La Selección

Reflexiones casi tan desordenadas como la Selección en el debut

El sistema irrompible. La lista corta. La tenencia inconducente. Los casos de Tevez y Pastore. La dependencia de Messi. Di María, sin freno. El dilema de los marcadores laterales.

Por Elías Perugino ·

09 de octubre de 2015
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Luego del desastroso debut de Argentina en las Eliminatorias para Rusia 2018, compartimos un puñado de sensaciones futboleras. Reflexiones y diagnósticos escritos tras el peor partido oficial de la gestión de Gerardo Martino al frente de la Selección. Aquí van…

* El fundamentalismo no es un buen aliado en el fútbol. Una cosa es tener una identidad definida, un patrón de juego reconocible, y otra muy diferente es no manejar un abanico de variantes cuando el adversario neutraliza la idea madre. Esta Selección todavía no dispone de esa alternativa. Sería gravísimo que no lo hiciera. Por ahora se afirma en un esquema irrompible –el famoso 4-3-3- y si el rival lo descuartiza con presión o superioridad numérica en diferentes sectores del campo, no hay cambio de timón.

* La categoría de Pastore no se discute. Cuando aparece en plenitud, su fútbol es de alto vuelo. Cuando rinde al 60% (que para otros sería aceptable), detona críticas y silbidos entre quienes no soportan a los jugadores que hacen pausas o se deslizan en el campo con movimientos poco frenéticos. El esquema no lo favorece. El mejor Pastore –nos parece- es el que se mueve libre, como enganche, en un 4-3-1-2. Un dibujo que Martino no suele utilizar.  

* Tevez no es nueve. Martino insiste con esa definición, pero el juego de Carlitos (desde antes de integrarse a la Selección y desde que llegó a Boca) se lo demuestra una y otra vez. El Tata no lo quiere ver. Tevez es un mediapunta que muestra lo mejor de su fútbol flotando por detrás de un nueve. Y que puede disfrazarse como un nueve con gol si llega vacío a la posición de centrodelantero, no por permanecer estancado en esa plaza. En el mejor de los casos, es un nueve "por instantes", en jugadas puntuales, no por naturaleza.

* Las próximas convocatorias deberán ser más amplias. Esta vez, el destino jugó demasiadas cartas negativas y el plantel quedó corto. Messi, Rojo, Banega y Enzo Pérez se lesionaron en esa zona gris que va entre la nominación y la fecha de los partidos. Zabaleta y Agüero llegaron tocados, y el Kun lo pagó con un desgarro. Y a eso se le sumó el flojo nivel individual expuesto por los futbolistas. A la hora de mirar al banco en busca de soluciones, faltaban características.

* La posesión en zonas retrasadas es exasperante e inconducente. Vale atesorar la pelota, pero si los receptores no se mueven y se entregan a una marcación ordenada que los condena a permanecer siempre de espaldas, sin opción de recibir perfilados, todo se desvanece. Y eso se paga con un toqueteo sin sentido entre el volante central, los zagueros y el arquero, cuatro intérpretes que caminan por la cornisa de cometer un error fatal.

* Si Di María hace todo a 130 kilómetros por hora, su efecto es contraproducente. Esa velocidad otorga réditos en una salida de contraataque, no en avances comunes que pretenden transformarse en ataques.

* Mas y Roncaglia se comieron bailes antológicos en el uno contra uno frente a Antonio Valencia y Jefferson Montero. El lateral de San Lorenzo padeció la falta de roce internacional ante un velocista letal como Valencia, el rayo del Manchester United. Al jugador de Fiorentina tal vez le pesó la falta de readaptación al puesto, ya que hace un tiempito que en su club viene jugando de marcador central, su rol natural. Independientemente de los detalles puntuales, a ambos se los vio incómodos con la exigencia táctica que les traslada el entrenador: estar posicionados “muy altos”, muy adelante, incluso en situaciones en que la jugada todavía no lo pide. En consecuencia, liberaron sus espaldas, Valencia y Montero recibieron libres, pusieron quinta y se fueron… Siempre se fueron.

* Argentina es Messidependiente. ¿Está mal? No tanto. Leo puede maquillar un mal rendimiento colectivo con una jugada. En partidos tan horrendos como el que se jugó frente a Ecuador, podría tener la llave de la felicidad. Siempre lo supimos, varias veces lo hizo. Recordemos, por ejemplo, aquel partido con Irán en el Mundial. ¿Qué tal si se llaman a silencio quienes consideran que no debería jugar más en la Selección?

* No debe sonar a consuelo que las Eliminatorias recién comiencen. Sin dudas, serán las más difíciles de la historia. El nivel es parejísimo y hay un mínimo de ocho selecciones con reales posibilidades de quedarse con los cinco cupos (cuatro directos y uno para el repechaje con un rival de Oceanía). En ese contexto, perder de local, o arrancar mal pisado en las fechas iniciales, puede ser determinante. Los próximos tres rivales de Argentina son muy complejos: Paraguay y Colombia de visitante, Brasil en casa. ¿Qué cuadro de situación podrá dispararse a fin de año si no cosecha un mínimo de 6 puntos en ese camino?