Las Entrevistas de El Gráfico

La historia de Gabriel Deck, la promesa del básquet argentino que ya se transformó en realidad

Un perfil del pivot que tendrá la Selección Argentina en los próximos diez años. Desde el aro con un volante de tractor hasta sus sueños de NBA.

Por Redacción EG ·

28 de enero de 2017
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El padre de Gabriel Deck terminó su recorrido diario con el colectivo y no dudó. Agarró su bolso y llegó decidido a su casa. El entusiasmo que tenía su hijo lo inspiraba y lo ilusionaba. Algo tenía que hacer para siguiera practicando deporte, para que se siguiera puliendo, para que siguiera siendo feliz.

Carlos, que ahora dejó el bondi, pero es remisero, se había acordado que tenía un volante de un tractor en el fondo de su casa. Enchufó la amoladora y cortó las divisorias para que quedara limpio, para que la pelota entrara mansa. Se fue hasta la cancha de fútbol abandonada que estaba cerca de su casa, en Colonia Dora, agarró el poste de uno de los arcos y  buscó un pedazo de madera que hiciera de tablero. Listo. El aro de básquet ya estaba instalado en el mejor estadio del mundo: el patio trasero de la casa de Gabriel Deck, el pibe de 21 años que hoy la rompe en la Liga Nacional de Básquet con la camiseta de San Lorenzo.

Mientras le cuenta esta historia a El Gráfico, Tortuga, como lo llaman todos, comparte su orgullo y casi que se le quiebra la voz, mientras algunos de sus compañeros siguen tirando al aro en el flamante Polideportivo Roberto Pando, en Boedo. “Lo hizo para que yo jugara todos los días con mis amigos”, suelta con tono suave y su acento santiagueño. A la mañana practicaba y practicaba en su aro casero; a la tarde, aprendía en el club Bartolomé Mitre y a la noche, jugaba con los pibes con la mayor de las energías en su canchita.

Imagen CON UNA MANO agarra la pelota, en una de las plateas del Roberto Pando. Foto: El Gráfico.
CON UNA MANO agarra la pelota, en una de las plateas del Roberto Pando. Foto: El Gráfico.
Antes de que sea el máximo goleador del Mundial Sub 17 de Lituania, con 21.5 puntos de promedio, Gabriel llegó a Quimsa a los 13 años gracias a su profesora de Educación Física, Paola Aguilar, que le veía condiciones y, que por lo visto, no se equivocó. Lo duro fue la mudanza: Colonia Dora, su pueblo natal, queda a 175 kilómetros de Santiago del Estero capital, y jugar en el club de sus sueños conllevaba dejar la familia.

En el 2014 en una entrevista con un programa de Deportv, Deck remarca que tiene “buenos movimientos debajo del aro” y que debe “mejorar su tiro de tres puntos”. Antes de que charlara con nosotros hizo cinco tandas de diez tiros en diferentes lugares de la línea de tres: en todas metió nueve de los diez lanzamientos. Eso marca la rápida evolución de este chico que llegó hace cinco meses al equipo de Julio Lamas y que actualmente vive en Caballito con su novia.

 

SUS GUSTOS, LA ESCUELA, SU APODO Y LA NBA



 

Imagen Una joyita: "El estadio" en donde se formó Gabriel Deck. Foto: Facebook.
Una joyita: "El estadio" en donde se formó Gabriel Deck. Foto: Facebook.
Un día cualquiera de los primeros días en Quimsa, Gabriel estaba acostado en la concentración y se tapó hasta la cabeza con una colcha. De a ratos, sacaba su cabeza y relojeaba a su alrededor. De repente, un compañero suyo dice: “Miren, miren, la tortuga, la tortuga”. De ahí viene su apodo. Según él, nadie le dice Gabriel, todos los llaman por su mote animal.

El pivot de San Lorenzo juega como vive y vive como juega: con tranquilidad “como todo chico de pueblo”, pero con rigor y con personalidad a la hora de la verdad. Estuvo en las fiestas por Santiago, lesionado, y volvió de la mejor forma. Le gusta pescar: a pocos kilómetros de su casa está el Río Salado. Ama los guisos que hace con sus amigos y le encanta la cumbia y la guaracha santiagueña. ¿Sabrá bailar ese ritmo?. Dice que en la escuela primera era un buen alumno, cumplidor y con buenas notas o sino su mamá, Nora, lo cagaba a pedos. Pero en la secundaria, que la hizo en la capital de la provincia, se contagió de “vagancia” y no pudo terminar: le quedan los últimos dos años. Lo terminará, en algún momento, porque le hizo una promesa a su madre. Sueña con estudiar Kinesiología, “pero primero lo primero”.

Su ídolo es Leo Gutiérrez, el máximo ganador de la Liga con diez campeonatos en cinco equipos diferentes, y tuvo la oportunidad de escucharlo en las citaciones de la Selección Mayor. ¿Qué le dijeron Manu y Scola?. “Me dieron muchos consejos en los Juegos Olímpicos de Río y me contaron cómo vivían todo esto a mi edad. Me contaron de sus sueños y cómo hicieron para cumplirlos. A todos los más chicos nos dicen que tenemos que continuar el legado que ellos dejaron”.

Imagen Integró la U15, U16, U17, U18, U19 de la Selección Argentina. Fue elegido varias veces capitán por sus compañeros. Foto: El Gráfico.
Integró la U15, U16, U17, U18, U19 de la Selección Argentina. Fue elegido varias veces capitán por sus compañeros. Foto: El Gráfico.
En Colonia Dora jugaba a los picaditos con sus amigos soñando ser futbolista, hasta que se cruzó con la pelota naranja. Su hermano Joaquín estuvo con él en Quimsa, pero ahora juega en Oberá, de Misiones, en el TNA. Con respecto a los rumores que lo vinculan con equipos de la NBA (Utah Jazz y Milwaukee Buks), Gabriel expresa: “Estoy tranquilo y trato de hacer lo mejor con la camiseta de San Lorenzo. Me genera mucha alegría y mucha motivación saber que se están fijando en mi gente muy grosa. Me motiva para seguir superándome”.

En su brazo derecho tiene un tatuaje de un búho de la buena suerte con un reloj “para manejar los tiempos de mi vida”. Es muy creyente y por eso se tatuó a la Virgen de Guadalupe en su pierna derecha y en la izquierda, tiene pintada a una tortuga. Pero sin dudas que la carta escrita que tiene en su muslo derecho, una frase del escritor estadounidense John Calvin Maxwell, especialista en liderazgo, sintetiza el pensamiento de Gabriel Deck, uno de los herederos de la Generación Dorada: “Cuando quieras emprender algo, habrá mucha gente que te dirá que no lo hagas; cuando vean que no pueden detenerte, te dirán cómo tienes que hacerlo; y cuando finalmente vean que lo has logrado, dirán que siempre creyeron en ti. Hazlo por tu gente, hazlo por tu orgullo, nunca sabrás si nunca lo intentas…”.

 

Por Matías Escobar