Fútbol Internacional

Refugiado, pateado por una periodista, técnico y ¿terrorista?

La foto que dio la vuelta al mundo sobre el refugiado sirio (DT de fútbol) agredido por la camarógrafa húngara le permitió una nueva vida en España, pero también alimentó dudas sobre su pasado y sus vínculos con el terrorismo.

Por Martín Mazur ·

16 de noviembre de 2015
La aparición de un pasaporte sirio, cerca de uno de los episodios de la masacre en París, rápidamente ayudó a trazar una sencilla simplificación: inmigrantes=terroristas. Si bien no hay conexión directa, por lo menos hasta ahora, entre dicho pasaporte y el terrorista (si se autodetonó, ¿qué hacía el pasaporte intacto?), sería casi lógico pensar que entre decenas de miles de refugiados, hayan aprovechado la ola de desesperación algunos infiltrados que ingresaran con fines malignos, como hace un tiempo se denunció en Italia.

La búsqueda de la muerte televisada, en un partido de fútbol, como parte de la estrategia de terror del ISIS, obliga a pensar quiénes, potencialmente, podrían llevar a cabo tales actos de barbarie. ¿Y si no fueran caras desconocidas, sino las que ya son percibidas como rostros amigos?

Imagen Homeland, intrigas alrededor del terrorismo internacional.
Homeland, intrigas alrededor del terrorismo internacional.
La popular serie americana Homeland, que ya va por la quinta temporada, gira alrededor del terrorismo internacional, los servicios secretos y todos los tentáculos imaginables de la industria del terror. El guión es ficticio pero utiliza personajes verídicos, como que los protagonistas de la CIA intenten ubicar a Moshen Rabbani, ex agregado cultural de la embajada de Irán en Buenos Aires, y signado como el arquitecto de las voladuras de la AMIA y de la Embajada de Israel. Un equipo de fútbol de Venezuela, que en cada partido aparentemente recauda más de lo que el estadio lleno permitiría, se transforma en el eslabón perdido en la ruta del dinero del terror.

(Atención: párrafo con spoilers) Uno de los escenarios planteados en la primera temporada, es una situación de win-win para los terroristas. ¿Qué pasaría si un infiltrado, una célula dormida, fuera capaz de ponerse un cinturón lleno de explosivos y volarse, en vivo, junto al presidente de los Estados Unidos y parte de su gabinete? ¿Y qué pasaría si esa célula dormida fuera alguien que ya conquistó el corazón del pueblo, un heroico soldado americano rescatado de un agujero en Irak, tras años de cautiverio, libre de toda sospecha? 

Imagen Mohsen, a punto de ser pateado vilmente por la camarógrafa húngara.
Mohsen, a punto de ser pateado vilmente por la camarógrafa húngara.
Esto nos lleva a volver a detenernos en otra aparente historia con final feliz, como la de Homeland, pero de la vida real: la de Osama Abdul Mohsen, el refugiado que junto a su pequeño hijo es pateado sistemáticamente por una camarógrafa húngara, en una imagen que recorrió el mundo. Al poco tiempo se conoció que Mohsen había sido entrenador de fútbol en Siria. Terminó viviendo en Getafe, España, en un piso de 1.200 euros mensuales, pagados por la comuna. Se le ofreció un trabajo en una escuela de fútbol local. Y visitó el Real Madrid: se sacó fotos con los jugadores, charló con Butragueño y con Florentino Pérez, y su hijo salió a la cancha de la mano de Cristiano Ronaldo. 

¿Qué pasaría si Mohsen, el del aparente final feliz de la historia, en realidad fuera un terrorista? La hipótesis no se teje en estas líneas, sino que corresponde a una denuncia del Partido de Unión Democrática de Siria, que lo identificó como un miembro de una organización Al-Nusra, hermanada con Al-Qaeda, y lo acusó de haber participado en la masacre de 50 kurdos, luego de un partido de fútbol en Qamishlo, en 2004. Jugaban el al-Fatwa contra el club de fútbol de la Jihad de Qamishlo.

Imagen Con su hijo, en España.
Con su hijo, en España.
Mohsen asegura desconocer Al-Nusra, pero su posición política, únicamente contra el presidente sirio Bashar Al-Assad, Rusia y Estados Unidos, acrecentó la duda. “¿Por qué no condena a Al-Qaeda o al ISIS?”, le preguntó La Gaceta, de España. “Cuando yo me fui de Siria a Turquía el Estado Islámico no estaba todavía allí. Yo solo vi matar a Bashar al Assad. Pero luego, he visto como el Estado Islámico mataba a la gente en Siria e Irak y es horrible”, respondió él. 

Sin embargo, refugiados en el Kurdistán aseguran que Moshen combatió con Al-Nusra hasta poco antes de dejar el país, a principios de este año. Su proliferación mediática, luego de haber sido tackleado por la periodista húngara, contribuyó a que lo reconocieran. Y, curiosamente, lo vincularan a una matanza luego de un partido de fútbol.

El hecho en sí plantea tres escenarios: 1) que se trate de un error y el pobre hombre encima deba dar explicaciones por haber escapado de la miseria y la guerra; 2) que se trate de una movida mediática de los kurdos, cuya causa tiene escasa visibilidad, para aprovechar a un personaje que se hizo tristemente conocido, y que tenía vínculos ciertos con el fútbol, como para poder fabricarle una participación en una matanza como la del partido de Qamishla; 3) que de verdad lo hayan reconocido y que Mohsen intentara huir de un pasado en el que tenía cuentas que rendir por delitos contra la humanidad. 

Sea como sea, cualquiera de estos escenarios obliga a la reflexión. Y todos ellos forman parte de la encrucijada que en este momento, tiene en vilo a Europa. 

Por suerte hay un cuarto escenario que quedó descartado: que un terrorista hubiera ingresado a uno de los clubes más mediáticos del mundo como invitado de honor, con los potenciales riesgos que ello implicaba, para perpetrar un acto de terror televisado, junto a las figuras más mediáticas del mundo del fútbol. Un mundo que ahora también está obligado a reforzar los controles de seguridad al límite del de los aeropuertos. 

Imagen Mohsen, con el plantel del Real Madrid.
Mohsen, con el plantel del Real Madrid.