horas, dos velocipedistas franceses, MM. Laubaillé, del Véloce-Club d'Angers, y Pagis, del Vélo-Sport, recorrieron los 1.254 kilómetros que separan ambas capitales.

El año 1875 se nota por un acontecimiento no menos importante: la construcción de velocípedos con llantas, horquillas y cuerpo de acero hueco, reduciéndose el peso de la máquina en varios kilos.

En 1878 Renard inventa el radio tangente.

Imagen Grabado con una carrera femenina en París de 1868
Grabado con una carrera femenina en París de 1868
En 1879 se construyeron los primeros triciclos prácticos, y después de ellos aparece la tricicleta.

La primera que se hizo distaba mucho de las maravillas que ahora se fabrican. Tenía la forma extraña y fea de los grandes biciclos, con sus ruedas desiguales que daban al ciclista el aspecto de un mono tomado a un aro; pero se había encontrado el principio de la multiplicación, la rueda posterior se convierte en rueda motriz, y ya está la bicicleta en movimiento.

Desde entonces todos los esfuerzos se han dirigido al perfeccionamiento del caucho, el neumático ha sustituido al hueco... esperando que un hombre de genio descubra el verdadero no agujereable, piedra filosofal de la velocipedia.

(1)   Un Interesante estudio hecho por M. H. Piazza, redactor del "Cycle", atribuye a Rogerio Bacon el invento del pedal, Michaux es, por lo menos, el primero que ha llevado el descubrimiento a la práctica, y como seguramente él no fue a buscar la idea en las obras del fraile inglés, queda su gloria intacta.

Paris 1895

(Publicado en EL GRÁFICO el 20 MAYO DE 1938)