Las Crónicas de El Gráfico

1978. ¡Argentina campeón! El origen

Por primera vez, la dirigencia apuesta a un proyecto serio y lo respalda durante cuatro años. Conozca la gestación y desarrollo de la selección del 78, desde la llegada de Menotti hasta la lista de 22 convocados.

Por Redacción EG ·

20 de mayo de 2018
Imagen 1973. Menotti con el plantel de Huracán campeón. El trabajo del técnico en El Globo fue decisivo para su nombramiento.
1973. Menotti con el plantel de Huracán campeón. El trabajo del técnico en El Globo fue decisivo para su nombramiento.


Mi misión no era para nada sencilla: era como buscar una novia para casarse. Médico cirujano, David Bracuto fue designado presidente de la AFA en 1974, luego de ejercer la vicepresidencia en representación de Huracán, el club que conducía y que un año antes había obtenido su primer y único título. Antes de asumir el cargo máximo, había viajado a Alemania, en pleno Mundial, para charlar con el presidente de la FIFA, João Havelange, sobre detalles del campeonato que Argentina debía organizar en 1978. De allí se trajo una observación y una frase. La observación se relacionaba con el funcionamiento de la Selección: “Se trabajaba con irresponsabilidad, los jugadores estaban amargados, los resultados no ayudaban, nadie se ponía de acuerdo.” Y la frase fue del propio Havelange: “Ustedes, los dirigentes argentinos, son los mejores del mundo, pero necesitan continuidad. Hoy hablo con usted, pero seguro que en la próxima reunión, dentro de un año, usted no está más.”

No le faltaría razón a don João, pero esa es otra historia… La lectura de Bracuto era correcta. Argentina necesitaba un plan de trabajo que se ejecutara con responsabilidad y que se mantuviera en el tiempo. Y tenía al hombre indicado, aunque fuera en contra de sus intereses: “Enseguida pensé en Menotti. Para mí era bravo, porque César estaba en Huracán y nos había saca do campeones. Contratarlo para la AFA era quitárselo a mi club, pero luego de analizarlo llegué a la conclusión de que Menotti era irreemplazable. Una mañana fui a verlo y le ofrecí trabajo por cuatro años, hasta 1978. No era cuestión de quemarlo si perdía tres partidos seguidos.” El Flaco se asombró con la propuesta, no la esperaba. Y le respondió con una voz entrecortada por la emoción: “Es la ambición de mi vida.”

El siguiente paso fue más complejo. Bracuto todavía no contaba con el aval de sus pares de Comité Ejecutivo, a quienes debía convencerlos de respetar el exigente borrador de condiciones acercado por Menotti. Nadie le objetó el nombre, era el técnico del momento. Pero varios explotaron como petardos con algunas exigencias, sobre todo la que impedía vender al exterior a jugadores menores de 25 años. Costó, pero lo consiguió.

Menotti, que eligió como principales colaboradores a Rogelio Poncini y al preparador físico Rodolfo Pizzarotti, demostró una convicción firme desde el vamos. Y en sus primeros contactos con la prensa entregaba definiciones como éstas…


“El Mundial de Alemania no me enseñó nada nuevo.”
“A nosotros nos falta convicción, desangustiarnos.”
“En lugar de perder tiempo con jugadas de laboratorio, prefiero trabajar sobre la idea futbolística.”


Y cuando los dirigentes aprobaron su plan, se destapó con una verdadera declaración de principios… :“Los que me ofrecen el cargo tendrán que venir conmigo ante un escribano público para que firmemos el contrato delante suyo. Esta es una empresa muy seria y hay que empezar bien. La idea es jerarquizar a la Selección, incentivar al jugador con partidos importantes y respaldarlo. Jugar contra todos y en todos lados, especialmente con aquellos que, por su estilo, más molestan al jugador argentino. No voy a aceptar ninguna traba para usar a los integrantes del plantel cuando lo considere necesario. El jugador argentino, cuando piensa no corre. Y cuando corre, no piensa. Hay que lograr precisión, velocidad y movilidad. No me interesa ganar 1 a 0 de tiro libre: quiero ganar por haber sido superior al rival.” Parecía, nomás, que el fútbol argentino se ponía los pantalones largos por primera vez en la historia en materia de Selección. Que se daba, por fin, el puntapié inicial a un ciclo teñido de seriedad, pensado para escaparle a las ciénagas del pasado, para escribir la mejor parte del cuento.

El debut fue el 12 de octubre, con el 1-1 ante España. Rogel convirtió el tanto de un equipo bastante diferente al que saldría campeón del mundo: Rubén Sánchez; Pernía, Paolino, Rogel, Carrascosa; Brindisi, Russo, Babington; Houseman, Di Meola, Ferrero. Sólo dos muchachos darían la vuelta en 1978: el Loco Houseman y un pibe que fue al banco, Alberto Tarantini.

Imagen 1976. 20 de Marzo. Gatti en Kiev  atajando en la selección de Menotti. Argentina le ganó a la URSS  1 a 0 con gol de Kempes. El golpe militar sorprendió al equipo de gira por Europa.
1976. 20 de Marzo. Gatti en Kiev atajando en la selección de Menotti. Argentina le ganó a la URSS 1 a 0 con gol de Kempes. El golpe militar sorprendió al equipo de gira por Europa.


Antes de fin de año se jugó con Chile por la Copa Dittborn: 2-0 en Santiago y 1-1 en Buenos Aires. Menotti aún carecía de contrato y era técnico de Huracán, cargo que caducó en diciembre de 1974.

¿Por qué? Porque Menotti se tomó hasta fin de año para elaborar el proyecto en profundidad. “Nuestra tarea –diría luego el Flaco– necesitaba no menos de tres años. Había que estudiar el fútbol, competir, con seguir jerarquía y elegir el mejor equipo para el Mundial. Reconozco que mi contrato era hasta dictatorial, pero era la única manera de que se respetaran las pautas.” Menotti pergeñó el proyecto a partir de sus propias ideas, pero contó con el aporte de algunos amigos y de una persona importantísima en su formación como entrenador: Rodolfo Kraly. Inmigrante yugoslavo, llegó al país en 1934 para jugar en Ferro y luego desarrolló una loable carrera de jugador y entrenador. Aunque el fútbol los había cruzado en años anteriores, Menotti lo trató con más profundidad desde 1972, cuando se inscribió en la Escuela de Técnicos de la AFA. Kraly le dictaba la materia Técnica y Estrategia, pero lo más sustancioso ocurría en las charlas futboleras fuera de hora.

El día que lo confirmaron como técnico de la Selección, el Flaco fue a buscarlo a la Escuela. Kraly estaba a punto de entrar a clase. “Acepté con la condición de que me aceptaran el plan, quiero charlar con usted antes de elaborarlo”, le dijo. “Vení mañana a casa”, le respondió Kraly. Pero Menotti no podía esperar. El yugoslavo faltó a la cátedra de ese viernes, para cambiar ideas con su discípulo durante cuatro horas. Siguieron el sábado en la casa del maestro. Y continuaron el domingo. Al salir, César vio unas maletas en el piso de abajo. Kraly se marchaba con la intención de radicarse en Estados Unidos. “No se puede ir, tenemos que trabajar juntos para la Selección”, le dijo Menotti, antes de ofrecerle un cargo que podríamos enmarcar en las atribuciones de un secretario técnico.

Años después, Kraly recordó el momento para El Gráfico: “Hicimos un plan de 70 puntos que se cumplió casi íntegramente. Buscamos integrar lo congénito de nuestros jugadores con el esfuerzo serio. Y elegimos jugadores que tuvieran aptitudes técnicas en alto grado y velocidad mental, con la finalidad de manejarnos con ideas básica mente ofensivas. Algunos se reían cuando empezamos a llamar jugadores: Gallego no era titular en Newell’s, Passarella no jugaba en River, Tarantini era un chico que recién debutaba en Boca… Pero esos chicos tenían un entusiasmo lírico, no pensaban en lucir se ni en ser vendidos al exterior.”

El ciclo enciende los motores a full a partir de febrero de 1975. La idea madre era utilizar ese año para la consolidación de los conceptos en la mente de los futbolistas. Y arrancar con la competencia fuerte desde 1976. Con el objetivo de armar la base más gruesa de una pirámide que finalizaría con la elección de los 22  jugadores que afrontarían el Mundial 78, llegaron a funcionar tres planteles paralelos: la Selección mayor, una preselección juvenil a cargo del maestro Ernesto Duchini y la selección del interior (integrada con nombres como Ardiles, Villa, Valencia, Felman, Oviedo, Ludueña, Luis Galván…), equipo pensado para competir en los Panamericanos de México y en un torneo internacional en Goias, Brasil, donde  finaliza en la tercera colocación. La primera señal alentadora  la aportan los juveniles, que obtuvieron el tradicional Torneo Esperanzas, en Toulon, Francia. Un equipo  integrado, entre otros, por Passarella, Tarantini, Gallego, Van Tuyne, Trobbiani, Valencia, Valdano…

Y el primer disgusto fue en la previa de un amistoso con Uruguay, en Montevideo. Boca y River no cedieron a sus jugadores para entrenar porque pretendían utilizarlos en el torneo local. Menotti le llevó la renuncia a Bracuto y le exigió que los dirigentes tomaran una decisión: a favor o en contra del proyecto Selección. La movida, riesgosa, le salió bien. Los clubes fueron multados y se engendró el Estatuto de Selecciones Nacionales, que establecía, entre otras cosas, que un jugador citado no podía jugar por su club. Una frase se esparce por todo el país: “Selección Nacional, prioridad número uno.”

Imagen Luque, Bertoni y Villa en la tapa del último número de El Gráfico de 1977.
Luque, Bertoni y Villa en la tapa del último número de El Gráfico de 1977.


Aquel partido con Uruguay terminó con victoria por 3-2, cortando una racha de 20 años sin sonrisas en el Centenario. Y a las tres Selecciones en vigencia se le agregó una cuarta, la de Rosario y Santa Fe, para enfrentar a Brasil y Venezuela en la clasificación para la Copa América. Baley, Luque y Kempes eran tres de sus integrantes.

La temporada finaliza con un buen balance. Además del título en Toulon, otro grupo de cracks incipientes termina tercero en el torneo Juventudes de América; la Selección del interior termina segunda en la Copa Ciudad de México y se logra la medalla de bronce en los Panamericanos. Objetivo cumplido: cientos de jugadores habían pasado bajo la lupa del cuerpo técnico.

Un año duro. Así podría calificarse a 1976, mitad de camino hacia el Mundial. Independientemente de las cuestiones políticas –la irrupción de la dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla y su repercusión interna y externa–, arrecian varios nubarrones de crisis y arranca la deseada etapa de la competencia.

Un fusible saltó cerca del 25 de febrero. Ese día, Argentina tenía pautado un amistoso con Paraguay en Asunción. Pero River y Estudiantes abrían su grupo de la Libertadores. Conclusión: los cinco convocados de River quedaron entre la espada y la pared. Eran nada menos que Fillol, Passarella, Alonso, Luque y Jota Jota López. Se sucedieron negociaciones clandestinas, presiones de diversos calibres y amenazas veladas, hasta que cuatro de ellos –Fillol se recluyó en Monte sin decir ni mu– anunciaron que renunciaban a la Selección. “Fue un acuerdo entre los jugadores y yo. Como sabía que querían jugar para la Selección, busqué la forma de no perjudicarlos. Quedamos en que los llamaría más adelante.”

Argentina vence 3-2 a Paraguay y cae 1-2 ante Brasil, por la Copa del Atlántico. A la semana siguiente, el Flaco convoca a los cinco de River para un almuerzo privado. Van todos menos Jota Jota López. “Ahí perdió la prioridad. Era el primer ocho que había convocado, lo necesitaba para el equipo. Los casos de Alonso y Fillol –explicaría Menotti– fueron diferentes. El Beto tenía a su esposa embarazada y necesitaba quedarse, no podía ir a la gira. Y yo lo entendí: la Selección era importante, pero primero venía la familia. El Pato me planteó algunas diferencias con el plan de trabajo. Yo tenía cuatro arqueros –Baley, Gatti, Lavolpe y él– y pensaba alternarlos en las giras. Fillol no pedía titularidad, sino seguridad. Quería saber si era el uno o el dos. Al final nos pusimos de acuerdo y quedó como cuarto arquero.”

Afuera de la cancha también hubo cambios. A pedido del gobierno, renuncia el Comité Ejecutivo de AFA. Se va Bracuto y asume Alfredo Cantilo.

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El grupo que arrancó en José C. Paz: Passarella, Olguín, Larrosa, Luque, Menotti, Bertoni, Pagnanini, Oviedo. Medio: Villa, Bottaniz, Baley, Lavolpe, Fillol, Tarantini, Killer. Abajo: Bravo, Gallego, Ortiz, Ardiles, Houseman, R. Galván, Valencia y  L.Galván. Falta Maradona luego desafectado con  Bottaniz y Bravo. Kempes y Alonso se sumaron al final.

 

La gira sirvió para sumar. Se eslabonaron victorias contra la Unión Soviética, en Kiev (90 minutos bajo la nieve, gran actuación de Gatti), y ante Polonia, derrotas ante Hungría y Hertha Berlín y un empate frente a Sevilla. Luego vinieron enfrentamientos con rivales sudamericanos (Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile y Perú) y una igualdad en cero frente a la Unión Soviética, en Buenos Aires.

“Fue el peor momento, nadie creía en nosotros”, dijo Daniel Passarella al referirse a 1977, año de copiosa competencia internacional, debuts memorables, dudas varias no pocas críticas.


Osvaldo Ardiles, que sería engranaje clave, casi renuncia a la Selección, harto de los insultos y silbidos. Entre Villa, Passarella y los mates de la concentración lo convencieron para que aguantara.
El equipo participa y gana la Copa de Oro, en Mar del Plata. Y en febrero recibe a Hungría, en la Bombonera, y golea 5-1. La fecha merece destacarse: 27 de febrero. ¿Por qué? Sencillo: ese día, con la camiseta 19, estuvo en el banco y jugó unos minutos un pibe llamado Diego Armando Maradona. Fue su debut en la mayor.
La mini-gira por España resulta frustrante: 1-1 con Irán y 0-1 con el Real Madrid. “Esto sí que es grave”, diagnosticaría el Flaco.
Entre el 29 de mayo y el 12 de julio se programan siete partidos en Buenos Aires. Según el rumor, “si no se suman nueve puntos de los catorce, echan a Menotti”. Y se sumaron nueve, contando dos por victoria: triunfos ante Polonia (3-1), Yugoslavia (1-0) y Alemania Democrática (2-0); empates frente a Inglaterra (1-1), Escocia (1-1) y Francia (0-0); y una derrota con Alemania Federal (1-3).
Hugo Gatti, hasta el momento titular, declara en El Gráfico que no está motivado. Y luego de una reunión con Menotti se decide su exclusión. “Yo no renuncié, la rodilla me sacó del Mundial. Cuando le pedí a César la licencia que no me dio, fue por ese tema, necesitaba descansar y curarme”, se descargaría el Loco. Esa baja le abrió el camino a la reconciliación con el Pato Fillol, carta de triunfo a la hora de la verdad.


El teatro General San Martín fue escenario del sorteo realizado el 14 de enero de 1978. El azar le reservó un grupo durísimo a Argentina, como si no gozara con ningún beneficio por ser anfitrión: Hungría, Francia e Italia.En medio del acto, el dirigente alemán Hermann Neuberger tuvo un diálogo premonitorio con Alfredo Cantilo.

-Aquí le dejo la Copa hasta junio… –dijo el germano, que entregaba el trofeo que habían custodiado durante cuatro años.

-Déjela tranquilo, que en 1982 se la devolvemos en España –le retrucó Cantilo, más que confiado con lo que podría hacer Argentina en el torneo.

En la recta final se encadenaron episodios insoslayables:


Jorge Carrascosa renunció a la Selección por motivos personales, presumiblemente relacionado con sus convicciones políticas. El lateral de Huracán no quería jugar para un equipo que, probablemente, sería utilizado por la dictadura de Videla para acciones propagandísticas.
Reinsertado Fillol, el público y los medios periodísticos presionan en favor de la convocatoria de Norberto Alonso.
En abril, luego de una positiva serie en la Bombonera ante Bulgaria (3-1), Rumania (2-0) e Irlanda (3-1), se integra al plantel el zaguero Osvaldo Piazza, quien rápidamente debe regresar a Francia, donde triunfaba en el Saint Etienne, a causa del accidente sufrido por su esposa.
Luego de un mar de especulaciones, Menotti llama a Alonso, que se presenta en la Bombonera convirtiendo un golazo en el 3-0 sobre Uruguay, último amistoso previo.
El 23 de mayo Menotti dio la lista definitiva y excluyó a tres de los 25 jugadores concentrados en la quinta de Natalio Salvatori, en José C. Paz. Dos de esos nombres no provocaron mayores objeciones: Lito Bottaniz y Humberto Bravo.
El tercero detonó una polémica imperecedera: Diego Armando Maradona, que a los 17 años ya insinuaba lo que sería. El pibe de Argentinos jamás encontraría consuelo, ni siquiera con las palabras que un grande como Enrique Omar Sívori le dijo en un encuentro propiciado por El Gráfico: “Tranquilo, Diego, que sos muy joven. Tenés la verdad del fútbol adentro tuyo y toda la vida para demostrarlo.”


 

PLANTEL DEFINITIVO DE JUGADORES DE ARGENTINA MUNDIAL 1978

(LOS NÚMEROS DE LAS CAMISETAS SURGIERON POR EL ORDEN ALFABÉTICO DE LOS APELLIDOS)

 





3


Héctor Baley


Arquero

 
 



5


Ubaldo Fillol


Arquero

 
 



13


Ricardo La Volpe


Arquero

 
 



7


Luis Galván


Defensor

 
 
 
 



8


Rubén Galván


Defensor

 
 
 
 



11


Daniel Killer


Defensor

 
 
 
 



15


Jorge Olguín


Defensor

 
 
 
 



18


Rubén Pagnanini


Defensor

 
 
 
 



19


Daniel Passarella


Defensor

 
 
 
 



20


Alberto Tarantini


Defensor

 
 
 
 



1


Norberto Alonso


Mediocampista

 
 
 
 



2


Osvaldo Ardiles


Mediocampista

 
 
 
 



6


Américo Gallego


Mediocampista

 
 
 
 



9


Rene Houseman


Mediocampista

 
 
 
 



12


Omar Larrosa


Mediocampista

 
 
 
 



17


Miguel Oviedo


Mediocampista

 
 
 
 



21


José Valencia


Mediocampista

 
 
 
 



22


Ricardo Villa


Mediocampista

 
 
 
 



4


Daniel Bertoni


Delantero

 
 
 
 



10


Mario Kempes


Delantero

 
 
 
 



14


Leopoldo Luque


Delantero

 
 
 
 



16


Oscar Ortiz


Delantero