¡Habla memoria!

30 volantes ofensivos que hicieron historia

Por su capacidad técnica, sus asistencias precisas, sus gambetas, sus goles, sus excentricidades o su valentía para pedir la pelota en los momentos más difíciles, ellos se convirtieron en leyenda. Un listado que no es un ranking, sino un homenaje a los futbolistas que, antes que a destruir, prefirieron dedicarse a crear.

Por Martín Estévez ·

17 de noviembre de 2017
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José Manuel Moreno
Fue uno de los mejores futbolistas argentinos hasta la aparición de Maradona, para algunos solo debajo de Di Stéfano. Insider (uno de los dos delanteros que retrocedían para armar los ataques) en el esquema 2-3-5,lideró al gran River conocido como La Máquina: ganó cinco títulos entre 1936 y 1947. En el medio, entre el 44 y el 46 brilló en México, ganándose el apodo de “Charro”. Luego jugó en Universidad Católica de Chile, tuvo un polémico paso por Boca (en 1950) y sus últimos clubes fueron Defensor de Uruguay, Ferro e Independiente Medellín, donde se retiró en 1957. Habilidoso, gambeteador y goleador (243 tantos en su carrera), hasta ganó dos Sudamericanos con la Selección Argentina.

Teófilo Cubillas
La FIFA lo llamó “el Pelé de Perú”. Cubillas no fue solo el mejor futbolista peruano, sino uno de los mejores de Sudamérica. Volante creativo con muchísimo gol, potencia y agilidad, sus éxitos valieron doble porque los construyó lejos de los superequipos: en Alianza Lima, Basel de Suiza, en la liga estadounidense y especialmente en su selección, a la que consiguió clasificar a tres Mundiales. En dos de ellos (1970 y 1978), los goles de Cubillas (10 en total) le permitieron llegar a cuartos de final. El “Nene” metió nada menos que 338 goles en su carrera, en la que ganó cinco títulos. El más importante: la Copa América de 1975.

Alessandro del Piero
Uno de los tres grandes “fantasistas” del fútbol italiano, junto a Baggio y Totti. En una liga en la que siempre hubo pocos volantes creativos que fueran unión entre mediocampo y el ataque, Del Piero supo hacerlo como pocos en su larga trayectoria en la Juventus (1993-2012), donde ganó 16 títulos. Dos son muy recordados en la Argentina: la Intercontinental 1996, porque hizo el gol para derrotar 1-0 a River; y el Mundial 2006, en el que liquidó la semifinal contra el local, Alemania. Solía jugar más adelantado que el “10” tradicional, como segunda punta, y eso lo ayudó a marcar nada menos que 347 goles. Se retiró en 2014, en la liga de la India.

Andrés Iniesta
Probablemente sea el mejor volante ofensivo en lo que va del siglo XXI. Un as de la estrategia y un artista del pase entre líneas, pero además, un adaptador a todo sistema: en su selección tuvo que ser eje y lo hizo con esplendor en la histórica triple conquista: Eurocopa 2008, Mundial 2010 y Eurocopa 2012. En Barcelona tuvo que ser segunda guitarra de Ronaldinho y de Messi, y lo aprovechó para explotar los espacios generados por ellos. Capaz de tocar la pelota una y otra vez hasta encontrar la falla rival, con el Barça ganó 8 ligas, 5 Copas del Rey, 4 Champions League y 3 Mundiales de clubes. Tiene 33 años; puede ganar más.

Zico
Fue casi una ironía matemática: su larguísima carrera de 24 años (1971-1994) coincidió exactamente con el período en que Brasil no ganó Mundiales. Busquen videos en YouTube: con la 10 en la espalda, rulos y gambeta vertical fascinante, Zico se parecía más a Maradona que a Pelé. Modelo del enganche que termina las jugadas como centrodelantero (¿precursor de Messi?), metió 545 goles entre Flamengo, Udinese, Kashima Antlers de Japón y su selección, con la que jugó los Mundiales 1978, 1982 y 1986 (5 goles en total), torneos en los que Brasil ofrecía un fútbol vistoso, pero se quedaba con las manos vacías. ¡Cómo pateaba los tiros libres!

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Diego Maradona
A Diego no hay que presentarlo, sino intentar explicar por qué fue todo lo que fue. Lo de Diego fue siempre heroico: formaba parte de equipos chicos o golpeados, nunca estuvo rodeado de estrellas, su infancia fue difícil y hasta sus movimientos más hermosos parecían exigirle un alto grado de esfuerzo. En Argentinos Juniors (1976-1981) y Napoli (1984-1992) se vio lo mejor suyo, haciendo magia contra equipos más fuertes. Recontra superestrella del Mundial 86, héroe épico de tobillos hinchados en el 90, en Italia también llegó la primera trompada, cuando comenzaron los dopings positivos. Pensar que sin la cocaína hubiera llegado todavía más lejos, genera escalofríos.

Didí
Antes de la revolución de México 1970, cuando arrasó jugando con cinco “10”, Brasil ganó dos Mundiales de la mano de Pelé y de alguien más: de Didí. Insider derecho, sus encuentros con Pelé explotaron en Suecia 58 (Didí fue elegido mejor jugador de la copa) y Chile 62. Símbolo de Fluminense (1946-1956), también jugó en Botafogo, Real Madrid, Sporting Cristal, Sao Paulo y Veracruz, donde se retiró a los 47 años. Inventó la “folha seca”, estilo de remate hoy típico en Brasil, y jugaba casi siempre a uno o dos toques. Su único paso en falso fue en España: no se adaptó al clima ni a un equipo que le exigía más esfuerzo físico.

Ronaldinho
El Globetrotter del fútbol, la megaestrella que más se divirtió en cancha en los últimos treinta años, jugador casi sin puesto: buscaba la pelota, la agarraba e inventaba firuletes, algunos innecesarios, la mayoría desestabilizadores para la táctica rival. Ganador desde que conquistó el Mundial Sub 17 de 1997. Después sumó liga española, liga italiana, Champions League, Libertadores, Copa América, Copa Confederaciones y hasta la Copa del Mundo en 2002, cuando junto a Rivaldo y Ronaldo formaron un trío letal. A los 37 años, parece estar retirado, pero con lo mucho que le gusta jugar, por ahí vuelve en cualquier momento.

Rivelino
Un enganche con estilo similar al que conocemos hoy en la Argentina: muy técnico, seguro con la pelota, arrancaba por el centro y tenía toda la cancha en la cabeza. Excelente rematador de media distancia, metió muchos tiros libres y también pateaba penales. Se inició en el Corinthians en 1964 y jugó ahí más de una década. Fue uno de los cinco “10” con los que Brasil ganó el Mundial 70. Sin embargo, a nivel clubes, ganó su primer título recién en 1975, en Fluminense. También jugó las Copas del Mundo de 1974 y 1978; y terminó su carrera como la terminan algunos enganches modernos: en Arabia Saudita.

Johan Cruyff
Lo pusimos en este listado pero podríamos haberlo puesto como lateral, volante defensivo o delantero: fue símbolo del fútbol total, donde todos jugaban de todo, rotaban, perfeccionaban el relevo. Lideró a la generación que transformó a una Holanda inexistente en el plano futbolístico en potencia, primero a través del Ajax (campeón del mundo en 1972) y después gracias a una selección que, pese a perder la final del Mundial 74, es considerada una de las dos mejores de todos los tiempos. Se destacaba por su inteligencia y capacidad táctica, pero cada tanto improvisaba movimientos técnicos magistrales. También fue un gran entrenador.

Juan Schiaffino
Probablemente, la máxima hazaña del fútbol haya sido el Maracanazo: 200.000 brasileños que con un empate festejaban en casa su primer título mundial, y once uruguayos que dieron vuelta un 0-1 a puro coraje. Que Schiaffino haya sido el mejor jugador de aquel Mundial 1950 explica por qué está en este listado. El Pepe colaboraba en la marca, asistía y llegaba bastante al gol (hizo 159) pero se destacó por su personalidad: no solo metió el empate en aquella histórica final, sino que contagiaba a sus compañeros: su Peñarol ganó cuatro ligas entre 1949 y 1954; su Milan, tres entre el 55 y el 59. Murió en 2002.

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Bobby Charlton
Imaginemos lo que habría sido Bochini si, además de lo que hizo en Independiente, le hubiera dado a la Argentina su única Copa del Mundo: eso es Charlton para los ingleses. Del Bocha tenía la calvicie prematura, la camiseta roja (del Manchester United) y los movimientos particulares, casi  chaplinescos. Era menos lujoso pero pasaba al ataque con más decisión: marcó 314 goles. Antes de ser figura del Mundial 66, sobrevivió al desastre de Munich 1958, cuando cayó un avión y murieron más de la mitad de los pasajeros. Ganó la Copa de Campeones de Europa en el 68 y jugó otros tres Mundiales.

Michel Platini
Fino, milimétrico, por momentos lujoso, él y Zidane son los mejores futbolistas de la historia de Francia. No era un volante que hacía jugar a los demás, sino que estaba obsesionado con el camino más corto hacia el arco rival: a veces era un pase justo al lateral que subía, a veces avanzaba él mismo gambeteando o remataba desde lejos. Sus 354 goles se dividen entre Nancy, Saint Etienne y Juventus, donde entre 1982 y 1987 ganó 7 títulos y llegó a discutirle el trono al mismísimo Maradona. Empujó a Francia a semifinales en los Mundiales 1982 y 1986; y fue la megaestrella en el título de la Eurocopa 84. Entre 2007 y 2015 presidió la UEFA.

Pelé
¿Qué decir de Pelé que no sepamos casi todos? Que si en la Argentina lo resisten es por su duelo con Maradona y sus tibias posiciones políticas, posteriores a su retiro. Porque, como futbolista, fue genio inenarrable, rápido, ágil, gambeteador, de saltos altísimos, cabezazo magistral, constancia, picardía y algo de pierna fuerte. A los 17 años hizo dos goles en la final de un Mundial, a los 21 lo ganó otra vez y a los 29 lideró a uno de los dos mejores equipos de la historia al tricampeonato. Mientras tanto, metió 757 goles, llevó al Santos a ser bicampeón mundial y la rompió en cientos de amistosos por el mundo. Busquen sus videos en YouTube y redescúbranlo.

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Michael Laudrup
Poquísimos países se identifican con un solo gran futbolista: Liberia (Weah), Rumania (Hagi), Finlandia (Litmanen)… También Dinamarca, cortesía de Laudrup. Aunque su hermano Brian y el arquero Schmeichel han tenido relevancia, no se acercan a la de Michael. Logró que su selección pasara de la nada a tener picos altísimos en el Mundial 86 (6-1 a Uruguay y 9° puesto), en la Eurocopa 92 (histórico título) y en el Mundial 98 (4-1 a Nigeria y 8° lugar). Mezclaba gambeta lujosa (¡miren videos!) con un último pase delicioso. La descosió en Brondby y Barcelona, y ganó la Copa Intercontinental 1985 con la Juventus.

Roberto Baggio
El fútbol italiano, como los de Alemania y Suiza, se basa en disciplina táctica, firmeza defensiva, estabilidad anímica. Por eso, cuando alguien no solo cumple su rol, sino que rompe la rigidez, se convierte en ídolo. Sucedió con Baggio, a cuya función le dan en Italia un nombre hermoso: “fantasista”. Gambeteador serial, majestuoso pateador de tiros libres, llegaba mucho al área rival y jamás definía al cuerpo del arquero. El amor de los hinchas sobrevivió a que Italia no ganara en su casa el Mundial 90 y al penal que falló en la final del 94. Claro: fue Robertino el que los había llevado hasta ahí. Ganó tres títulos con Juventus y uno con Milan. Se retiró en 2004, con 317 goles en los bolsillos.

Rivaldo
Los grandes futbolistas se destacan por alguna particularidad, y Rivaldo, además de ser un mediapunta efectivo e inteligente, tenía dos: protegía la pelota de manera fenomenal y fue uno de los mejores lanzadores de tiros libres de la historia. Se inició en el ascenso brasileño (1989-1993) hasta que lo contrató Corinthians. Campeón con Palmeiras, brilló en La Coruña (22 goles en la 96/97) y saltó al Barcelona, donde se convirtió en uno de los mejores jugadores de su tiempo y ganó cuatro títulos. En su última década en el fútbol saltó de club en club: en total jugó en 15 y metió 405 goles. Se retiró en 2015, a los 43 años, luego de jugar junto a su hijo.

Ruud Gullit
Igual que Valderrama, fue más conocido por su estética que por su fútbol: holandés morocho con rastas y bigotes era una combinación irresistible. Sin embargo, sus méritos como jugador alcanzaban: volante de creación con tranco extraño, intuitivo para resolver de formas inesperadas, excelente para rematar de aire, sin control previo. Del 79 al 87 la rompió en la liga holandesa (5 títulos) y jugó todavía mejor en Milan (87-95): ganó la Copa de Campeones y la Intercontinental en 1989 y 1990. Además, lideró a la Holanda campeona de Europa en 1988 y metió un gol en el Mundial 90. Se retiró en Chelsea, en 1998.

Cyril Makanaky
Uno de los mejores volantes africanos y uno de los más excéntricos. Típico alumno de la escuela camerunense: explosivo, habilidoso, escurridizo, algo apresurado para tomar decisiones. Es conocido en Francia, porque ahí jugó entre 1984 y 1990. En la Argentina, porque nos derrotó 1-0 en el Mundial 90. En su país, porque en ese torneo consiguió su mejor puesto: 7°. Y en Ecuador porque, cuando se fue enojado del Barcelona y se retiró del fútbol (1995), se dijo que había lanzado una maldición para que el club nunca más saliera campeón y muchos lo creyeron, porque no volvió a hacerlo hasta 2012.

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Fritz Walter
Prácticamente inventó el fútbol alemán. En 1939, cuando debutó en Kaiserslautern como delantero, en Alemania había torneos regionales con poca importancia y él hacía tanta diferencia que retrocedió para no esperar un pase, sino comenzar la jugada de volante y terminarla de centrodelantero: metió 357 goles en 364 partidos, siempre con la misma camiseta. En la Segunda Guerra Mundial fue paracaidista del ejército nazi y quedó prisionero. Cuando lo liberararon, retornó al Kaiserslautern y, gracias a él, el fútbol alemán decidió armar una selección fuerte, para aprovecharlo: terminó ganando la Copa del Mundo de 1954. Se retiró en 1959 y murió en 2002.

Larbi Ben Barek
En años en los que las personas con piel negra eran incluso más discriminadas que ahora, el marroquí enamoró al Atlético Madrid. Aprendió a jugar descalzo en canchas de tierra de su país y debutó en 1930 en el Ideal Casablanca, como insider. Deslumbraba por su técnica en velocidad. Pasó al Olympique de Marsella en 1937 y comenzó una estadía de más de 15 años en la selección francesa. Durante la Segunda Guerra Mundial (39-45) volvió a su país, pero vivió sus temporadas cumbres en el Aleti (1948-53), donde ganó dos ligas y metió 56 goles en 113 partidos. Jugó en el primer nivel hasta los 40 años, cuando se fue al fútbol de Argelia. Murió triste y solo, tras la muerte de su esposa y sus hijos.

Wolfgang Overath
Injustamente desconocido en América, fue un crack al que solo Beckenbauer y Gerd Müller pudieron quitarle parte del protagonismo en la Alemania que tres veces consecutivas subió al podio en los Mundiales: 2° en 1966, 3° en 1970 y campeón en 1974. Overath hizo toda su carrera en el Colonia, donde ganó tres títulos. Se retiró a los 33 años porque no estaba cómodo en el club, pero tampoco quiso jugar en otra parte. Disputó 19 partidos en Mundiales, de los que ganó 15. Casi no pisaba el área: lo suyo era la asistencia, el último pase. También gambeteaba como pocos alemanes pudieron hacerlo.

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Gheorghe Hagi
Con él sucede lo contrario que con Barek, Liedholm y Overath: es más conocido en la Argentina que en el resto del mundo. Por su apodo, “el Maradona de los Cárpatos”, y porque la rompió cuando Rumania derrotó 3-2 a la Selección y la eliminó del Mundial 94. Bajito, de magistral pegada, inteligente y con pie sensible, pasó por Real Madrid y Barcelona sin afirmarse en ninguno. Lo mejor suyo lo vieron Steaua Bucarest (1986-1990), Brescia de Italia (92-94) y el Galatasaray turco (1996-2001). Ganó 16 títulos y fue responsable de que Rumania, por única vez, haya quedado entre los ocho mejores de una Copa del Mundo.

Sócrates
Nadie usó el recurso del taco tan bien como él. Ningún futbolista brasileño tuvo una conciencia social tan intensa. Y muy pocos le pegaban a la pelota con su precisa potencia. Exceptuando la temporada 84/85 (pasó por Fiorentina de Italia), Sócrates jugó siempre en Brasil: Botafogo (74-78), Corinthians (78-84), Flamengo (85-87), Santos (88-89) y otra vez Botafogo (89). Fue líder junto a Zico de la gran selección de Brasil de los Mundiales 1982 y 1986, pero falló un penal clave en México, contra Francia. Aprovechó su popularidad para denunciar injusticias y para luchar contra la dictadura que arruinó a Brasil entre 1964 y 1985. Genio.

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Antonkin Panenka
Si esta nota fuera sobre “los 30 mejores” volantes ofensivos, no figuraría. Pero como es sobre los que hicieron historia, no puede faltar. Su país, Checoslovaquia, llegó en 1980 a una histórica final de la Eurocopa contra Alemania. El partido terminó 2-2, fueron a penales y Antonín tuvo que patear el quinto: si convertía, ganaban; si no, a seguir pateando. ¿Qué hizo? La picó. Le pegó bien de abajo, despacito, para que la pelota cayera como un globo sobre la red. Antes había jugado durante catorce años en el Bohemians checo. Después pasó por cinco clubes de Austria. Pero nada lo hizo tan popular como ese penal.

Saeed Al-Owairan
Existen dos motivos para que Owairan aparezca en este catálogo. El primero es haber sido parte de la selección de Arabia Saudita que sorprendió al derrotar a Marruecos y a Bélgica, y avanzar de ronda en el Mundial 1994. El otro motivo, más importante, es que ante Bélgica marcó el único gol con una jugada espectacular: arrancó detrás del círculo central, esquivó a cuatro rivales y, cuando lo atoraban el quinto más el arquero, la mandó al fondo de la red. Su carrera se vio limitada a jugar en Al-Shabab porque no lo dejaban abandonar el país, pero logró destacarse gracias al mejor de los más de 200 goles que marcó entre 1988 y 2001.

Nils Liedholm
El fútbol de Suecia no habría vivido su era de oro entre 1948 y 1958 sin él. “El Barón” fue figura de la selección que ganó el oro en los Juegos Olímpicos 1948 y que perdió contra Brasil la final del Mundial 58. Tenía dos enormes aptitudes: el traslado de la pelota y el pase para dejar a los delanteros al borde del gol. No ayudaba en la recuperación, pero sus compañeros, cuando la agarraban, sabían que tenían que dársela. Ganó la liga sueca en 1947 y 1948, y condujo al gran Milan de la década del 50: ganó cuatro Scudettos. En su selección promedió medio gol por partido. Formó un dúo histórico con el delantero Gunnar Nordahl.

Francesco Totti
A los méritos estrictamente futbolísticos que tenía, Totti les agregó poder simbólico: se rebeló ante el fútbol moderno al mantener su estilo de juego más pensante que vertiginoso y al quedarse siempre en la Roma, donde jugó 786 partidos entre 1993 y 2017. Sus movimientos eran parecidos a los de Ibrahimovic, aunque arrancando veinte metros más atrás. Era capaz de cubrir la pelota con el cuerpo aunque lo marcaran tres rivales, tirar lujos impensados y hacerse expulsar por una calentura. Más importantes que sus 325 goles resultaron sus dos grandes títulos: la liga italiana en 2001 y el Mundial 2006. Se retiró este año.

Carlos Valderrama
Uno de los futbolistas más particulares que existieron. No marcaba, corría poco, casi no hacía goles, cabeceaba mal, tenía débil musculatura. ¿Qué hace en esta nota, entonces? Sucede que “el Pibe” fue quizás el mejor pasador de pelota de la historia del fútbol. Se dedicaba a ubicarse libre para recibirla y enviarla al mejor lugar posible. Mientras los demás corrían, él tenía el mapa de la cancha en la cabeza para resolver rápido. Dos magias inolvidables: la jugada que, en el minuto 92, le permitió a Colombia empatarle a Alemania en el Mundial 90 y llegar a octavos de final; y el partido contra Argentina en las Eliminatorias del 93: manejó los hilos en el legendario 5-0.

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Zinedine Zidane
No de los dos dioses del fútbol francés debutó en Cannes, pero logró notoriedad en Bordeaux (1992-96). De allí saltó a Juventus, donde ganó la Intercontinental 1996, pero su título principal llegó en 1998: el Mundial se jugó en su país y Zizou metió dos cabezazos goleadores en la final ante Brasil, que terminó 3-0. En Real Madrid (2001-06) levantó otra Intercontinental y se retiró tras el Mundial 2006: llevó a Francia a la final, metió un penal “a lo Panenka” y fue expulsado por darle un cabezazo a Materazzi. Se destacaba por su inteligencia y sus asistencias. Hoy es DT del Real Madrid.

Por Matín Estevez / Fotos: Archivo El Gráfico y AFP.

Nota publicada en la edición de Octubre de 2017 de El Gráfico