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Moto GP: se miran y se odian

Con la rivalidad a flor de piel, Valentino Rossi es 8 años mayor que Jorge Lorenzo, a su vez, 6 años mayor que Marc Márquez. Los tres se sacan chispas en pista y prácticamente se las ingenian para no mirarse y, en lo posible, hasta evitan nombrarse. Se convirtieron, sin dudas, en un show dentro de otro. Y los fanáticos de las motos, agradecidos.

Por Redacción EG ·

22 de junio de 2016
Imagen Una postal de lo que es hoy el MotoGP, con los astros Marc Márquez y Valentino Rossi desafiantes y yendo al límite.
Una postal de lo que es hoy el MotoGP, con los astros Marc Márquez y Valentino Rossi desafiantes y yendo al límite.
Desde siempre, las competencias deportivas se vieron condimentadas por la rivalidad. Sea en la contienda que sea, cuando hay rivalidad, el gusto decididamente es otro. Inclusive están quienes cultivan con el mismo ahínco sus ganas por triunfar como las ansias por querer que no gane el otro. Y el MotoGP actual vive con suma intensidad estas consideraciones, a tal punto que no falta quien lo relacione con la Fórmula 1 diciendo que, precisamente, lo que sucede en el Mundial de Motos es lo que le falta al Gran Circo del automovilismo.

Cuesta, haciendo un rápido ejercicio de memoria, recordar cuándo fue la última vez que no ganó Mercedes AMG Petronas en la F1, porque cuando no es Nico Rosberg, es Lewis Hamilton, y hay que remontarse al 20 de septiembre de 2015 para acordarse de que Vettel con su Ferrari fue el mejor en la noche de Singapur.

En cambio, en MotoGP, el talento y el potencial de sus herramientas de trabajo permiten que el velocísimo Marc Márquez, el legendario Valentino Rossi y el actual campeón, Jorge Lorenzo, a quien se señala como el gran innovador del motociclismo de estos días, puedan brindar un espectáculo de gran paridad, y mientras permanezcan encendidas sus aspiraciones a pelear por el título, el show está asegurado. 

El primer cortocircuito entre Rossi y Márquez se produjo precisamente hace un año en el Gran Premio de la Argentina, cuando en la definición, el italiano le tiró todo el peso de su experiencia al español, lo hizo trastabillar y ganó una emocionante carrera que a la postre ensalzó más al ponerse la camiseta argentina en el podio, con el Maradona en su espalda. Quedará, seguramente, como una de las carreras más recordadas en nuestro país, a la vez que Márquez, mascullando bronca, se juramentó no dejarse avasallar más por la figura de su hasta entonces ídolo.

El segundo gran round se produjo en Sepang en la recta final de la temporada 2015, cuando el múltiple campeón italiano sacó la rodilla izquierda en la curva 14 (con giro a la derecha) y volvió a derribar a Márquez. El episodio, por supuesto, generó un escándalo de proporciones, y el análisis de si fue o no una agresión deliberada motivó a reiteradas acusaciones. El resultado arrojó que Il Dottore se quedó sin conquistar su décimo título mundial, y Márquez entendió que el autor de semejante reacción no podía tener como premio el título de campeón. Es más, había dicho: “Espero que esto terminé aquí, pero no va a ser así”, como anticipando que la herida estaba más cerca de profundizarse que de cicatrizar.

La rivalidad entre españoles e italianos, muy propia del motociclismo y extendida al mundo de los kartings, se agigantó con estos incidentes Rossi vs. Márquez, porque los defensores de Valentino argumentan que Marc hizo todo para favorecer a que saliese campeón Lorenzo, que, en definitiva, es lo que sucedió.

¿Cómo son sus diferentes lecturas? Valentino cree: “Marc Márquez decía que era mi fan, pero me traicionó. Estaba todo listo para una rivalidad madura en la pista, pero de su parte era todo una mentira. Era mi amigo solo si me ganaba y así es demasiado fácil. Yo también quiero ganar”.

A lo que Márquez, en Termas de Río Hondo, en conferencia de prensa y con Rossi sentado a su lado, respondió a aquella frase de Valentino que resaltaba lo de la traición: “El es un referente para cualquier piloto de motociclismo y reconozco que lo fue para mí durante mucho tiempo, pero hoy que nos encontramos en pista, la historia es diferente y lo miro con otros ojos”.                   

Valentino entiende que Márquez tuvo un gran porcentaje de responsabilidad para que él no pudiese alcanzar su décimo título en el 2015, cuando brilló con cuatro victorias y subió a 11 podios más. Lideró el campeonato hasta la última carrera y debió resignarse a cederlo ante su compañero Lorenzo en el Movistar Yamaha por apenas 5 puntos. El cree que las polémicas lo perjudicaron, aunque en lo estrictamente deportivo lo revitalizaron, porque con 20 temporadas sobre sus hombros inició este 2016 supervigente, con el anhelo de ser nuevamente campeón como en el 2009 con Yamaha, fabricante con quien extendió su vínculo hasta el 2018.

En cambio, Márquez, que hizo historia en el 2013 al convertirse en el campeón del mundo más joven de la máxima categoría y el primer rookie en abrazarse a la corona de MotoGP desde Kenny Roberts en 1978, fue imbatible en el 2014, con una asombrosa serie de 10 victorias consecutivas, y se transformó en un bicampeón con estilo propio y extremadamente veloz. En el 2015 si bien ganó 5 carreras, en otras 6 no logró llegar a completarlas y debió conformarse con el tercer puesto. Y en este 2016 volvió con todas sus fuerzas, cada vez se lo ve sincronizar mejor con su Honda del Repsol Team y se quedó con autoridad con sendas competencias de la Argentina en Termas y de las Américas en Austin.

Queda claro, que cuando Márquez encuentra la puesta a punto y se siente cómodo en la Honda RC213V, es difícil seguirle el ritmo. Sus tiempos marcan sustanciales diferencias, y aún cuando las cosas parecieran que no le salen, como al visitar el suelo dos veces en la clasificación de Termas (una de ellas paradójicamente frente a la tribuna bautizada Valentino Rossi), él consigue la pole position.

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De las 3 últimas carreras disputadas en la Argentina, Márquez ganó 2 y en Austin lleva 4 victorias en las 4 carreras de MotoGP en las que participó. Una estadística reveladora para entender también lo que significa este astro español arriba de una moto. Como catalán, ferviente hincha del Barcelona y admirador de Messi, se especuló en algún momento que al ganar en el podio se pusiese la camiseta argentina con el 10 de Lio para retrucar a lo que había hecho su archirrival el año anterior con la de Maradona. Pero nada de eso sucedió, él no es un showman con el carisma del italiano.

Lo que sí quedó claro, fue el sufrido viaje de ida a Termas de Márquez, que se prolongó desde Barcelona a Santiago del Estero unas 60 horas. Primero se postergó por malas condiciones climáticas su vuelo de Barcelona a Londres y una vez en Buenos Aires, el avión privado que lo trasladaba a Termas tuvo problemas en una turbina y la cabina se llenó de humo, por lo cual debieron regresar a Aeroparque. “No estuvo nada bueno el viaje”, resumió con una sonrisa nerviosa sobre la travesía vivida.           

Volviendo a la pulseada Rossi-Márquez, ¿qué dice a todo esto el tercer piloto en discordia, un Lorenzo triple campeón del mundo de MotoGP (al que los cercanos a Valentino señalan a que prefiere ver ganador a su compatriota Márquez más que a su compañero en Yamaha)? Encima, sus compatriotas entienden que él ayudó mucho a revitalizar al italiano, como para no dejar a nadie contento.  

Lo que sí es cierto, y Lorenzo lo ratifica, es que el compartir la base de datos en Yamaha ha beneficiado a Valentino. “No es novedad que él me ha copiado”, soltó el español refiriéndose a que el italiano sacó provecho de toda información dentro del equipo, algo admisible al defender ambos los mismos intereses. Sin embargo, al español poco le agrada que hasta sus marchas en las curvas le permitan a Rossi mejorar en su producción.

Su inicio de temporada 2016 lo vio ganador en Qatar, pero la insistencia de que continuará su campaña en Ducati a partir de 2017 disminuye sus posibilidades para repetir lo del año último. La superoferta económica que le entregó Ducati parece tan tentadora como imposible de rechazar, y a los 29 años el piloto mallorquín –presionado también por Yamaha– tendrá que tomar lo antes posible la decisión de su vida.

Si Lorenzo decide emigrar a Ducati, el número puesto para convertirse en compañero de Rossi en Yamaha no es otro que el ascendente y prometedor Maverick Viñales, actual del Team Suzuki Ecstar. A los 21 años, los antecedentes del español reflejan que se consagró campeón de Moto3 en 2013 y fue Rookie del año en Moto2 en 2014 y de MotoGP en 2015. Es claro entonces por qué se lo señala como el juvenil con mejores perspectivas detrás de Márquez. Y que las cuatro grandes marcas del MotoGP (Yamaha, Honda, Ducati y Suzuki) coincidan en que lo quieran tener revela que su capacidad ha aprobado más de un exigente examen.           

El MotoGP actual ha dado muestras de que goza de buena salud. Su espectáculo parece estar asegurado y se estima que el 70% del público que concurre a las carreras es menor de 35 años. A 207 países llega en vivo la señal de televisión de las carreras y su hoja de ruta durante el año une cuatro continentes, con un Gran Premio en Oceanía (Australia, Phillip Island), dos en América (Argentina y los Estados Unidos) y tres en Asia (Losail en Qatar; Motegi en Japón, y Sepang en Malasia). Los 12 restantes, para completar los 18 que integran el calendario, se realizan en Europa, con cuatro en España (Jerez de la Frontera, Cataluña, Aragón y Valencia), dos en Italia (Mugello y Misano World Circuit Marco Simoncelli) y uno en los tradicionales circuitos de Francia (Le Mans), Inglaterra (Silverstone), República Checa (Brno), Austria (Red Bull Ring-Spielberg), Alemania (Sachsenring) y Holanda (Assen). Y de los 21 pilotos de la parrilla, 9 representan a España, 4 a Italia, 4 a Gran Bretaña y hay uno alemán, otro francés, australiano y colombiano.  

Si bien pareciese que a los 37 años, con un físico privilegiado y las ganas por correr intactas, Valentino tiene cuerda para rato, el gran desafío del MotoGP será reemplazar el gigantesco magnetismo que genera el italiano. Hoy es, lejos, la gran atracción, debido a que a su evidente talento le suma simpatía, una dosis de picardía y sabe muy bien cómo hacer para que el público se ponga de su lado. En Termas de Río Hondo prácticamente el 95% de la gente que se identificaba con algún piloto, lo hacía con el Nº 46 o los colores de Il Dottore. La devoción resulta tan grande, que su box o donde él se encuentra y la tribuna que lleva su nombre siempre fueran las zonas más pobladas.

Los cazadores de autógrafos, fotos o souvenirs suelen quedar satisfechos con él, porque se expone a la gente y aprovecha esa energía para agigantar su figura y reducir la de sus rivales, que a veces pasan inadvertidos entre la multitud. Y sus gestos se amplifican, como por ejemplo el de la donación de una de sus motos al distinguido museo emplazado en el circuito de Termas de Río Hondo, que concentra gran parte de la historia del deporte motor argentino.

La respuesta por ahora es clara: mientras Valentino continúe en actividad, los fans del motociclismo en la Argentina quieren dar el presente. Y la cantidad de público en los tres últimos años ha ido increscendo, puesto que en el 2014 durante los tres días de competencia se reunieron 125.961 personas, en el 2015 la cifra ascendió a 130.360 y en el 2016 se registraron  136.969 espectadores. 

Imagen Caída en la clasificación de Termas para el actual campeón Jorge Lorenzo, que queda tendido en el piso y su Yamaha N° 99 avanza sin control.
Caída en la clasificación de Termas para el actual campeón Jorge Lorenzo, que queda tendido en el piso y su Yamaha N° 99 avanza sin control.
Otro desafío del MotoGP sería incorporar a algún otro piloto latinoamericano, ya que hoy solo compite el colombiano Yonny Hernández, de 27 años, oriundo de Medellín, al comando de una Ducati Desmosedici del Aspar Team. Por el lado de la Argentina, el mejor perfilado sigue siendo Leandro Tati Mercado, que llamativamente ese mismo fin de semana que se corría en Termas de Río Hondo, se lucía con una victoria en Aragón en el Super Stock 1000, con una Ducati del equipo Aruba Racing. Pero el problema siempre tiene que ver con el tema presupuestario, que en el caso de Mercado inclusive lo relegó del Superbikes, categoría en la que corrió el año pasado y no pudo continuar debido a que quedó bastante lejos del millón de dólares que necesitaba para afrontar toda la temporada.

Argentina cuenta con una rica historia dentro del Mundial de Motociclismo, a tal punto que el Gran Premio de este año en Termas significó el duodécimo que se realizó en el país. El primero de ellos se remonta a 1961. Y entre los pilotos más recordados surgen los nombres de Benedicto Chiche Caldarella, Jorge Kissling, Hugo Vignetti, Guillermo Pérez, René Zanatta y, en los últimos tiempos, el de Sebastián Porto, que supo ser subcampeón del mundo en el 2004.

Así, con las batallas mediáticas y en pista del trío Rossi-Márquez-Lorenzo, más las innovaciones tecnológicas de cinco fabricantes de la talla de Aprilia, Ducati, Honda, Suzuki y Yamaha, el MotoGP despliega toda una artillería de atracciones en pos de que el espectador, ya sea en el circuito o por la televisión, disfrute de este show a más de 250 km/h. Los protagonistas parecen ganadores compulsivos y eso motiva a tantos roces. Por edad, pertenecen a generaciones diferentes, ya que Rossi es 8 años mayor que Lorenzo y este 6 mayor que Márquez. Valentino cumplió 20 temporadas en el Mundial, así que él ya corría como piloto profesional cuando Marc apenas tenía 3 años. Por eso, cae de maduro que el español, al crecer como buen amante de las motos, lo haya tenido como máximo ídolo a Rossi. Pero como bien dijo, la idolatría se fue desdibujando mientras aparecía la rivalidad. Y la admiración se fue al otro extremo y les cuesta resignarse a creer que el adversario es superior. Para un Nº 1 es una empresa difícil reconocer a otro Nº 1. Y Rossi y Márquez están dando clase de ello.

Un argentino y una única dama
En el Mundial de Motociclismo que pasó por Termas de Río Hondo llamó la atención que en Moto3, la menor de las categorías del circo de MotoGP, aparecieran con 19 años cada uno el único argentino y la única mujer en pista. Se trató de Gabriel Rodrigo, que si bien nació en España, corre con la nacionalidad argentina en honor a sus padres (exiliados en la época de la dictadura), con una KTM del RBA Racing Team. Y la española María Herrera desafió a los varones con una KTM del Laglisse. Ella largó 26º y no desentonó al terminar 14º. Es la única mujer que ganó una carrera en el CEV (el reconocido Campeonato Español de Velocidad) en el 2013. Estudia Nutrición en Madrid, pesa 56 kg y mide 1,62 m. “Me fascina la velocidad y no me da miedo acelerar a 250 km/h”, reconoció. Los dos luchan a brazo partido para reunir el presupuesto e intentan ganarse un lugar en esta competitiva elite del motociclismo.

Por Walter Napoli / Fotos: AFP

Nota publicada en la edición de mayo de 2016 de El Gráfico