El rol de entrenador

Los fanáticos del fútbol solemos discutir horas sobre el valor de los entrenadores. Esbozamos teorías sobre el verdadero alcance del rol que ejercen. Les adosamos responsabilidades y les facturamos en consecuencia. Un gran entrenador de otro deporte, el serbio Zeljko Obradovic (foto), del equipo de básquetbol del Fenerbahce, trazó su diagnóstico en una charla con el diario El País. Vale la pena compartirla para enriquecer el debate…

“El éxito es conseguir que los jugadores te crean. No hay más secreto que el trabajo diario. Cuando me nombraron entrenador del Partizan (primer equipo que dirigió, en 1991) estuve un mes sin dormir pensando qué me podían preguntar los jugadores. Tengo que tener respuesta para todo, si no, estoy muerto. Intentan ser más listos que yo, pero no pueden conmigo porque yo sé más que ellos. Me encanta provocarles, entrar en su cabeza, motivarles, pincharles para que no se relajen, mirarles a los ojos. El respeto te lo ganás así, no diciéndoles que a las 12 tienen que estar en la cama. El respeto se gana cuando ellos entienden que yo sé de básquetbol y que estoy para ayudarles. Controlo todos los detalles, pero también dejo libertad al talento. Eso sí, todo depende de su calidad. No todos pueden tener la misma libertad. Hay momentos en los que le digo a alguno ‘es mejor que tires tú rodeado de tres rivales antes que otro que esté solo’. El jugador perfecto es el que toma el balón en los momentos importantes, el que defiende más que nadie cuando toca, el que reúne a sus compañeros en las situaciones difíciles. Eso es un líder. La manera de jugar depende de las cualidades de tus jugadores. Lo demás son tonterías”, sostuvo Obradovic,  ganador de ocho Euroligas con cuatro equipos distintos: Partizán, Juventud de Badalona, Real Madrid y Panathinaikos.

Nota publicada en la edición de enero de 2016 de El Gráfico