Las Entrevistas de El Gráfico

Alí Bennaceur, el árbitro de la mano de Dios

El juez tunecino nos cuenta su versión del gol más polémico de los Mundiales. ¿Qué recomendación recibieron los árbitos antes de la Copa y cómo lo calificaron luego de su actuación? Adivinen de qué país era el instructor que recomendó proceder como él lo hizo...

Por Redacción EG ·

10 de enero de 2018
Imagen Maradona saltó más que Shilton y metió "la mano de Dios" para marcar el primer gol de Argentina frente a Inglaterra. Minutos después generó el segundo, el mejor de la historia de los Mundiales. Bennaceur los vio de cerca.
Maradona saltó más que Shilton y metió "la mano de Dios" para marcar el primer gol de Argentina frente a Inglaterra. Minutos después generó el segundo, el mejor de la historia de los Mundiales. Bennaceur los vio de cerca.
El lujo del Acropole Hotel Tunis, cuyas ventanas dan a la peculiar laguna de la capital de Túnez, se refleja en el hall, un oasis de exclusividad de estilo europeo en una ciudad todavía muy anclada a su pasado bereber y a sus costumbres árabes. En su interior, sentado en un sofá, está un señor de 73 años que lleva en sus manos una camiseta celeste y blanca. Es Alí Bennaceur, el referí de Argentina–Inglaterra disputado el 22 de junio de 1986 en Ciudad de México.

-Déjeme ver esa camiseta, por favor…
-Te la traje adrede. Me la regaló Diego Maradona cuando vino acá hace dos años. Estaba en Túnez por un evento publicitario y aprovechó para venir a saludarme. Y me trajo esa remera donde pone “Para Alí, mi amigo eterno”. Fue un gesto estupendo de su parte.

-Un gesto como el de la mano de Dios, algo que usted no vio.
-Antes del Mundial, todos los árbitros hicimos un training específico en el que nos explicaron cómo comportarnos. Y la regla principal fue que, en caso de dudas, confiáramos ciegamente en el asistente que más cerca estaba a la acción. Y fue lo que pasó. Yo miré al lineman (el búlgaro Bogdan Dotchev), que tenía un ángulo de visión mejor que el mío, y él estaba volviendo hacia mitad de cancha y validé el gol. Lo que hice fue sencillo: apliqué el reglamento al pie de la letra. Eramos cuarenta y dos árbitros de la FIFA, y el que nos dio el curso fue un tal Walton. Un inglés. ¡Una señal del azar!

-¿Cómo comunicaban con el lineman?
-Ya habíamos arbitrado juntos Paraguay-Bélgica en fase de grupos y en aquel partido él fue el árbitro y yo el lineman. En el minuto 87, con el resultado de 2-2, anulé justamente un gol a Bélgica por estar mejor posicionado que él y al final del partido, a través del intérprete, Dotchev me dio las gracias por haberle evitado un problema importante. Pero en aquel momento no había intérprete, era cuestión de segundos. Entonces nos comunicamos con la mirada y con los gestos, y estuvimos de acuerdo. Validé el gol porque confié totalmente en él, que me debía algo por el partido anterior. Después, los ingleses alabaron mi actuación, pero dijeron: “¡El búlgaro se merece ser degollado!” (risas).

-En el fútbol de hoy, no solo no sería posible no ver esa mano, sino que también los rivales no le habrían dejado tomar esa decisión de manera tan serena…
-¡Sin duda! Recuerdo que al regresar a la mitad de la cancha tras validar el gol, Lineker, antes de volver a meter el balón en juego, me dijo: “Referee, it was handball” (“Arbitro, fue handball”). Y yo le respondí: “Please play” (“Por favor, juegue”). Los ingleses son los más profesionales y hay que admitir que aceptaron mi veredicto sin prácticamente protestar. Al final del partido, me pusieron una nota de 9,5 sobre 10 por mi actuación.

Imagen Bennaceur, hoy, charlando con El Gráfico con la camiseta de Diego como testigo.
Bennaceur, hoy, charlando con El Gráfico con la camiseta de Diego como testigo.
-El mismo Maradona admitió que sin el señorío de los ingleses no hubiera marcado el gol del siglo, que vendría después.
-Pero en esa acción lo intentaron parar por las malas tres veces. No una, ¡tres! Y el mismo Maradona dijo que si logró marcar ese gol histórico fue también gracias a mí, que le di la ley de la ventaja en tres ocasiones.

-¿Cuán largos fueron los segundos para usted después de haber validado el gol con la mano?
-Para mí, todo pasó rápidamente. Y la verdad es que a mí me confundió la mano de Shilton, que me tapó la de Diego, que fue por la pelota con más ímpetu que el arquero. Pero pocos saben que ese partido a la postre sería mostrado en las academias de los árbitros como un partido dirigido de manera impecable. Eso siempre porque yo seguí a rajatabla los mandamientos que nos impartieron en la formación previa al Mundial.

-En la previa, ¿se imaginaba que iba a ser un partido tan histórico?
-Lo presentí de alguna manera. Recordaba el partido entre Argentina e Inglaterra en el Mundial 1966, una auténtica batalla en Wembley, y sabía que, además de la acritud por la Guerra de las Malvinas, también habría mucha tensión acumulada a nivel deportivo. Pero yo estaba hecho para los grandes partidos. En 1985 hice de árbitro en el Mundial Sub 20 en Unión Soviética y me tocó dirigir el partido entre los locales y China, y después de treinta segundos expulsé al central de la Unión Soviética, que le había pegado a un rival. Fue una decisión complicada de tomar, pero fui siempre fiel a las reglas.

-¿Notó tensión en el ambiente?
-Sabía que iba a haber tensión en la cancha, pero en la FIFA nos dieron toda la tranquilidad posible durante las horas previas al partido. Desde la habitación de mi hotel hasta el vestuario en el estadio fui escoltado, pero nadie me molestó en ningún momento, ni siquiera los periodistas. Eso sí, antes del partido, el responsable de la seguridad del estadio me vino a ver con el intérprete y me dijo: “Cuando le toque pitar el final del partido, hágalo cerca de la línea de cal o delante de la tribuna central. Porque tengo a disposición 25 agentes solo para usted y los otros árbitros”. Y así fue cómo salimos de la cancha. La organización fue perfecta.

Imagen El encuentro Bennaceur y Maradona en 2015. El tunecino le obsequió el cuadro con la foto del sorteo previo al partido.
El encuentro Bennaceur y Maradona en 2015. El tunecino le obsequió el cuadro con la foto del sorteo previo al partido.
-¿Qué dimensión asumió ese partido para usted?
-Sin duda se trataba de un encuentro importante. Pero te puedo asegurar que en mi vida ya había dirigido partidos mucho más complicados. En el caso de Argentina-Inglaterra se trataba de un encuentro entre futbolistas, mientras que en Africa me tocó arbitrar algunos partidos que con el fútbol poco tenían que ver. No olvidaré nunca la final de la Copa de Africa de 1986 en El Cairo. ¡Aquel sí que era un ambiente infernal! ¡Y por culpa de esa final casi no voy al Mundial!

-¿Qué quiere decir con eso?
-En esa época, la Copa de Africa se jugaba el mismo año del Mundial. Aquel año la final fue entre Egipto y Camerún, que había ganado la edición anterior y contaba con dos fenómenos como el arquero Thomas N’Kono y el delantero Roger Milla. La final se jugaba en el estadio internacional de El Cairo, delante de 95.000 espectadores. La presión de la hinchada local era enorme, daba miedo. Pero yo seguí siendo fiel a mis principios y no les iba a dar ninguna ventaja a los anfitriones. Y cuando anulé un gol de Egipto por una falta sobre N’Kono, desde las tribunas voló de todo. Me sentí en una jaula y tuve miedo. El partido terminó en definición por penales y ganó Egipto. No me quiero imaginar qué habría pasado si hubiera triunfado Camerún.

-Hablemos del segundo gol, el mejor de la historia de los Mundiales, cuatro minutos después de “la mano de Dios”…
-Estoy muy orgulloso de haber vivido esta acción histórica. Un auténtico gol de barrio. Asistí a la corrida de Maradona desde el círculo de mitad de cancha, hasta que entró al área y Butcher trató de derribarlo. En aquel momento ya tenía el silbato entre los labios por las dudas, pero al final no necesité pitar, porque en menos de un segundo, mientras el pie de Butcher encontró el de Maradona, el balón ya estaba dentro. Extraordinario. Normalmente los árbitros nos tenemos que anticipar, pero aquella vez un jugador se me adelantó en el tiempo.

-¿Puede ser que con el segundo gol Maradona limpió el engaño del primero?
-Absolutamente. Se trató de una obra de arte de un genio del fútbol. Humanamente hablando, Maradona vino de abajo para ser el más grande futbolista de todos los tiempos. Y para mí, lo sigue siendo. Pese a no tener un cuerpo esbelto y pese a no ser tan rápido, Maradona disponía del timing perfecto para una jugada así. No vi nunca a nadie como él. Y eso que lo vi a Pelé, que tenemos casi la misma edad.

-¿Fue complicado seguir a Maradona en esa jugada?
-Fue asombroso, casi onírico, pero yo estaba físicamente entrenado para el esfuerzo. Hice muchos años de atletismo en Túnez, y durante la preparación previa al Mundial, la FIFA nos había otorgado un preparador físico, un polaco, especializado en la altura. Aquel día jugamos a 40 grados y eran las 12 del mediodía. Pero Diego venía de otra dimensión y aquel gol fue la sublimación de su grandeza. 50 metros hasta el gol. Además, después del primer gol no me quise perder ningún detalle. Y aunque no fue fácil seguirlo, lo logré. Y lo disfruté. ¡En aquel momento, inclusive, sentí pena por los defensores! (risas).

-Después Argentina se relajó. Y tras el gol de Lineker, Inglaterra casi empata de no haber sido por la “Nuca de Dios” de Olarticoechea.
-Te digo más. El partido había vuelto a tener sentido y te confieso que quería el empate de Inglaterra para poder disfrutar de ese espectáculo una media hora más. Me sentí un privilegiado pudiendo dirigir un encuentro tan importante, tanto que mientras corría ni sentía el calor y la humedad, que hacían el aire casi irrespirable. Pero era un momento histórico, mis pulmones y mis piernas lo sabían. Y yo no podía fallar.

Imagen Diego le regaló una camiseta autografiada.
Diego le regaló una camiseta autografiada.
-¿Usted presintió que después de aquella victoria Argentina ganaría el Mundial?
-¡Si Maradona seguía así, por supuesto! Y así fue. En la semifinal contra Bélgica marcó dos golazos y en la final hizo “solo” el pase de gol a Burruchaga, pero fue decisivo. Tuve la impresión de que todos los jugadores querían jugar con él y que sus rivales luchaban solamente contra él.

-¿Cómo se produjo el reencuentro de ustedes, veintinueve años después de aquel partido?
-El estaba acá por un evento publicitario, y un canal de televisión me contactó para que nos viéramos. Pero ante todo quise que viniera a mi casa para hacerle probar alguna comida típica del lugar. Sin embargo, él se me adelantó y me hizo una sorpresa, llegando antes de lo previsto y con la remera que tengo acá, un objeto que no tiene valor económico. Además, los de la publicidad habían traído a un intérprete, que nos permitió comunicarnos en tiempo real y volvimos a lo que pasó en Ciudad de México. Fue una tarde muy agradable que me hizo volver atrás en el tiempo. Por mi parte, tenía la foto con los dos capitanes, él y Shilton, hecha antes de empezar el partido, y también se la regalé tras habérsela dedicado.

-Pese a los reconocimientos futbolísticos, Maradona se llevó siempre muchas críticas en su vida.
-Para mí, Maradona es una gran persona y en su carrera como futbolista siempre se tuvo que buscar la vida. En su fútbol no engañaba a nadie, incluso si lo tiraban al suelo, él hacía de todo para no caerse. Y era un luchador. ¿Cuánta gente hubiera dejado a un Barcelona que luchaba por ganar el campeonato para ir al Napoli, que estaba en los bajos fondos de la Serie A? El lo hizo y fue lo más valiente que un futbolista de élite hubiera podido hacer, porque, además, después ganó. Todos hoy hablan de Messi, yo vi también a Pelé. ¡Pero Maradona era otra cosa!

Por Antonio Moschela y Andres Burgo / Fotos: Archivo El Gráfico.

Nota publicada en la edición de Diciembre de 2017 de El Gráfico