Las Entrevistas de El Gráfico

Eduardo Coudet: “El club recuperó su idiosincrasia”

Charla íntima con el Chacho, que revolucionó a Central en su primer año como técnico: peleó hasta el final el torneo local y la Copa Argentina, y lo clasificó para la Libertadores tras 10 años. En 2016, buscará superarse.

Por Darío Gurevich ·

02 de enero de 2016
Imagen A los 41 años y en Arroyo Seco, donde el equipo se entrena, sonríe por la gran campaña.
A los 41 años y en Arroyo Seco, donde el equipo se entrena, sonríe por la gran campaña.
“Nos sacaron la final, no la perdimos”.

A un mes del bochornoso arbitraje de Diego Ceballos en el epílogo de la Copa Argentina, la declaración de Eduardo Coudet aún retumba en los oídos canallas. Sin embargo, el entrenador entiende que ya no sirve lamentarse ni descargar su bronca por el gol anulado a Marco Ruben, por el penal -sobre todo- que el juez inventó para Boca, y que abrió aquel partido decisivo. El Chacho sabe, entonces, que lo único que vale es levantar cabeza y enfilar hacia adelante. Tanto él como sus colaboradores y sus jugadores deben caminar con la frente alta, reponer energías sin reproches y brindar como corresponde, porque culminaron una temporada maravillosa, en la que el país reconoció y reconoce a Central, por más que no se consagró campeón.

Se aplaude, en consecuencia, el proceso de trabajo que Coudet lideró. En su primera incursión como técnico, la rompió: potenció a los experimentados, cobijó y proyectó a los jóvenes, consolidó al equipo como protagonista a través de un estilo vistoso y ofensivo, y lo llevó a pelear hasta el final el torneo local (3º, con 59 puntos) y la Copa Argentina, y a clasificarse para la Libertadores tras 10 años.

-Pregunta antipática: ¿cuántos canallas confiaban en vos cuando comenzaste este año como técnico?
-Los que me conocían creían, por mi manera de trabajar, de manejarme como profesional. Seguramente, alguna fichita habrán jugado. Después, los demás iban de la mano con la lógica, porque era un entrenador nuevo y no se conocían mis ideas, mis pensamientos. Ahí, la desconfianza es natural.

-¿Cuáles son los fundamentos básicos que pregonás como entrenador?
-El respeto hacia el jugador, hacia el trabajo; e intentar trabajar, valga la redundancia, lo mejor posible. Me gusta que mi equipo juegue bien, que sea dinámico e intenso. Generalmente, adaptás un sistema a lo que tenés o te vas adaptando a lo mejor que tenés para cada partido. Si hablamos de ideologías tácticas, no me ato a nada.

-Te describo lo que Central denotó: presión alta, pasarse bien la pelota, abrir la cancha, y atacar de afuera hacia adentro. ¿Me quedé corto?
-No… La dinámica y la intensidad son importantísimas en el fútbol de hoy. Intentamos respetar el buen juego, que el equipo entienda a partir de las asociaciones y sepa dónde encontrar los espacios según lo que nos plantea el rival.

-¿Qué asociaciones, entonces, marcaron la diferencia?
-El grupo humano la hizo. Porque este plantel tiene muy buena gente, y esa es la base principal de esta gran campaña.

-Central explotó las bandas y convirtió bastante al cambiarle el perfil a la jugada. ¿Esas fueron las estrategias primordiales para atacar?
-Mi pensamiento es poner un equipo que sea protagonista en cada partido. Entonces, los laterales son fundamentales para después, como decía, encontrar los espacios. Puede que se nos haya dado de esa manera, por características de nuestros jugadores, por cómo se nos presentaron los partidos. Pero no es que solo definimos esas maneras para atacar. Sí me gusta que los laterales permanezcan en ofensiva, y que tengamos un buen manejo de pelota. 

-“Estemos en los detalles”, les pedís a tus jugadores de manera permanente. ¿Cuáles resultaron esas pequeñeces que los condujeron hasta este presente?
-El entrenador de Primera División, además de dirigir al equipo, debe ser docente y enseñar un montón de cosas que eran innatas cuando yo jugaba. Hoy, hay que repetir para que el jugador lo asimile. Por ejemplo, los perfiles de los futbolistas, el aprovechamiento de los espacios, el manejo de los tiempos… Es mucho más importante llegar a tiempo al lugar que estar en ese lugar. Y bueno, es una constante que uno debe transmitir. Después, algunos lo absorben más rápido, y otros, por repetición.

-¿Cuántos partidos perfectos disputó el equipo en la temporada?
-El partido perfecto no existe, porque cada semana uno intenta corregir errores. Este es un deporte en el que convivimos con el error, sea a favor o en contra. Entonces, siempre se va a buscar el error, y siempre se lo va a encontrar. Sí hicimos grandes partidos. Sobre una cantidad enorme, fuimos superados muy pocas veces; y esa era la idea: ser protagonistas en cada juego.

Imagen Dos detalles al dirigir: intensidad en sus expresiones y la bufanda, su amuleto.
Dos detalles al dirigir: intensidad en sus expresiones y la bufanda, su amuleto.
-Al margen de lo sucedido en la final de la Copa Argentina, ¿qué te dejaron los cruces ante Riestra, River, Ferro, Estudiantes y Racing?
-Salvo contra Riestra, donde se notó la diferencia, los demás fueron bravos. Ferro nos complicó porque tuvimos que ir a los penales para ganarle. Y, después, ¡puta! Nos tocaron cuatro rivales que preferís evitar: River es el campeón de América; Estudiantes resulta copero por historia y acumulaba muchos partidos sin perder con Milito; Racing salió campeón del torneo local el año pasado; y Boca se había consagrado hacía unos días. Con los muchachos, nos reíamos… Porque, por los rivales que enfrentamos, la Copa Argentina se pareció al Mundial de Clubes. Nos faltó jugar contra el Manchester City y alguno más, y estábamos (bromea y se ríe).

-¿Central es el que mejor jugó en la Argentina durante el año?
-Son gustos. Estoy muy contento porque el equipo se acomodó a lo que le pedí. Jugamos con cinco sistemas distintos, y el equipo se adaptó siempre. Eso es mérito de los jugadores, por creer, por la manera en la que trabajan. Igual, hay que reconocer que el mejor es el campeón.

-¿Qué te genera ver a Central?
-Me da mucha alegría ver que el club recuperó su idiosincrasia. Porque el equipo propuso siempre, peleó los torneos que jugó, tiene un gran plantel… Entonces, Central dio un paso muy importante; y este es el camino que hay que seguir.

-O sea que ustedes recuperaron la esencia, ¿está bien decirlo así?
-Este grupo recuperó un montón de cosas que se habían perdido a través de los años. No es del torneo pasado ni de los últimos cinco, sino que hacía muchísimos años que Central no peleaba un torneo de manera sólida. Lamentablemente, no se nos dio. Pero la idea era pelear todo hasta el final… El día que me tengan que recordar, me gustaría que fuese como el técnico con el que Central hizo un clic y volvió a ser lo que marca su historia. 

-¿Qué les dirías a experimentados como Marco Ruben, Mauricio Caranta y Javier Pinola, que anduvieron muy bien?
-Estoy agradecido con todos, por cómo se brindaron en el día a día, por la humildad. Como decía, la base de esto es el plantel. Dentro de lo que aprendí como futbolista, está el hecho de tratar a todos los jugadores por igual, de darles la misma importancia, la misma calidad de entrenamiento. Acá hay una competitividad interna que hace que se eleven los niveles individuales, que es lo que busco constantemente.

-¿Ruben ya no te pasa factura porque lo echaste de la habitación de la concentración cuando fueron compañeros?
-Se dormía y se sigue durmiendo muy temprano (se ríe). Por eso, lo apodé el Niño Viejo. Como decía, yo les estoy agradecido a todos pero, en especial, a tipos con los que ya tenía una relación, como Marco, el Chelito Delgado, Villagra. A ellos los llamé en un momento en el que el club y yo los necesitábamos mucho, y respondieron jugándose un montón de cosas. Porque es la verdad, nos jugábamos una parada muy difícil; era un momento institucional en el que el hincha estaba muy golpeado y en el que había poca tolerancia. Lógico, el hincha quería esto: un equipo protagonista, y sentir la alegría de ir a la cancha y saber que verá un gran partido.

-Estiraste el nacimiento de una de tus hijas, Lola, para un 19 de diciembre, fecha simbólica para Central. ¿Qué de toda tu pasión por estos colores le transmitiste al plantel?
-Este es un grupo en el que la mayoría son hinchas y, entonces, llevan adentro al club. Como el plantel es unido, los que se integran acompañan. Central tiene esto… Si pasás por acá, es imposible que no te infectes del virus que la gente te contagia.

-Si un jugador tuyo se roba un micro y lo maneja, como hiciste vos, ¿lo multás o lo perdonás con una charla de por medio?
-Eso ya no pasa (se ríe). Digamos que ese fue un pecado infantil.

-¿Qué no le permitís a un futbolista?
-La falta de compromiso para con el fútbol y para con el grupo. El respeto frente a los compañeros debe estar en el día a día, y eso es venir y trabajar de la mejor manera y con la mayor alegría posible.

Imagen  "La idea era pelear todo hasta el final... El día que me tengan que recordar, me gustaría que fuese como el técnico con el que central hizo un clic y volvió a ser lo que marca su historia".
"La idea era pelear todo hasta el final... El día que me tengan que recordar, me gustaría que fuese como el técnico con el que central hizo un clic y volvió a ser lo que marca su historia".
-¿El Chacho jodón desapareció?
-No necesito tener una distancia grande con los jugadores. Cuando sos frontal y sincero, las reglas de trabajo se ponen sobre la mesa. Eso no quita que la convivencia sea la mejor y que el cuerpo técnico esté en contacto directo con los futbolistas. Ellos, más que nadie, saben que cuando arranca el entrenamiento, deben dar el máximo. Después, cuando se termina, nos podemos relajar.

-¿Qué entrenadores te marcaron?
-El Turco Mohamed es un apoyo constante, un tipo al que quiero mucho; intercambiamos opiniones casi todas las semanas. Tanto de él como de Manuel Pellegrini tomé muchos conceptos de manejo de grupo y futbolísticos. También, y si bien no lo conozco personalmente, me siento reflejado con Diego Simeone por su forma de trabajar y de transmitir una idea. Cuando arrancó en el Atlético de Madrid, esa idea era la de Simeone; hoy, es la de un plantel. Ese es un logro importantísimo.

-¿Qué aprendizaje te dejó este año?
-Fue una escuela en la que salteé muchísimos pasos. El arranque fue muy difícil, en cuanto al plantel, a conseguir a los jugadores para jugar a lo que queríamos. Resultó un año agotador, en el que no tuve un día de descanso desde que comenzamos. Lo disfruté mucho, en especial porque la gente de Central está contenta. Le debo mucho a este club, y ver que el hincha se identifique con mi idea es devolverle apenas un poco de todo lo que me dan.

-¿Qué buscarás para el año que viene?
-Sostener la base y elevar el nivel de este gran plantel. Nuestro sueño es uno: darle un título a Central.

Por Darío Gurevich / Fotos: Lenadro Vincenti

Nota publicada en el edición de diciembre de 2015 de El Gráfico