Las Crónicas de El Gráfico

La explosión, más que mil palabras sobre el despegue del fútbol en Islandia

El crecimiento futbolístico en esta isla europea marcha contra todos los pronósticos: una fábula para copiar.

Por Martín Mazur ·

06 de noviembre de 2015
No hay tribunas ni hinchas a la vista, sólo un cielo negro que mete miedo. Tampoco se ven jugadores rivales. Pero el festejo del goleador de azul no es en un partido contra un equipo invisible. Esto es Reykjavik, Islandia, clasificación para la Eurocopa 2016. Kolbeinn Sigþórsson celebra el 3-0 sobre Turquía en la capital más al norte del planeta.

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Como casi todos los paisajes de esta isla de aspecto sobrenatural, la imagen es engañosa. El estadio Laugardalsvöllur está casi lleno: 8811 personas ocupan la tribuna techada sobre el lateral, de frente a la pista de atletismo. Hay otra tribuna más chica sobre el otro costado. La estructura no llega siquiera a ser una herradura. Dos tribunas, una cancha y el resto es viento. Mucho viento. Parafraseando al Negro Fontanarrosa en su cuento Bahía Desesperación, las banderas parecen de lata. Ni aletean.

Esta es la fortaleza que transformó a uno de los países más débiles del fútbol europeo en una Cenicienta que se prepara para jugar la primera Eurocopa de la historia.

En un grupo muy difícil, que incluyó a Holanda, Turquía y República Checa, además de Letonia y Kazajistán, la clasificación de Islandia dejó un registro casi milagroso: 8 partidos jugados: 6 ganados, 1 empatado, 1 perdido, 15 goles a favor y 3 en contra, primer lugar en la tabla e ingreso a la Euro 2016 garantizado cuando aún restan 2 partidos por jugar.




Para darse una idea del impacto futbolístico, Islandia tiene 331.000 habitantes y ocupa el puesto 46 en población sobre 53 estados europeos, apenas por encima del Vaticano, San Marino, Mónaco, Gibraltar, Liechtenstein, Andorra e Islas Feroe.

Lýðveldið Ísland, tal su nombre oficial, es una isla hecha de roca volcánica, a 3 horas de Londres y a 6 de Nueva York. Tierra que parece sacada de un libro de cuentos, el 70% de los islandeses cree en “gente escondida”, pequeños hombrecitos que viven entre las rocas. De hecho, las rutas islandesas, rectas, cada tanto se retuercen inexplicablemente, porque los constructores no quisieron ‘dañar’ los lugares donde viven los elfos.

Islandia se ubica en una fisura donde las láminas de la superficie están abriéndose permanentemente, dejando salir magma en espectaculares erupciones volcánicas. Muchos de sus paisajes son lunares, y es común respirar un aire con olor a laboratorio químico, ver humos que salen de la tierra o encontrarse pisando suelo amarillo, naranja o verde, por los depósitos de sulfuro, con la posibilidad de visitar playas de arena negra. El glaciar Snaefellsnesjökull fue protagonista de Viaje al centro de la Tierra, la novela de Julio Verne.

Con 200 volcanes que dejaron un tercio de la lava del planeta en los últimos 500 años, Islandia, un país acostumbrado a las explosiones, precisamente vio explotar su fútbol en los últimos años. La liga islandesa se juega sólo de mayo a septiembre, los meses en donde apenas se asoma el sol. No tiene jugadores profesionales. Uno de los equipos más importantes, IBV, da un bono de 300 dólares por partido a los jugadores, y aunque es de la ciudad de Heimaey, por mitad de la temporada tiene que hacer de local en Reykjavik, porque en la ciudad de origen no puede entrenarse debido al clima feroz. Aunque el campeonato se juegue en verano, una de las frases más escuchadas es “suspendido por el viento”, sobre todo los partidos de clubes de islas aledañas.

Una de las claves del surgimiento futbolístico islandés fue la creación de un programa para desarrollar a los entrenadores al máximo nivel. La Asociación Islandesa de Fútbol (KSÍ) lo puso en práctica hace 12 años, y los resultados empezaron a hacerse visibles. La nueva escuela de entrenadores obtuvo licencia UEFA y los seminarios tuvieron el porcentaje de participación más alto de Europa en relación con la población. Con entrenadores profesionales desde el fútbol infantil, el desarrollo islandés fue inmediato. Mejoría táctica y técnica, sin perder la fortaleza autóctona: garra y poderío mental en un país cuya liga se juega apenas en los tres meses de luz. La construcción de “football halls” (canchas techadas) en distintas partes de la isla fue otro de los puntales de la mejoría, para que el fútbol fuera una actividad de 12 meses y no sólo de 3. Todo el dinero invertido va a parar al fútbol juvenil y a la infraestructura.

“Los métodos de entrenamiento mejoraron y el apetito de nuestros futbolistas no cambió, por eso la mejoría”, cuenta Asgeir Sigurvinsson, ex asesor técnico de la Asociación. Hoy, Islandia está a la vanguardia del fútbol de los países nórdicos, que ya intentan copiar el “modelo islandés”.

Pese a las complicaciones, ya hay casi 100 islandeses jugando en las ligas europeas. “Nuestros jugadores no se quejan de la comida, del clima ni de nada, están acostumbrados al trabajo duro y todos hablan inglés”, señala Olafur Gardarsson, un abogado penalista que se dedicó a la representación de futbolistas por el escaso nivel de crimen existente en Islandia.




Segundos después del 0-0 contra Kazajistán que garantizó la clasificación a Francia 2016, Andri Valsson, periodista del periódico Morgunblaðið's, llegó hasta el palco de honor. “Es maravilloso ser islandés en este momento”, le dijo el presidente islandés, Olafur Grímsson, visiblemente emocionado. Como el estadio ya no daba abasto, el partido se transmitió en pantalla gigante en el centro de la capital, y el equipo se hizo presente para festejar bajo la lluvia junto a una multitud. El primer ministro declaró feriado nacional.

El técnico de la selección es el sueco Lars Lagerback, 67 años, veterano de mil batallas con tres Mundiales dirigidos, dos al frente de su país (2002, eliminación argentina en zona de grupos, y 2006) y el otro con Nigeria (2010). Desde que se hizo cargo de Islandia, tiene un porcentaje de efectividad del 61% de los puntos en juego. El goleador de azul, Kolbeinn Sigþórsson, cantera del Ajax, ahora en el Nantes, tiene un promedio superior al de grandes delanteros: 17 goles en 29 partidos internacionales.

Lagerback se jubilará después de la Euro. Su actual ayudante, ahora promovido a entrenador alterno, es Heimir Hallgrímsson, quien ya fue oficializado como futuro DT cuando Lagerback diga adiós. Hallgrímsson es dentista y atiende su propio consultorio en las islas Vestmann. Así, en la soledad y con seis meses de oscuridad al año, progresa el fútbol islandés. Una fábula sin anestesia.

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Por Martín Mazur

Nota publicada en la edición de octubre de 2015 de El Gráfico