Opinión

Domingo con lluvia, auspiciado por Cablevisión

Vericuetos de lo que pintaba para ser un domingo cualquiera... hasta que se cortó el cable.

Por Martín Mazur ·

07 de septiembre de 2015
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Un domingo lluvioso nunca propone el mejor programa, pero peor que un domingo lluvioso es un domingo con lluvia... en la televisión. 

Pasó ayer. Cablevisión nos recibió, a eso de las 9 de la mañana, con un corte general. 

¿Carrera de F-1?

Bien, gracias.

Lo primero es chequear que por algún extraño motivo, el televisor no se haya desconectado como por arte de magia. No, los cables están bien. 

Lo segundo es ver qué pasa en twitter. Pero claro, no hay twitter, porque no hay internet, porque Cablevisión provee también el servicio de banda ancha. 

El teléfono todavía tiene un poco de batería. La opción rápida es desconectar el wifi de adorno y ver si agarra el 3G para buscar qué pasa con el servicio. 

Las puteadas del TL no admiten discusión: todavía es temprano, pero sí, por la magnitud de las quejas, el corte es grande. Y también, de paso, el twitter dice que la largada de la F-1 fue descomunal. 

Las horas pasan. La radio podría acompañar, pero la radio, últimamente, se esucha más en iPad y en la computadora, que en aquel viejo aparato AIWA de 1980 que hace falta reconectar. Si no anda la tele, al menos nos podría salvar Netflix, pero claro, el huevo vino antes que la gallina y el teléfono no es capaz de servir como hotspot sin que se corte a los pocos segundos (gentileza de Movistar). 

Todavía queda el DVD, que parece tan viejo como la radio a transistores. Al menos, sirve para dejar alguna película de fondo. 

Las horas pasan. Cablevisión no atiende los llamados, pero responde automáticamente con una grabación. Quizás a uno le interese saber cuál es la magnitud del desperfecto, a qué hora piensan retomar el servicio. No hay posibilidades. 

Ultimos cartuchos de twitter. "Hola, soy Ruth, te mandé un DM", es el friendly mode de la cuenta de @Cablevision. Antes que publicar que existe un desperfecto, eligen la vía del privado. 

El mensaje apenas confirma lo que la pantalla lluviosa del televisor ya nos había mostrado: que el servicio está cortado. Hay un vale de 20 pesos por las disculpas ocasionadas. Y a otra cosa.

Pasó la mañana, el mediodía y gran parte de la tarde. Ya están jugando River y Chicago, pero los energúmenos de la cuadra no gritan ni siquiera el golazo de Alario - señal de que se fueron a algún lugar donde funcionara la televisión. 

Se viene el partido de la fecha, Boca-San Lorenzo, y no hay garantías de poder verlo. A dos cuadras de casa, un camión de Cablevisión parado y dos técnicos. "Se cortó un cable en algún lugar y hay muchísimas manzanas sin señal. Ya pasaron dos turnos y no logramos encontrar de dónde proviene el problema. Ojalá que esté solucionado para la noche", reza el técnico. Con la tranquilidad de haber escuchado el primer diagnóstico sincero de todo el día, le deseé suerte al técnico y salimos en busca de un televisor amigo para ver el partido y poder enviar unos artículos por correo electrónico.

¿Tan difícil es decir la verdad? Aparentemente, información tan sensible no puede ser reproducida por teléfono ni por internet, para que el usuario más o menos se organice. Mejor tenerlo en ascuas, de rodillas, limitarle todas sus vías de reclamo, consulta o comunicación. Y a los que pasaron los filtros, desearles un excelente domingo con los 20 pesitos de regalo.

Volvimos pasadas las 12 de la noche. El servicio ya había vuelto a la normalidad. Hasta el próximo corte.

 

 

 

 

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