Fútbol Internacional

El ocaso del campeón (al desnudo)

Lars Elstrup fue campeón de Europa con Dinamarca en 1992, y un año después de la epopeya descendió a los infiernos. Se convirtió en un sectario y en la cara de la paradoja de la felicidad. Ayer volvió a ser noticia por irrumpir desnudo en un partido de la Primera División danesa.

Por Redacción EG ·

27 de agosto de 2016
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Dinamarca es uno de los países con mayor PBI del mundo, pero su sociedad también encabeza los índices de consumo de estupefacientes y de alcohol y, principalmente, la tasa de suicidios per capita. La ciencia intentó explicar esa aparente contradicción y el resultado fue llamado “la paradoja de la felicidad”. Aquellas sociedades que tienen sus necesidades básicas (y no tan básicas también) cubiertas, tienen una menor tolerancia al fracaso y suelen ser más drásticas en sus decisiones. Las naciones escandinavas, un modelo en sí mismo, son un claro ejemplo de esta paradoja.

Lars Elstrup nació en 1963 en Raby y se destacó como delantero en Randers, Brondby, Feyenoord, Odense y Luton Town. Sin ser un goleador nato creció al calor de una generación dorada danesa que tenía como abanderados a los hermanos Laudrup y en 1992 alcanzó la gloria cuando Dinamarca, que entró por la ventana a la Eurocopa por la exclusión de la entonces Yugoslavia, fue campeona de Europa contra todo pronóstico. Como dato no menor, Elstrup llevó el número diez en esa selección y fue el encargado de hacer olvidar la ausencia de Brian, el mejor de los Laudrup, que no formó parte del plantel por una disputa personal con el entrenador Richard Moller Nielsen. Hasta ahí, una carrera, aparentemente, normal. Con altibajos y recaídas, pero en los límites de lo esperado.

Sin embargo, algo dentro de Elstrup implosionó en 1993. Intempestivamente, una tarde anunció su retiro. No dio motivos y sorprendió a todos. Acababa de cumplir 30 años.

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En los meses siguientes se recluyó y desapareció de los medios, hasta que un tiempo después declaró que se había unido a una secta espiritual y que su nuevo nombre era Darando, algo así como “el río que fluye” según un antiguo dialecto escandinavo. Sobre su retiro explicó que estaba hastiado de las expectativas que la gente posaba sobre él y que todo eso le había quitado la energía positiva. Luego de eso, volvió a esfumarse por años.

Su triste regreso fue en 1999. Seguía siendo parte de la secta y fue capturado por la policía cuando intentaba agredir a un chico de edad escolar. Algo en su interior se lo pidió, según él.

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Tras el incidente sus nuevas apariciones fueron cuando ya estaba “curado”, como confesó. Había abandonado la secta, pero había sido detenido por orinar en público y por hacer malabares con su pene en una arteria principal de Copenhague. Unos meses después volvió a ser noticia por un frustrado intento de suicidio.

Su enésima reaparición fue en un partido de la Primera División de Dinamarca. En el encuentro entre el Randers (su equipo de formación) y Silkeborg, un hombre irrumpió desnudo en el segundo tiempo y fue reducido por los agentes de seguridad. Cuando lo retiraron del estadio el invasor salió pidiéndole disculpas al público. El hombre era Lars Elstrup.

El Paul Gascoigne danés ya era una caricatura de sí mismo. Y un claro exponente de la paradoja de la felicidad.

Por Matías Rodríguez