Primera División

Boca ganó en el Monumental, dio una prueba de carácter y recuperó la punta en soledad

Superó a River 1-0 con gol del uruguayo Nicolás Lodeiro. Fue un clásico de bajo relieve técnico. El equipo de Arruabarrena fue superior en el primer tiempo y supo defender la diferencia en el segundo. Aquí, las razones de la victoria.

Por Redacción EG ·

13 de septiembre de 2015
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Al Boca del Vasco Arruabarrena se le reclamaba ganar un partido pesado, importante, de esos que dejan una huella en una campaña. Al Boca del Vasco Arruabarrena se le recalcaba cierta tibieza para afrontar esos cruces trascedentes donde se jugaban más que tres puntos. Pues bien: todas esas asignaturas las pudo aprobar el Boca del Vasco Arruabarrena, que le ganó a River 1-0 en el Monumental, con gol del uruguayo Nicolás Lodeiro, y se reposicionó en la cima de la tabla del torneo de 30 tras la caída de San Lorenzo ante Huracán. ¿Por qué lo ganó Boca? Por un puñado de razones:

+ Jugó más y mejor en el primer tiempo, cuando sacó la ventaja. Y se defendió con intensidad y fiereza en el complemento, cuando retrasó un poco las líneas y supo absorber los mejores embates de River, en el arranque de ese segundo tiempo.

Imagen El festejo visceral de Lodeiro, tras marcar el gol que definió el superclásico.
El festejo visceral de Lodeiro, tras marcar el gol que definió el superclásico.
+ En ese primer tiempo, Boca presionó e impuso las condiciones en la mitad de la cancha, donde ganó la mayor parte de las pelotas divididas. No dejó que River pudiera elaborar circuitos de juego, obligándolo a lanzar pelotazos frontales, fácilmente resueltos por Tobio y Cata Díaz, centrales que tuvieron una sobria actuación.

+ Supo resolver el problema que significó la inesperada lesión de Gago en el minuto inicial. Con el ingreso de Lodeiro, el Vasco reformuló la mitad de la cancha. Con Meli y Erbes entregados a un despliegue incansable, el pibe Bentancur fue una serena rueda de auxilio para Monzón por la izquierda –la franja del tándem Mercado-Sánchez- y el volante de la selección uruguaya ejerció un rol doble: colaboró en la recuperación y aportó su cuota de claridad en la generación.

+ Luego del cuarto inicial del complemento, cuando River creció colectivamente y apuró sobre el área de Orion, Boca recuperó la consistencia en la mitad de la cancha y se sintió cómodo en un trámite demasiado friccionado, con faltas sistemáticas que cortaban el ritmo de uno y otro lado.

+ Orion fue otra clave de la victoria. Su tarea no tuvo fisuras. Lo llamaron a intervenir dos veces, ante cabezazos picantes de Alario, y respondió con reflejos y solvencia. Si le quedaba por levantar el pagaré de algún error en clásicos del pasado, lo hizo.

+ Tevez fue más influyente por lo que significa su presencia y por lo que transmite, no tanto por su aporte decisivo para el juego. Se entregó con la generosidad de siempre, pero fueron contadas las veces que elaboró jugadas con su sello. No le escapó a la pelea, fiel a los mandatos de su temperamento. Su única acción dentro del área fue el mano a mano que le abortó parcialmente Barovero y que derivó en el gol de Lodeiro.

+ El aporte de los más chicos fue valioso. Tras el error lapidario ante San Lorenzo, Bentancur recibió un voto de confianza de Arruabarrena y lo retribuyó jugando un clásico muy serio para un pibe de 18 años. Uno de los pocos que siempre quiso poner la pelota contra el piso. También fue útil en el ida y vuelta por su andarivel, una función que no siente pero que, evidentemente, puede desempeñar. El chico Palacios aprobó otra materia. Hizo pesar su velocidad para ganarle a Balanta y servir el centro en la jugada que definió el clásico. Aunque le toca salir en todos los partidos, siempre aporta desequilibrio.

+ El equipo jugó con la intensidad y la convicción con que deben encararse las finales o los partidos que se le parecen. Ni más ni menos que lo necesario para atesorar la victoria que lo devolvió a la punta en el mismísimo Monumental.

Fotos: Alejandro Del Bosco