Primera División

Jerónimo Barrales, del infierno de Turquía al paraíso de Huracán

Charla a fondo con la nueva incorporación del Globo: el temor de vivir en Turquía, sus inicios en el fútbol, la sorpresa que se llevó de Domínguez como técnico y la imperdible anécdota de Mario Balotelli.

Por Redacción EG ·

08 de septiembre de 2016
Imagen El refuerzo del Globo, en la cafetería de la Quemita. Foto: Camila Céspedes.
El refuerzo del Globo, en la cafetería de la Quemita. Foto: Camila Céspedes.


Llovizna en el predio de Huracán. Hay un señor de aproximadamente 50 años que le pide una camiseta del Globo firmada a Barrales, porque su hija cumplirá 15 años en los próximos días; también hay un fanático que lo espera hace una hora: quiere un garabato en cada una de las tres camisetas distintas que él usó en su primer paso por el club y, además, le hace firmar una foto del goleador en el Ducó. De lejos se escucha: “¡Crack!”, a lo que responde con una sonrisa: “¡Vos, vos!”.

Imagen Firma la foto al hombre que lo esperó más de una hora.
Firma la foto al hombre que lo esperó más de una hora.
Así es la vida de Jerónimo Barrales en el Globo. Una vida que cambió radicalmente en el último mes. El delantero jugaba en el Sivasspor de Turquía, a 800 kilómetros de Estambul. Un día antes del atentado en el aeropuerto Ataturk, que dejó 51 muertos, Barrales pasó por ese mismo lugar. Un par de semanas después, llegó el intento de golpe de estado: estado de sitio, 265 muertos, 2839 militares sublevados detenidos. Una vida demasiado al límite para él y su familia: Natalia, su mujer; Benicio, su hijo, y Francesca, que nacerá el próximo mes. 

"Fue muy shockeante para nosotros", cuenta sentado en uno de los bancos de los quinchos de la Quemita.

-¿Cómo la pasaste estos últimos meses?
-Mal, porque no estábamos acostumbrado a eso. Pero mis compañeros del Sivasspor estaban tranquilos, ¿eh?. Los pibes me decían en el vestuario (cambia la voz): “No pasa nada, mandamos 20  tanques de guerra a Siria”. Y yo les decía: “¿Flaco, me estás cargando? En mi país no existe eso”. “Sí, pero en Turquía es imposible que te roben y que te secuestren”, me respondían.



-¿Era muy distinto a la vida en Grecia?
-En Turquía me juntaba solamente con el brasileño Cicinho (ex Real Madrid). Pero fue jodido: yo no rezaba cinco veces por día. Ibas a un bar a la noche y se tomaba té o café, pedís una cerveza y no hay. Las mujeres están con vestidos largos, muy tapadas o todas de negro. En Grecia estaba más copado porque éramos nueve argentinos, en el Asteras. Entonces nos juntábamos con los pibes a jugar un póker, se llevaba mejor. Cuando nosotros concentrábamos, nuestras mujeres se juntaban o iban a pasear. 

-En el Asteras te tocó jugar en el famoso partido del gol de Lamela de rabona, contra el Tottenham por la Europa League.
-El día del “mítico”, ja. Ni sus compañeros podían creer el gol que hizo. Parecía que estaba tomando mates en el living de mi casa. Hermoso, una locura. La gente disfruta mucho del fútbol ahí.  Encima, los  jugadores juegan con una dinámica y una velocidad increíbles. Es terrible la velocidad con la que corre la pelota: (empieza a hacer ruido con la mesa) tac, tac, tac, tac…

-¿Te sentís más maduro, cambió tu juego? 
-Ahora corro mejor. Ni menos ni más, mejor. Antes me cansaba rápido porque corría y presionaba en todos lados. Con los años fui aprendiendo cómo moverme y cuándo esperar. Yo sé que tengo que explotar mis virtudes dentro del área.

-¿Cuándo te enteraste que volvías y cómo lo viviste?
-Me avisó mi representante. Y apenas llegué a mi casa la busqué a mi mujer -que estaba en la cocina haciendo unas pastas, que me encantan- y le dije que volvíamos. No lo podía creer. Estaba muy contenta, saltaba por las paredes. Imaginate, vamos a estar cerca de nuestras familias.

Imagen Será su segunda etapa en el club. En la primera convirtió 12 goles en 32 partidos.
Será su segunda etapa en el club. En la primera convirtió 12 goles en 32 partidos.

Cómo floreció su pasión por el fútbol y la tremenda anécdota de Mario Balotelli


Hace 18 años, Barrales nunca se habría imaginado vivir tantas anécdotas en el fútbol. De hecho, el único deporte al que jugaba oficialmente era el rugby. Lo hacía en Pucará y se destacaba, pero se cansó. Lo apasionaba más jugar a la pelota con sus amigos (los dos se llaman Agustín) y con su hermano Lisandro en la calle. Entonces un día le insistió al papá Jorge (publicista, le gusta tocar el piano, “pero no entiende nada de fútbol”) para que lo llevara a un club, que buscara alguno que estuviera cerca de Adrogué.

Jorge agarró la guía telefónica –según cuenta el mismo Barrales- y se dio cuenta que Banfield no estaba tan lejos, que su hijo podía jugar ahí. El Gallego Barreiro lo vio y lo fichó en el segundo entrenamiento.  

“Cuando era chico, los jugadores de fútbol eran estrellas máximas para mí. En Banfield, lo miraba a (Cristian) Lucchetti y me sorprendía; después, cuando fue mi compañero era un tipo más, hasta le pegaba, ja”.

En el Taladro, se hizo muy amigo de Gabriel Paletta y hasta se convirtió en el padrino del hijo del actual defensor del Milan, que llegó a la selección italiana.

-¿Le pediste que te cuente alguna de Totti?
-No, dice que Totti es tranqui, pero el que estaba mal de la cabeza era Balotelli. Tengo una…

Imagen En Argentina jugó en 3 equipos: Banfield, Unión de Santa Fe y Huracán.
En Argentina jugó en 3 equipos: Banfield, Unión de Santa Fe y Huracán.
-A ver...
-Dice que iban para el Mundial de Brasil y se tomó una pastilla para dormir porque le daba un poco de cagazo viajar en avión. Y se ve que eso lo mareó un poco: se paró y quiso abrir la puerta de emergencia, el chabón. Trataron de calmarlo, con Chiellini a la cabeza, y le decían: “No lo hagas, Mario”; y él gritaba: “Suéltenme, vamos a morir todos”.  El tipo estaba como loco y quería abrir la puerta en pleno vuelo, igualmente apareció uno de los pilotos y dijo que se tranquilizaran todos porque ellos tienen que desactivar una traba para que se abra la puerta. Gaby (Paletta) me dijo: “Jero, Balotelli está loco de verdad. Vos te reís, pero yo estaba nervioso en ese momento”.

Así, Barrales da por terminado el mito: Super Mario no volvió locas a las azafatas en búsqueda de comida en ese vuelo a Brasil, como contaron muchos medios. No: Balotelli estaba loco, loco de verdad, como le dijo el propio compadre.

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De Sivas a la Quemita


-¿Qué te pide Domínguez?
-Me mostró algunos videos míos de los entrenamientos que hice la semana pasada en el Ducó y me dijo qué pretendía de mi: cuándo tengo que presionar, qué movimientos hacer para crearle espacios a los volantes. Él es muy meticuloso con eso y está bueno que así sea.

-¿Cómo estás para el partido de mañana contra Quilmes?
-Estoy bárbaro. Yo jugué las primeras fechas en Turquía, ya empezó el torneo allá. Hice una buena pretemporada y jugué los cinco amistosos. Estoy para jugar, estoy al cien por ciento. Después, obviamente, que depende de Eduardo que juegue. Nosotros laburamos y él es el que decide. Desde donde me toque, desde adentro o desde el banco o desde la tribuna, sé que tengo que apoyar a los chicos para que el Globo esté lo más arriba posible. Siempre voy a querer que al equipo le vaya bien, dejando de lado la individualidad.

-Wanchope dejó la vara muy alta en el club y ahora hay que reemplazarlo. ¿Se puede ilusionar el hincha de Huracán con vos?
-Cuando voy a un club no miro si el 9 hizo 60 goles o solamente 1. Si hizo 1, no voy relajado; si hizo 50, no voy presionado. Yo voy a jugar de la misma manera, siempre. La gente sabe que voy a dejar todo en la cancha. La verdad que no siento presión por lo que hizo Wanchope. Si puedo hacer 70 goles, bien. Y si no, bueno… ja.

-¿Cuál es el objetivo que te trazaste?
-Terminar lo más alto posible. Entrar a una Copa Sudamericana o una Libertadores sería ideal. Pero vamos paso a paso. Yo solamente pienso en el partido del viernes.

Barrales se siente cómodo en su vuelta al Globo, es su casa. La que no se siente cómoda es Francesca, que tiene ocho meses de vida y que quiere salir ya de la panza para gritar los goles de su papá en el Palacio.

Por Matías Escobar
Fotos: Gentileza Camila Céspedes