Las Crónicas de El Gráfico

1930. No solamente en Boca se juega de noche

Hermosa nota sobre el potrero y la noche, en un tiempo de iluminación artificial escasa pero que no era un impedimento para la pasión. Por Borocotó.

Por Redacción EG ·

05 de septiembre de 2018

NO SOLAMENTE EN BOCA SE JUEGA DE NOCHE

Nuestro amigo y compañero Chantecler es de los que se acuestan temprano. Después de cenar se juega una lotería de cartones con su purretada, la que no lo deja llegar ni al cuaterna y a las nueve ya está haciendo la plancha de costado y con los ojos cerrados. Es de los muchachos de antes que no usaban gomina, pero que se endurecían los "tegobis" con cosmético y gastaban calzoncillos largos de franela amarilla. Por eso no ve el fútbol nocturno y ha dicho que no resulta. Es claro que la cosa no es como de día, porque nada más claro que el día, pero eso no es un índice para asegurar que la hinchada de fútbol no es calavera. Con darse una vuelta por los cafetines del centro y de los barrios, encontraría una punta de futbolers taqueando o tirándole la oreja a Jorge. Y si los futbolers gustan de la noche, más derecho tienen los hinchas, que no están obligados a observar un entrenamiento. En su artículo, Chantecler dice que la primera cancha iluminada ha sido la de Vélez Sarsfield y la segunda la de Boca. ¡Qué error! Bueno: a los viejos hay que disculparlos, porque son he le época en que solamente pateaban los ingleses. Todavía nuestra muchachada criolla no so había dedicado a las apiladas, y, en esas condiciones, no había ni fútbol nocturno ni diurno, porque aquello de correr unos cuantos pantalonudos detrás de una pelota tirando "palante", no se podía llamar fútbol. Pero después que los criollos tornaron afición por la redonda, se empezó a Jugar antes y después de la comida, después y antes del mate.

 

LAS PRIMERAS CANCHAS

A la luz de la vidriera del almacén, punto cardinal de la purretada y local que sirvió para la fundación de miles de clubs, siempre se ha jugado. Si la iluminación es deficiente, los pibes se dedican a hacer combinaciones en un espacio reducido. Bajo todos los faroles de luz macilenta del arrabal triste y maravilloso, siempre se ha jugado. Siempre existieron las canchas iluminadas y San Telmo tiene las suyas. En los potreros portuarios, iluminados más que aquellas canchas de frente a las vidrieras y las otras ubicadas bajo los arcos voltaicos, todas las noches hay fútbol… y del bueno.

La purretada amiga se reúne a las ocho de la noche y se juega hasta las once tino de esos partidos formidables que comienzan con veinte para cada lado y terminan con diez por team, porque algunos no tienen permiso hasta muy tarde. En esos matches intervienen Pirucho, Pepona, Coco, Padre, Peluca, Tomasito, Asesino, Berretín, Charleta, El Ruso, El Ñato (en todos los barrios siempre existen rulos y ñatos), Pedrito, Mensajero, Mariulo, Varón y otrora cuyos nombres ahora no recordamos, tanto los de pila como esos que se non endilgan de pibes y que nos acompañan durante nuestra niñez Identificándonos, al punto de que nuestros amigos más íntimos desconocen aquel con el cual nos anotaron en el Registro Civil.

 

JUGADORES DE POTRERO

Imagen PIRUCHO, PAPONA Y COCO, tres formidables centrales que actúan en los potreros Iluminados de San Telmo, en los matches veinte por bando.
PIRUCHO, PAPONA Y COCO, tres formidables centrales que actúan en los potreros Iluminados de San Telmo, en los matches veinte por bando.


El lugar es Ideal: fresco e iluminado. Los arcos están bajo faroles, pero en algunos sitios la penumbra impide ver la pelota. De ahí que muchas veces se confunda una pata con aquélla, y se arme el lío:

—¿Paiqué me diste esa patada, desgracian?

—Fué sin querer.

—Me la vas a pagar.

No hay botiquín, no existe el referee, no hay nada más que un potrero de arcas construidos con montones de ropa, una pelota y la barra dribleadora; lo suficiente como para hacer fútbol. El juego a base de gambetas. Nadie pasa. El que pesca la guinda después de haberla visto pasar durante un rato sin pellizcarla, quiere sacarle el jugo. Comienza a apilar, Pasa a uno, a dos, a tres, a todos, pero no del todo. Los tiene siempre alrededor. El potrero es chico y el jugador eludido vuelve a interponerse. De pronto se arma el borbollón. Uno ha caído, la pelota anda entre un jeroglífico de patas y los chisporroteos se producen. Salen heridos, se quejan durante unos segundos y vuelven a jugar. Ostentan los pibes un entrenamiento prodigioso. Son jugadores de potrero que no usan tobilleras, ni rodilleras, ni botines de fútbol, que se fajan sin salir de la cancha por lesiones, Las piernas se machucan, de ellas brota sangre, pero continúan. La pasión es más fuerte que el dolor, al punto que hace olvidarlo. El cuerpo es joven y resistente a los golpes. Después, cuando llegan a primera, comenzarán a sentirse niñas y quejarse de todo.

Primera. Es el sueño; el punto en que convergen los anhelos. El primer deseo es jugar por Liga y el horizonte la primera. Ni se atreven a soñar con los internacionales.

Saben que no todos pueden llegar. Comprenden que esa suerte está reservada a la ínfima minoría. Los que al ir creciendo van comprobando que la bota de potro no es pa todos, se resignan a abandonar los fields. Otros envejecen en las divisiones inferiores sin probar un solo partido en la primera, ni aun por enfermedad de los titulares. Pero aquellos que llegan y se convierten en cracks, esos guardan un profundo amor a los potreros sin arcos y en donde no pudo crecer el pasto porque se jugaba todo el día… y hasta de noche. Y esos son los que ante millares de aficionados encandilan las pupilas revelando las lecciones aprendidas en la escuela del barrio: en el campito criollo.

Imagen LOS QUE VAN A LLEVAR A SAN TELMO A PRIMERA. Son los calaveras del fútbol, porque Juegan de noche… después que se acabó el día. Son de los que se apilan hasta el farol.
LOS QUE VAN A LLEVAR A SAN TELMO A PRIMERA. Son los calaveras del fútbol, porque Juegan de noche… después que se acabó el día. Son de los que se apilan hasta el farol.


¡NO TE ACUESTES, CHANTECLER!

Siempre, pues, existieron canchas iluminadas sin tribunas y sin matches fiscalizados. No dejarán de haberlas aunque en los estadios se dediquen a las óperas por no concurrir las hinchadas. En esos partidos que no cuentan con el aliciente de las masas, realizados cerca de la vidriera del almacén, bajo el arco voltaico y en potreros como los que hemos citado, se juega de noche. Y se juega porque el fútbol hace desafiar la biaba de la vieja y obliga a ser calaveras a la purretada que vive exclusivamente para las apiladas. A Chantecler le convendría no acostarse tan temprano Y venirse a presenciar uno de estos matches en los cuales Pirucho, Papona, Coco, Asesino, Berretín, Peluca, El Nato, El Ruso y otros, ven la pelota en todos lados: hasta sin luz.