Las Entrevistas de El Gráfico

Santiago Cordero: “Quiero que este sea el piso para crecer”

Con apenas un puñado de partidos en Los Pumas, la rompió en el Mundial de Inglaterra 2015. Ahora va por la consolidación con los Jaguares y la gloria en el Super Rugby. Ayer y hoy del wing que resulta una bocanada de aire fresco para el rugby argentino.

Por Darío Gurevich ·

14 de abril de 2016
Imagen Mide 1,77, pesa 83 kilos y puede jugar también de fullback.
Mide 1,77, pesa 83 kilos y puede jugar también de fullback.
Agulla e Imhoff, dos de sus compañeros en Los Pumas, tienen razón. Si Santiago Cordero pierde esa desfachatez y esa frescura para jugar, esas agallas para animarse a filtrarse entre tantos mastodontes, sonó. De hecho, su figura será trascendente en la vida de los Jaguares, franquicia argentina que compite por primera vez en el torneo de clubes más exigente del planeta: el Super Rugby.

Daniel Hourcade también tiene razón. Cuando el entrenador de Los Pumas lo confirmó en el plantel mundialista, lo criticaron. Algunos especialistas argumentaron que a Corderito le faltaba en lo físico y en lo defensivo, que resultaba imprudente incluir a un jugador con apenas un puñado de partidos en el seleccionado argentino. Pero el head coach lo respaldó, y el wing se lo retribuyó adentro de la cancha. Sus tres tries en el Mundial de Inglaterra 2015 son una hermosa anécdota, y lo más saliente es cómo se desenvolvió. Su rendimiento fue extraordinario. Nunca traicionó su esencia, jamás le tembló el pulso para ridiculizar oponentes y, sobre todo, arriesgar.

“Mi juego es distinto. En vez de buscar el contacto, trato de aprovechar los espacios. Hago lo posible para no golpearme tanto y encontrar los agujeros. Quizá, sin darme cuenta, rompí la línea”, afirma el hombre de 22 años que sorprendió al mundo. Propietario de un pique corto envidiable y de una gambeta peligrosa, se explaya: “Siempre tuve un poco de inconsciencia. Desde chiquito, jugaba de todos lados; porque me gusta. No soy tan bueno con el pie y me aburre patear en el fondo, tener que devolver la pelota. Obviamente que si hay una pared de rivales, la voy a patear. Pero si veo el agujero, me voy a mandar. Eso me sale del alma, me surge por instinto. A veces, terminó bien; otras, no. Pero voy a seguir arriesgando”.

-¿Siempre te paraste de wing?
-No, hubo una época en la que jugaba de fullback. Pero, ya en Los Pumas, me empezaron a poner de wing, y estaba negado. No le prestaba atención y pensaba: “Ya va a pasar”. Como no me ponían, dije: “Tengo que aprender a jugar de wing”. Entonces, me enseñaron a encuadrar en la punta porque los wines son movedizos y me cuesta frenarlos. Estaba acostumbrado a esperarlos, y, con el cambio de posición, tenía que ir a buscarlos, encuadrarlos y tacklearlos. Practiqué mucho con los entrenadores, con otros wines, y creo que mejoré.

-Charlemos sobre tu historia. ¿Si no hubieras sido rugbier, a qué te habrías dedicado?
-Al fútbol. Jugué hasta los 11 o 12 años en una escuelita de Bella Vista en cancha de cinco. Nos iba bien, creo que salíamos campeones todos los años. Era volante central. Tenía buen manejo de pelota, físico para ir y volver, y amagaba bien y ganaba en velocidad. Pero definía mal. Cuando llegaba al área, me bloqueaba y erraba. Por eso, fui un buen pasador (se ríe). Me divierte jugar a la pelota; cada vez que puedo, me escapo a jugar un partido con mis amigos.

-¿Trabajaste en otro rubro que no sea este, el de rugbier?
-Sí (se ríe). Fui piletero durante varios años. Soy de Bella Vista, y es una zona de casasquintas. Trabajé junto a mi padrino, que tiene una empresa que se dedica a eso. Yo tenía 16 años, y se había formado un lindo grupo porque éramos todos amigos, compañeros del colegio. Nos levantábamos temprano e íbamos todos juntos a limpiar. Pasé lindos veranos y, con la plata que gané, me compré la moto. Estaba bueno tener mi dinero para hacer lo que quisiera. Después, trabajo en mi ex colegio como profesor de rugby. Cuando estoy en el país, voy.

-¡Uh! Para los pibes, debe ser una locura tenerte ahí…
-No lo sé. Como son chicos de colegio, quizá no les interesa tanto. Ahí soy solo un profesor, y no un jugador de los Jaguares y de Los Pumas. A veces, los chicos son difíciles.

-¿Qué enseñanzas te dejaron tus vivencias en las Menores de 19 y de 20 años de la Selección Argentina?
-Aprendí mucho. Pasé del club, que era jugar por jugar para ver qué ocurría, a un ambiente más profesional. Ahí entendí códigos, y un sistema de juego porque yo no sabía lo que era. Entonces, empecé a abrir la cabeza y comprendí que el rugby no era mandarse a jugar, sino que hay estrategias y un porqué en los planes de juego.

-¿Qué concepto te quedó grabado?
-¡Cortá circulación! Es para que después se te abran los espacios.

-¿Qué experiencia importante te marcó durante tu adolescencia?
-Haber ido a los 18 años a mi primera gira con Los Pumas, en noviembre de 2012. No jugué, pero fue increíble. Estaba feliz por compartir entrenamientos con grandes jugadores. Todos me ayudaban, me trataban muy bien, y se preocupaban por mí. Por no conocerlos y por ser tímido, yo no hablaba nada.

Imagen A los 22 años, posa con la camiseta titular de los Jaguares en el Buenos Aires Cricket & Rugby Club, donde la franquicia se entrena.
A los 22 años, posa con la camiseta titular de los Jaguares en el Buenos Aires Cricket & Rugby Club, donde la franquicia se entrena.
-¿Qué consejo clave, tal vez fundamental, te dieron en aquella gira?
-Como decía, era tímido y no participaba en las charlas. Pero sí me acuerdo de que, en mi primer entrenamiento, jugamos una tocata. Agarré la pelota y lo tenía a Corcho Fernández Lobbe enfrente para tirarle una medialuna. “Pendejo, ni se te ocurra”, me gritó cuando empecé a correr. Yo, de cagón, me frené. “Vos me tirás una medialuna, y yo te mato”, me encaró después en broma. Es que lo habría humillado, mal… Ahí entendí que no hay que hacerle eso a los experimentados.

-A los 18 años, debutaste en la URBA en un Regatas-Los Matreros. ¿Qué recordás de aquel partido?
-Fue feo. Se lesionó el segundo centro y no había nadie para reemplazarlo. Como yo había jugado alguna vez ahí en Menores de 17 de Regatas Bella Vista, ocupé el puesto. Entonces, jugué 10 o 15 minutos de fullback y el resto del partido de segundo centro. Juan Pablo Socino (uno de sus compañeros en Los Pumas) me mató a tackles a destiempo. Esa posición no era la mía, estaba medio perdido. Por suerte, ganamos.

-Ya en noviembre de 2013, hiciste tu estreno en Los Pumas frente a Inglaterra. ¿Cómo te resultó?
-Estaba nervioso. Por lo general, cuando alguien debuta, juega 10 o 15 minutos como mucho. Pero justo Juan Imhoff se lesionó a los 30 del primer tiempo. “Movete que entrás”, me dijeron. No me lo esperaba. Fue una locura.

-¿Sos un descubrimiento de Hourcade?
-No lo sé; eso lo debería decir él. Empecé con Tati Phelan en Los Pumas, después el Huevo me citó para jugar tres partidos con los Pampas, y el año pasado se me dieron los dos partidos en el Rugby Championship y mi participación en el Mundial, con Hourcade como head coach. Creo que el Huevo tiene buena parte del crédito, y a mí me gusta su manera de ver el rugby porque prevalece el hecho de jugar y de mantener la pelota viva.

-“Corderito la va a romper en el Mundial”, les auguró Hourcade a sus íntimos en la previa al torneo. ¿A vos te dijo lo mismo?
-No. Habitualmente me apoya, me pide que haga lo de siempre, que juegue sin presión, y que me equivoque, si es necesario.

-¿Qué significan tus tres tries y el cuarto puesto en el último Mundial?
-Todo, quiero que este sea el piso para crecer. Si puedo estar en el próximo Mundial, me gustaría hacer diez tries, o la mayor cantidad que pueda, para ayudar al equipo y llegar lo más lejos. Así no salimos cuartos, sino campeones. Me gusta apuntar para arriba.

-¿Te dejó un sabor agridulce la cuarta posición en Inglaterra 2015?
-Sí, por haber estado tan cerca del título. Pero, bueno, nos preparamos dos meses e hicimos un gran torneo.

-¿Los Pumas pueden consolidarse como una potencia real para el próximo Mundial de Japón 2019?
-Sí. Ahora, gracias a los Jaguares, vamos a trabajar juntos durante cuatro años, y es una ventaja que no la tienen todos los seleccionados.

La base de Los Pumas integra los Jaguares, la franquicia nacional que, sostenida por la Unión Argentina de Rugby, compite en el Super Rugby. Ahora, una pausa, una pregunta elemental: ¿por qué este torneo es el más exigente del planeta? Porque lo disputan los mejores equipos de Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica, que cuentan con la mayoría de las figuras de estos seleccionados de punta. De hecho, aquellos neozelandeses que no jueguen el Super Rugby, no pueden ponerse la camiseta de los All Blacks, el campeón del mundo. Con Los Pumas, en tanto, ocurre lo mismo, al menos hasta que la UAR oficialice algún asterisco. Por ende, aquellos que no están contratados por la Unión y que, obviamente, no se encuentran a disposición de los Jaguares, no pueden ser convocados para el seleccionado. En consecuencia, todo esto es otro paso fuerte y decisivo en busca de la ansiada consolidación internacional. Porque el mismo grupo de rugbiers argentinos se entrenará cuatro años en fila con una misma línea de juego, un mismo calendario que los rivales directos en el Rugby Championship, y tendrá un gran rodaje internacional gracias a un excelente nivel de competencia.

El staff, encabezado por Raúl Pérez, trabaja: explica, saca dudas, aporta información y depura conceptos de cara al debut ante Cheetahs en el Super Rugby, pautado para el 26 de febrero, fecha en la que esta revista se imprimía. “El torneo hay que arrancarlo bien. Si queremos ser campeones, tenemos que imponer nuestro juego, marcar quiénes somos y empezar a meter miedo”, sintetiza Cordero.

-¿Qué se debe esperar de ustedes, los Jaguares, en el torneo?
-Grandes partidos. Se verán espectáculos como aquel de Los Pumas ante Barbarians ingleses de noviembre pasado, en el que todos jugaron, atacaron y rompieron líneas. Será un lindo show.

Imagen Nació el 6/12/1993, en Buenos Aires. Salió cuarto del mundo con Los Pumitas y Los Pumas.
Nació el 6/12/1993, en Buenos Aires. Salió cuarto del mundo con Los Pumitas y Los Pumas.
-¿Cuál es el plan de juego a grandes rasgos?
-Es básico: jugar bien, y detectar las fallas defensivas de los rivales, los agujeros que tengan, para lastimarlos por ahí.

-¿En qué no deben pecar?
-No podemos errar tackles ni caminar en la cancha. Estos torneos son tan dinámicos que, si no corriéramos, perjudicaríamos al equipo y dejaríamos agujeros. Y ahí, no te perdonan y te marcan puntos.

-¿En qué faceta del juego ya mejoraron?
-En la conexión con los forwards. Nos juntamos, nos involucramos mucho con los forwards. Uno corta la línea y tiene a forwards y a tres cuartos. Antes, había solo tres cuartos. Para el bien del equipo, hacemos participar un montón a los forwards.

-¿Qué cuestiones vos tenés que corregir?
-Un poco de todo: el tackle, en especial; el encuadre y la recepción aérea.

-¿El Super Rugby es un torneo a tu medida?
-Me gusta mucho. El juego prevalece, y eso me divierte un montón. No creo que me ayude mi tamaño porque soy chiquito, pero sí mi velocidad y mi dinámica.

-¿Los Jaguares para qué están?
-Para quedarnos con la copa. Podemos ser campeones, porque tenemos los jugadores, el equipo, y las ganas.

-¿Jugás para hacer historia?
-Sí, también para representar al país y dejarlo lo más alto posible.

“Ser olímpico sería hacer historia”
El rugby vuelve al calendario olímpico tras 92 años. Lo hará en la modalidad de siete jugadores en los Juegos de Río de Janeiro 2016. Santiago Cordero, que se desempeña de manera estupenda en el Seven, se derrite por ser convocado para semejante torneo. “Todavía no hablé con Santiago Gómez Cora (el head coach de la Selección), ni tampoco con ningún otro entrenador. Pero me encantaría poder competir en los Juegos Olímpicos. Sería una linda experiencia. Ahora estoy con los Jaguares. Pero si me llaman, voy feliz y a dar todo lo que tengo adentro para poder ganar”, sentencia.
-¿Qué te seduce de los Juegos Olímpicos?
-Dicen que son increíbles, una experiencia única que no te la vas a olvidar más, por lo que son los Juegos en sí mismos, porque se comparte la villa olímpica con otros atletas de otros deportes y hasta de otros países. Aparte, el Seven me divierte. Disfruto un montón jugarlo. Ojalá lo pueda concretar.
-¿Qué significaría ser olímpico?
-Sería hacer historia.

Por Darío Gurevich / Fotos: Emiliano Lasalvia

Nota publicada en la edición de marzo de 2016 en El Gráfico