Las Crónicas de El Gráfico

Víctimas del cielo

El turbulento 2016 de la Selección arrastró a todos cuesta abajo: jugadores, técnicos, dirigentes, hinchas, periodistas... Una montaña rusa que dejó en zona de riesgo la clasificación para el Mundial 2018 por más cuestiones endógenas que exógenas.

Por Elías Perugino ·

13 de enero de 2017
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A vuelo de pájaro, o más bien de pajarones, en 2016 el fútbol argentino hizo lo posible para dinamitar a esa institución llamada Selección. La buena noticia es que, pese a todos nosotros, no lo consiguió. La seguidilla de dislates fue apabullante y se sucedió a la velocidad de Usain Bolt [1], incluso sin dar tiempo a mirar en perspectiva y sopesar las circunstancias y sus secuelas. Miren si no… (y tomen aire porque el párrafo que sigue, intencionadamente, será más largo que un monólogo de Tato Bores [2]).

Por problemas intestinos, la dirigencia amenazó con retirar de la competencia al equipo que ya había anclado en Estados Unidos para jugar la Copa América Centenario. Poco menos que huérfanos, sin el mejor respaldo logístico, los muchachos igual se las ingeniaron para llegar a la final de la Copa, otra vez perdida por penales ante Chile. Al toque, Messi se sintió tan “fracasado” por caer en su cuarta final [3] que renunció entre lágrimas. Horrorizada, la argentinidad clamó por el retorno y pasó semanas en vela, sin dejar de fogonear discursos de variados contenidos e intenciones. Casi al unísono, un desprotegido Martino padecía la indiferencia de los clubes y no juntaba once juveniles para armar un entrenamiento digno en el predio de Ezeiza. Harto, el Tata renunciaba y casi nadie lloraba su pérdida. Con el torneo olímpico encima, se le encomendaba la dirección técnica del Sub 23 al Vasco Olarticoechea, único técnico con contrato vigente en AFA tras el alocado desmembramiento de la estructura de los seleccionados juveniles. Mientras el equipo no pasaba de la primera ronda y le dejaba servida la medalla de oro a Brasil, la Comisión Normalizadora designada por FIFA para encauzar a la AFA iniciaba un caótico casting para elegir al sucesor de Martino y completaba la faena anunciando la recepción de carpetas para un proyecto integral de Juveniles. Tras ser ungido en el cargo, Edgardo Bauza viajó a Barcelona y convenció a Messi para volver, logrando su principal triunfo hasta el presente. Mientras tanto, la Normalizadora hacía algo anormal: elegir para la Sub 20 a un entrenador que no había presentado ninguna de las 44 carpetas con proyectos [4]. En paralelo se sucedieron las seis fechas de Eliminatorias, en medio de las que el Patón se fue de boca contra el Barcelona [5], tuvo que comerse los puntos que le aplicó Armando Pérez y luego eslabonó un rosario de declaraciones contradictorias e inoportunas en su maratón de apariciones mediáticas. El equipo, en síntesis, le ganaba a Uruguay, empataba con Perú y Venezuela de visitante y perdía frente a Paraguay en Córdoba bajo una cortina de silbidos (tres partidos sin Leo), sufría el decretazo de Conmebol y FIFA [6] que les sumaba puntos a Chile y Perú por un error administrativo de Bolivia, soportaba un baile memorable con Brasil y, entre rumores de despido para el entrenador y alaridos de “que se vayan todos”, obtenía un oxígeno vital al golear a Colombia, resultado indispensable para finalizar en el escalón del Repechaje de cara a las seis fechas decisivas a disputarse en 2017. Rompiendo el clima de desahogo y alegría, el plantel argentino anunció, en la voz del capitán Messi, que no tendrá más contacto con la prensa debido a versiones relacionadas con actos privados de sus integrantes. De repente, cambió el eje: en vez de discurrir sobre la recuperación del equipo y el nivel celestial de Leo, el país debatió sobre esa grieta futbolera. Para cerrar el año bien tranqui, se disparó la polémica sobre la futura sede de la localía, un mano a mano entre la Bombonera y el Monumental sazonado con acusaciones cruzadas de “cancha mufa” y “cancha donde no alienta nadie”. Ufff.

Respiren un poco que ya seguimos.

La ensalada de situaciones disparó coletazos a borbotones.

• El equipo perdió frescura y consistencia. Licuó su identidad. Se mimetizó con sus versiones más mediocres. No soportó el golpe de la tercera final perdida ni se reseteó con el cambio de técnico. Desde lo mental, y con notoria repercusión en lo futbolístico, varios jugadores parecieron necesitar un paréntesis en su ciclo de Selección. Esperar al costado del camino –lo que no significa ser marginados del plantel– y dejarle la pista libre a una inserción gradual de otros futbolistas.

• El entrenador lo leyó diferente. Prefirió correr el riesgo de redoblar la apuesta por las figuras de experiencia con la batería descargada y evitar la aventura de una renovación parcial. En ese camino, alimentó el fuego de quienes sostienen que está deslumbrado por las megaestrellas que debe dirigir y eso lo enceguece a la hora de tomar las decisiones.

• En ese trayecto hasta la resurrección con Colombia, el equipo desdibujó sus trazos hasta hundirse en el desconcierto. Los jugadores parecían gastados, sin alma. Y llovieron las críticas, lógicas y sustentadas en los subterráneos niveles de rendimiento. Críticas que dolieron. Dolieron mucho. Y que al ser rociadas por difamaciones extrafutbolísticas [7] derivaron en una medida de fuerza propia de una estudiantina adolescente, delatora de una inmadurez asombrosa si se evalúa que fue concebida por figuras con más de una década de experiencia en Europa.

Tres pequeños apuntes más.

• El boicot a la prensa es un combate artesanal entre las partes. Al hincha ni le va ni le viene. Aunque se envenenen, los jugadores deberán bancar las críticas. Pero les asiste el derecho de no ofrecer entrevistas y, fundamentalmente, el de accionar legalmente contra quienes les falten el respeto con informaciones falsas. En eso hasta los periodistas estamos de acuerdo.

• No nos enojemos con el boicot, los periodistas. Radios, programas de tele, diarios y revistas seguirán su curso con o sin medida de fuerza. Mejor enojémonos con los personajes que infestan nuestra profesión y la ejercen de la manera más rastrera. Mejor enojémonos con nuestra falta de corporativismo, que hace que cada día nuestros puestos de trabajo sean ocupados por más y más exdeportistas.

• Basta de la estúpida polémica por la cancha donde debe jugar la Selección. Da lo mismo el Monumental, la Bombonera, el Cilindro,  el Kempes... Para construir el camino a Rusia 2018, lo sustancial es el juego, no el escenario. Mucho menos buscar enemigos externos como el periodismo. Es imperioso recobrar la autoestima. Sacudirse la toxicidad que viene amarrada a los cachetazos del pasado reciente. Reafirmar las convicciones que llevaron al grupo hasta tres finales. Volver a rodear a Messi con compañeros que se le puedan asociar para jugar, eximirlo de esa orfandad que lo obliga a intentar la heroica de convertir el gol al Getafe en cada avance. Y tomar las decisiones esenciales –nombres, esquemas– sin casarse con sentimientos ni obnubilarse con la chapa de algunos cracks. Simplemente, optando por lo mejor para el escudo bordado en el pecho de la camiseta. Decisiones que necesitan tanto de la audacia del entrenador como de la humildad y la honestidad de los posibles damnificados momentáneos. Al fin y al cabo, todos –los de adentro y los de afuera– estamos bajo bandera. Todos podemos ser víctimas del cielo.

Por Elías Perugino

Notas al pie

1- El velocista jamaiquino es el hombre más rápido de la historia. Tiene el récord mundial en los 100 metros llanos (9,58 segundos) y en los 200 metros llanos (19,19 segundos).

2- Su verdadero nombre era Mauricio Borensztein (1927-1996). Un prócer del humor político argentino. Sus monólogos sobre la realidad nacional se convirtieron en un clásico de la televisión.

3- Leo cayó en las finales de tres Copas América (Venezuela 2007, Chile 2015 y USA 2016) y en la del Mundial 2014. Sus máximos títulos con la camiseta albiceleste son el Mundial Sub 20 de Holanda 2005 y la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.

4- La Comisión Normalizadora eligió a Claudio Ubeda, que no figuraba en ninguna de las 44 carpetas. Ya inició su tarea de cara al Sudamericano de Ecuador 2017, asistido por Fernando Batista y el PF Gerardo Salorio.

5- “Desde Barcelona nos mandan mensajes para que cuidemos a Messi, pero ellos mucho no lo cuidan”, descerrajó el Patón luego de que Leo se lesionara en un partido ante el Atlético de Madrid, que le impidió jugar por Eliminatorias ante Perú y Paraguay.

6- Debido a la indebida inclusión del jugador Nelson Cabrera, la FIFA le dio por perdidos a Bolivia sus partidos con Perú y Chile por 3-0. En consecuencia, los trasandinos sumaron unidades que habían resignado en la cancha y dejaron a Argentina en el sexto lugar de la tabla.

7- A través de Twitter, Gabriel Anello, conductor de Radio Mitre, se refirió al supuesto consumo de una droga social en la concentración argentina por parte de Ezequiel Lavezzi, quien le inició acciones legales.

Nota publicada en la edición de diciembre de 2016 de El Gráfico