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Independiente, en la senda de River

El Rojo pasó por encima al Millo con un 3-0 que pudo haber sido más amplio, en un partido muy similar al que sostuvieron ambos en el campeonato pasado, pero al revés. Independiente parece haber encontrado el camino y pronto llegarán los éxitos definitivos.

Por Diego Borinsky ·

05 de octubre de 2015
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No se habían cumplido aún cinco minutos de juego del clásico en Avellaneda y la percepción salió de mi cuenta de twitter: “Me hace acordar al River-Independiente del año pasado en el Monumental, pero al revés”. Enseguida se confirmó, con el 1-0 precoz de Tagliafico (en 2014, Pisculichi había puesto el 1-0 para River en el inicio en complicidad con el Ruso Rodríguez). Y el resto del partido siguió por esa senda, desde lo numérico (el 2-0 parcial antes del final de la primera etapa, la diferencia de tres goles en el resultado final: 4-1 entonces, 3-0 ayer) y desde el desarrollo de las acciones, con un Independiente anticipando en todos los sectores, combinando con rapidez y buscando el corazón del área rival, y un marco festivo en las tribunas. También se repitieron, como en aquella ocasión en el Monumental, algunos groseros errores de los futbolistas del otro lado (cabezazo de Maidana hacia atrás que dejó solo a Vera, siestas en los centros, embestida insólita de Casco, pases errados en la puerta del área) que apuntalaron el resultado.

River reservó a varios titulares que realmente hacen la diferencia en relación a sus sustitutos, y son la columna del equipo (Mercado, Sánchez, Mora y Alario), llegó resquebrajado desde los 2.800 metros de Quito, donde había jugado el jueves (72 horas no permiten la recuperación total, menos si se viene de la altura), tiene la mente puesta en el Mundial de Clubes y el objetivo, hasta ese momento, es la Sudamericana. Hace varias fechas no pelea por el título y ni siquiera por entrar a la Liguilla, ya que está clasificado por ser el último campeón. Tampoco se preocupa por el promedio, con las grandes campañas que ha realizado y porque hay sólo 1 o 2 descensos en el futuro (y no hasta 4, como cuando descendió) y con campeonato de 30 equipos.

Pero más allá de su inevitable caída de tensión (en lo físico, futbolístico y motivacional), hay que decir que River se encontró con un gran rival, que está en la curva ascendente de crecimiento y a tope en lo anímico. Este Independiente sigue la senda de River, después de haberse hundido en las profundidades del infierno, como el Millo. Se ha asentado con una dirigencia seria, que no le importó el “qué dirán” para contratar a un entrenador supuestamente defensivo y que tiene clarísimo qué busca de su equipo. Compró jugadores de calidad y se percibe una energía en el ambiente similar a la que se apoderó del Monumental en 2014. El triunfo final ya depende a veces de circunstancias muy finitas, la famosa pelota que pega en el palo y entra, o que pega en el palo y sale, pero los éxitos están al acecho y no deberían tardar en llegar al Libertadores de América.