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Locura en la nieve

Repasamos la historia de tres snowboarders profesionales que, arriba de una tabla, arriesgan sus vidas desafiando a las montañas más peligrosas.

Por Redacción EG ·

01 de agosto de 2016
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Los hermanos Natalucci e Iñaki Odriozola son parte del team Quiksilver/DC, un equipo de snowboard profesional que deslumbra en las nevadas montañas del sur del país. No tan conocido por el gran público, el snowboard es uno de los deportes más peligrosos del mundo. En este caso, el equipo enfrentó al Cerro Martín, en Las Leñas, cuyas pendientes alcanzan los 50º y contienen rocas gigantes, de hasta 15 metros de alto.

Fernando, el mayor de los Natalucci, explica la adrenalina que siente al bajar por la montaña: “Hablamos de un deporte extremo. El peligro está. Y el miedo también. Y es lo que te engancha. También te acostumbrás a trabajar con el miedo. Te mantiene alerta. Y eso es bueno porque la montaña no te perdona, te obliga a estar en el presente, a concentrarte a full en esos metros que siguen. Pensá que la bajamos a 80 o 90 kilómetros por hora, muchas veces por fuera de pista y a la vuelta de la esquina te puede estar esperando el accidente”.

Por otro lado, Nicolás Natalucci recuerda un accidente que tuvo hace 5 años, en Austria, cuando un golpe contra una piedra le provocó fracturas de fémur y la cuarta vértebra lumbar. Lo sacaron en helicóptero y se tuvo que someter a una operación de 12 horas. Menos de un año después, ya estaba nuevamente deslizándose sobre la nieve. Muchos pensarán que es un inconsciente, pero él lo puede argumentar: “La verdad es que después tuve un poco de miedo, pero la pasión por este deporte es más fuerte. Yo siento paz arriba de la tabla, para mí es algo terapéutico”.

Además de los golpes por caídas, saltos o piedras, también se enfrentan al riesgo de las avalanchas. El menor de los Natalucci recordó una dura experiencia: “Fuimos a un fuera de pista que estaba cerrado en Bariloche y todo terminó con un amigo (Nacho Luque) enterrado bajo seis metros. No pudimos sacarlo y murió. Fue durísimo pero, a la vez, un antes y un después para nosotros y para los centros de nieve en el país”. Desde ese episodio, hace 10 años, es obligatorio llevar las herramientas necesarias para salir de una avalancha o sacar gente que quede enterrada: una pala, un dispositivo llamado A.R.V.A. que emite un sonido que ubica el lugar donde quedó la persona y una sonda para el rastreo más fino.

Iñaki Odriozola es el más joven del equipo. Con solo 20 años, está 2º en el ranking nacional y recibe becas del Enard y la Secretaría de Deportes. Ambicioso, cuenta sus objetivos: “Quiero entrar a la Copa del Mundo, en la que el país sólo tiene un cupo. Y en el 2018 estar en las Olimpíadas de Corea”.

 

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