¡Habla memoria!

¿Qué tiene en la cabeza Jorge Sampaoli?

Llegó a un equipo tricampeón de Europa pero pateó el tablero y el sevillismo está enloquecido. Recibe elogios de la elite europea y adhesiones en encuestas para ser el futuro DT del Barcelona. Viaje a la intimidad del entrenador argentino del momento.

Por Diego Borinsky ·

01 de marzo de 2017
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“El fenomeno Sampaoli”, titula el diario Sport, de Barcelona, del 17 de enero. “El entrenador de moda enamora en Sevilla, gusta en el Barça y es vigilado en Europa. Su equipo ya es visto como alternativa en la Liga. Y él acoge el reto con naturalidad”, sintetiza en la bajada. Escribe Roberto Palomar el 16 de enero, en Marca, el diario de mayor venta en España: “Sampaoli, el mejor fichaje de la Liga”. Sergio Ramos, capitán del Real Madrid, se le acerca antes del tercer partido que disputarán sus equipos en 12 días y le dice al oído, un poco por su juego y otro por su coraje al declarar, antes de golpearlo en el pecho a lo Griguol: “Viva la gente con huevos, tú eres uno”. En su programa de entrevistas de la cadena BeIN Sports, Jorge Valdano arranca su copete afirmando: “La Liga nos pone cada año ante personajes que son singulares, que son fascinantes. El de esta temporada se llama, sin dudas, Jorge Sampaoli. De este Sevilla que no hace más que asombrar”. No tiene dudas Valdano, que algo entiende de esto. “El Sevilla ha demostrado que tiene capacidad para pelear la Liga y va a pelearla seguro. Juegan bien al fútbol y meten intensidad en todo lo que hacen”, lo elogia Zinedine Zidane, DT campeón de Europa y del mundo con el Madrid. Mascherano, Neymar y Messi salen disparados a darle un abrazo, cuando el DT, aún caliente por la derrota ante el Barcelona ya se está metiendo en el vestuario. “No lo niegue: es el técnico de moda en España, ¿cómo lo lleva?”, arranca preguntándole el periodista Juan Castro a Sampaoli en Marca del 3 de enero (antes de que le corte el invicto de 40 partidos al Madrid). El Rey de España, Felipe VI, le entrega el 23 de enero el Premio Nacional del Deporte, por la Copa América ganada en 2015 y lo felicita “por los logros y por mantener una línea en el tiempo”. Un bilardista confeso como Monchi (dueño de las decisiones deportivas del Sevilla) lo contrata como DT a pesar de su declarado credo menottista. Aunque se manifiesta públicamente como hincha de River, Carlos Tevez hace fuerza y genera una reunión para que sea el DT de Boca. La Selección Argentina lo busca ante la renuncia de Martino, aparece entre los candidatos a ser DT de Brasil en tiempos en que Dunga tambalea y hoy gana terreno en las encuestas de diarios catalanes para ser el sucesor de Luis Enrique en el Barcelona.
Son hechos y dichos reales. La revolución Sampaoli está en pleno auge en Europa, no estamos inventando nada con la típica lupa argentina para hacernos ver como los mejores del mundo. Y esta fiebre sampaolista no tiene que ver solamente con que el Sevilla haya completado la mejor primera ronda de toda su historia (42 puntos), sino con algo más que despierta este equipo liderado por El Zurdo de Casilda. ¿Cómo se entiende que haya tanto ruido en apenas unos meses de gestión si el Sevilla es hoy el tricampeón vigente de Europa League, un hito que no ha conseguido ningún club en el mundo, es decir una institución acostumbrada al éxito en estos años? ¿Por qué semejante repercusión si este Sevilla no ganó nada aún y lo más probable es que no gane tampoco ni Liga ni Champions? Es más: en la actual temporada perdió las 2 Supercopas disputadas y fue eliminado en Copa del Rey. Para entender un poco más, entonces, va este desarrollo con testimonios y datos.

EL VOLANTAZO
A ver, pasemos en limpio algunos datos. El Sevilla ganó apenas una sola de las 85 Ligas disputadas en la historia. Y lo hizo en 1946, hace 71 años. Está lejísimos de las 8 del Athletic de Bilbao y de las 6 del Valencia y hasta tiene menos que la Real Sociedad (2). Fue cuatro veces subcampeón de Liga, la última en 1957. Eso para situarnos. En la última década, desde 2006, el Sevilla se desquitó y acumuló la mayoría de títulos de su palmarés: 5 Europa League, 1 Supercopa de Europa, 1 Supercopa de España, 2 Copa del Rey (que se suman a otras 3). En 2007 y 2009, el Sevilla finalizó 3° en la Liga.
José Manuel García nació en Sevilla hace 60 años y es periodista desde hace 40. Trabajó en Marca, As, Canal Sur, agencia EFE, Correo de Andalucía y hoy colabora con elconfidencial.com, además de escribir novelas. Ha viajado más de 10 veces a la Argentina, durante dos años fue la sombra de Maradona y ha comido tres asados en la casa de Riquelme. Y es hincha del Sevilla, por supuesto. Atiende la llamada de El Gráfico un viernes invernal con 8 grados y lo primero que hace es quejarse por el frío. Para un invierno de Sevilla, 8 grados es temperatura de Polo Sur.
“El Sevilla había ganado una única liga y 3 Copas de España hace demasiado tiempo, todo en blanco y negro. Y de repente en 2006 viene la explosión y las 3 últimas temporadas es una auténtica apisonadora en Europa League, ya en colores. Es decir que la afición del Sevilla tenía la autoestima baja porque nunca había visto ganar a su equipo casi nada hasta el 2006, y de repente surgen unos 10 años de vértigo, alucinantes, y eso ha creado entre el sevillismo un gen ganador –nos pone en contexto–; pero de repente Unai Emery abandona el Sevilla ante una oferta irrechazable del PSG y en esa ola de incertidumbre, Monchi saca de la galera a un Sampaoli. Monchi es el mago de la Ciudad Deportiva, él gesta las grandes decisiones”.
“Con Sampaoli se pega un volantazo y se va hacia el lado opuesto, porque Emery es un hombre que prefiere que no le metan goles. El fútbol de Emery es bastante conservador y con ese estilo le fue muy bien. Le da la pelota al rival y aprieta las líneas; y luego Sevilla ha tenido jugadores muy rápidos para el contragolpe. Y en la elección de Sampaoli se pega un timonazo, un golpe de genialidad”.
“Soy un amante del fútbol sudamericano, y sobre todo del argentino. Conocía a Sampaoli desde hacía tiempo y me entusiasmé con su arribo. La opción más segura para seguir la buena senda que el Sevilla traía con Emery no era Sampaoli, sino Rudi García, el francés que dirigía la Roma y hoy está en el Marsella, y que también fue candidato de Monchi. Eso era la continuidad. La opción de Sampaoli era totalmente trasgresora. Yo estaba preso de la excitación, pero debo admitir que era una minoría; el resto recelaba, sobre todo cuando se enteraron que venía con Juanma Lillo de ayudante. A mí siempre me ha gustado el fútbol de ataque, pero Juanma carga con esa fama mal hecha de charlatán. Juanma no es ni más ni menos que un tío con una enorme cultura, al que le gusta leer, y la cultura es peligrosa en este mundo todavía. Utiliza palabras que más de un periodista tiene que buscar en el diccionario, y eso es un problema”.
Bien, ya leeremos más de José Manuel García, por lo pronto tenemos un panorama del escenario ante el arribo del casildense.
Sampaoli dejó su cargo en la selección de Chile el 19 de enero de 2016 y en los meses siguientes recibió unas cuantas ofertas. Se juntó con gente de Boca a instancias de Carlos Tevez, estuvo muy cerca de firmar en Lazio, existió interés del Palmeiras, de la selección de México e Independiente. Fue una opción certera a Tité antes de que echaran a Dunga, el influyente Jorge Mendes (representante de Mourinho y Cristiano Ronaldo, entre otros) se contactó con él y le prometió un futuro de club poderoso europeo. Y en varios medios salió que había firmado con el Granada, equipo recién ascendido en España, gerenciado por Pere Guardiola, el hermano de Pep. Por suerte para el Zurdo no llegó a concretarse: hoy el Granada está anteúltimo en la Liga, con apenas un partido ganado de 19. También dos jóvenes que pensaban postularse para presidente de Newell’s viajaron en auto a Chile para contarle del proyecto. Sampaoli se conmovió con semejante movida y lo hicieron dudar, a tal punto que Matías Manna –el rosarino creador de Paradigma Guardiola, uno de sus colaboradores- se puso a ver a jugadores de las inferiores leprosas.
Finalmente firmó por el Sevilla y fue presentado oficialmente el 4 de julio. Un día después, el 5 de julio, sí señores, renunciaba Gerardo Martino a la Selección. “¡Qué suerte pa' la desgracia!”, hubiera exclamado Pepe Biondi (para los más jóvenes, está en youtube). Increíble. Unas semanas después, lo llamaría Víctor Taboada, mano derecha de Armando Pérez, para contarle que lo querían en la Selección. Sampaoli sentía que tocaba el cielo con las manos, pero del otro lado era todo incertidumbre: caos en la AFA, que viajamos pero no viajamos, una cláusula de salida de 8 millones de euros, que te queremos pero no hay plata, y un compromiso que Sampaoli ya no podía romper. Hubiera sido un tremendo papelón, se le cerraba la puerta de Europa casi sin abrirla. Y por eso terminó inclinándose por la decisión más sensata.
Imagen Vive los partidos a full. Se ven sus tatuajes y brazos trabajados. Detrás, Allegri, de la Juve, por Champions.
Vive los partidos a full. Se ven sus tatuajes y brazos trabajados. Detrás, Allegri, de la Juve, por Champions.
Es que, además, el Sevilla tenía a la vuelta de la esquina la chance de conquistar dos títulos: la Supercopa de Europa a partido único con el Real Madrid y la de España, ante el Barcelona en ida y vuelta. Y las contrataciones se dieron siguiendo el gusto de Sampaoli. A diferencia de años anteriores en que se buscaban futbolistas fuertes y de marca, predominantemente desconocidos del mercado francés, esta vez se apostó al “buen pie” y en general con experiencia: Mudo Vázquez, Samuel Nasri, Ganso, Vietto, y promesas como Tucu Correa. Jugadores más técnicos, menos físicos. Esa búsqueda denota bastante el estilo de un entrenador. El Sevilla debió reconstruirse. Se le fueron 16 hombres, entre ellos grandes figuras como Banega, Gameiro, Llorente, Coke, el polaco Krychowiak (el PSG pagó por él 33.6 millones de euros) e Inmobile. Y trajo 13. Gastó más del doble que otras veces. No solo porque vendió mucho y muy bien, sino porque jugaba la Champions. Y la Champions da mucho dinero a sus participantes, el cuádruple que la Europa League. Da por entrar, pero también por ganar y por empatar. Atenti a las cifras. Un equipo ganando todos sus partidos puede embolsar 57.2 millones de euros en esta Champions, sin contar los 507 millones que se reparten aparte por televisión (Market pool share). Con estos valores, imaginemos lo trascendente que resulta para el Sevilla salir entre los 4 primeros de la Liga actual para disputar nuevamente la próxima Champions. Es muchísimo dinero que sirve para reforzar el plantel con valores de jerarquía. Y eso lo lleva a ser más competitivo. Es entrar en la rueda.
Habiendo diseñado esa plantilla, y observando anarquía del otro lado del océano, Sampaoli no podía marcharse. El 16 de julio debutó con un triunfo amistoso en Miami: 3-1 a River. Abrimos un paréntesis. Gallardo admira a Sampaoli. Lo había enfrentado como DT de Nacional de Uruguay en la Sudamericana 2011 y perdió 1-0 y 2-0 ante la U de Chile. “Me sorprendió la presión que ejercían y declaré en ese momento que la U era un gran equipo, pero no me dieron bolilla. Después, cuando fue campeón, lo dijeron todos”, se quejó el Muñeco. Al asumir en River, los primeros videos que les mostró a sus dirigidos para graficar cómo pretendía recuperar el balón y cómo salir desde el fondo fueron los de la U y la selección de Chile, ambos de Sampaoli. Cerramos paréntesis.
El 9 de agosto, en Trondheim, Noruega, se enfrentaron los ganadores de la Champions y la Europa League. El Sevilla perdía 1-0, lo dio vuelta en el ST, Sergio Ramos lo empató en el minuto 90 y Carvajal selló el 3-2 en el minuto 119. Increíble. Dos veces en el último minuto. Para balearse en un rincón. Cinco días más tarde caía 2-0 ante el Barcelona por la ida de la Supercopa de España y tres días después, derrota 3-0 en el Camp Nou. Un comienzo que, en nuestro ámbito, hubiera despertado en programas deportivos preguntas del tipo: “¿Tendrá Sampaoli fuerzas para quedarse?”. En Sevilla, ni se mosquearon (ver entrevista a Monchi). A los 3 días, el 20 de agosto, en el arranque de la Liga, la criatura de Sampa dio un aviso a la afición de lo que le esperaba: 6-4 al Espanyol, levantando dos veces el resultado. Como para que cada uno hiciera consultas con su cardiólogo de cabecera. Tomar precauciones nomás.
Seguimos con José Manuel García.
“Sampaoli se encuentra con un equipo nuevo y de repente tiene que acoplarlos, y además los antiguos se tienen que adaptar a un sistema totalmente antagonista al de Emery. Y cambia el estilo de contrataciones. Faltaba la guinda, el toque mágico, y traen a Nasri. Y coincide con el crecimiento de N’Zonzi, que tuvo un proceso de adaptación difícil. Hace un año se quería marchar porque la gente le pitaba, y hoy es top en Europa al punto de que Kranevitter, que vino de cabeza para tener los minutos que no tenía en el Aleti después de que Sampaoli le dijera que aquí tendría un papel de protagonista, pues de golpe se topó con el Duque de Wellington y no pudo jugar”.
“Al principio, después del chasco previsible de las dos finales ante los dos dinosaurios, vino un poquito de desazón, pero el debut en Liga fue una auténtica locura porque jugó con dos defensas puros, Mercado y Pareja. La gente salió, y me incluyó a mí, contenta por la victoria 6-4, pero con el corazón en un puño. Un fútbol trepidante, precioso”.

EL ENCUENTRO CON MESSI
De repente le metemos un rewind furioso a la cronología para hacer un pequeño bosquejo de la historia de Sampaoli para quienes no le han seguido los pasos. Nació en Casilda, Santa Fe; el 13 de marzo cumplirá 57 años, aunque no lo parece, sobre todo por su estado físico (se mata en el gimnasio, observar el grosor de sus brazos y su figura atlética), por su afición al rock y porque está lleno de tatuajes. No es Candelaria Tinelli pero ahí nomás: tiene en los brazos, en la espalda, en los tobillos, en el intercostal. Lleva el nombre de sus hijos (Sabrina y Coco), la palabra “Fútbol”, frases de temas de rock (“No escucho y sigo”, de Callejeros; “Siempre tengo a mi lado a mi dios”, de Los Redondos, que refiere a la ausencia paterna), y hasta alguna cita del Che: “No se vive celebrando victorias sino superando derrotas”, aunque parece no valer demasiado para sus equipos en estos años. Su última adquisición es el dibujo emblemático de la tapa de Oktubre, el segundo disco de los Redondos, que remite a la revolución bolchevique de 1917. 
Imagen Con Zidane, entrenador del Real Madrid. Estuvo a dos minutos de romperle el invicto en el partido 39 y lo consiguió en el siguiente.
Con Zidane, entrenador del Real Madrid. Estuvo a dos minutos de romperle el invicto en el partido 39 y lo consiguió en el siguiente.
Se rapó a los 25 años para anticiparse a un destino inexorable. Es hiperquinético, no puede quedarse quieto, detalle que se observa en los campos de juego. “No puedo pensar si estoy quieto, por eso ando de una punta a la otra del corralito. Lo quise mejorar yendo al psicólogo, pero no pude”, admitió en nota con El Gráfico, tras ganar la Copa América. Y, entre sonrisas, se autorretrató con precisión: “Sé que parezco más un entrenador de básquet que de fútbol. Soy de esa línea”.
En Casilda no lo llaman de otro modo que por su apodo de origen: Zurdo. Era su pierna hábil con la pelota. Jugó en las inferiores de Newell’s, llegó a presentarse en un par de partidos en la Reserva, se lesionó de joven, y mientras siguió despuntando el vicio en los equipos de su ciudad, empezó a dirigir. En 1996, después de subirse a un árbol tras haber sido expulsado, Eduardo López, el presidente de Newell’s, lo vio en una foto en el diario La Capital y lo contrató para Argentino de Rosario, club que gerenciaba el polémico ex titular de Newell's. Así dirigió en la B Metro en 1996 y 97. En 2002 se fue con un bolsito a Chiclayo, Perú, a dirigir al novato Juan Aurich. Sabía que aquí, sin haber jugado en Primera y proviniendo del interior del interior, no tenía chances. En Perú inició su camino, despacito y por las piedras. Explotó en 2011, en la U, un grande de Chile: cuatro campeonatos consecutivos y la Copa Sudamericana, segundo título internacional para un equipo trasandino (el anterior, Colo Colo en 1991). Encima, invicto, con 10 triunfos y 2 empates. En esa Copa, después de despertar la admiración de Gallardo, la U aplastó a Flamengo 4-0 en Brasil. “Nunca había jugado contra un rival tan superior”, le confesó al DT, camino al vestuario, un tal Ronaldinho.
Después de la U, tomó la selección de Chile, que estaba 6ª en las Eliminatorias y fuera del Mundial, tras el despido de Borghi. La enderezó y ya en Brasil 2014 eliminó al campeón del mundo (España) en la primera fase y estuvo a 1 centímetro y a un par de penales de ahorrarles a los brasileños el trago amargo de los 7 goles de Alemania (travesaño de Pinilla en la última bola del suplementario por octavos de final). En ese lapso, Chile le jugó de igual a igual a Alemania en Alemania, a Inglaterra en Wembley y a España y a Brasil en su Mundial. No eran solo los resultados. Al año siguiente, le daría a Chile la primera Copa América de su historia. En enero de 2016 integró la terna al mejor entrenador del mundo junto a Luis Enrique y Pep Guardiola. Allí trató personalmente a Messi por primera vez. El encuentro entre ambos merece un stop en este recorrido.
Messi y Sampaoli nacieron a 52 km de distancia, tienen a Newell’s como mojón común de la infancia, estuvieron a metros en el Estadio Nacional de Santiago, cuando uno lloraba tirado en el piso y el otro se acercaba a recibir su medalla de campeón, pero el primer mano a mano fue en Zurich, en la gala del Balón de Oro del 11 de enero de 2006. Antes de entrar al salón se dieron un abrazo. Ambos son muy tímidos, así que fue un duelo de titanes. Jorge no se animaba a dar el paso, así que fue Messi el que rompió el hielo. Hablaron unos minutos de fútbol, Leo lo felicitó por lo que había hecho en Chile, y Jorge le aconsejó que no baje los brazos, que él se merecía ganar algo con Argentina. Se saludaron las familias, los hijos de Sampaoli, rondando los 30 años, no se animaban al pedido de fotos, pero finalmente se llevaron el recuerdo. Luego, en la velada, Messi ganó su quinto Balón de Oro, y Sampaoli perdió ante Luis Enrique, y tras salir del salón y atravesar la zona mixta, Sampa lo esperó en la puerta del restaurante donde se hace un cóctel privado con las familias. Se saludó con Sergio Ramos, se dio un abrazo con Iniesta (le dijo que algún día le gustaría hablar de fútbol con él) y se quedó a esperar a Messi. “Te felicito por el premio, me siento orgulloso de vos como argentino, te felicito por tu humildad, seguís siendo el chico de Rosario”, le soltó el Zurdo al zurdito. Es fútbol y nunca se sabe, pero son varios los indicios que llevan a pensar que ese fue el punto de partida de futuros encuentros entre ambos. En la Selección. O en el Barcelona. O en ambos. Veremos.
Sus declaraciones en estos meses van en esa dirección. “Cuando fue lo de la Selección Argentina había dos motivos: ser el técnico representando a mi bandera y dirigir a Messi, era una oportunidad de verlo todos los días. No se dio, con el paso del tiempo uno se ilusiona pero esa ilusión a veces no depende de uno”, le manifestó a Juan Castro, de Marca, el 3 de enero. Luego, al ser consultado por Cristiano, la clavó en el ángulo: “Cristiano es un jugador grandioso, definitorio en el último tercio. El gran problema que tuvo Cristiano en su gran plenitud fue la presencia de Messi, que es el mejor de la historia, casi”. Unas semanas después, el DT potenciaría su admiración por Leo en la entrevista con Valdano: “Diego y Leo son dos genios que emocionalmente son distintos. Argentina ha sacado a los dos mejores jugadores de la historia, para nosotros es increíble. Ahora, comparar a Messi con el resto es como comparar a un gran policía con Batman”. Clarito: Batman está en categoría de superhéroe. Como Messi.
Leo no es el único integrante de la MSN con el que ha dialogado en privado. También lo ha hecho con Neymar. Sampaoli ha cenado en la casa del brasileño en Barcelona. Fue durante su semestre sabático, en un viaje que el casildense hizo por España y que incluyó una visita al palco oficial del Camp Nou. Por algo, el brasileño fue corriendo detrás de Mascherano a darle un abrazo tras aquel 2-1 que le propinaron al Sevilla por Liga (única derrota en casa). Lo hizo detrás de Mascherano, que tiene con Sampaoli un denominador común: Renato Cesarini, el club fundado por los hermanos Solari y Onega en las afueras de Rosario. Allí, Masche atravesó parte de su formación como futbolista (completada en River) y Sampa, como entrenador. Llegado el caso de que se agote el ciclo de Luis Enrique en el Barcelona está claro que, a Sampaoli, banca no le va a faltar.
“Jorge tiene el don de la empatía, y la genera con el jugador. Le llega desde los lugares más comunes, es un estudioso de la conducta humana, mira dos películas por día, también documentales, se detiene en las historias y en los comportamientos de los seres humanos para nutrirse”, lo describe Verónica Brunati, una de las periodistas más cercanas a Sampaoli. Un ejemplo lo pinta bien. En un Uruguay-Chile por Eliminatorias vio que Diego Godín manejaba todo el partido, entonces tuvo un cruce en un lateral, para sacarlo de eje. Discutieron. Luego se arrepintió, consiguió su teléfono y lo llamó para disculparse. Y se quedaron un rato largo hablando de fútbol.
Imagen Mascherano, Neymar y Messi (no se ve) fueron a saludarlo tras el 2-1 del Barcelona, cuando el DT se iba para el túnel.
Mascherano, Neymar y Messi (no se ve) fueron a saludarlo tras el 2-1 del Barcelona, cuando el DT se iba para el túnel.
El otro periodista que conoce como nadie a Sampaoli es Pablo Paván, casildense, vecino de siempre del Zurdo y autor de No escucho y sigo, la biografía de Sampaoli que salió en 2014 y pide a gritos una actualización. “Tiene mucha calle –destaca Paván-, creo que su principal virtud es que sabe lo que vos estás pensando, te lee la mente todo el tiempo, y entrena a partir de cómo te identifica. A mí me ha sacado la ficha en varias ocasiones, es muy perceptivo, se da cuenta de qué te pasa”. En este diciembre, Sampaoli tuvo unos días de vacaciones y fue a Casilda entre Navidad y año nuevo. “Andaba como si nada, iba en bicicleta a Alumni, su club, corría las mesas en la confitería, le gusta eso de ir y joder con los amigos, ser uno más y que no lo acosen. Es un loco del entrenamiento. El 25 estuvimos tomando unos mates en su casa, en un momento llegó su hija y le pidió las llaves del gimnasio que tiene ahí y un rato después, cuando nos despedimos, fue derechito a entrenarse”, repasa Paván. Parece que al Zurdo no hay vitel toné ni turrones que lo detengan.
El biógrafo cierra con otro matiz de la personalidad del DT. “A Jorge le preguntás por un rival y te dice: ‘No, durísimo’. Le tirás Real Sociedad. ‘Es bravísimo ese estadio, los vascos son duros’. Formentera, por Copa del Rey y ‘No, durísimo, son rápidos, fuertes’”, y Paván se mata de risa, recordando que el Sevilla superó 5-1 y 9-1 al Formentera para un 14-2 global.
En Sevilla, Sampaoli vive a 30 kilómetros de la ciudad con su media docena de perros. Le gustan muchos los perros. Los cuida y sale a correr con ellos, como lo recuerda el propio Paván de algunas veces que intentó seguirle el ritmo en Santiago de Chile. Mira dos películas por día y casi no consume nada de los medios.


RESPIRAR ARTE
Bien, retomamos el hilo cronológico de la campaña. El Sevilla pierde las dos Supercopas y arranca 6-4 en la Liga ante el Espanyol. Las piezas nuevas van encajando de a poco. Y un futbolista comienza a marcar el ritmo y el cariz del equipo. Es el termómetro. Se llama Steven N’Zonzi, un francés de ascendencia congoleña, de 28 años, que venía de seis temporadas en el fútbol inglés (Blackburn Rovers y Stoke City) y llevaba un año en el club sin continuidad. Un cinco alto (1.93), de muy buen pie, zancada larga, de esos que están en todos lados y te la dan siempre redonda. Muchos lo ven parecido a Patrick Vieira. Tan sobresaliente fue su funcionamiento que relegó al banco a Kranevitter. N’Zonzi es el hombre de mayor cantidad de pases por partido en la Liga (77.6), y encima con un 88.9 de efectividad (te da bien 9 de cada 10 pases), según Opta estadísticas.
El 20 de septiembre, el Sevilla le ganó 1-0 el clásico al Betis con un gol de Gabriel Mercado de culo (literal, lo hizo con la cola). El 15 de octubre, el Sevilla venció 3-2 al Leganés fuera de casa (gol de Sarabia a los 85’) y se sacó de encima una mochila pesada: no había ganado ni una sola vez de visitante en la liga anterior. Lo logró tras 22 presentaciones y casi un año y medio. Otra mochila que se sacó fue pasar de fase en el grupo de la Champions, porque de no haberlo conseguido habría caído en Europa League, y allí hubiera sentido la presión de ganarla, después de las 3 consecutivas de Emery. Lo consiguió como segundo de la Juventus, eliminando al Lyon y al Dínamo Zagreb. Pasó con una sola derrota y en ambos choques con la Juve y también en el cierre, cuando debió ir a buscar el empate a Lyon para clasificarse, Sampaoli mostró su cara más pragmática. Agruparse, achicar espacios, nada de ir como locos al frente. El vidrio no está en su menú de opciones para masticar. El 22 de febrero (local) y el 14 de marzo (afuera) choca en octavos contra el Leicester, la Cenicienta de la Premier.
Una semana después de quebrar el maleficio de visitante, le ganó 1-0 al Atlético del Cholo. Fue una muestra de que no eran menos que “el tercero en discordia” de la Liga. Al Barcelona le iban ganando pero se enojó Messi y él solito lo dio vuelta: gol y asistencia a Suárez para el 1-2 final, pero el desarrollo fue sumamente parejo, muy distinto al 0-5 de la Supercopa. Ya el equipo estaba por alcanzar su velocidad crucero. En la fecha siguiente volvió a ganar de visitante: 3-2 a La Coruña con goles a los 87' (Vítolo) y 90' (Mercado), para reafirmar que el triunfo ante Leganés no había sido casualidad y confirmar una tendencia, la de las victorias agónicas. El 17 de diciembre, el público del Sánchez Pizjuán (48.649 espectadores de capacidad) quedó aturdido: su equipo le metió 4 goles al Málaga en 10 minutos, entre los 25 y 35 del PT. Una locura.
Tras el parate por las fiestas, asomaba el Real Madrid en el horizonte: tres cruces en 12 días. Arrancó con un 0-3 en el Bernabéu por Copa del Rey, a los 3 días goleó 4-0 a la Real Sociedad de visitante con 3 de Ben Yadder (delantero francés de 26 años que viene del Toulouse; 15 partidos y 8 goles en Liga). En la revancha con el Madrid se puso 3-1 de local a los 77' pero se lo empataron a los 90'. Por un pelín no le sacó el invicto al Madrid. Lo consiguió tres días después, por la Liga, de nuevo en casa. Perdía 1-0 y lo dio vuelta con goles a los 85’ (Sergio Ramos en contra) y 91’ (Jovetic). Final al invicto más prolongado del fútbol español: 40 partidos sin perder del Madrid. Cuando empataron, un par de jugadores fueron decididos a buscar el balón dentro del arco. Eso es ambición, una de las 3 palabras que están escritas en el vestuario sevillista. Las otras son respeto y humildad. Después de vencer al primero, le tocaba el último en Pamploma, territorio hostil y siempre complicado. Le ganó 4-3 a Osasuna, levantando 2 veces el resultado. Y así llegamos a la primera rueda récord en la historia del Sevilla. No solo son récord los 42 puntos, también los 42 goles a favor,  2 más que el Sevilla de Helenio Herrera de 1956/57. Ahí está el dato clave: la búsqueda permanente del arco rival.
Volvamos a José Manuel García.
“Este hombre suele jugar con dos o tres centrales, con un punta, dos puntas y otras veces sin punta, ja, lo que más ha llamado la atención de Sampaoli es su ductilidad táctica, la forma tan camaleónica del juego, tiene capacidad de adaptación al medio, pero juegue con el sistema táctico que juegue, lo más importante es que el balón estará el máximo tiempo posible cerca del área del rival”.
Imagen Sampaoli recibe un premio del Rey Felipe VI, atrás aplaude Iniesta.
Sampaoli recibe un premio del Rey Felipe VI, atrás aplaude Iniesta.
“Al igual que Bilardo, al que conocí de cerca cuando dirigió al Sevilla, Sampaoli es otro auténtico fatiga del fútbol. Son dos locos, dos obsesos, o sea que se levantan con fútbol y se acuestan con fútbol, y a mitad de la noche se levantan, miccionan y se van a ver un detalle del ordenador para seguir viviendo fútbol”.
“La labor de Lillo en esta etapa nueva de Sampaoli es vital. La llave del éxito es de Juanma. Por el conocimiento de la Liga, de la idiosincrasia del equipo, y porque es el encargado del juego de posesión. El Sevilla no tiene nada que ver con la selección de Chile, que jugaba más vertical. Ahora, mastica más la jugada. Eso es Lillo. Aquí, el único que le puede ganar en posesión es el Barcelona”.
“El ambiente que hay en el Sánchez Pizjuán es mágico, porque hay una comunión muy grande entre los futbolistas y la afición. El himno del centenario es, junto al del Liverpool, de los más emocionantes que existen. Hasta los hinchas contrarios lo cantan. Son casi 50.000l personas cantando a la vez cuando saltan los jugadores al campo. Es emocionante, pegadizo y los futbolistas también lo cantan. Los equipos contrarios salen acojonados, y el local todo lo contrario”.
“De los argentinos, el que ha caído de pie aquí desde el minuto 1 ha sido Mercado. Entró con un perfil de los más bajos y desde el minuto 1 dio resultado. No es un artista, pero sí un gran profesional, con una vergüenza torera increíble. Encima le metió el gol a Betis. Juega de central por izquierda. Pareja es un tío rápido, está en buen nivel, pero tuvo una gravísima lesión hace un año y medio, y hay que andar con cuidado con él. Es uno de los cuatro capitanes del equipo. El Mudo empezó muy fuerte pero se vino un poquito abajo en la relación calidad- precio. Sampaoli confía ciegamente en él. Tucu Correa es demasiado joven, y juega poco aún, se dice que va a ser el crack de los próximos años del Sevilla, el jugador franquicia. Vietto es goleador pero Ben Yedder lo ha superado jugando menos; cuando juegan los dos juntos son demoledores. Está siendo suplente desde el parón de Navidad. Kranevitter vino para ser el dueño de la manija pero se topó de bruces con N’Zonzi y se ha quedado un poquito, pero suele disponer de minutos”.
“Hoy por hoy, la gente dice Sampaoli y se quita el sombrero. El sevillista tiene ahora mismo a Sampaoli en los altares, le aplauden a rabiar, y ya hacen apuestas a ver si es capaz de cumplir los 2 años de contrato. Está entregadísima como hace muchos años no veía, y eso que yo ya peino muchas canas. El tipo ha tenido la habilidad de hacer desaparecer las cenizas de aquel juego clásico, hosco, rudo, resultadista de Emery, y que está más en consonancia con lo que es la ciudad, porque en Sevilla se respira arte. Ahora mismo Sampaoli ha logrado que el Sevilla vuelva a su esencia, el sevillano en sí ha sabido digerir y degustar el arte. En los toros, en la música, la danza, la pintura. Aquí se respira arte y este Sevilla ha recuperado para el Sevilla la esencia del fútbol arte”.
Y es cierto que se respira el arte en Sevilla, la ciudad más poblada de Andalucía (800.000 habitantes), la cuarta en España detrás de Madrid, Barcelona y Valencia. Si saliera a jugar un partido con la camiseta del arte, la ciudad podría jugar con 4 de punta: los pintores Murillo y Velázquez y los poetas Antonio Machado (caminante no hay camino) y Gustavo Adolfo Bécquer. Equipazo.
“Nos hemos juntado unos técnicos a los que nos cuesta mucho convivir con el hecho de que el rival tenga el balón. Ganar o perder puede tocar, pero pretender ganar en todos sitios y que termines el partido, no solo ganando, sino también habiendo merecido ganar, es algo que nos une”, sintetizó Juanma Lillo al diario Mundo Deportivo a poco de asumir, en una de sus pocas expresiones públicas. Lillo es la musa inspiradora de Pep Guardiola, recordemos, entrenador vasco que también arrancó de muy joven al truncársele su proyecto de futbolista y hoy es la mano derecha de Sampaoli, tras la ida de Sebastián Beccacece, y responsable clave en el cambio de estilo.

HASTA DONDE LLEGARA
Para saber cómo vive este presente Sampaoli, vale detenerse en su distendida charla con Jorge Valdano, para BeIN Sports. En el comienzo de la entrevista, Valdano recordó que su hermano le insistía todo el tiempo para que aceptara el café de un personaje muy futbolero que quería conocerlo. De Casilda. Esa hora se transformaron en cinco. Fue en 1991.
“Está muy loco”, le dijo Valdano a su hermano tras el encuentro. Sin chapa, Sampaoli buscaba aprender de todos. Hoy, son muchos los entrenadores que recorren el camino inverso y van a sus entrenamientos a aprender de él.
Habla el Zurdo.
“Las modas duran como las modas, trato de eximirme de esa palabra, porque las modas se terminan, lo que más me ilusiona en la actualidad es lo que genera el equipo y la convicción con que lo hace”.
“Cómo pretendía sumarle al juego de ataque mayor dominio, me acerqué a gente vinculada a equipos de mayor posesión, como aquel Barcelona. Quise crecer como entrenador, no ser tan directo ni frenético, porque cuando iba rápido, también volvía rápido. La llegada de Juanma tiene que ver con eso”.
“Trato de luchar contra el jugador oficinista, y lo dice alguien que está frustrado por no haber sido jugador. Hay muchas cosas que se interponen en ese disfrute. Nosotros los entrenadores atentamos contra ese disfrute cuando se hacen partidos tediosos y aburridos”.
“El sabor del juego no tiene que modificarse por un resultado. Que nos dé bronca perder pero saber que la idea no se va a modificar nunca. Tenemos que saber que cada vez que entramos a una cancha la gente estará eufórica desde el inicio hasta el final, es nuestra obligación. Hemos generado algo que no podemos traicionar”.
Imagen Sampaoli metido en la práctica, con su libreta de apuntes, detrás de N´Zonzi, el termómetro del equipo.
Sampaoli metido en la práctica, con su libreta de apuntes, detrás de N´Zonzi, el termómetro del equipo.
“El jugador es un ente difícil de gestionar, porque está rodeado de mucha gente. A veces hay que plantear en el plantel: cuál es el jugador que no quiere salir, así no lo convocamos. El medio ha generado que eso suceda. Y más en la elite”.
Sampaoli será un obsesivo como Bilardo, como destaca García, pero tiene muchísimos más puntos de contacto con Menotti, claramente. Siempre destaca que Huracán del 73 lo conmovió y nombra a Menotti como referente en las entrevistas. El Flaco le devolvió la pared desde su columna en el diario Sport de Barcelona: “A Sampaoli lo sumo a los entrenadores que asumen los riesgos para crear un mejor espectáculo. Ganará y perderá como todos, pero nunca ofenderá al juego como muchos entrenadores que conocí en mi vida. Me gusta su búsqueda. Está más loco que una cabra. Pero ya se va a sentar tranquilo a ver los partidos”. Hummmm, a esta altura, esto último será demasiado complejo.
Marcos López, de Marca y Canal Plus, uno de los más destacados analistas de fútbol, hace un análisis más táctico para El Gráfico: “¿Cómo juegan los equipos de Sampaoli? Tocando, vigilando el juego de pies y los controles para ganar espacio y tiempo, interpretando el efecto mariposa. Cuando uno voltea una línea, todo cambia, por lo que la zona entrelíneas es desgracia o fortuna. Un ejército de futbolistas flotantes aparece desde la oscuridad, va a la posición intermedia a recibir y se sale de la zona como si quemase. El tiempo cuenta. Los estáticos no tienen futuro. Tampoco los que no sienten la emoción del fútbol”. Y Roberto Palomar, de quien anticipábamos el título de su columna del 16 de enero, apunta más al aspecto filosófico del sampaolismo: “El Sevilla es hoy una cordada que busca la cumbre del Everest y que parece estar dispuesta a que alguno de sus miembros se deje la vida en ello con tal de que el resto ponga la bandera en la cima. El culpable es Sampaoli, claro. Un tipo mirado con suspicacia por una parte de la afición y del periodismo por esa pertenencia sospechosa, por esa militancia a un tipo de fútbol casado con la retórica. Sampaoli es, hoy por hoy, el mejor fichaje de la Liga. A Simeone se le miró desde el principio con un respeto reverencial y a Sampaoli, como a un vendedor de crecepelo. Pero Sampaoli, además de vender ese crecepelo que es la posibilidad de ganar la Liga, vende también un estilo de juego que se ha mostrado especialmente útil ante una roca como el Real Madrid”.
¿Hasta dónde puede llegar este sueño que crece desde las entrañas del Sánchez Pizjuán? Ganar la Champions es casi imposible. La Liga, un poco menos. Monchi, el Director Deportivo, destaca que siempre mira el 7° y el 5° puesto de la tabla, que entrar otro año a Champions sería un golazo para el club por los millones que ingresarían para potenciar más el plantel para el siguiente año. Sampaoli ya declaró que el Madrid y el Barcelona superarán los 85 puntos y para que el Sevilla también lo haga deberá superar en la segunda parte su mejor performance histórica de esta primera ronda (42 puntos). 
“El récord de puntos para mí es muy importante, porque nos llena de ilusión para lo que viene y corrobora lo que hicimos en la primera parte del torneo. Será complicado pero lo intentaremos, la ilusión está latente en la plantilla, sin ella no se puede vivir, pero a la ilusión tenemos que sumarle pasión y a la pasión, interés y compromiso”, declaró Sampaoli el lunes 23, mientras cerrábamos esta nota, tras recibir de manos del Rey Felipe VI el Trofeo Comunidad Iberoamericana. 
Recordemos: el Sevilla va para 71 años sin ganar una Liga, la única que tiene. Pero el Zurdo sabe de utopías enlazadas.
Ahí va el Quijote nomás, cabalgando hacia adelante. Siempre hacia adelante.

Imagen Presentación de Sampaoli como DT del Sevilla.
Presentación de Sampaoli como DT del Sevilla.
Monchi: “Nunca deja de sorprenderte”
Para algunos es un mago. Para otros, un genio. Para la afición sevillista, el gurú que los condujo en estos últimos 15 años desde la Dirección Deportiva con una muñeca propia de Juan Manuel Fangio: su porcentaje de acierto en las decisiones tomadas ha sido altísimo. En 2015, el diario Marca destacó que “el Director Deportivo más famoso del fútbol español” le había generado al club andaluz una plusvalía de 210 millones de euros. Durante su gestión, el Sevilla volvió a la Primera División y obtuvo 9 títulos: 5 Europa League (2 de ellas bajo el formato de Copa de la UEFA), 2 Copas del Rey, 1 Supercopa de Europa y 1 de España.
Especialista en fichar jugadores semidesconocidos para luego sacarles el jugo y venderlos por varios millones (Julio Baptista, Dani Alves, Alvaro Negredo, Aleix Vidal, Gary Medel, Carlos Bacca, Iván Rakitic, entre otros), también dueño de un ojo clínico para elegir entrenadores (Juande Ramos, Unai Emery, ahora Sampaoli), a Ramón Rodríguez Verdejo nadie lo conoce por su nombre de pila, sino por su apodo: Monchi. Sondeado en diferentes momentos por el Real Madrid y el Barcelona, en España dan casi por hecho que en junio se marchará a la Roma, previo pago de una cláusula de 5 millones de euros. Sí, estaríamos ante el caso inédito del fichaje de un Director Deportivo, aunque el propio protagonista afirme que bajo esas condiciones no se iría.
Nacido en Cádiz hace 48 años, fue arquero durante una década en el Sevilla. Lo tuvo a Bilardo de entrenador, y aunque casi no atajó con él, le tomó un gran cariño y se identificó con sus ideas.
La charla telefónica con El Gráfico se produce el domingo 22, tras el 4-3 ante el Osasuna, en la siempre complicada Pamplona.
-¿Por qué eligieron a Sampaoli? 
-A Jorge lo conocemos desde hace muchos años. Era una apuesta que podía parecer arriesgada porque a pesar de sus triunfos en Sudamérica no era conocido en Europa, aunque apostábamos que a partir de su convencimiento en una propuesta, aquí iba a gustar.
-¿Lo veían similar a Bielsa? En su momento, el Sevilla estuvo cerca de contratarlo…
-Antes de que tomara el Bilbao, estuve reunido en varias ocasiones con Marcelo y al final no cuajó, pero me llevé una magnífica impresión y conservo una alta estima por él. De todos modos, en esta ocasión no buscaba una réplica de Marcelo. Jorge ya es Jorge Sampaoli, no es una imitación de nadie. Lo que buscábamos, después de una época de éxitos con un estilo determinado, era un cambio, había que dar un giro importante.
-¿Por qué querían cambiar si venían de ganar 3 Europa League seguidas con Emery?
-Porque después de ganar esas 3 Copas, el club necesitaba dar otro paso, y ese paso debía ir de la mano de una propuesta diferente. Necesitábamos volcar más al equipo hacia el área rival, y Jorge es de los entrenadores que más lo plantea de ese modo. Y es un entrenador exitoso. Ojo: también hay similitudes. Unai y Jorge son muy trabajadores, motivadores, conectan bien con el jugador.
-¿Y qué hace un bilardista declarado como usted contratando a un admirador de Menotti como Sampaoli?
-Bueno (risas), pasa que yo creo que los extremos a veces se tocan. Sigo diciendo con todo orgullo que soy bilardista porque aprendí mucho de Carlos, pero de todos modos nos asemejamos con Jorge en más cosas de lo que la gente puede pensar.
-¿Cómo tomó el público este cambio? Vienen de un ciclo en el que se ganó con otro estilo.
-En todo cambio, siempre hay un tiempo de dudas, pero a medida que el equipo fue avanzando, la afición compró la idea del Míster. Cuando se habla de la escuela sevillana, se trata de un concepto de fútbol más artístico. Bueno, al final todo el mundo quiere ganar, vamos, y nadie estaba triste cuando ganábamos con Unai, pero creo que a la gente le gusta más ganar como lo estamos haciendo ahora, ve en el campo lo que ellos harían si fueran futbolistas. Para mí, no había en España un equipo que jugase así, con un esquema táctico tan cambiante y una ambición desmesurada.
-¿La apuesta era ser “el tercero en discordia”, como el Atlético a partir de Simeone?
-Las cuentas eran intentar estar en la pomada de todas las competiciones. Ser terceros, cuartos o segundos depende de matices, afortunadamente estamos allí, en la pelea.
-¿Tuvieron dudas cuando de arranque perdieron las Supercopas?
-No, hombre, somos un club que tenemos mucha paciencia con los entrenadores cuando estamos convencidos. Ya nos pasó con Juande y con Unai, con el que fuimos colistas dos veces, cumplidas cinco fechas, y aquí nadie se puso nervioso. Por otro lado, las perdimos con el Madrid, cuando ya estaba ganada, y con el Barcelona.
-¿Se preocuparon cuando Sampaoli fue tentado por la Selección?
-Estaba el temor, claro, porque no es una llamada cualquiera, y sabemos lo que significa para Jorge la Selección de su país. Fuimos muy claros con él, lo hablamos cara a cara, y al final respetó su compromiso e hizo lo que creía.
-¿Qué es lo que más le sorprendió de Sampaoli en estos meses?
-Es que Jorge no te deja de sorprender nunca (risas). Quizás cómo cree en lo que él cree. Es un defensor a ultranza de su credo. Su mayor virtud es haber convencido a un grupo campeón de que podía dar un paso más, ser más osado e igual de competitivo. Sabe transmitir su mensaje y su primer gran éxito es que los jugadores lo hicieran propio. Es el líder de este Sevilla.
-Si tuvieran que apostar por uno de los frentes: ¿Liga o Champions…?
-Repetir otro año en la Champions significaría un nuevo salto en lo económico que nos mejoraría en todo sentido. Luego, en la Liga, yo miro la tabla siempre con dos referencias: el séptimo puesto, porque es muy importante entrar en Europa, y para nosotros ya es una obligación, y el quinto, por la Champions. Y ahora estamos ya tres victorias por encima del quinto. Pero cuando uno aspira a lo máximo, si puedes seguir el ritmo del Madrid y el Barcelona, eso te va a permitir separarte de los que vienen por detrás. Mira, este club ha crecido peleando por todo. Cuando uno elige, falla, porque es señal de debilidad; al final hay que ser ambicioso y pelear con todo a lo máximo, con nuestras armas, hasta donde lleguemos. “Respeto, humildad y ambición”, como se puede leer en las paredes de nuestro vestuario. Ese es el lema.

Por Diego Borinsky / Fotos: AFP

Nota publicada en la edición de febrero de 2017 de El Gráfico