¡Habla memoria!

Lanús, la década ganada

En los últimos diez años, Lanús se convirtió en un monstruo institucional, ganó cinco de los seis títulos que tiene y naturalizó ser protagonista. Sand, Velázquez, Acosta y Pelletieri, hacedores del éxito, revelan intimidades de las conquistas y desarrollan los motivos de la etapa más brillante que aún no se termina.

Por Darío Gurevich ·

11 de diciembre de 2017
Imagen Las leyendas disfrutan en el estadio con las camisetas consagratorias y las copas. El detalle: cómo se suman las estrellas en las casacas.
Las leyendas disfrutan en el estadio con las camisetas consagratorias y las copas. El detalle: cómo se suman las estrellas en las casacas.
Lanús atraviesa a estos cuatro ídolos. Ninguno fantaseó con inmacular sus nombres en el pasado y en el presente más encantador granate. Ni Lautaro Acosta lo soñó cuando se tomaba el tren para ir a jugar de pibe. Ni Agustín Pelletieri hizo lo propio tras fichar a los 17 años. Ni José Sand lo proyectó tras meter su primer gol en inferiores y en esta casa, en tiempos que defendía la camiseta de River. Ni Maximiliano Velázquez lo intuía cuando se incorporó en 2004 y todavía desconocía la historia del club. Todos superaron, y por varios cuerpos, lo imaginado; son responsables de los títulos que el equipo ganó en los últimos diez años; cinco de seis campeonatos que la institución acredita. Maxi y Lautaro protagonizaron los cinco, y Agustín y Pepe, cuatro (no acariciaron la Sudamericana 2013). “No tomamos dimensión de lo que logramos”, dice Velázquez, el capitán que se mantiene a los 37 años, el lateral izquierdo que es el futbolista con más partidos en el club, supera los 400.
El Grana creció a la par de ellos, y ellos al compás del club. Todos caminaron de la mano. Pero, para Maxi, el motivo del éxito sostenido comenzó a gestarse afuera de la cancha: “La unidad política del club es clave. Hace muchos años, las diferentes agrupaciones se pusieron un faro lejano y juntas decidieron ir hacia allá. Creo que ir para el mismo lado es fundamental en todo tipo de política. De a poco, se mejoraron las inferiores, empezamos a acostumbrarnos a competir en torneos internacionales, se remodeló el estadio. Lanús es un club nuevo. Se dieron muchos cambios en lo que significa la institución, lo que son las instalaciones, la manera en la que trabajamos, la tranquilidad que manejamos, los títulos que conseguimos. Hoy, el club es ejemplo”.
Pelletieri, aquel volante central que se retiró al promediar este año, ofrece su mirada: “El club se fortaleció, pero la esencia es la misma de antes. Se trabaja con calma y de manera prolija, y eso les brinda tranquilidad a los jugadores. Suena normal, pero no es común”.

CABRERO Y LA PIEDRA BASAL
“Después de la Conmebol 96, que es el primer título del club, tocó pelear el descenso. Por eso, ser campeón era una utopía”, describe Lautaro Acosta, extremo rápido que debutó en Lanús en 2006. Había que romper. No solo por lo dicho por el Laucha, también porque el equipo, ya dirigido por Ramón Cabrero, quedó segundo, ahí de mojar, en el Clausura 2006.
“Ramón fue como un padre para nosotros, los que recién habíamos subido a Primera. Nos enseñó muchas cosas con una paciencia increíble y nos dio la confianza que necesitábamos. El hizo una limpieza general en el plantel y le apostó al cambio: a los pibes”, fundamenta Acosta; y José Sand lo respalda: “El club supo elegir a chicos en momentos claves, y Ramón era un cerebro para rescatarlos. Lanús es fuerte y se lo debe a esto. Cabrero hacía todo sencillo y llevó a crecer al club. Porque subió y potenció a los chicos, y logró que se vendieran muchos jugadores”. 
A Pepe lo trajo Cabrero. Quizá Don Ramón olfateó que el 9 se convertiría en el emblema del gol de Arias y Guidi. José le pagó con 15 goles en el Apertura 2007, que había arrancado mal y que culminó de manera maravillosa en la Bombonera. “Nos faltaba un empate para ser campeones, para que el club ganara su primer torneo local. Yo no estaba nervioso antes de jugar contra Boca, pero sí lo estuve en partidos anteriores. Y ese gol fue el más importante que metí en el club”, revela Sand, que abrió un partido bisagra que terminó 1-1, que dinamitó la sequía. El 2 de diciembre se cumplirán 10 años de aquel grito sagrado.

LA CONQUISTA DE SUDAMERICA
“El equipo de Guillermo Barros Schelotto era agresivo, de presión alta y de salir muy rápido”, resume Velázquez. Guillermo y Gustavo, su mellizo, bajaron ideas concretas para plasmar un fútbol de alto vuelo. En apenas una temporada y media, Lanús se potenció. En el torneo local, nunca terminó por debajo del cuarto puesto y jamás sumó menos de 31 puntos: 4º con 34 en el Inicial 2012, 3º con 33 en el Final 2013 y 2º con 31 en el Inicial 2013. En el plano internacional, conquistó la Copa Sudamericana 2013, la segunda estrella de la década ganada. “En 2013, había más jerarquía. Al margen del juego ofensivo que nos habían dado los Mellizos, teníamos muy buenas individualidades y, a través de eso, resolvíamos los partidos, si es que se nos complicaban”, aporta Acosta.

LOS REGRESOS Y LOS TRES TITULOS
“Vamos a salir campeones otra vez, amigo”. El Laucha Acosta le dio la bienvenida al goleador con aquella frase en la pretemporada de 2016. “Yo no lo quería ni pensar”, afirma Pepe. El regreso de Sand no era el único: Pelletieri también había vuelto. “Había varias caras de 2007 y creíamos que se podía volver a dar. Pero sin mucho argumento. De golpe, salieron las zonas del torneo y nos entusiasmamos con Maxi”, cuenta Agustín. Velázquez continúa la historia: “El primer partido era clave. Porque lo jugábamos ante Estudiantes, uno de los rivales a vencer, de visitante. Entonces, si ganábamos ese y el segundo de local, nos íbamos a fortalecer”.
En las primeras seis fechas, Lanús arrasó: cinco triunfos y un empate. Pero, en la séptima, cayó ante Racing. “Después de aquella derrota, tuvimos una charla en la que estuvo Jorge Almirón, el entrenador. Al equipo lo veíamos bien. ‘Miren que podemos salir campeones’, nos decíamos. Y cada vez tomaba más forma”, explica Pelletieri. Mientras que Acosta, que era y es figura, completa: “Nos clasificamos a la final tres fechas antes, jugamos un fútbol increíble, hicimos un semestre casi perfecto, y los más chicos del grupo sentían la presión de consagrarse”.
Por eso, el capitán Velázquez, Acosta y Pelletieri se encargaron de bajarles decibeles a los jóvenes. Pero la procesión caminó por dentro. “En la previa a enfrentarnos contra San Lorenzo, no me fue fácil manejar la ansiedad –confiesa Maxi–. A dos días del partido, terminé con la cabeza destruida. Lo llamé a mi psicólogo, Marcelo Roffé, para verlo. Como estaba apretado de tiempos por su trabajo, charlamos en el auto mientras lo llevaba hacia una universidad. Bah, me descargué. Después, me dio unos tips sobre cómo manejarme. Es más, algunas de sus frases mi mujer las volcó en cartulinas y yo las llevé al vestuario”.
El Granate arrolló a San Lorenzo 4-0, en la cancha de River. Tal vez aquel encuentro resulte el mejor partido, el más perfecto, del equipo del sur del Gran Buenos Aires en la última década. “Creo que sí, y de mi carrera también –asevera Velázquez–. Es difícil disfrutar de los partidos. Pero, en ese semestre, disfruté de muchos por cómo jugábamos, por lo superiores que éramos a los rivales. Esa final se disfrutó. Al minuto de juego, me di cuenta de que íbamos a ganarla tras una corrida de Miguel Almirón. ‘El equipo está bien, no pasa nada’, pensé”.
Aquel período, de febrero de 2016 a febrero de 2017, significó de ensueño. Lanús se adueñó de tres títulos: Torneo de Primera División, Copa del Bicentenario y Supercopa, correspondientes a 2016. “Es histórico, y encima les ganamos las finales a San Lorenzo, Racing y River”, agrega Acosta. Y Sand sentencia: “Esos tres títulos me enseñaron a que nunca hay que bajar los brazos, por más que uno sea grande de edad (tiene 37 años). Durante dos años y medio luché para volver al club; trabajé con psicólogos y profes que me ayudaron desde lo mental y lo físico. Porque estuve mal, por dejar. No sé si me reinventé… Los goles que convertí se los debo al trabajo del equipo (lleva 44 desde que regresó al club; bestial). Jorge Almirón, por suerte, nos inculcó una muy buena manera de jugar. Igual, jamás pensamos que nos iba a ir tan bien, que íbamos a ganar tres títulos en un año”.
Almirón se torna un tipo vital en la epopeya granate. Pepe lo destaca, al igual que los otros tres ídolos. Jorge se transformó en el entrenador más ganador en la historia de la institución. Pero antes de obtener el primero de sus tres títulos había logrado un campeonato del silencio. Porque el equipo ya era posicional y vistoso, sometía y contemplaba una buena cantidad de variantes, con llegada de volantes, con internos y laterales que rompían.
“Fue la complejidad de lo sencillo: buenos jugadores, un cuerpo técnico con las ideas claras, trabajo y capacidad de ambos lados, y respaldo dirigencial. Parece normal, pero, en la realidad, no sucede”, concluye Pelletieri.

Imagen Las copas del torneo de Primera División en manos de los protagonistas que marcaron una época en Lanús.
Las copas del torneo de Primera División en manos de los protagonistas que marcaron una época en Lanús.
LA NATURALIDAD: PROTAGONIZAR
Lanús modificó el paradigma. La década más brillante en sus 102 años de vida resulta indispensable para comprender la monstruosa transformación. El Granate es uno de los clubes más fuertes del país. Al cierre de esta edición, atravesaba un contexto de gloria: disputar por primera vez las semifinales de la Copa Libertadores. River, el escollo. Por esta fecha, quizá experimente la algarabía del éxito o el desencanto de la derrota. Pero el concepto no cambia. Porque, para los más jóvenes, Lanús es un equipo ganador.
“Recuerdo cuando, en 2006, dejamos afuera a Vélez de la Copa Sudamericana. Les ganamos en la cancha de ellos después de 60 años. En octavos de final, viajamos a Brasil para enfrentarnos ante Corinthians. Lo vivíamos como algo impensado, lejano, y fue espectacular –admite Pelletieri–. También pienso en lo que nos pedía la gente grande en 2007: ‘Por favor, no me quiero morir sin ver a Lanús campeón del torneo local. Tiene que ser ahora; si no, no va a ser nunca’. Es cierto: la nueva generación no carga con esto. Porque el equipo es protagonista hace diez años. Se hizo tan normal que es bueno acordarse de esto para bajar a la realidad”.
“Me voy más atrás: cuando empezaba en el club, cuando crecía en las inferiores –elige Acosta–. Ahí, imaginarse que íbamos a ganar cinco títulos en diez años, que atravesaríamos este presente, era imposible. Me acuerdo de Lanús peleando en los últimos puestos, de la gente renegando y apoyando, salvándonos de la Promoción ante Huracán de Tres Arroyos y vivirlo como si fuese un campeonato. Mirar para atrás me hace valorar muchísimo”.
“Los refuerzos que se incorporan al plantel no pueden creer lo que es el club, por las comodidades, la manera en la que entrenamos. La presión es mantenernos en la discusión –asegura Velázquez–. La vara está alta y quedará así cuando este ciclo se termine. Creo que es bueno. Lanús llegó muy arriba, y sé que tenemos todas las herramientas para seguir ahí”.

Lanús es un club sensato
EL SECRETO está en la unidad dirigencial. Cada dirigente le da su impronta, pero ninguno se aparta del proyecto principal del club. Priorizamos a la institución antes que lo personal y jamás haremos locuras. Lanús es un club sensato. Hoy, cada vez que entro al estadio, recuerdo cómo era cuando venía de chico o cuando empecé como dirigente en 1990. Porque veníamos a tribunas de madera, a una cancha sumamente humilde, y verla ahora nos enorgullece. ¿Cómo no me voy a acordar de Lanús en el ascenso? Jugamos en el Nacional B, en Primera B, en Primera C, y siempre fuimos. En realidad, la unidad se forjó en base a eso. Al descender a la C, hace casi 40 años, se generó la unión para saber a dónde no hay que volver, para no cometer los mismos errores. Nuestra idea se trata de crecer, de que el club progrese, y de avanzar en fútbol. Desde lo social, estamos entre los cinco mejores de la Argentina; y estoy convencido de que Lanús tendrá una alta convocatoria a corto plazo. El proyecto futbolístico empezó antes de esta década en la que se consiguieron cinco títulos. Lo importante fue avalarlo y continuarlo, con técnicos a largo plazo y con una apuesta muy fuerte en el fútbol infantil y amateur. Acá todo está planificado, como también la parte edilicia que se desarrolla a través de recursos propios. Entre 2009 y 2012, por ejemplo, se hicieron 40 obras de magnitud; la más trascendente fue la que deriva en los palcos, que es de cuatro pisos: primero, administración; segundo, secretaría, tesorería, comisión directiva y presidencia; tercero y cuarto, palcos. Ah, y en la planta baja, la zona de vestuarios. Cuando me encuentro con los muchachos que participan en la producción, les digo “gracias”. Porque como hincha me permitieron festejar campeonatos, y por el sentido de pertenencia que tienen. Son parte importantísima de esta familia y siempre van a seguir relacionados con Lanús.
Comentario de Nicolás Russo, expresidente del Granate

Por Dario Gurevich / Fotos: Maxi Didari y Archivo El Gráfico.

Nota publicada en la edición de Noviembre de 2017 de El Gráfico 

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