Las Entrevistas de El Gráfico

Sebastián Blanco: “Hay jugadores que hacen arte”

El volante compartió una larga conversación con El Gráfico sobre el fútbol argentino, su adaptación al volver después de tres temporadas y media, su juego, las dificultades en Ucrania e Inglaterra, su compromiso social, y su pasado y su presente vinculados a San Lorenzo.

Por Darío Gurevich ·

28 de octubre de 2015
Imagen A los 27 años, es una de las figuras del Ciclón. Piensa y luego juega, virtud para pocos en nuestro fútbol.
A los 27 años, es una de las figuras del Ciclón. Piensa y luego juega, virtud para pocos en nuestro fútbol.
-¿Qué saben pocos sobre vos?
-Soy abierto, frontal, y me critican porque no hablo mucho. Me muestro como soy, no oculto nada. Al principio, el que me ve piensa que soy soberbio, canchero. Después, si me tratás, no… Me dicen Chucky, pero si me sabés llevar, no pasa nada.

Sebastián Blanco regala su última respuesta y suelta la misma carcajada que cuando el grabador se prendió, hace 54 minutos. Distendido, fresco, en la sala de conferencia de San Lorenzo, admite que se siente cómodo, a gusto, entre tanto palabrerío. El chico que había sido tapa de El Gráfico en 2009, junto a Javier Pastore y a Maximiliano Moralez; el hombre de 27 años que regresó al fútbol argentino en enero –luego de tres temporadas y media en el extranjero– se copó con la propuesta de la charla: apartarse de la vorágine diaria para tener, quizá, otra perspectiva sobre la realidad.

-Cuando volví, me relacioné con la crítica, y no fue fácil (se ríe). Ni en Lanús ni en el exterior había sufrido esto. Pero, en los equipos grandes, todo es más masivo. Llegué a San Lorenzo con una expectativa alta en general, y si no respondés enseguida… Acá no te dan tiempo para nada; entonces, tuve que empezar a manejar mis ansiedades.

-¿Qué tal te fue? 
-Me costó durante los primeros tres o cuatro meses, aunque no me veía mal. Se ve que no cumplía con esa expectativa alta. Después, empecé a pensar en lo que podía dar y me solté. Hoy, me siento importante para el grupo, que es lo que buscaba.

-Tampoco debe ser sencillo acomodarse rápido en un equipo, a la vida en la Argentina…
-No, y a muchos les pasó, como a Javier Saviola, a Lucho González… Los nombres no juegan; pueden pesar, pero a veces pesan para mal. Siempre se es más cruel con el que tiene un nombre... En mi caso, la expectativa se había generado por el tire y afloje en el pase, y por lo que San Lorenzo se jugaba (Recopa Sudamericana y Copa Libertadores). No haber logrado los objetivos hizo que la crítica fuese más despiadada. Creo que tampoco la merecía.

-¿Lo trabajaste con un terapeuta?
-Sí, y tomé decisiones importantes, que quizá parecen tontas, como haberme ido de twitter, haber dejado de frecuentar algunos lugares y estar más en casa, haber achicado el círculo íntimo, no ver más páginas de internet, fotos, ni nada… Algunos lo saben llevar y otros no. Con Rubén, el psicólogo del club, lo hablamos. También influía que estaba a préstamo, porque no sabía si me iban a comprar o no. Por suerte, me hicieron contrato hasta 2019.

-¿Seguís dirigiendo a los chiquitos en 11 de Agosto, el club de baby en el que te iniciaste?
-No, porque la gente está muy loca. Se pensaban que yo jugaba, y me puteaban y me tiraban cosas. Una vez me tuve que ir de una final en Claypole, porque mandaron a los pibes a tirarle barro y tierra a mi auto. ¿Qué querés? Vivimos así.

-¿Por qué nos cuesta comprender la esencia del juego en la Argentina?
-Porque entendemos muy bien la esencia del resultado. Esto ocurre en el mundo, y en especial en nuestro país. Acá, somos excelentes en eso. Todo cambia de acuerdo a cómo saliste el fin de semana, y está mal. Pero el fútbol de hoy es así, y el resultado es lo inmediato. Ya no está en juego ni lo económico, ni el prestigio, ni el honor… Te jugás el día a día. Cuando perdés, parece que no podés salir a la calle; y decimos que es normal cuando, en realidad, no lo es. Pero también nosotros, los jugadores, vivimos y generamos la misma locura, y me hago responsable. Igual, se juega para ganar. Si se lo hace bien, mejor.  

-¿Por qué nos resulta difícil disfrutar de los futbolistas creativos?
-Siempre se respeta más al que destruye. El que va a cortar juego tiene un margen más. Si uno espera que el fútbol mejore, que sea más vistoso, habría que proteger a los creativos; y esto depende un poco de todos. Pero hoy, los mismos creativos se suman a este juego de presión, de meter, de estar ahí encima, y se van perdiendo. Entonces, todos pasamos a ser lo mismo y eso ya no tiene vuelta.

-Qué macana, porque así se desmorona lo más apasionante: el fútbol.
-Y bueno… Mirá, el último River-Boca se jugó en la mitad de la cancha. Si se ponían dos arcos ahí, se armaba un reducido. Hoy, ponés dos arcos en tres cuartos de cancha y está todo bien… Porque se impone que hay que jugar corto. Pero uno cosa es jugar corto y otra es robar y robar. El Barcelona robaba y atacaba; y eso nos cuesta entender a nosotros: quitar es una cosa y tenerla, otra.

-¿Se corre, se mete y se tribunea más de lo que se juega en nuestro país?
-Sin dudas… La tribuneada es argentina, parte del folclore. La tribuneada clásica es normal, pero hay otras que sobrepasan y hasta enojan. El que diga que no se pelea adentro de una cancha, miente. Las peleas entre nosotros, los jugadores, son comunes, por el ritmo en que se juega, por los roces, por las presiones que existen; uno está a dos mil por hora… Aunque tiene que haber un límite.

-Si todo esto se antepone, estamos flojos, ¿o no?
-Obvio, y no considero que estemos tan bien como se piensa. Nosotros tenemos más potencial del que nos creemos, porque buscan jugadores argentinos en todo el mundo. Pero fallamos para el lado que vamos.

Imagen Categoría. En 2015 jugó 35 partidos. Si bien metió tres goles, generó muchos más en San Lorenzo. Tiene contrato en el club hasta 2019.
Categoría. En 2015 jugó 35 partidos. Si bien metió tres goles, generó muchos más en San Lorenzo. Tiene contrato en el club hasta 2019.
A Sebastián se le cambia de tema. Se pretende conocer detalles sobre cómo robusteció su juego desde 2011 hasta la fecha, en Metalist, West Bromwich y San Lorenzo. El volante, especialista en conectar líneas y en desequilibrar, lo cuenta en primera persona.


 “Al principio, estaba en contra de todo en Ucrania. Como no deseaba irme a ese fútbol ni a ese país, me quería volver a mi casa; y a los dos meses, me lesioné feo la rodilla. Hice una recuperación de cinco meses en la Argentina, y a partir de ahí tuve la necesidad de regresar para allá. La cabeza me hizo un clic, y empecé a adaptarme a las situaciones que tenían que ser. Bueno, crecer se llama… En Ucrania, me cambió el físico; pasé de pesar 62 a 70, y ocho kilos es muchísimo en un cuerpo. Tuve, entonces, que adaptarme a un fútbol más pesado y potente, en el que se luchaba mucho. Aprendí a manejar el cuerpo, a aguantar la pelota, a pegarle desde afuera al área, y varié un poco mi estilo al jugar de mediapunta, por los costados y de doble cinco. Por suerte, compartí el plantel con jugadores de experiencia y de gran nivel, y quieras o no, te vas mimetizando con ellos. Eso me ayudó”.
 
“Tenía temor antes de firmar en Inglaterra. Así como es el mejor fútbol del mundo, también es muy físico. Encima, son crueles con los extranjeros en los equipos más chicos porque, al estar lleno de británicos, te hacen un vacío. Se me hizo difícil la adaptación. Jugué poco, pero incorporé mucha rapidez para resolver situaciones. El traslado no existe en la mitad de la cancha. Quizá se presiona menos que acá, pero se juega más rápido. Me pusieron de wing y de enganche, donde mejor rendí porque me moví libre y tenía opciones de ataque. De wing, se me complicó porque me limita la raya y los laterales son potentes”.
 
“En San Lorenzo, se corre mucho. Al principio, me costó. Primero, jugar detrás del 9 porque, además, era el auxilio de muchos puntos en la cancha. Después, necesitaba adaptarme al sistema, a los rivales, a las canchas. Todo esto te lleva a estar impreciso, que es lo que más me fastidia. Cuando pasé a moverme por el costado, se me hizo más rutinario, aunque debía también tirarme para adentro. Hoy, me siento cómodo jugando detrás del 9”.


-¿En qué circunstancia tu juego se asocia con el arte?
-Mirá, el otro día me peleé con uno que decía que nosotros no podíamos hablar sobre el sacrificio, y lo borré del teléfono. Vos (por quien escribe) sabés lo que uno hace para llegar hasta acá. Después, sí: se lo disfruta. Pero si fuese fácil jugar en Primera, lo harían todos… Creo que hay jugadores que hacen arte; no todos, sólo algunos; y se disfruta… Es como ver a un tipo que se sienta y se manda una pintura espectacular. Ver a Messi que se saca a diez tipos de encima también es arte. Sabés qué difícil es hacerlo…  

-¿Y en qué quedamos: vos hacés arte o no?
-Sí, en un pase para abrir una pelota que terminará en gol… Cuando ves una jugada que otros no, es arte. Porque, justamente, la viste vos y los demás no. Eso te llena de confianza.

-¿Qué le dirías a Rodrigo Betancur?
-Bienvenido a la picadora… Yo me mandé mocos, muchísimos. Hay más errores que aciertos en los partidos. Es lógico. Aquella situación lo hará crecer, y es injusta… Pero no sirve hablar sobre justicia o injusticia, porque se le cae más al que se equivoca.

-¿Ustedes, los talentosos, tienen más para perder adentro de la cancha?
-Siempre, porque todos están más pendientes de lo que hagas… Bueno, más de lo que hagas mal… Uno debe asumir la responsabilidad, que está buenísima… Cuando San Lorenzo jugó mal, como ante Boca y Huracán, yo me fui mal; me siento responsable cuando no agarramos la pelota.

-¿Cuánta trascendencia le das al funcionamiento táctico?
-Mucha y poca (se ríe). Ramón Cabrero, que me dirigió en Lanús cuando salimos campeones, decía: “Un equipo ordenado le puede ganar a cualquiera”. Bauza tiene ese estilo, sigue esa línea. Por eso, al momento de defender, me fijo en lo táctico. Pero, en ataque, se genera mucho más cuando somos desordenados, en el buen sentido, y rebeldes al tener movilidad, sin ser predecibles. Porque el fútbol es movimiento. El esquema puede ser 4-4-2, pero vamos para allá, para acá. Igualmente, un equipo ordenado marca la diferencia.

A congelar, por un rato, la imagen del 23 con la pelota al pie y la cabeza levantada. Porque este tipo de Lomas de Zamora, que convivió entre trincheras y tanques de guerra en Ucrania, cuando la palabra “guerra” se escuchaba de cerca, se involucra con determinadas cuestiones sociales. “Me comprometo desde el gusto -anticipa-. Está bueno poder concientizar y que no nos vean nada más como unos animalitos que entramos a la cancha a jugar. La idea es aportar un granito de arena, y quiero armar una fundación. Tengo una pizzería (Lo + Hot) y, como es una cadena de pizzerías, se podrían armar menús y urnas en los locales para que la gente haga donaciones, y nosotros las llevamos. El pizzero de mi local tiene un comedor que se llama Pekeñitos, en Rafael Calzada, y nosotros ayudamos ahí”.

-Te gusta Salta La Banca, grupo de rock que le dedicó un disco al caso de Luciano Arruga, joven desaparecido tras sufrir la represión policial y hallado muerto en 2014. ¿Esto desde que lugar te toca?
-Desde el apoyo; esas cosas estremecen, no deberían pasar. Pero nosotros, que somos personas públicas, debemos hilar fino. Si estás de un lado o de otro, se puede tomar para mal. Por eso, digo desde el apoyo… Yo banco las causas sociales, y no políticas, que el grupo lleva. Hay muchísimas, y en sus discos siempre tratan alguna.

Ahora sí, a volver al fútbol. Su presente está ligado a San Lorenzo, y su pasado también. Porque Sebastián, que viene de una familia cuerva, debutó en Primera el 1º de marzo de 2006, en el triunfo 2-0 de Lanús ante el Santo. 

-Debo admitirlo, nunca lo conté en los medios: mis hermanos y mis tíos fueron a ver ese partido a la tribuna de San Lorenzo (se ríe). Pero, desde aquel día, nunca más fueron mientras yo jugaba en Lanús porque gritaban “quebralo, partilo”, y no estaban muy cómodos. Más allá de todo, priorizaba la necesidad y las ganas de debutar en la Primera de Lanús. Hacía 11 años que estaba en el club… Se dio así, y bienvenido fue.

-Hablemos sobre este año, en el que el equipo vivió vaivenes y es protagonista en el campeonato. ¿Qué lectura hacés?
-El fútbol es como un electrocardiograma. Mientras lo sigan jugando humanos, van a haber puntos altos y bajos. Se intenta encontrar un equilibrio, pero en el camino se vivirán momentos buenos y malos. Todos los equipos tienen mesetas y hay que superarlas. Igual, si mantenés el equilibrio, vas a llegar más lejos.

Imagen "Cuando peleás por el campeonato, no fracasás", sostiene Blanco, quien se imagina festejando a lo grande al final del torneo.
"Cuando peleás por el campeonato, no fracasás", sostiene Blanco, quien se imagina festejando a lo grande al final del torneo.
-¿En qué se reciclaron para mejorar el rendimiento?
-A ver… El equipo está en una burbuja, y siempre se mantuvo al margen de las duras críticas, nunca se las creyó. Todos los puntos que ganamos en los últimos minutos hablan de nuestra identidad y tenemos claro qué queremos. No podemos cambiar la convicción, porque estaríamos errando y perdiendo un tiempo, y los rivales te pueden comer. Nos faltó rebeldía contra Boca y Huracán, pero en muchos otros partidos fuimos eficientes y lastimamos. San Lorenzo no es vistoso, pero juega bien.

-¿Qué sería fracasar en noviembre?
-Salir último o jugar por no descender. Cuando peleás por el campeonato, no fracasás. Peor sería no pelear por nada o festejar un partido por año. La lucha se trata de no desistir. De nada serviría si fuese regalado o fácil. Igualmente, me imagino festejando, porque el grupo viene haciendo un gran trabajo.

4 son los clubes en los que jugó en nueve años de carrera: Lanús en 2006-11, Metalist en 2011-14 (Ucrania), West Bromwich en 2014 (Inglaterra), y San Lorenzo en 2015. Ganó un título: Apertura 2007, con el Granate. En la Selección, apenas disputó dos amistosos: ante Panamá en 2009 y frente a Haití en 2010 (marcó un gol).

Por Darío Gurevich / Fotos: Emiliano Lasalvia

Nota publicada en la edicipon de octubre de 2015 de El Gráfico