Las Entrevistas de El Gráfico

Luis Bonini, y el bonus de confesiones

El profe habla sobre Najnudel, Griguol, Bielsa, Ferro y la Selección Argentina. Además, cuenta una curiosidad sobre dos figuras chilenas y una particular frase que le dijeron en Bilbao.

Por Darío Gurevich ·

08 de enero de 2016
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LEON, TIMOTEO Y MARCELO son tres fuera de serie. Trabajé con otros técnicos maravillosos: el Zurdo López, Roberto Saporiti, el Cai Aimar, Miguelito Russo. Pero Najnudel, Griguol y Bielsa fueron y son diferentes. Los tres resultaron artesanos al armar equipos de alto rendimiento, y ese proceso se empezaba a veces con muy poco. Esa creatividad que tuvieron para maximizar lo escaso y llegar tan lejos no se ve en muchos. Si no, en elegidos.

EN FERRO, incorporamos el desarrollo de la fuerza en el fútbol. Los jugadores la hacían hasta cuando estaban lesionados. Logramos, entonces, separar el entrenamiento de fútbol y llevarlo al gimnasio. “¿Estás seguro? ¿Los jugadores no se van a romper?”, me preguntó Griguol. “No, Carlos, quedate tranquilo. Esto lo hice en el básquetbol”, le respondí. Así que Griguol empezó a venir a todas las sesiones de gimnasio para aprender; y cuando vio cómo mejoraban los jugadores, potenció ese trabajo. También, hubo muchos futbolistas que creyeron en esto. Me acuerdo de Héctor Cúper, el Beto Márcico, el uruguayo Giménez, Carlitos Arregui… Ellos fueron pilares en ese cambio de modalidad de entrenamiento, porque lo impulsaron. Uno puede marcar el camino, pero lo importante es que los protagonistas caminen por ese sendero sabiendo que van a mejorar.

BIELSA ES UN CREATIVO. Marcelo no hace un entrenamiento sin haberlo estudiado previamente. “Vamos a realizar este trabajo para solucionar tal problema o para obtener este rédito ofensivo”, decía. Hay que tener mucha creatividad para eso, y el jugador lo huele, sabe que sale mejor de un entrenamiento con Bielsa. De hecho, Hernán Crespo me lo reconoció. Ese es el valor que Marcelo tiene hacia el jugador, porque le cree.

EN EL FUTBOL, existe el resultado; y ese resultado quizá no condice con el juego que elaborás ni con la cantidad de jugadores que tenés. Así es el fútbol, y lo maravilloso es que David le puede ganar a Goliat.

¿CUAL ERA EL RIESGO EN LA SELECCION ARGENTINA? Que las estrellas no quieran asumir su rol adentro de la cancha, y que el equipo no tuviera un muy buen esquema de competencia. Bueno, esto no pasó. Todos corrían una cantidad interesante de metros y hacían el trabajo lindo y el sucio. Gabriel Batistuta, que era el goleador, corría también para presionar, recuperar la pelota y volver a atacar. La idea era recuperar rápido y atacar otra vez.

HABIA DOS JUGADORES, que hoy son titulares en la selección de Chile, que no soportaban la presión por lo que les exigíamos. Nosotros necesitábamos una determinada prestación de servicio, y ambos no podían darla porque no estaban entrenados para eso. Estos chicos, entonces, se querían ir. Intentaban cumplir y no podían, no tenían nafta. A medida que pasó el tiempo se acostumbraron a los trabajos, el equipo se acomodó, y ellos se convirtieron en unos fenómenos.

NO VI OJOS ROJOS, un documental sobre la selección de Chile que conducíamos junto a Marcelo y que se clasificó al Mundial de Sudáfrica 2010. ¿Por qué? Porque me quiero quedar con mis propios recuerdos.

“SI NO PARAS, te vas al descenso”, me aseguró el médico del Athletic de Bilbao. Entonces, frené al terminar el ciclo en ese club. Me vino bien haber parado un poco la máquina, mirar para atrás; me reinventé, y eso es bueno.

CADA UNO HACE SU CAMINO, y no hay caminos señalados.

EL APRENDIZAJE surge a diario. No es que de golpe lo incorporaste. El aprendizaje es el estudio, la actualización, y ponerse en juego con lo que se realiza de manera permanente. Si lo que hace uno está bien o mal; si acierta o se equivoca.

ESTAR CONFORME con lo que hiciste al repasar las diferentes etapas de tu vida, es lo mejor que te puede pasar. Soy un agradecido al deporte, realmente; estoy muy bien conmigo mismo.

Foto: Alejandro Del Bosco.

*La entrevista a Luis Bonini se publicó en la edición de diciembre de 2015 de El Gráfico.