Fútbol Internacional

Cristiano, siempre culpable hasta que demuestre lo contrario

Crack como pocos, al portugués se le suele reservar un rol de altanero, con o sin razón. Esta vez, una declaración viralizada fuera de contexto pareció consagrarlo como el campeón mundial de los malos compañeros. No es para tanto.

Por Elías Perugino ·

27 de febrero de 2016
No importa si tenés 15 o 75 años, pensá y respondete: ¿cuántos jugadores mejores que Cristiano Ronaldo viste en tu vida? Poquitos, por supuesto. Capaz que llegas a diez si hace rato que te jubilaste. Caso contrario, difícil. El portugués es crack de verdad. Si no le hubiera tocado ser contemporáneo de Messi, también tendría la pieza repleta de Balones de Oro. Justamente: como es el antagonista de Leo, a nosotros, los argentinos, nos cuesta reconocerle los méritos. Hasta disfrutamos si tiene una mala tarde, si le atajan un penal, si pierde alguna final. No es por odio a Cristiano, sino por amor a Leo. Pero cuando te proponés ser lo más objetivo posible, CR7 no tiene contra. Es un jugador para admirar y disfrutar. ¿O vas a decir que no lo querrías en tu equipo?

El pecado de Cristiano es su ineficacia para generar buen feeling con el afuera. No se hace querer. La pedantería le fluye fácil y él no gasta energías en contenerla. Más bien que la potencia. Antes de Messi se creyó todopoderoso. Desde Messi se cree subestimado. Y en el trayecto fue recolectando odios, rencores y detractores gratuitos. Para colmo, el idioma no lo ayuda. Un portugués hablando portuñol no siempre expresa su pensamiento en el tono que desea. Por lo general, su fonética rudimentaria se confabula para que parezca más arrogante de lo que ya es por naturaleza. Y así como él no perdona a los arqueros, ninguno de sus enemigos invisibles le tiene piedad cuando se desliza por uno de esos barrancos dialécticos.

Una prueba de la contundencia de los prejuicios que aguijonean a CR7 la tuvimos luego del clásico que Real Madrid perdió en el Bernabeú con el Atlético del Cholo Simeone. Una frase suya dio vueltas al planeta: “Si todos estuvieran en mi nivel, estaríamos primeros”. Cortita y lapidaria. Ideal para viralizarla en 140 caracteres y dejarlo pegado como el campeón mundial de los malos compañeros. Leída así,  desnuda del contexto, era para que el multitudinario ejército del anticristianismo disparara munición gruesa. Obviamente, le sacudieron con dureza. Pero si alguien se hubiera tomado la molestia de escuchar los 7 minutos y 9 segundos de la charla entera entre el portugués y los periodistas –por ejemplo, a través de la web como del diario Marca-, probablemente se hubiera ahorrado los comentarios.

El portugués describió un escenario futbolero con crudeza y sinceridad. No aludió a la calidad futbolística de sus compañeros, sino a su nivel físico, ya que es uno de los pocos cracks del Madrid que no se lesionó en el último tiempo. Cuestionó los trabajos de pretemporada con el cuerpo técnico anterior. Y describió una realidad entendible para cualquier futbolero: que Real Madrid sale más motivado a jugar los partidos de la Champions que los de la Liga porque en el torneo europeo está en igualdad de condiciones que los demás, mientras que en la competencia doméstica lo hace sabiendo que lo separan nueve puntos del Barcelona.

¿Mintió Cristiano? No. ¿Es tan difícil de entender lo que dijo? No. ¿Tiene sentido barnizar de conflictivas a sus declaraciones cuando no lo merece? No. Pero poner a CR7 en un escenario de altanería es una tentación irresistible para cierta fauna futbolera. Fascina rodearle el cuello con una horca imaginaria, ungirlo como culpable hasta que él demuestre lo contrario. Quieren mortificarlo a toda costa, y lo están consiguiendo. Como si el portugués no tuviera suficiente con mantenerse cada día a la par de las hazañas de Messi...