Las Entrevistas de El Gráfico

Javier Pinola: “Central juega a lo grande”

Tras diez años en el Nuremberg, en Alemania, regresó al fútbol argentino y rindió bárbaro, como si jamás se hubiera ido. Valorado por su juego, su fibra y su liderazgo, el zaguero destaca el estilo ofensivo del Canalla y admite: “Estos cinco meses que llevo en Rosario no se comparan con nada”.

Por Darío Gurevich ·

22 de enero de 2016
Imagen Central se mantuvo invicto de local en el año, y Pinola fue uno de los responsables.
Central se mantuvo invicto de local en el año, y Pinola fue uno de los responsables.
“Esto es una locura”

Central le gana a Argentinos el domingo 18 de octubre, por la fecha 28 del campeonato local; el Gigante de Arroyito parece venirse abajo, y Javier Pinola le hace semejante confesión a Paulo Ferrari, que vuelve al equipo tras diez meses, después de recomponerse de la rotura del tendón de Aquiles derecho. El zaguero central, en consecuencia, se asombra y goza en pleno partido por cómo alienta la marea canalla. Se mantiene concentrado para que no se le filtraran ni Lautaro Rinaldi ni Reinaldo Lenis, y no puede evitar sorprenderse una y otra vez a medida que los minutos de juego pasan.

Hoy, a un mes y medio de aquella afirmación, resulta también una locura el rendimiento del seis que se lució con la número 25, del tipo que se acopló a la Acadé rosarina ante la incredulidad de muchos para el segundo semestre de la temporada y que sobresalió por su jerarquía y su enjundia, por su elegancia y su fibra, por su buen pie y su liderazgo. Los hinchas se rompieron las palmas y forzaron con gusto las gargantas para aplaudirlo y ovacionarlo, y no paran de darle cariño. Incluso, en las redes sociales, la súplica para que se quedara en el club ya se transformó en un tema vital.

-Cuando llegaste a Central, ¿quiénes apostaban que alcanzarías el alto nivel que lograste?
-Coudet, mi familia, tanto mi señora como mis nenes; los más cercanos, como mis viejos, mis suegros, además de mis representantes. Estoy feliz, contento, por mi nivel lógicamente, pero también por lo que vivimos, por el grupo que hay. Eso fue, sin dudas, la piedra fundamental para que esté bien.

-¿Qué encontraste en el Canalla durante el segundo semestre del año?
-Alegría, felicidad; un plantel excelente y un cuerpo técnico sincero, que no abunda hoy en el fútbol argentino. Encontré, entonces, un lugar divino para poder disfrutar del fútbol. Siempre dije que mi segunda casa es el Nuremberg porque pasé diez años hermosos, pero estos cinco meses que llevo en Rosario no se comparan con nada. En cuanto al juego, fue todo positivo. Como decía, el Chacho y su cuerpo técnico son gente sincera. Antes de que me viniera, me dijeron que les gusta trabajar al estilo europeo, mucho con pelota; yo lo estuve mirando a Central porque el Chacho había querido traerme para principios de enero, y por eso lo veía, más allá de que me gusta ver fútbol de cualquier liga. Entonces, por la forma de jugar, por los futbolistas que hay en el plantel y por la convicción del equipo, no sentí diferencias con lo que trabajé durante diez años en Alemania.

-¿Por qué dejaste el fútbol germano para venir a Rosario?
-La verdad es que mi intención no era volver para la Argentina. Por lo que hablaba con la gente del Nuremberg, la idea de las dos partes era terminar mi carrera allá y quedarme trabajando en el club. Pero, bueno, hubo unos dirigentes que años atrás se habían comportado de mala manera con ídolos del club… Yo pensaba que no me iba a pasar lo mismo, y sí, me pasó. Entonces, el primero que se interesó por mí fue el Chacho; y con lo que me comentó, con la sinceridad y la seguridad que me demostró en la charla, ni lo dudé.

-“Es un líder positivo que tracciona gente”, te definió el presidente, Raúl Broglia. ¿Vos te considerás así?
-No me gusta hablar sobre mí; siempre rescato lo que hacemos como grupo. Desde que llegué, lo único que quería era adaptarme rápido al plantel, ayudar desde donde me tocara porque uno debe ganarse el puesto, y pasarla bien y disfrutar. El grupo me integró muy bien, y pude dar lo mejor de mí. Trato de aportar desde mi lugar; no soy de alzar la voz ni de insultar, sino de hablar con ejemplos. Si me preguntan, opino y punto. Como decía, rescato al grupo porque acá todos somos iguales, sea desde el más chico hasta el más grande; todos nos escuchamos y tratamos de sacar lo mejor. Si el presidente considera que soy un líder positivo, mucho mejor. Yo me siento contento y feliz con lo que el grupo piensa.

-¿Cuáles son los tres atributos del equipo que te deslumbran?
-La unión del grupo es fundamental, entre los jugadores y el cuerpo técnico. Esta es una relación que va más allá de los entrenamientos, y eso se notó en los partidos. Si vamos a lo netamente futbolístico, destaco la fortaleza mental y física, y el convencimiento.

-¿Central juega a lo grande?
-Sí, Central juega a lo grande por la idea futbolística del cuerpo técnico, por la mentalidad de los jugadores. Sabemos que este es el camino correcto. Muchos jóvenes siguen el fútbol europeo y comprenden que el fútbol que se juega ahí es el que mostramos nosotros, el que intentamos proponer. Y muchos experimentados de este plantel, con pasado en Europa, entienden que es la mejor forma para jugar. A nosotros nos avalaron los resultados, los rendimientos y los elogios de los colegas.

-¿Sería descabellado comparar a Central con un equipo europeo?
-Es muy difícil comparar porque, si lo hacés, muchos pueden pensar para mal… El Arsenal, por ejemplo, tiene un estilo de buen juego al tocar la pelota a ras del piso. Pero es un nombre propio mayor. Por otro lado, todos quieren jugar como el Barcelona, y jamás lo van a igualar. Quizá puedan parecerse al imitar la idea de juego… Pero, insisto, no voy a comparar al equipo con ningún otro. Nosotros tenemos un estilo de juego propio, y eso es muy valioso.

-Conversemos sobre diversos momentos que afrontaron en esta temporada. ¿Cuándo creés que tuvieron rebeldía?
-No puedo nombrar un momento exacto. Se logró en el transcurso de los partidos, cuando el equipo intentaba seguir su estilo de juego más allá de las dificultades. Nosotros no queríamos saltar líneas con pelotas largas para los delanteros, pero nos dimos cuenta de que debíamos hacerlo. Porque no se podía jugar siempre por abajo, al margen de que lo intentábamos. Entonces, empezamos a leer mejor diferentes momentos de los partidos y a saltar líneas para romper con la presión de los rivales. Este aspecto también resultó clave.

-¿Qué situación sirvió para comprender qué no había que repetir?
-No había que repetir el rendimiento del partido ante Quilmes. Nos pusimos en ventaja, a pesar de jugar peor que ellos… Y bueno, se veía que no estábamos ni bien ni seguros, y perdimos 3 a 1. Por suerte, no lo volvimos a hacer.

Imagen A los 32 años, y con apenas 19 partidos en el club, es uno de los bastiones canallas.
A los 32 años, y con apenas 19 partidos en el club, es uno de los bastiones canallas.
-¿Cuándo se encaminaron para redondear este gran año?
-Después del clásico que empatamos en Arroyito. Intentamos por todos los medios, pero no pudimos ganar. Por ahí, nos abocamos mucho a ese clásico y no estábamos con ese convencimiento total de que podíamos llegar a pelear bien arriba. Una vez que pasó, nos dijimos: “Es ahora o nunca; o nos convencemos o seguimos luchando ahí, por estar”. Bueno, realmente nos convencimos y dimos ese paso que fue importantísimo.

-Más allá del desenlace ante Boca, ¿qué rescatás de los tres partidos anteriores que jugaste por la Copa Argentina?
-El gran segundo tiempo ante Estudiantes y el muy buen primer tiempo contra Racing. Como Racing arriesgó un poco más en el segundo tiempo al estar en desventaja, no pudimos sostener en aquella etapa lo que hicimos en la primera mitad del partido. Lo importante fue que el equipo supo leer esa semifinal; entendió que no se podía jugar, pese a que lo intentó, y defendió ese gol de ventaja. Se puede hablar de que tuvimos un poco de suerte por los tiros en los palos de ellos, pero no deja de ser una buena actuación.

-El equipo propuso, y ustedes, los marcadores centrales, defendieron en la mitad de la cancha, cuestión que los expuso al error. ¿A vos no te molesta esto?
-No, me encanta; disfruto de defender lo más lejos posible del arco propio, y es un mano a mano al fin y al cabo. Después, habrá que analizar las características de los delanteros contrarios. Podés encontrarte con un atacante muy rápido, y habrá que ver cómo lo defendés. Es fundamental el entendimiento con tu compañero; en este caso, entre el Flaco Donatti y yo. Igualmente, nosotros nos hablamos muchísimo… Siempre se dijo en el fútbol que el que no habla, pierde.

-Al retroceder, el balance defensivo resultó positivo, más que bueno. El mérito es colectivo, ¿verdad?
-Sí, es un trabajo del equipo. Realmente, los primeros defensores son los delanteros: Marco Ruben, el Flaco Larrondo, el Chelito Delgado, el Enano Niell… Ellos nos dan una mano enorme, y a nosotros, los defensores, nos llegan prácticamente regalados los rivales, porque también los del mediocampo aprietan de manera constante. Las transiciones de ataque a defensa y de defensa a ataque son rapidísimas y muy buenas. A nosotros se nos simplifica todo. Lógicamente, tenemos que hablar y ordenar, y darle seguridad al equipo. De todos modos, quiero destacar que es sumamente fácil jugar al lado del Flaco Donatti. Es un grandísimo defensor, que si aprovechara aún más sus condiciones, se iría a jugar a Europa. Igual, creo que ya podría estar ahí.

-¿Qué tipo de marcador central eras en tus comienzos en Chacarita, cómo evolucionaste en Alemania, y cómo estás hoy?
-Al principio, en Chacarita y en Racing, era un jugador más defensivo: intentaba dar seguridad y no cruzaba la mitad de la cancha. Al jugar de lateral izquierdo en Nuremberg, aprendí conceptos para ir al ataque, para resolver mejor y más rápido en espacios reducidos… Ahora, que tengo más experiencia, trato de sorprender cuando los partidos están cerrados para descolocar al rival. Además, no perdí la fortaleza defensiva. Porque darle seguridad al equipo es lo que se pretende de un defensor. 

-¿Tenés nivel para integrar la Selección?
-Qué difícil (se ríe). No me gusta hablar sobre mí… Me siento en un gran momento, en uno de los mejores de mi carrera, y creo que me merecería una oportunidad. Pero, bueno, el técnico es el que decide y tendré que aceptar su decisión. Ojalá se me dé.

Por Darío Gurevich / Fotos: Leonardo Vincenti

Nota publicada en la edición de diciembre de 2015 de El Gráfico