¡Habla memoria!

Roland Garros, el sueño de los mosqueteros

Este mes se cumplirán 125 años de la primera edición de Roland Garros, el más pintoresco de los Grand Slams y piedra fundamental de la Era Abierta en el circuito. Origen, historia y curiosidades de un torneo multicultural que es considerado uno de los más duros y exigentes del mundo.

Por Redacción EG ·

19 de mayo de 2016
Imagen Rafa Nadal, rey de París. Es el más ganador de la historia de Roland Garros, con 9 títulos.
Rafa Nadal, rey de París. Es el más ganador de la historia de Roland Garros, con 9 títulos.
En 1891, cuando se organizó la primera edición de Roland Garros, que por entonces no recibía ese nombre sino el de Campeonato de Francia, Wimbledon ya se disputaba desde hacía catorce años y el Abierto de Estados Unidos desde hacía diez. No obstante, el torneo ganó notoriedad desde el comienzo, cuando se instaló en la sociedad francesa para saldar una cuenta pendiente, la de darle forma a un campeonato centralizado en París, justo la ciudad en la que se cree que en el siglo XII se empezó a gestar un deporte muy similar al tenis. Al principio, el torneo se restringió a la participación de jugadores asociados a clubes locales, y recién en 1925 se abrió a extranjeros. En 1928 adoptó el nombre de Roland Garros y en los sesenta fue clave para la materialización de la Era Abierta. Desde siempre, por la superficie y las reglas, fue considerado uno de los campeonatos más exigentes del planeta, y al igual que las Copas del Mundo de fútbol, solo cerró sus puertas durante las guerras mundiales. En su edición de 2016, que se extenderá entre el 22 de mayo y el 5 de junio, se celebrarán los 125 años del comienzo del torneo más llamativo y cosmopolita del circuito.

1 El origen
Antes de 1891 en Francia se habían hecho intentos para organizar un torneo centralizado, sin embargo, las tratativas no llegaron a buen puerto por la mala relación entre los clubes de tenis. Recién en ese año las partes se acercaron y lograron celebrar el Campeonato de Francia con la intención de imponerse al tenis británico, que crecía a pasos agigantados desde la inauguración de Wimbledon en 1877. El objetivo de los organizadores se cumplió pero a medias, porque si bien el certamen fue un éxito y la participación numerosa, el primer campeón fue un tal H. Briggs, un gentleman inglés del que se desconoce su nombre de pila y que representaba al club Stade Français. En 1892, en la segunda edición, un francés, para alegría de los fundadores, levantó el trofeo: fue Jean Schopfer, un estudiante de literatura de la Sorbona que bajo el seudónimo de Claude Anet publicó varios libros en el período de entreguerras.

2 Internacionalización
La explosión del campeonato se dio a partir de 1925, cuando los organizadores decidieron abrir la participación, que se limitaba a los jugadores asociados a clubes locales, y permitir que los extranjeros se inscribiesen. El certamen, que había estado suspendido durante la Gran Guerra, ya gozaba de cierta popularidad en el ambiente del tenis. El primer forastero que se quedó con el que ya era denominado Abierto de Francia fue Jack Crawford, un australiano al que las crónicas de la época le elogian el revés y que mantuvo hasta 2007, cuando fue superado por Roger Federer, el récord de haber disputado siete finales de Grand Slam consecutivas.

3 Los cuatro mosqueteros
Los locos años veinte coincidieron con la década de oro del tenis francés, que a través de René Lacoste, Henri Cochet, Jean Borotra y Jacques Brugnon conquistó el mundo en la Copa Davis. Los Cuatro Mosqueteros, tal cual los apodaron, lograron arrebatarle la Ensaladera de Plata a Estados Unidos en 1927 en Filadelfia, y cuando regresaron a Francia lo hicieron en calidad de héroes nacionales. “Queremos jugar en el país y que nuestro Abierto sea el mejor del mundo”, exigió Lacoste, el más representativo del grupo, a los dirigentes, que recogieron el guante y pusieron manos a la obra para construir un predio capaz de albergar la Copa Davis. El Stade Français propuso ceder tres hectáreas de sus terrenos y lo hizo imponiendo una única condición: que el torneo adoptase el nombre de Roland Garros, un valiente piloto de avión caído durante la Gran Guerra que era socio del club. La Federación Francesa aceptó y desde 1928 el Abierto cambió su denominación y se instaló en su sede actual. Allí los Cuatro Mosqueteros, como en la mejor novela de Alejandro Dumas, mantuvieron el honor a salvo conquistando cinco ediciones consecutivas de la Davis entre 1928 y 1932. Todos ellos, además, ganaron el torneo en singles y en dobles.

4 Tierra de héroes
Las escalofriantes imágenes de Adolf Hitler al pie de la torre Eiffel anhelando la destrucción de ese París que él, arquitecto frustrado, envidiaba hasta la ira, contrastan con las del predio de Roland Garros como trinchera de la Resistencia. En los metros finales de la Segunda Guerra Mundial un ejército controlado por Charles de Gaulle y compuesto en su mayoría por republicanos españoles exiliados retomó el dominio de la ciudad y obligó a los alemanes a un repliegue definitivo. Las hectáreas de Roland Garros, por su estratégica ubicación, fueron una de las zonas elegidas por los soldados para asentar el campamento luego de la expulsión de las tropas del Eje.

5 Lenglen, la divina
La participación de mujeres empezó en 1897, y la primera vencedora fue Adine Masson, que ganó el torneo en cinco ocasiones, aunque en algunas de ellas ni siquiera tuvo que presentarse a jugar porque fue la única inscripta. Suzanne Lenglen, en cambio, marcó una época en el tenis femenino superando a las jugadoras estadounidenses, consideradas las mejores del mundo. Por su condición de francesa, su extravagancia y su exposición en los medios, la prensa la apodó La Divina, y obtuvo un total de ¡31! torneos de Grand Slam, doce de ellos en forma individual. Roland Garros, que fue su base de operaciones, lo ganó en seis ocasiones entre 1919 y 1926. Fue una de las primeras figuras del deporte internacional femenino y una destacada socialite.

6 Mujer bonita…
…es la que lucha. Althea Gibson nació en el seno de una familia afroamericana, y tuvo que superar el rosario de prejuicios que imponía ese Estados Unidos de comienzos del siglo XX que dividía a las personas en blancas y negras. Gibson, cuyos bisabuelos habían sido esclavos libertos, hizo frente a las prohibiciones y pudo despuntar su pasión, la de jugar al tenis. Haciendo una huelga de hambre, logró que la admitieran en los torneos internacionales y en 1956, en Roland Garros, se convirtió, incluyendo a los hombres, en la primera afroamericana en conquistar un Grand Slam. Luego también fue golfista, y luchó por los derechos civiles y políticos apoyando la causa de Martin Luther King.

7 Invencible
En 1962 el australiano Rod Laver se convirtió en el segundo jugador, después de Don Budge en 1938, en conseguir el Grand Slam, es decir, los cuatro títulos grandes en una misma temporada. En su camino triunfal, el Abierto de Francia fue su paso más difícil, ya que además de ser una superficie en la que no mostraba sus mejores actuaciones, se enfrentó a contratiempos como jugar partidos a cinco sets a partir de cuartos de final, en los que llegó a remontar un match point contra Martin Mulligan. En la final, luego de ir abajo dos sets, superó 3-6, 2-6, 6-3, 9-7 y 6-2 a su compatriota Roy Emerson. En 1969 repetiría los cuatro títulos.

8 Era abierta
Hasta bien entrados los sesenta el circuito no era tal, sino un manojo de tenistas, algunos amateurs y otros profesionales, que jugaban en los torneos en los que cada uno era admitido. El problema surgió cuando la profesionalización se extendió, y los principales campeonatos no aceptaban a jugadores remunerados, lo que generaba una disminución de concurrencia de público ante la ausencia de las estrellas. En 1968, con la creación de un circuito paralelo al organizado por la ITF, nació la Era Abierta, que no es más que la profesionalización del tenis y la apertura de los Grand Slams a los jugadores remunerados. Roland Garros fue el primero de los grandes en admitir el tenis profesional, lo que lo convirtió en una referencia importante en el deporte mundial, consolidando su tradición.

9 Vilas, amor francés
Durante mucho tiempo Guillermo Vilas fue el jugador con mejores números en la historia de Roland Garros. Finalista del torneo en 1975, 1978 y 1982 y campeón en 1977 (demolió 6-0, 6-3 y 6-0 al estadounidense Brian Gottfried en la final), ostenta un récord de 56-17. Ganador también de los Abiertos de Australia y Estados Unidos; mientras se mantuvo en el circuito, tuvo a Roland Garros como campeonato fetiche, una costumbre que, como pionero y abanderado del tenis argentino, transmitió a los jugadores criollos.

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10 Loco lindo
El inefable Yannick Noah (foto), además de ser músico y actor, mantiene el honor de ser el último tenista francés que ganó Roland Garros. Fue en 1983, cuando ingresó al cuadro como sexto preclasificado y sorprendió a todos derrotando en los cuartos de final al checo Ivan Lendl. En las semifinales se deshizo de otro francés, Christophe Roger-Vasselin (había dado el golpe eliminando a Jimmy Connors) y en la final, superó 6-2, 7-5 y 7-6 al sueco Mats Wilander. Sus alocados festejos en el clay del court central y su colorida vestimenta siguen en el recuerdo del público.

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11 Batalla argentina
En 2004, en pleno auge del tenis nacional, a las semifinales de Roland Garros accedieron tres argentinos, que podrían haber sido cuatro si Juan Ignacio Chela hubiese superado a Tim Henman. En esa instancia Gastón Gaudio derrotó a David Nalbandian y Guillermo Coria, que por entonces era el número tres del mundo, a Henman. Coria y Gaudio disputaron una final para el infarto, y el Gato tuvo que remontar dos match point para finalmente levantar la copa, que fue entregada por Guillermo Vilas (foto), tras un maratónico 0-6, 3-6, 6-4, 6-1 y 8-6 que inundó de aplausos el Philippe Chatrier. Curiosamente, ese partido iniciaría un sismo en la Legión argentina: Coria jamás logró recuperarse de la derrota y su nivel se fue diluyendo de a poco hasta culminar en un temprano retiro, y a Gaudio le costó mantenerse luego de haber alcanzado su techo.

12 Igualdad
Misma remuneración por el mismo trabajo es uno de los principios fundamentales de la Organización Internacional del Trabajo y apunta básicamente a que hombres y mujeres obtengan la misma ganancia cuando los empleos sean iguales, sin discriminación de sexo. A partir de 2006, Roland Garros se sumó a este principio y, al igual que el US Open y el Abierto de Australia, igualó los premios de los torneos masculinos y femeninos. En 2016 se repartirán más de 40 millones de dólares entre los jugadores que accedan al cuadro principal.

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13 El último bi
El ruso Yevgueni Kafelnikov (foto), número uno del mundo durante seis semanas en 1999, fue el último en ganar Roland Garros en singles y dobles en una misma temporada. Fue en 1996, cuando en la final individual derrotó al alemán Michael Stich, mientras que, junto al checo Daniel Vacek, fue campeón en dobles superando al francés Guy Forget y al suizo naturalizado Jakob Hlasek. En mujeres, la última que logró el bicampeonato fue Mary Pierce en 2000, y también la última tenista francesa que ganó el torneo.

14 Reyes de París
Entre los hombres, el que más veces triunfó en París es Rafael Nadal, con nueve conquistas. Lejos, completan el podio el sueco Bjorn Borg con seis y el francés Henri Cochet, uno de los Mosqueteros, con cuatro. René Lacoste, Ivan Lendl, Mats Wilander y Gustavo Kuerten se consagraron tres veces cada uno. Al récord de las mujeres lo encabeza la estadounidense Chris Evert, con siete títulos, mientras que Suzanne Lenglen y Steffi Graf tienen seis. Adine Masson, la primera ganadora, y Margaret Smith obtuvieron el torneo en cinco ocasiones.

15 Asignatura pendiente
Son varios los tenistas que se quedaron con las ganas de gritar campeón en Roland Garros, y que aunque se consagraron en otros Grand Slams o incluso llegaron a la cima del ranking, nunca pudieron colonizar el Philippe Chatrier. Los casos más llamativos son los de Jimmy Connors y Pete Sampras, dos representantes de la época de oro del torneo que tuvieron que conformarse con buenas actuaciones y derrotas heroicas. Tampoco pudieron ganarlo Arthur Ashe, Cédric Pioline, Henri Laconte, Magnus Norman ni Marcelo Ríos, que llegó a ser número uno del mundo. Roger Federer fue perseguido por el fantasma de la abstinencia, pero rompió el maleficio en 2009 y logró el título al derrotar a Robin Soderling en la final. Entre los argentinos, Gabriela Sabatini siempre amagó con dar el golpe, pero se quedó en la puerta una y otra vez llegando a ser finalista cinco veces. Ahora, todos los focos están sobre Novak Djokovic, el tenista de los mil millones que intentará romper la mala racha que lo persigue en Roland Garros.

Por Matías Rodríguez / Fotos: AFP

Nota publicada en la edición de mayo de 2016 de El Gráfico