Las Entrevistas de El Gráfico

Frank Fabra, el comandante de la alegría

El colombiano desdramatiza la vida. De chico, vendía hojaldras en la calle y soportó la soledad. De grande, se afirma en Boca y en su selección. Charla con el 3 que admira al Manchester United y al Real Madrid.

Por Darío Gurevich ·

09 de enero de 2017
Imagen ¡Qué año! Se sumó a Boca y jugó por primera vez la Libertadores y la Copa América.
¡Qué año! Se sumó a Boca y jugó por primera vez la Libertadores y la Copa América.
No es un irresponsable. Frank Fabra se viste como un reguetonero porque le va esa onda. Canta y baila porque le copa. Resulta un tipo distendido, que se aleja de la mala vibra. La manera en la que pateó el penal, en aquella definición ante Nacional en la Bombonera y por la Copa Libertadores, denota su personalidad y su modo de afrontar el fútbol y la vida. Sabía que esa pelota era de fuego, que pesaba toneladas, y le dio con seguridad y confianza: suave, contra un palo.

-¿Desdramatizás el fútbol?
-Sí; me gusta divertirme en todo lo que hago: en casa, en el entrenamiento, mucho antes de los partidos. Son momentos para relajarse y dejar de pensar en lo que pasa a diario. Estar alegre implica olvidarse un poco del día a día.

-¿El fútbol es menos importante de lo que los argentinos nos creemos?
-No, no menos importante. Pero no solo hay que sufrirlo, también hay que disfrutarlo. Para nosotros, los jugadores, la carrera es corta. Más adelante no quiero decir: “¿Por qué no la disfruté más?”. Por eso, trato de ser más alegre. La alegría nos hace pensar y actuar más relajados ante la circunstancia.

-¿Cómo convivís con el resultado ya y con la crítica feroz, dos males de la sociedad argentina?
-No soy de autodestruirme. Si algo salió mal, hay que tratar de cambiar el estilo de trabajo y relajarse. Cuando las cosas van mal, lo importante es esforzarse para mejorar y no darle importancia al qué dirán. Mira: llegué a Boca y me pasó algo que no esperaba. Porque dijeron que me había hecho el lesionado y un montón de cosas más después de mi primer partido en la Bombonera. Y me dolió. Hasta el momento, demostré que eso no fue así. Yo trato de estar en paz, alegre, tranquilo. Para pensar en cosas grandes, hay que mantenerse enfocado y andar por el camino correcto.

-Hablemos sobre vos. ¿Qué historia desconocida tuya nos podrías contar?
-Cuando tenía 12 o 13 años, vendía hojaldras en la calle. Son unas galletas de maíz, tostadas, que gustan mucho en mi pueblo, en Nechí. Mi abuela las hacía, y yo las vendía para ayudar a mi familia, apoyarlos un poco. Además, iba a pescar para comer. Porque en mi pueblo también se vive de la pesca y de la minería.

-¿Eras un buen vendedor?
-Más o menos; ja, ja, ja. Igual, siempre la llevaba. Como las hojaldras se comen mucho, yo las cargaba y las despachaba.

-Hoy, lo tenés todo. Pero ¿para qué te sirvió aquella época?
-Me sirvió de mucho. Me tocó salir a vender las hojaldras los fines de semana; me tocó pasar mucho tiempo solo desde pequeño. Mi mamá era docente -como mi papá- y trabajaba en un pueblito de 230 familias que está a una hora del mío. Entonces, yo iba al colegio solo, andaba todo el tiempo solo hasta que ella llegaba los fines de semana. Yo vivía con una prima que me cuidaba. A los 13 o 14 años, también seguí mi camino solo: me fui para Medellín para tratar de buscar mi futuro en el fútbol. La soledad es lo más difícil que viví, pero me enseñó a ser fuerte desde pequeño y a asumir cualquier cosa con la mayor seriedad posible. Quizás por eso las responsabilidades no me pesan mucho.

-¿Cómo empezaste en el fútbol?
-A los seis años, mi mamá me metió en la escuela de fútbol de Nechí. En un torneo del pueblo, llegó un concejal que me dijo que me veía futuro en el fútbol y me preguntó si me quería ir a probar a Medellín. Quedé en Envigado y en Atlético Nacional, y elegí por Envigado.

-¿Qué futbolista era tu referente en ese momento?
-De pequeño y por mi posición de lateral, Cafú. Siempre me gustó cómo jugaba. Pero el mejor jugador que me ha tocado ver es Ronaldo, el gordito, el brasileño. Me ha encantado. Hoy, disfruto de ver a Marcelo, otro brasileño.

-¿Qué es Envigado en tu vida?
-Fue fundamental. Me formó como jugador y como persona. Es un club que saca muchos jugadores. Para mí ha sido importante, porque me enseñó muchos valores y a saber comportarme.

-En Colombia, defendiste los colores de Envigado en 2010-14, de Deportivo Cali en 2014-15 y de Independiente Medellín en 2015. ¿Qué aprendizajes te dejaron esas experiencias?
-A vivir el fútbol más relajado; no como acá que es más intenso. Allá, después de un partido, se puede estar más tranquilo. En la Argentina, empatás y se arma quilombo. Yo aprendí a no matarme la cabeza en momentos difíciles.

-¿Siempre fuiste número 3?
-Sí; debuté en Envigado de 3, pero al técnico le gustaba mi salida y empezó a ponerme de volante por afuera. También jugué de 10, libre por todo el terreno.

-¿Cuál es la posición que más te gusta?
-De 3, ya me acostumbré. Me gusta encontrar los espacios desde atrás; tengo un mejor panorama desde atrás que un poquito más adelante. Si vengo en velocidad, veo los espacios. Es más fácil llegar que estar. Si estoy, creo que no veo ni encuentro los espacios. Si vengo desde atrás, analizo y veo dónde están los rivales y mis compañeros.

-Esto mismo te pasó este año en Boca, ante Nacional, en Montevideo, cuando la clavaste en un ángulo por la Copa Libertadores. ¿O no?
-Exacto; soy capaz de encontrarme los espacios gracias a los movimientos de mis compañeros. Tengo que aprovechar que ellos tienen buen pie para jugar la pelota donde quieran.

-Abramos la puerta de tu intimidad. ¿Qué música escuchás?
-Reguetón y salsa; me gustan Nicky Jam, de reguetón, y el Grupo Niche, de salsa colombiana, que gusta mucho en mi país.

-¿Ya te invitaron a cantar? Viste que se da la fusión entre músicos y futbolistas arriba de un escenario, y hay buena onda.
-No, no me invitaron a cantar. Pero nos reunimos con varios cantantes de reguetón cuando fueron a la concentración de Colombia. Pasaron, nos saludaron y conversamos. Me gusta cantar, pero mejor que lo haga en la ducha porque no soy bueno; ja, ja, ja. 

Imagen Opción de ataque. Tiene pegada, panorama y llega hasta el fondo, por la izquierda.
Opción de ataque. Tiene pegada, panorama y llega hasta el fondo, por la izquierda.
-¿Tenés pinta de reguetonero?
-Visto al estilo reguetonero, pero no quiere decir que lo sea. La pinta me gusta, y dicen que me va bien (se vuelve a reír unos segundos).

-Regresemos al fútbol. Este año disputaste por primera vez un torneo de peso con la selección de Colombia: la Copa América Centenario. ¿Qué significó? 
-Es lo máximo jugar en la selección. Desde muy pequeño, lo soñaba y lo anhelaba. Cantar el himno en el estadio, me toca todos los sentimientos; me hace sentir orgulloso.

-¿Qué le falta a Colombia para terminar de consolidarse como el gran seleccionado que amaga a ser?
-Llegamos a los partidos con alegría, unidos como familia, y nos va bien. Pero, supongamos, en las semifinales de la Copa América, en Estados Unidos, fallamos por entrar un poco relajados. Eso es lo que nos cuesta. Cuando el equipo entra relajado, lo sufrimos y el rival saca provecho de nosotros. No tenemos que entrar en esa zona de confort porque a partir de ahí nos complican.

-En Instagram, se te ve muy bien en las fotos con Cuadrado, Falcao, James Rodríguez. ¿Qué anécdota nos podés contar junto a ellos?
-Cuando James pierde a la Play, se enoja y tira y daña los controles. Hubo un día que jugamos un dos contra dos: él y yo frente a Sebastián Pérez y Medina. En el minuto 90, nos convierten, nos empatan, y James agarra el control y lo tira contra la Play. Como dañó el control, se acabó el juego. Nosotros nos reímos mucho, y él se puso rojo, arrancó y se fue. Le da mucha rabia cuando pierde a la Play.

-¿Qué es Instagram en tu vida: una diversión o una manera de difundir tu carrera y tus gustos personales?
-Las dos. Me gusta divertirme, que la gente sepa que soy alegre; también quiero mostrar un poquito de lo futbolístico y de lo que soy en mi casa y con mi familia.

-Vivís en la Argentina hace casi un año. ¿Ya tomás mate?
-Lo intenté, pero me gusta más el café (se mata de la risa). Cuando estuve en una tienda, me regalaron el termo y el mate de Boca. Lo probé sin azúcar y no me gustó. Pero después de echarle un poco de azúcar, sabía mejor.

-Te incorporaste a principio de año a Boca. ¿Qué te sorprendió del club?
-El Mundo Boca, por lo que es, por lo que se habla, por lo que se vive, por lo que se siente a esta institución. Es un orgullo y un placer poder estar aquí.    

-¿Qué te genera pasarte la pelota con Carlos Tevez?
-Felicidad. Estar con un jugador tan grande, en todos los sentidos de la palabra, te hace mejorar, disfrutar del fútbol, de sus anécdotas… Nos sentamos en la mesa del comedor con él y nos cuenta muchas cosas que a mí me gustaría vivirlas. Yo le pregunté por los jugadores del Manchester United, porque soy un admirador de ese equipo. También, del Real Madrid. Entonces, le pregunté por el Manchester y por Cristiano Ronaldo.

-¿Cuándo, cómo y por qué te surgió esa admiración por el United y por el Real Madrid?
-Desde pequeño; en mi pueblo, entraban solo dos canales de deportes: FOX Sports y ESPN. Muchos de los partidos del Manchester los pasaba FOX, y la mayoría de los del Real Madrid, ESPN. Por eso, mi admiración por estos equipos. 

-¿Qué aprendiste al lado de Tevez?
-A ser profesional en todo momento; no solo en la cancha, sino afuera de ella.

-Después del triunfo 6-2 ante Deportivo Cali, Tevez recibió el premio al mejor jugador del partido y, en el vestuario, te lo dio a vos. ¿Pensaste que te cargaba?
-No, no. Estaba a punto de cambiarme, y él llegó y me dijo: “La verdad es que este premio te lo merecés por lo que hiciste hoy. Para mí, fuiste la figura”. Y me lo entregó. Me quedé sorprendido, anonadado.

-¿Boca está a la altura de un grande de Europa?
-Sí; es el equipo más grande de Sudamérica y está a la altura de muchos clubes europeos.

-¿Ya son un equipo peligroso?
-Creo que somos muy peligrosos, el más goleador del torneo. Siempre tratamos de arrollar y de llevarnos por delante a los rivales. A veces nos salió, otras no. A mí me gusta el vértigo con el que jugamos, porque hacemos los partidos de ida y vuelta, no paramos; nos parecemos a un equipo europeo que siempre va al frente. Bueno, ahí está una parte de lo que después nos pasa. Porque de tanto ir, nos descuidamos un poco atrás y, a veces, nos cuesta. Pero, bueno, este equipo siempre tiene que tomar riesgos.

-¿Qué le agregaste a tu fútbol en Boca?
-Estado físico para el ida y vuelta; ahora, voy y vuelvo mucho más. Diría que lo hago casi todo el partido.

-Verdadero o falso: ¿atacás mejor de lo que defendés?
-Depende del partido, del compañero que tenga también por mi costado. Hay partidos que los sufrís y otros que los disfrutás. Creo que en la Copa Libertadores, que llegamos a las semifinales, no tuve problemas en casi ningún partido. No creo que defienda mal. Solo que depende de cómo se dé el partido por mi lado.

Imagen A su estilo, posa en el vestuario xeneize, un lugar sagrado al que pocos acceden.
A su estilo, posa en el vestuario xeneize, un lugar sagrado al que pocos acceden.
-Esa que nombraste es tu primera participación en la Copa Libertadores. ¿Duele no jugarla en 2017?
-Sí; después de haber vivido la experiencia, es un duro golpe. 

-¿Sobresalir en Boca será un trampolín para jugar en Europa?
-No pienso en irme a Europa. Disfruto de este momento, quiero ganar un título en el club y que después sea lo que Dios quiera.

-Sos joven, tenés 25 años y carrera por delante. ¿Qué sueños deportivos perseguís?
-Desde pequeño, sueño con estar en un Mundial. También, me gustaría salir campeón de cosas importantes en Boca.

Por Darío Gurevich / Fotos: Photogramma

Nota publicada en la edición de diciembre de 2016 de El Gráfico